Tras el incendio de un conventillo de La Boca la Ciudad debe asistir a las familias damnificadas

8.8.2017

Por Franco Spinetta

La jueza Patricia López Vergara, titular del juzgado N° 6 en lo Contencioso Administrativo y Tributario, quien consideró que las 30 familias que viven en carpas sobre la avenida Pedro de Mendoza desde hace 19 días se hallan expuestas a “carencias e indignidades” que afectan “su salud y dignidad humana”, ordenó al Gobierno porteño y al Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) que les “otorguen una adecuada e inmediata satisfacción a sus requerimientos económicos y materiales”. “La situación de emergencia en la que se hallan obliga a la toma de decisiones urgentes con miras a paliar la ‘dramática desigualdad existente entre quien tiene demasiado y quien no tiene nada’”, amplió la magistrada.

Jorge Luis Bullorini, asesor tutelar de Primera Instancia y representante de los vecinos en el caso, explicó que, en principio, la demanda de las familias era la de volver a sus viviendas, afectadas por el incendio intencional del 20 de julio pasado. “Hay que entender que de golpe, por un incendio, perdieron todo. Mal o bien, era el lugar donde estaban viviendo”, señaló.

 López Vergara, quien el 4 de agosto determinó que había un peligro latente de derrumbe en el inmueble que habitaban los afectados, ordenó al Gobierno el otorgamiento de subsidios “suficientes para cubrir la totalidad del costo de un alojamiento en condiciones dignas” y en un plazo de 24 horas, desde el momento en que la familia lo solicite. Además, el Gobierno deberá contemplar la composición de cada grupo familiar, ya que los subsidios actuales que ofrece el Ministerio de Desarrollo Social -$4800 por mes- no alcanzan para que alquilen familias de tres o más integrantes.

En una segunda instancia, los afectados exigieron que el IVC reciba a todos los damnificados para evaluar el otorgamiento de un crédito hipotecario. “Desconfiamos que el Gobierno entregue los subsidios y se desentienda. Por eso recurrimos al amparo, y la jueza nos dio la razón”, agregó el asesor tutelar.

“Se necesita una solución ya: las familias siguen en la calle, están en carpas”, insistió Bullorini. La urgencia es tal que las 30 familias tienen apenas un baño químico que aportó una organización social, lo que motivó que López Vergara también incluyera otra orden dirigida al Ministerio de Ambiente y Espacio Público para que en el plazo de un día instale dos baños más. También exigió que se brinde a las familias “suficientes abrigos a fin de paliar las condiciones climáticas y las temperaturas adversas, en tanto no se modifiquen sus condiciones de existencia actual”.

“La calle no es nuestro destino”

7.8.2017

Así lo afirma la Cooperativa de vivienda Butteler integrada por 17 familias que en pocos días podrían quedarse en la calle. Convocan para concentrar este lunes 7 de agosto en Cobo 555 (Av. La Plata y Cobo-CABA) a partir de las 6:00. Compartimos comunicado.

 

NO AL DESALOJO DE LA COOPERATIVA DE VIVIENDA BUTTELER.

 

“La calle no es nuestro destino"

 

Hace 6 años que estamos afectados a un juicio de desalojo y desde ese momento  recorremos distintos organismos del Gobierno de la Ciudad, sin recibir respuesta concreta del Instituto de la Vivienda (IVC) tanto durante la gestión de Macri como del gobierno de Rodríguez Larreta.

Ninguna de las dos gestiones nos dio respuesta a nuestra Cooperativa de Vivienda, a pesar que hemos presentado todos los requisitos exigidos por el Organismo para estar contemplados en la Ley 341 de Programa de Vivienda Autogestiva a los fines de lograr una respuesta integral  y definitiva al  problema habitacional que nos afecta. Solo el Ministerio de Desarrollo Social de Ciudad nos  ofreció  como único recurso, un miserable subsidio que,  a corto plazo nos llevaría a una situación de calle, porque no alcanza para acceder a un alquiler, con todo lo que se nos exige hoy en día para ello.

Somos 17 familias, conformada por Mujeres, niños y ancianas y ancianos todas personas en contexto de vulnerabilidad estaríamos en una situación de total desamparo y en la calle en pocos días.  

 

¿Quiénes nos dejan en la calle?

 

Un Estado insensible de la Ciudad de Buenos Aires, que solo le importa construir viviendas para el negocio inmobiliario que rápidamente, van al mercado de los alquileres, con precios exorbitantes de los cuales es imposible nuestro acceso. Como así también, el Jefe de Gobierno para uso electoralista o propagandístico hace los últimos anuncios de créditos  pero nada de ello, son destinados para personas trabajadores de escasos recursos, de la economía popular, informal o de jubilados y pensionados como se da en nuestro caso.

Una justicia que solo defiende a las mafias de los que compran viviendas con habitantes adentro, siendo en la práctica, funcionales a esos negocios a costa de la violación de derechos humanos básicos como el de la vivienda y pretenden deslegitimar nuestra verdadera condición de poseedores de la vivienda que habitamos desde hace mucho tiempo, algunas familias desde  hace 35 años.

Hacemos responsables al Gobierno de la Ciudad y al Estado Nacional, porque éste último también fue citado a las audiencias y nunca se presentó, ante cualquier afectación física o psíquica de los adultos mayores y de las personas con problemas de salud que viven en nuestra casa.

Pedimos a todas las organizaciones del campo popular que se solidaricen con nuestra lucha por el acceso a una vivienda digna, un hábitat sano y el derecho a la Ciudad.

Los esperamos lunes 7 de agosto en Cobo 555 a partir de las 6:00 (Av. la Plata y Cobo)

¡¡¡Ni una persona, ni una familia más en la calle!!!  ¡¡¡El acceso a la Vivienda Digna es un DERECHO!!!

COOPERATIVA BUTTELER.

 

Apoyan:

Liga Argentina por los Derechos del Hombre

Movimiento 20-21

CIBA (Coordinadora de inquilinos de Buenos Aires)

Asociación de ex detenidos Desaparecidos

Los archivos del Negro Fontanarrosa

7.8.2017

Por Analía Ávila

El 28 de julio se inauguró la muestra “Archivos clasificados” en el Museo del Libro y de la Lengua, un homenaje a Roberto Fontanarrosa al cumplirse diez años de su muerte. Se exhiben cuadros de humor gráfico, libros, cuadernos de apuntes y cartas que intercambió con Les Luthiers y Cipe Lincovsky.

Rosarino, escritor y humorista gráfico, hincha apasionado de Rosario Central, amante de los bares, Roberto “el Negro” Fontanarrosa se transformó en un clásico de la cultura popular. Tenía la manía de usar sus lápices hasta que se hacían muy chiquitos y los guardaba en frascos. En su estudio además del tablero de trabajo, tenía fotos, posters, loros, libros y dibujos de distintos artistas. Organizó su trabajo en forma meticulosa: un baúl para sus trabajos periodísticos y de publicidad; un mueble con los borradores de los cuentos y la libreta de apuntes; 75 cajas de radiografías con sus cuadros de humor gráfico hechos en rotring, agrupadas en 59 tópicos como “médicos”, “parejas”, “fútbol”, etiquetadas y rotuladas por él mismo. Esos archivos son la base de la muestra “Archivos clasificados” que se exhibe en el Museo del Libro y de la Lengua.

Judith Gociol, curadora de la exposición, informó que gracias a los herederos del artista, su segunda esposa Gabriela Mahy y su hijo Franco Fontanarrosa, los originales del dibujante fueron donados al Archivo de Historia y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional. También llegaron materiales provenientes de Ediciones de la Flor, de Les Luthiers, del dibujante Quino y de la actriz Cipe Lincovsky. Roberto fue el creador de historietas emblemáticas como Inodoro Pereyra y Boogie, el aceitoso; en una de las vitrinas se pueden ver las publicaciones originales que en la década del setenta aparecieron en la revista Hortensia de Córdoba y luego en Satiricón. Además en las columnas de la sala se muestra la evolución de los trazos en el dibujo de estos personajes. En los años setenta se ve una primera línea finita, acompañada de detalles de estilo pop; en los ochenta los rasgos están más caricaturizados, con nariz grande, ganchuda y los ojos de huevo; de los noventa en adelante la línea se torna más gruesa y las figuras cada vez más deformes, el dibujo tiende a despojarse.

Como narrador Fontanarrosa fue autor de libros de cuentos como El mundo ha vivido equivocado, No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, Uno nunca sabe yLa mesa de los galanes, entre otros. Ediciones de la Flor es la editorial donde publicó durante toda su vida, al ritmo de dos libros -gráficos o de narrativa-  por año en promedio, a lo largo de tres décadas y media. Incluidos los tiempos de la última dictadura militar cuando KukiMiler y Daniel Divinsky, los responsables del sello, fueron encarcelados y luego forzados al exilio. La editorial pudo sostenerse gracias a que Elisa Miler, la madre de Kuki, se hizo cargo de su funcionamiento y que dibujantes como Quino y Fontanarrosa decidieron no retirar su obra. En la muestra además de ver los libros, se puede escuchar el cuento “Los nombres” de Los trenes matan a los autos en la voz del periodista Alejandro Apo.  

Roberto fue colaborador creativo de Les Luthiers, el vínculo laboral y amistoso con ellos empezó en la década del ochenta, cuando le propusieron que enviara ideas para los guiones de los espectáculos del grupo. Algunas colaboraciones eran chistes, aforismos o argumentos de cuentos que ya tenía hechos. En las vitrinas se pueden ver algunas de las cartas que fueron donadas por Carlos López Puccio. También mantuvo una colaboración postal con la actriz Cipe Lincovsky, esta amistad se dio entre los últimos años de la dictadura y la recuperación de la democracia. Un intercambio de propuestas, “pelotudeces o boludeces surtidas” definía el humorista sus aportes. En la sección Archivo Quino se muestran también algunas cartas personales que se enviaban ambos humoristas, donadas por el autor de Mafalda.

Un capítulo aparte merece su participación en 2004 en el III Congreso de la Lengua Española que se realizó en Rosario, en la muestra se puede ver un video de su famosa charla “Sobre las malas palabras” Fontanarrosa opinó que las “palabrotas” con aumentativos no dejan de ser un reconocimiento: “Las malas palabras brindan otros matices y hay algunas que son irreemplazables: no es lo mismo decir que una persona es tonta o pelotuda. Tonto puede ser una disminución neurológica agresiva, pero el secreto de la palabra pelotudo está en la letra ‘t’.”  Y finalizó: “Pido una amnistía para la mayoría de las malas palabras e integrémoslas al lenguaje”. 

Su oído para el lenguaje y los juegos de palabras atraviesan toda su obra, tanto gráfica como narrativa. Dijo Gociol: “Eso hace fracasar toda estructura de muestra. O sea, lo que no podés agarrar de él es la palabra. La palabra no es clasificable. O por ejemplo, él no tenía una caja que dijera ‘bares’. Y sin embargo el bar o el café es su lugar por excelencia. Lo que está en todos lados es lo que no podés clasificar.”

Tras las referencias futbolísticas y de términos callejeros, lo que se despliega en la profundidad es la realidad social y política, los miedos, el fracaso, la hipocresía y otras variantes de la condición humana. 

La muestra “Roberto "el Negro" Fontanarrosa. Archivos clasificados” se realiza en el Museo del Libro y de la Lengua, Avenida Las Heras 2555 (CABA) con entrada gratuita. Se la puede visitar hasta el 15 de diciembre, de martes a domingos de 14 a 19 horas. 

La Renga en Huracán: se cocinó la realidad

5.8.2017

Por Cristian SecúlGiusti*

Los recitales de La Renga y la construcción hegemónica de los medios masivos, “las coberturas rozaron los estereotipos metafóricos del sonido rudo y áspero de la banda, y se vincularon con la representación de lo organizacional y planificado del concierto”.

 

Los recitales de La Renga en el estadio del Club Atlético Huracán generaron coberturas similares en los medios masivos y hegemónicos del país. Desde un plano de coincidencias y unificaciones, los relatos opacaron los inconvenientes de organización previos al show y los impedimentos provocados por el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta, a fin de resaltar los rasgos de emotividad y sentimiento del concierto.

En este sentido, el discurso de la información circuló en una ronda argumentativa que se debatió entre el universo de la efeméride y la consolidación de una simbología afectiva. El campo semántico de la lectura periodística se construyó, entonces, en torno a una liturgia propia y legítima de la banda y sus seguidores: el escenario previo de la llegada al estadio, los trapos, la carga emotiva de ver a La Renga en Capital Federal luego de diez años y el ideario del “banquete” como vinculación lírica y figurativa de los shows.

Sin embargo, más allá de los pronunciamientos explícitos o implícitos de Chizzo, Tete o Tanque arriba del escenario, los medios masivos se centraron en un relato de tinte expresivo y coyuntural, buscado y premeditado. La enunciación no hizo hincapié en la disputa política propuesta por la banda ni en las dimensiones de sus líricas en el actual escenario político. A partir de esta estrategia, la identidad confrontativa planteada por el grupo quedó sumergida en un mar de tensiones breves y caricaturescas que sólo sirvieron para hablar de una noción de expectativa, más que de complejidades sobre lo social.

Las coberturas rozaron los estereotipos metafóricos del sonido rudo y áspero de la banda, y se vincularon con la representación de lo organizacional y planificado del concierto. La denominada “fiesta” se constituyó a partir del rótulo de la “paz”, la ausencia de “problemas” y “lamentos”, patentando una situación de absoluta “calma”, solo precedida por incongruencias y meros desentendimientos con la gestión de Larreta. Ni más ni menos.

Por este motivo, algunos medios masivos y hegemónicos desarrollaron palabras clave que caracterizaron y direccionaron la comprensión de los conciertos de La Renga. Para ejemplificar, Infobae habló de “brillo”, de “regreso” y de la posibilidad de hablar sólo de música como horizonte de diálogo; La Nación destacó el aspecto celebratorio del evento y del “exitoso plan de ingresos y egresos” al estadio; Clarín resaltó la sonoridad de “fuego” del grupo y la exactitud de la organización; y TN.com recalcó el ideario de “reencuentro” y de espera generado por el show.

En estos términos, la mirada política y contextual de los recitales quedaron relegados y supeditados a una lógica de emotividad: la consolidación de un “banquete” en comunión forjada por las fuerzas de seguridad, la importancia del cuidado generalizado y la situación de vivir un evento en conjunto, más allá de los dramas y las manifestaciones políticas.

Por esta razón, el diagrama de las listas de las canciones de los recitales y los pensamientos o los mensajes de las letras de la banda fueron apartados y separados del análisis. Asimismo, los temas musicales fueron enumerados sólo para edificar un relato de situación, que no evidenció un traslado analítico de la escena del rock argentino y mucho menos de la cultura de los jóvenes en un universo neoliberal y corporativo.

La reflexión propuesta por los medios de comunicación masiva expuso una falsa cordialidad con la identidad rockera y combativa del grupo. A partir de la lógica emocional se logró oscurecer el apéndice principal de los recitales de La Renga en este 2017: la construcción de una trinchera política y poética, y la configuración de una estética y práctica de resistencia desde la cultura rock.

En línea con un ideario neoliberal y un orden discursivo actual, los relatos mediáticos hegemónicos ubicaron al show en una situación de pose y de satisfacción de mercado, más allá de las rupturas y los goces colectivos. Por ello, vale pensar en las narrativas de rock realizadas por los especialistas en el género porque contribuyen a la descontextualización y deshistorización de la propia cultura. En este aspecto, el juego de opacidades y de supuestos entendimientos emotivos, esconde bajo siete llaves la dimensión política, rescata los dilemas desde lo coyuntural y, una vez más, renueva las posturas que destacan la “tendenciosa” relación entre la politicidad y el arte.

 

*Dr. en Comunicación, Lic. en Comunicación Social, Docente (FPyCS-UNLP)

Los que luchan por todos los Cristian

6.8.2017

Santiago Asorey

“¿Cuántas veces más, los vecinos y trabajadores de la Villa 21.24, y de los barrios del sur de la Ciudad, van a tener que decir: “Basta” ¿Cuántos pibes, alumnos, amigos y amigas más nos van a matar? Muertos por la policía o en zonas liberadas también por las fuerzas de seguridad o por otras formas de desidia estatal”.

La columna de cientos de trabajadores, vecinos y familiares de Cristian Toledo, viene avanzando por la Avenida Iriarte. Llego tarde, por eso la encuentro en Iriarte y Vélez Sarfield. Pero la gente salió desde la Parroquia de Caacupé en la Villa 21.24. Me encuentro con amigos docentes y vecinos del barrio que no veo hace un tiempo. Mientras estamos ahí,  otra columna empieza también al mismo tiempo desde la Boca, por la detención de tres pibes del barrio a manos de la policía. Esta noche la gente del Sur de la Ciudad tiene el mismo destino: el Ministerio de Seguridad porteño en la Avenida Patricios.

Está cayendo la noche en el barrio de Barracas y son pocas las luces que se mantienen encendidas. Entre esas luces están las antorchas de los familiares y los amigos de Cristian, asesinado por la Policía de la Ciudad, el sábado 15 de julio. Delante de las banderas, avanza una camioneta y un parlante que repite un vallenato, casi como un mantra. Una canción que habla de un amor indestructible, un amor consumado  y recíproco, que se sostiene perpetuo.

“Justicia por Cristian Toledo” y “Basta de Gatillo Fácil”, dicen las banderas que encabezan la marcha, los padres de Cristian, el padre Toto de Vedia, junto a otros amigos y familiares. No es la primera marcha que veo sobre la Avenida Iriarte y en otras calles del sur por casos como el de Cristian, se me vienen otras a la cabeza. Pienso en Yiyo, en Miriam, en Micaela, en Nehuen, en Kiki.  ¿Cuántas veces más, los vecinos y trabajadores de la Villa 21.24, y de los barrios del sur de la Ciudad, van a tener que decir: “Basta” ¿Cuántos pibes, alumnos, amigos y amigas más nos van a matar? Muertos por la policía o en zonas liberadas también por las fuerzas de seguridad o por otras formas de desidia estatal. ¿Cuántas marchas más de estas vamos a tener que hacer para que los medios hegemónicos dejen su complicidad y su fogoneo para que sigan cazando a nuestros pibes? No hay remate. Solo nuestro pueblo trabajador que sigue de pie pidiendo Justicia, una vez más. Y lo que nos queda para seguir: solidaridad militante y organización popular.

En las puertas del Ministerio de Seguridad, hay pocos medios, pero mucha gente del barrio. El Padre Toto de Vedia habla: “Cristian vivía en nuestro barrio, trabajaba en la ferretería del frente, fue bautizado en la parroquia Caacupé y era un excelente vecino. Al día siguiente a ser asesinado, tenía que jugar un partido de fútbol con sus compañeros en el campeonato del barrio. Era un hombre trabajador que hacía un culto a la amistad. Venía de bailar ese día, e injustamente se encontró con un hombre que alevosamente, por los prejuicios que muchas veces la sociedad y los medios de comunicación fomentan, llevó esto al extremo, al infinito y le quitó la vida. Masacrándolo. Disparándole un montón de tiros que dieron con el auto.”

Luego, agregó: “Por eso, hoy estamos acá, frente al Ministerio de Seguridad porteño, al que consideramos responsable con lo que suceda con este asesino y también para que no siga habiendo gatillo fácil en nuestro barrios. Para que no siga habiendo detenciones injustas. La Villa 21.24 cree en la integración urbana. Declaramos y aclaramos, y es horrible tener que aclarar esto, que la villa es un barrio obrero. Que no somos delincuentes. Que tiene mucho más espíritu de comunidad y de barrio. Sentido de educación y de lucha por la vida, que muchísima gente de otros barrios. Cristian descansa en paz. Pero nosotros no vamos a descansar, no nos vamos cansar de pedir Justicia.  No vamos a parar de luchar”. El Padre Toto sigue hablando y pide que las autoridades los reciban, la lucha sigue. No llego a despedirme de los amigos y compañeros con los cuales nos cruzamos siempre. Me gustaría no tener que cruzarlos más en estas circunstancias. Y la pregunta sigue, ¿cuántas veces más? ¿Cuánto más puede sufrir un pueblo hasta decir, de una vez y para siempre, basta de gatillo fácil?

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