Cuando las prevenciones terminan siendo un disparate peligroso: Sitiados en un hotel céntrico más de 150 viajeros que volvían al país esperan o contagiarse o volver a sus casas

1.4.2020

El céntrico Hotel Ibis Obelisco se ha convertido desde hace diez días en una especie de campamento para aislar caprichosamente (y no por prevención, porque lo que alli ocurre es más peligroso que estar caminando en grupo por la calle) para más de 150 personas que tuvieron la mala suerte de retornar al país en medio de las medidas de cuarentena. Son múltiples las quejas que formulan quienes están enclaustrados y separados por habitaciones, pero basta con leer, por ejemplo, el comienzo de una nota en su FB de la colega Mercedes Sullivan, para tener una idea de la situación:
«Hoy transito mi 7º día de cuarentena obligatoria en el hotel Ibis Obelisco, tras retornar el pasado lunes (23/03) del exterior. Es un encierro que ha sido dispuesto de manera totalmente aleatoria por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, ya que muchos pasajeros de vuelos que llegaron antes y/o después del mío fueron enviados a cumplir cuarentena en sus casas. Parece que hay ciudadanos más inmunes al virus que otros…
Yo, que hago de la escritura mi medio de vida, hoy no encuentro las palabras para describir lo que viví en los últimos días (y sigo viviendo). Pero voy a intentarlo. Bajo ningún punto de vista intento victimizarme: sé que hay personas que la están pasando muchísimo peor, por lejos, y sé que a todos nos afecta este aislamiento. Sólo quiero visibilizar algunas cuestiones que considero importantes. De todo esto que estamos atravesando, algo tendremos que aprender. Y creo que la clave es trabajar en la empatía.
Mercedes venía de Cuba y como otros y otras argentinas que regresaban de otros países, primero tuvieron una odisea de 53 horas en el aeropuerto de Panamá y cuando después de muchas protestas lograron subirse a un avión que las trajo a Buenos Aires, comenzó el otro calvario.
«Al llegar nos engañaron de mil maneras», relata Michel Krymer, quien regresaba de México. «Nos dijeron que preventivamente nos iba a hacer un hisopado y que en función del resultado en 48 horas podríamos ir a hacer la cuarentena en nuestras casas. El hisopado recién nos lo hicieron este martes 31 y yo volví el 23, y ahora nos dicen que no sabe cuando estarán los resultados».
Las quejas de cada uno de los viajeros conciden en que todo huele a un gran negociado del Gobierno de la Ciudad con los hoteles (tanto el Ibis como el Presidente y otros parecidos están alojando a cientos de personas). En los hoteles nadie se hace responsable de nada cuando los pasajeros reclaman algo, la higiene brilla por su ausencia, la comida según los testimonios es «desastrosa» y obliga a que cada uno pida comida extra que debe abonar religiosamente.
Si a esto se le suma la ridícula campaña que algunos descolocados de siempre hacen por las redes ((mezcla de resentimiento y xenofobia barata), prácticamente condenando a quienes viajaron y decidieron volver al país , vale para iimaginarse cómo está el ánimo de estos argentinos y argentinas cuyo único delito fue querer volver a casa.
A eso se refiere Mercedes Sullivan en su fb: He leído muchísimos comentarios -e incluso creo que es un discurso que se ha intentado instalar oficialmente- respecto a que los argentinos varados en el exterior deben «joderse» por haber viajado. Nos calificaron, como mínimo, de «chetos» o «macristas». Y voy a hablar por mí, aunque sé de cientos de casos similares: no soy ni cheta ni macrista. Viajé a Cuba el 29/02 (cuando el coronavirus aún era algo muy lejano por estos pagos…) usando ahorros de casi toda una vida. No tengo casa, no tengo auto, no tengo bicicleta, no tengo casi nada material. Ahorro para viajar porque es lo que me hace feliz, me permite conocer culturas, personas, experiencias, en definitiva, lo que yo considero un aprendizaje para crecer.
Por lo demás, llueven las denucias desde el Ibis, que hablan de «pacientes con patologías de base sin cuidados básicos ni médicos: pacientes diabéticos insulino requirientes que su insulina pierde la cadena de frío por falta de refrigeración y le dan hielo. Una de ellos tuvo cuadro de hiperglucemia lo que se suma su patología cardiovascular (insuficiencia cardíaca y coronariopatía) sin respuesta por el médico. No se respetan las dietas para diabéticos ni celiacos. Una mujer embarazada sigue allí sin los cuidados básicos.
La única atención que hay para los pasajeros la da un grupo de voluntarios y voluntarias que hacen lo que pueden dentro del pandemonium que allí se vive. Pero no hay médicos, incluso cuando fueron requeridos por urgencias que se daban entre algunos de los alojados.
Otros datos a tener en cuenta y que denuncian día a día los retornados es pedir alta de control para evitar la diseminación viral y proteger a los voluntarios, «ellos usan guantes para darnos la comida y cualquier otra cosa y no se limpian ni se ponen alcohol gel transmitiendo posible microorganismo de otras habitaciones porque estamos todos mezclados».
Más testimonios indican que la falta de higiene es total. Después de 4 días vinieron a limpiar, pero la misma es absolutamente deficiente apenas pasan un trapo sucio al piso traído de otra habitación y no desinfectan ninguna superficie, con el baño lo mismo jamás limpian inodoro o lavatorio
También, y esto aumenta la angustia y la incertidumbre, hay falta absoluta de información: «ya pasaron diez días y no sabemos quién es el jefe del operativo ni cuál es la indicación con nosotros. jamás vino el responsable ni sabemos su nombre», dice otra de las alojadas involuntariamente en el Ibis.
Para poder comunicarse entre ellos, muchas de las personas se asoman durante horas a las ventanas y en una ocasión realizaron un cacerolazo o ruidazo. Esto provocó la ira de sus custodios del Gobierno macrista de la Ciudad, y a las pocas horas apareció, enfurecido, Juan Pablo Arenaza, el Subsecretario de Vinculación Ciudadana con la Seguridad, y activista del PRO y los amenazó a todos con «meterlos presos si siguen haciendo cacerolazos».
Así están las cosas para estos compatriotas condenados a la posibilidad de contagio por la absoluta impericia con que la administración macrista ha encarado las medidas preventivas. Mientras a Larreta le gusta posar junto a Alberto Fernández en las conferencias de prensa y cacarear que «en esta cruzada estamos todos los argentinos unidos para protegernos», un pedacito de la realidad son los testimonios que llegan desde los hoteles donde se maltrata a quienes sin ningún tipo de excusa se ha seleccionado para castigar. Es tan cierto esto como que varios días después que los pasajeros del Ibis arribaron al país, llegaron otros que sin pasar por hoteles ni por el hisopado fueron trasladados a sus domicilios. Algunos de ellos venían de Miami y eran amigos de funcionarios del gobierno CABA.
Comos se ve, no solo hay cuarentena de clase, entre los de clase media y media alta y los pobres que se hacinan en el conurbano, sino que gracias al macrismo, hay también viajeros retornado clase A y otros, como los del hotel Ibis y el Presidente, clase Z.

Larreta abre un centro de detención para adolescentes que no cumplan la cuarentena

1.4.2020

Por Patricio Abalos Testoni y Julieta Lalama

La medida refuerza el carácter represivo y de criminalización contra esta población. Las organizaciones de derechos humanos repudiaron esta disposición y pidieron la inmediata derogación en un comunicado, ya que vulnera los derechos de las niñas, niños, y adolescentes contemplados en las normativas vigentes.

Hace unos días el gobierno de Rodríguez Larreta estableció por la disposición DI-2020-19-GCABA-DGRPJ que el centro donde funciona habitualmente la Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida “Juana Azurduy”, durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio será utilizado para detener a los adolescentes que “muestren franca oposición al cumplimiento de dicha medida.”
La disposición de la Dirección General de Responsabilidad Penal Juvenil del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, tiene un carácter represivo que incluso va en contra de los Derechos de esta población contemplados en la Constitución Nacional, así como de las normativas vigentes a nivel nacional (Ley 26.061) como de la Ciudad de Buenos Aires (Ley 114).
Hay que tener en cuenta que estamos en un contexto donde las niñas, niños y adolescentes de sectores más vulnerables la están pasando muy mal, formando parte de familias que hoy no están teniendo ingresos; siendo estudiantes de escuelas que están dando comidas de muy mala calidad, y en general viviendo hacinados, por lo que la cuarentena es muy difícil de mantener.
Sin embargo la decisión del gobierno de Larreta no es tomar medidas para que tengan una vivienda digna, medidas sanitarias y preventivas frente al posible contagio o alimentación de calidad. Sino que se refuerza una política represiva y de encierro, que ya sabemos que siempre cae en los sectores más pobres.
Esta medida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hay que enmarcarla en un contexto represivo que está escalando en todo el país, donde se están viendo cada vez más abusos policiales y de las fuerzas de seguridad. Incluso este fin de semana se reunió Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta con el objetivo de reforzar la cuarentena en la ciudad. Esta disposición va en esa línea, criminalizando a los adolescentes en este caso, en vez de tomar medidas que protejan todos los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
Desde diversos organismos de derechos humanos, sociales y políticas se repudió esta resolución, y se le exige al gobierno la inmediata derogación de la medida, y que se tomen las medidas necesarias de inclusión social, teniendo a garantizar los derechos de las niñas, niños y adolescentes como prioridad.
Como denuncia Alejandrina Barry, diputada porteña del FIT y operadora social en sus redes:
En el comunicado suscrito por cientos de personalidades, organismos de DD.HH., movimientos sociales y territoriales y partidos políticos; se afirma que: “No existe ninguna medida que pueda ser adoptada respecto de delitos por los cuales niños, niñas y adolescentes no son punibles, como el incumplimiento de las medidas de aislamiento dispuestas.
De nuevo el GCBA confunde pobreza con criminalidad e implementa sistema penal donde debe reforzar la protección de derechos.”
A continuación reproducimos el comunicado completo:
Para los adolescentes de CABA reclamamos cuidado, no represión
Las organizaciones abajo firmantes, defensoras de derechos humanos de niños, niñas y adolescentes repudiamos la resolución del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de fecha 27 de marzo de 2020 (DI-2020-19-GCABA-DGRPJ) en la que se afecta el edificio de donde actualmente funciona la Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida “Juana Azurduy”, durante la vigencia de la medida de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, “como Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida destinada a aquellos adolescentes que muestren franca oposición al cumplimiento de dicha medida.”
Disponer una medida de criminalización de los y las adolescentes en el contexto de la pandemia por COVID-19 resulta inconstitucional y violador de sus derechos. En este contexto en el que “quedarse en casa “no es lo mismo para todos y todas, brindar acompañamiento y contención a los y las adolescentes, frente a un fenómeno del cual no podemos brindar ni experiencia previa ni una perspectiva, es obligación del Estado.
Muy especialmente, expresamos nuestra preocupación en razón de cómo afecta esta situación a los y las adolescentes de los barrios más vulnerados, cuyas condiciones de vida y edilicias de sus hogares lejos están de cumplir con previsiones de salubridad, sumado a la falta de saneamiento de los barrios que se ven azotados además por la epidemia del dengue, la tuberculosis y el sarampión.
Las medidas de aislamiento, por necesarias que resulten, no pueden ser valoradas con la misma vara en todos los casos, los y las adolescentes, han visto afectados los pocos espacios de educación, socialización y esparcimiento con los que cuentan y sus economías familiares fueron dramáticamente limitadas.
En lo educativo, el GCBA no mejoró las cosas: los mecanismos de aula virtual adoptados, reforzaron la exclusión del ya excluyente sistema de inscripción on line que dejó afuera a más 8000 niños, niñas y adolescentes. Sin conectividad ni medios para llevar a cabo sus tareas escolares mediante un ilusorio sistema de clases virtuales, se refuerza su impotencia y se pone en evidencia la falta de diseños de políticas adecuadas a los contextos más afectados.
Ha sido atacada hasta su alimentación (es útil recordar, que la primera medida que adoptó el GCBA fue suspender las viandas alimentarias en las escuelas, antes que reforzarlas) y las fuerzas de seguridad agravaron la violencia, tortura y tratos crueles e inhumanos con los que de por sí se maneja en los barrios periféricos. Con esta medida, que afecta el sentido más elemental del concepto de protección integral, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sella su política de vaciamiento y abandono a los más jóvenes.
No existe ninguna medida que pueda ser adoptada respecto de delitos por los cuales niños, niñas y adolescentes no son punibles, como el incumplimiento de las medidas de aislamiento dispuestas. De nuevo el GCBA confunde pobreza con criminalidad e implementa sistema penal donde debe reforzar la protección de derechos.
Exigimos que el GCBA derogue la norma indicada, y refuerce las medidas de protección de niños, niñas y adolescentes en los sistemas de salud, protección contra la violencia intrafamiliar y policial, fortalezca el servicio de alimentación (teniendo consideraciones particulares para la primera infancia, la infancia y la adolescencia), ordene a las fuerzas de seguridad a actuar con trato respetuoso de los derechos y separe de su cargo a los agentes que no cumplan con su función en el marco de la protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes.
Mesa de Articulación de Niñez
Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)
ESPACIO NO A LA BAJA
ESPACIO NO A LA BAJA MENDOZA
RED ARGENTINA NO BAJA
RED SUR
Asociación Civil El Arca
Atrapamuros
Aula Vereda
C.Re.Ar-Vamos
Casanova en Movimiento
CEDIM
Colectivo de Derechos de la Infancia y Adolescencia
Colectivo Juguete Rabioso
Colectivo Memoria Militante
Colectivo No a la Baja
CTA Autónoma.
Defensa de los Niños y Niñas Internacional (D.N.I).
Foro por los Derechos de la Niñez
Fundación Che Pibe
Fundación Farinello
Fundación Emmanuel
GNRC Argentina, Red Global Regiones a Favor de la Niñez
La Miguelito Pepe.
Los Naranjos A.C.
Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos.
Niñez y Territorio

ADHIEREN:
Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora)
Norberto Liwski
Edgardo Knopoff (Jefe de Área Programática Piñero )
Alejandrina Barry diputada PTS/FIT CABA
Myriam Bregman Diputada FIT CABA presidenta de la Comisión contra la Violencia Institucional de la Legislatura Porteña
Área de Niñez Ate Capital
Consejo profesional de trabajo social CABA
Junta Interna Ate Sennaf
Junta Interna de ATE Promoción Social
Vamos, Izquierda Popular CABA
Suma Qamaña
Adriana Bordarampe
Agrupación Lucía Cullen
APIABA (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos – María Elena Naddeo
Asociación Civil Amanecer – Franco Ghiglino
Asociación Civil La Casona de los Barriletes – Leonardo Petris
Artépolis Asociación Civil – Daniel Radduso
María Florencia Gentile, ex plenarista del Cdnnya, Programa Infancias y Juventudes, UNGS.
Asociación Civil Forum Infancias
Cátedra Abierta Evita de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA – Coordinadora Felicitas Elias
Creactivar Redes Comunitarias – Eduardo Tissera
Comisión de Niñez y Adolescencia de Primero La Patria
Comisión de Salud del Instituto Patria
El Hormiguero
Foro de Instituciones Profesionales por la Salud mental CABA – Adriana Granica
APGCABA – Beatriz Perosio
Comisión de Niñez APDH – Gustavo Gallo
Colectivo Federal por la Desmedicalización de las Infancias – Gabriela Dueñas
La Boca Resiste y Propone – Maluca Cirianni
Comité Argentino de Seguimiento de la Convención por los Derechos del Niño (CASACDN) – Nora Schulman
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) – Capital – Romina Piccirillo, Valeria Pipo, Luciana Pandullo
Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas – Alicia Piatti
Dirección de Carrera de Trabajo Social FSOC UBA
USINA del Pensamiento Nacional y Popular – José Machain
Movimiento Popular La Dignidad
Comisión Directiva del Consejo Profesional de Graduados en Trabajo Social
Programa Abogados de Infancia y Adolescencia (PRABIA)
Casa Tasso – Centro de Investigación y Comunicación Popular en Salud (CICOPS)
Asociación Civil Bitácora – Giselle Méndez
Observatorio Contra la Inseguridad y la Violencia Institucional (OCIVI) – Verónica Hernández
Nueva Mayoría en el Frente Patria Grande – Mora López
Movimiento Popular La Dignidad
Red de Construcción Ciudadana – Silvia Jadur
Asociación Civil Conceptos Sencillos- Valeria Leiva
Red Iberoamericana de Trabajo con Familias – Juan Antonio Ciliento
Equipo Docente Sede Fines EEM Nº 6 DE 5 – Villa 21/24
Trabajadorxs de CAINA
Colectivo Educadoras de Villa 21/24 y Zavaleta
Observatorio de Políticas Públicas del Seminario de Integración Materno infantil de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Jorge Rachid
Calisa Nutrición – Miryam Gorban
ATICO Cooperativa de Trabajo en Salud Mental
Asociación Argentina de Educadoras/es Sexuales (AAES)
Campaña Nacional Contra Todo Tipo de Violencia en la Infancia y Adolescencia
Sara Josefina González (Vpte. de Consejo Profesional de TS. CABA) – Judith Barchetta (Pro Secretaria General del Consejo profesional de TS) – Lorena Guzetti – Miriam García).
Lista de Maestres y Profesores
Bachi Bajo Flores.
Red de Docentes Familias y Organizaciones del Bajo Flores
Flores Solidario
Marcelo D´Ambrosio.
Vecinos libres sin Fronteras del Playón de Chacarita
Mesa abierta por la urbanización del Playón de Chacarita
Raquel y Jorge Witis
Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte
Somos Barrios de Pie
Merendero las Pulguitas
Merendero Unidos por una sonrisa
Comedor Esperanza
Observatorio DDHH Comuna 7
Melina Mabel Ghione, abogada de niños, niñas y adolecentes
María Paula Rodríguez , Atropóloga social
Trabajadores del Programa Puentes Escolares, Ministerio de Educación (GCBA)
Corriente Nacional René SALAMANCA CCC-ATE
Lista Roja Proyecto Colectivo agrupación de graduadxs de Trabajo Social CABA
Ate desde Abajo
Y siguen sumándose firmas…

Así se vive la cuarentena en el Hotel Gondolín, hogar de 47 travestis y trans

1.4.2020

La cuarentena obligatoria encontró unidas y organizadas al colectivo de trans y travestis que viven en la pensión de Villa Crespo. En una charla cuentan cómo se cuidan frente a la amenaza del coronavirus, qué necesitan para pasar estos días y cómo se las puede ayudar.

Marisa llegó al Hotel Gondolín en el año 2006 al recuperarse de una internación de ocho meses en el Hospital Muñiz, de donde los médicos pensaron que no saldría con vida. Hoy tiene 62 años y hace catorce que vive en la histórica pensión de Villa Crespo junto con otras 46 compañeras travestis y trans. En el hotel pasaron muchas, muchísimas cosas, pero nunca antes una pandemia mundial.
“Es la primera vez que vivo algo así, y eso que viví muchas cosas, feas feas, historias de dictaduras, los militares…”, cuenta Marisa. Mamá Marisa. Abuela Marisa. Depende quién la nombre. “Por supuesto que la cuarentena afectó a muchas de las chicas que son trabajadoras autónomas, independientes, y ahora que no pueden salir se quedaron sin ingresos. Están preocupadas, no tienen ahorros, viven el día a día, ¿viste? No saben bien qué hacer pero igual cumplen las medidas. Es así”.
Para Marisa, la cuarentena comenzó el domingo anterior a que fuera declarada de manera obligatoria. “Yo me tengo que cuidar más que nadie por mi edad, porque tengo problemas crónicos, un solo pulmón y soy VIH+”. Mientras charla, a través del teléfono se escucha la TV encendida y una noticia de fondo: otra muerte por COVID-19. Lo único de lo que se habla por estos días. “Mi temor viene por ese lado, se escuchan muchas cosas de este virus, así que me lavo las manos a cada rato, con mucho jabón, casi un minuto, con alcohol también, querida, y limpio mi placar y mi habitación con lavandina y detergente”. Después, se va a dormir una siesta.
Actualmente, el Gondolín está recibiendo mercadería de parte de distintas organizaciones, del gobierno, y de amigxs y vecinxs del barrio. “Esta medida nos afecta igual que a todxs”, manifiesta Zoe López García, la presidenta de la Asociación Civil, figura legal que tomó el Gondolín y que formalizó la organización de las mujeres trans y travestis que viven en sus habitaciones. Zoe, que hace 24 años vive en la pensión, es consciente de que ahora tienen que cuidarse al máximo. “Esto nos une como humanas, pero nos perjudica mucho económicamente”.

Cuarentena en prisión preventiva

Si para muchxs la cuarentena recién empieza, para Luz Aimé Díaz es un tiempo indefinido, continuo, que ya alcanza los dos años. “A la tía Zoe le encanta cocinar. Prepara de todo y en grandes cantidades porque somos 47 y hay algunas muy comilonas”. Acusada injustamente por un delito del que su defensa asegura que no formó parte ni tuvo conocimiento, Aimé (como le dicen en el hotel) pasa los días entre las paredes azules del edificio de Villa Crespo.
A mediados de los ‘90, el Gondolín era una pensión que rentaba piezas carísimas a muchas chicas trans que se ganaban la vida en la calle y apenas vivía con lo justo. Hasta que un día dijeron basta. Se organizaron, hicieron una denuncia y cayó una inspección que clausuró el hotel… con ellas adentro. Desde ese día, tomaron el hotel que ahora es su casa y hace más de 15 años lo administran de manera autogestionada.
“Hay días que estoy bien y hay días que no estoy bien. Los días que estoy bien, tengo ganas de hacer cosas. Lavo ropa, me pongo a limpiar, me hago las uñas, charlo con las chicas”, cuenta Luz. “Pero cuando estoy mal, no tengo ganas de hacer nada y me quedo adentro, en mi pieza, y no salgo en todo el día”. Luz llegó de Salta a Buenos Aires y comenzó a estudiar en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis con la intención de conseguir nuevos trabajos. Unas agresiones transodiantes que sufrió a temprana edad la dejaron con un problema de visión severo y por ese motivo le otorgaron el arresto domiciliario.
“Honestamente, es un embole estar dos años encerrada sin hacer nada práctico. Yo quería estudiar, seguir yendo al Mocha y terminar el secundario”. Debido a las medidas tomadas por el gobierno ante el avance del COVID-19, el juicio de Luz, que había sido postergado desde febrero para el 3 de abril, quedó nuevamente en suspenso. “Le pregunté a mi abogada y me dijo que no hay nueva fecha porque lo del coronavirus es medio indefinido”.

El día a día en el Gondo

A Aimé no la asusta el coronavirus. “Aunque dicen que es peligroso. Estoy tranquila, me siento protegida por las chicas y por mi psicóloga y psiquiatra que vienen a dejarme la medicación y que me ofrecieron hacer video llamadas”. Otras cosas de la rutina sí cambiaron: no se comparte el mate, tampoco se prestan los labiales. “Algunas tuvieron que dejar sus trabajos y venían con lo justo. Están asustadas. Pero no sale ninguna, les prohibieron salir”.
Zoe se disculpa por no haber contestado antes: estaba cocinando. “Es el momento de contención con las compañeras. Y es cierto lo que dicen, me encanta cocinar. Yo preparo los almuerzos. Comemos todas juntas en los mesones del patio y tenemos reuniones diarias para poder gestionar pedidos o recibir donaciones. Abastecer al hotel es la prioridad de todas acá”.
Ahora: buñuelos con miel. Mientras, otras hacen collage. “Todo el tiempo hay algo para hacer. Las chicas hacen dibujos, están pintando, otras están haciendo manicura. Siempre está pasando algo”. A pesar del entusiasmo, Marisa se cansa. “Yo ya estoy grande. Esta es mi casa, recibo mucho cariño, pero soy grande. Y tenemos algunas necesidades además de lo económico. La principal es estar informadas acerca del virus y lo que pasa en el país. Después, un profesional capacitado para guiarnos en cómo guiarnos durante o después, cuando esto termine”.
Marisa vive de una pensión por discapacidad que obtuvo 5 o 6 años atrás, no recuerda muy bien. “Siempre fui pobre. Ahora llevo mi rutina de medicación, me alimento bien, trato de descansar. Ya estoy grande…”. Repite como un mantra ya estoy grande, ya estoy grande, ya estoy grande. “Me encantaría conseguir un subsidio habitacional para poder alquilarme una habitación sola en algún otro lugar, llevo muchos años acá, y me gustaría hacer mi vida y descansar definitivamente. No tengo palabras para explicar lo que coseché en el Gondolín, el amor y el cariño que recibí, jamás dejaría de venir a visitar a las chicas, son mi familia. Pero llega un momento en que se necesita algo de soledad”.

Una red solidaria: ser ayudadxs para poder ayudar

Desde la Comisión por la Absolución para Luz aseguran que en el Gondolín están bien. “Las chicas están pidiendo donaciones de alimentos, de elementos de higiene, no dinero, y los reciben en el Gondolín”, cuentan.
Higiene y alimentación: esos son los dos pilares que las compañeras consideran más importantes para poder pasar este momento, explica Zoe. “Necesitamos carnes, verduras, agua, artículos de limpieza personal, sábanas y frazadas. “Cuando nos traen la mercadería, armamos bolsas para las chicas que están afuera y para las que están en otros hoteles”.
“Yo propuse eso”, confiesa Marisa. “Así como acá yo recibí amor y encontré una familia, sé que afuera hay chicas que están necesitando comida, que se quedaron sin trabajo y tienen mucho estrés. No solo armamos bolsas de mercadería, también ayudamos haciendo un trabajo de contención por WhatsApp y redes sociales”.
En este sentido, también el bachillerato Mocha Celis comenzó una campaña para ayudar a lxs compañerxs travestis-trans en esta situación de riesgo habitacional, de recursos y de salud. “Esta colecta es para compañeras de otros hoteles que están dispersas por la ciudad y notan organizadas. Igual estamos en contacto permanente con el Gondo para estar al tanto de sus necesidades y atentas a que no les falte nada para cubrir sus necesidades más urgentes”, expresa Andrea Alcalde, docente de Proyecto Formativo Ocupacional en el Bachillerato.

Para ayudar al Hotel Gondolín

Para donaciones dirigirse a Aráoz Nº 924 Villa Crespo dentro de lo estrictamente permitido por la cuarentena.
O comunicarse con:
→ Marisa: 1167835833
→ Zoe: 1132762955

Para colaborar con el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis

Las posibilidades de colaborar son dos:
– Como Amigue Donante, haciendo una colaboración única e irrepetible de $100 (monto sugerido) para sostener la compra de artículos de primera necesidad para lxs compas.
– Como Padrine/Madrine de Urgencia, llevando los artículos a unx compa cerca de tu domicilio, dentro del protocolo estrictamente permitido por la cuarentena.
Si te interesa ser Madrine/Padrine de Urgencia, escribinos al 011 6353 2927 o al 011 6443 6950
Para donar, los datos son:
Caja de Ahorro $ 000000300203558568
CBU: 0290030810000035585689
Alias: maryanne86
Titulares: Procachini Maryanne
CUIL: 20325534606
Una vez hecha la transferencia, envianos un mail con el comprobante a cooperadora@bachilleratomochacelis.edu.ar

¿Cómo explicás hoy Cromañón? Una lectura de El día que apagaron la luz de Camila Fabbri

1.4.2020

Por Florencia Pereyra

La novela de Camila Fabbri pone en la lupa de la memoria lo ocurrido en Cromañón, en 2004, a partir de la reconstrucción de la vida de las y los adolescentes de ese momento. Sus juventudes interrumpidas van y vienen entre un pasado y un presente que necesita de la palabra para narrar un trauma generacional y reescribirlo desde una nueva óptica.

“Cuando tenía quince años fui a ver a Callejeros a uno de los tres shows que dieron en República Cromañón. La noche siguiente, una bengala flúor llegó al techo y se apagó la luz. Lo vi por TV.” Así comienza el posteo de Instagram donde Camila Fabbri, escritora, dramaturga y actriz, presenta la tapa de su último libro, El día que apagaron la luz, editado por Seix Barral a fines de 2019. Una “novela de no ficción”, siguiendo sus palabras, que narra su propia experiencia como la adolescente que fue y como parte de esa generación que vio la muerte de cerca una noche de verano de 2004.
¿Por qué “no ficción”? Si bien no es un término nuevo en el mundo literario, Fabbri lo actualiza al tomar un hecho reciente de nuestra historia, y saliendo de su voz única, recopilar testimonios de chicos y chicas, hoy hombres y mujeres, que sobrevivieron a la tragedia en más de un sentido: amigos, familiares, testigos, padres. Forma un relato coral, donde todas las voces repasan lo vivido y lo perdido; desde dónde estaban en el momento que se enteraron del hecho, hasta cómo lo pudieron -o intentaron- atravesar.
Hay, al mismo tiempo, una pintura de época: la vida antes de la masificación de las redes sociales, jóvenes que se comunicaban por fotolog o teléfono fijo, apenas algunos celulares para mensajes de texto, y sobre todo, lo que por mucho tiempo fueron “tribus urbanas”: floggers y rollingas, toda una estética particular en cada uno, una forma de presentarse al mundo y refugiarse en la música. De hecho, la novela tiene una banda sonora bien concreta, la de la escena del rock nacional de aquel entonces: Los Piojos, Los Gardelitos y Callejeros a la cabeza, con algunos fragmentos de canciones de estos últimos esparcidas en el relato.
Entre lo social y lo individual, las imágenes más potentes del libro van de la cercanía a la extrañeza: paredes de un cuarto adolescente lleno de posters, garabatos y frases, la explosión de los cuerpos en el noviazgo, las sensaciones de vértigo y ansiedad ante el encierro que se describen de un modo crudo y poético al comienzo de la novela, que acompañan al día de hoy a la autora; y, tal vez la más impactante del relato, el cuadro indescriptible de Julia, que perdió a su novio y un amigo en esa noche.
“Desde esa noche, muchos amigos alcanzamos pensamientos que están relacionados con la noción de los finales. De lo interrumpido. Nos apropiamos de esas ideas. Van con nosotros a todos lados como satélites marchitos. Teníamos catorce, quince, dieciséis y tuvimos que vivirlo sin entender del todo.”
“¿Cómo le explicás hoy Cromañón a un chico de quince años?” dice una de las voces que presenta Fabbri. Esa pregunta resuena más allá de la edad concreta que señala. No se termina de entender un hecho así, cuerpos jóvenes muertos en la vereda como supieron mostrar los noticieros y las imágenes de archivo, ahora parte de la memoria colectiva. Pero también, ahora inscripto en este texto reciente de la nueva narrativa (¿joven?) argentina, en donde Camila Fabbri ocupa un lugar esencial.
En su novela, esta memoria coral no pretende hurgar en culpas que los procesos judiciales en torno al hecho ya dictaminaron; tampoco hay voces de las caras más “conocidas” y asociadas a él. Independientemente de eso, que se menciona apenas en los testimonios recopilados, cada aporte individual resuena como una voz y como una vida concreta (con capítulos que llevan nombres como título), y sin embargo, claramente perteneciente al gran mapa social que configuran todos aquellos que vivieron Cromañón de cerca.
Durante y después de la lectura, resulta difícil no pensar en la experiencia actual de ir a un recital: pequeño o masivo, donde luego de dejar afuera hasta una botella de agua, mostrar la mochila o el bolso y dejarse “cachear”, las pantallas indican protocolos de seguridad, modos de evacuar, equipos de asistencia con los que cuenta el evento. Pasaron años, la idea de que uno puede morir cuando se busca el ritual de la música en vivo no desapareció del todo (la vimos en Olavarría, en fiestas electrónicas recientes) pero no está presente con el impacto que nos recuerda cada fin de diciembre. Parte de ese impacto dejan las palabras de Fabbri, que son al mismo tiempo un texto colectivo y una reconstrucción necesaria.
*Además de estar en venta en librerías, hay dos capítulos de la novela que se encuentran disponibles en internet:
El comienzo en: https://www.bigbangnews.com/palabras/a-15-anos-de-la-tragedia-de-cromanon-el-dia-que-apagaron-la-luz-2019123024028
Otro capítulo en: https://laagenda.buenosaires.gob.ar/post/189899542695/el-d%C3%ADa-que-apagaron-la-luz
También…
En el podcast Sobrevivir y contarlo, de la plataforma Congo, hay un episodio dedicado a Cromañón, donde Martín y Sebastián, dos hermanos que sobrevivieron a la tragedia, cuentan su historia: uno salió caminando, el otro en coma. Disponible para escuchar en la web oficial y en Spotify.

Las villas, el otro grupo de riesgo

31.3.2020

Por La Garganta Poderosa

¿Cómo se vive y cómo se responde a una pandemia desde la solidaridad y la precariedad?

Durante toda esta larga noche de cuarentena, noche de sol, noche a cualquier hora, noche cayendo sobre los barrios, no hallamos horarios para sentarnos a escribir, ni para sentarnos a discutir, ni para sentarnos. Vomitando corolarios imposibles para conmover a funcionarios inconmovibles, tosiendo campañas de donaciones en las redes y caminando por las paredes, entre los yugos de verdugos que nos ponen de cuclillas y la curva del dengue disparada cada día más arriba, nuestras villas también están entrando a terapia intensiva, sin respiradores para los comedores que siguen salvando abuelas e hijos, sin guantes ni barbijos para sus laburantes. Sin agua, sin platos, sin bidet y sin datos para Internet, ni siquiera para el ANSES, tampoco hubo tiempo de contestarle a la televisión, donde los miedos continúan al acecho y la indignación fluye con total naturalidad, como si todos tuvieran un techo y derecho a la dignidad. A los noticieros, como a los medios compañeros que acercaron su solidaridad, hoy les agradecemos con todas las gargantas de nuestra comunidad y les traemos algunos esbozos de respuestas a esas preguntas pospuestas que no buscan volverse un reproche, pero sí buscan la cura para la hipocresía que contagia la sobreinformación, porque hoy la noche es más oscura. Y se viene el día en tu corazón.

¿CÓMO SE VIENE LLEVANDO LA CUARENTENA EN LAS CASAS DONDE LA CUARENTENA NO TIENE TAN LINDAS CASAS?

* Como se puede, como se puede porque inevitablemente se complica, tal como lo indica la experiencia en la supervivencia de quienes han debido enfrentar a la malaria, en largas décadas de resistencia comunitaria. Ahí está nuestro capital. Porque sí, el coronavirus distingue clase social y no es lo mismo quedarse en la casa cuando la casa tiene todos los servicios vitales, que cuando la caza se vuelve un cóctel de trampas mortales. Y no tengan dudas: estamos haciendo todo lo humanamente posible para minimizar los riesgos en cada comunidad, pero hoy más que nunca necesitamos la empatía del resto de la sociedad, para esos hombres y mujeres con la suficiente ternura como para seguir lavando verdura, mientras tantos moralistas se resisten a cortar el alambre. Ni cocineros, ni cocineras, son los terapistas del hambre.
* El coronavirus llegó para sumarse a las demás epidemias que venían azotando a las villas con impunidad: el riesgo eléctrico, la precariedad, esos cables asesinos que no por mala suerte fueron causal de muerte, los incendios, la desocupación en la batalla, la desnutrición que trae déficit de talla, la narcopolicía, los pobricidios, la trata del terror, los femicidios con silenciador… Una infinidad de epidemias que no supieron infectar a toda toda toda la sociedad: hay que frenar la pandemia de la desigualdad.
* Según el último relevamiento que realizó nuestro propio Observatorio Villero, hoy están viviendo entre 4 y 10 personas en cada hogar, acomodadas así, “como se puede”; la casa de mi vecina es la casa de 19.
* Sólo este año se registraron 1833 casos de dengue en la Ciudad de la pos verdad. Sólo en las comunas del sur, 1091. Sólo en la última semana, sumamos 450. Sólo en la Villa 21, hubo 214. Pero fíjense qué curioso, qué impredecible, qué inimaginable: justito ahí, en la Villa 21, el 70% no tiene agua potable. Y entonces para lavarse las manos, debe juntarla dentro de cacharros que se hacen lugar en el hacinamiento, escondiditos en cualquier rincón: el dengue llega y entra, con tarjeta de invitación.
* El 40% de la población del barrio Los Álamos, en La Matanza, padece enfermedades cardíacas o complicaciones respiratorias debido a las inundaciones, afecciones que dificultan todavía más el encierro en la imposible soledad, soledad en el tumulto, soledad en la humedad. Todas esas condiciones imponen las limitaciones del “QuedateEnCasa” si se pasa por alto la necesidad: cuando el cuerpo rechaza un remedio, quizá esté padeciendo alguna otra enfermedad. Seamos sinceros, hoy los curas villeros y también el propio gobierno están buscando recetas que se puedan ir ajustando, subrayando que por supuesto no significa esto ningún tipo de habilitación para que salgan a boludear los que se aburren en su sillón. Y sí, ahí está la razón del terror que nos enferma, el temor a la eventual circulación interna.
* En innumerables casos y casas del hábitat informal, no existe ni siquiera la infraestructura sanitaria esencial, como bien se puede ver en Entre Ríos, al sur de Paraná, donde muchas familias pasan semanas sin una sola gota de agua, porque no pueden inventarla, ni salir a comprarla. ¿Cómo te relajás? Por más que se indignen, se salgan de sus cabales o se cansen de pontificar en sus editoriales, hay muchísima gente que no se lava las manos cada dos horas, no porque no quiere, ¡porque no puede!

¿CÓMO SIGUEN FUNCIONANDO LOS COMEDORES DE LOS BARRIOS CUANDO LOS FUNCIONARIOS QUE SIGUEN MORFANDO DEJAN DE FUNCIONAR?

* Siguen funcionando por amor al amor, gracias al motor comunitario que fabricó la villa en 70 años de resistencia, esa conciencia colectiva que le permitió sobrevivir a la deriva, a las topadoras de la dictadura, al neoliberalismo de los 90, al ayuno del 2001 o al cinismo del chocobarismo, porque la villa entendió clarito que acá nadie se salva sólito. Y en esa trayectoria de nuestra cultura comunitaria que recién ahora el mundo pareciera comenzar a valorar, ¡ahí está el pulmotor que nos hace respirar!
* Funcionan mal o funcionan bien, también gracias al entramado de organizaciones sociales, nos caigan bárbaro o no tan bárbaro, porque son esos vagoschoriplanerosceosdelapobrezaquevivendelestado quienes dejan a sus familias de lado para presionar las respuestas a las preguntas que se ahogan en la grieta de la impunidad, cuando la mezquindad puede más que cualquier pandemia, cuando niegan los recursos para los alimentos o cuando tenemos que profundizar determinados pronunciamientos, poniendo en riesgo su estética de tipos buenos, porque su imagen les preocupa más que los estómagos ajenos.
* Funcionan porque la dignidad no tiene frenos, porque si no funcionaran, la curva del Coronavirus hoy estaría infectando al ARSAT. Y entonces ahí están, entregando viandas para que no se produzcan aglomeraciones, haciendo el delivery que no pagan las jubilaciones y abrazando con empatía a los inmunizados del pan de cada día: albañiles, recicladoras, ayudantes, vendedoras ambulantes, trabajadoras y trabajadores de la economía informal que, cuando dejan de laburar, ¡dejan de morfar!
* Funcionan con la energía que provee la rebeldía, barriendo la mugre de la alta sociedad, porque brota la necesidad de darle una respuesta urgente a esos bidones de detergente que no están donde deben estar, porque nadie los puede pagar. No es fácil ni barato conseguir los productos de limpieza que permiten mantener impecables los merenderos de tantos, ni sus cocinas listas, ni sus pisos brillosos, ni sus pulcras piletas, como lo exigen tantos panelistas desde sus maravillosos planetas…
* Funcionan porque la vida importa y porque, cuando se trata de comida, la explicación es corta: a espaldas de todos los reconocimientos, los comedores de Rosario triplicaron la demanda de alimentos. Y en el barrio platense Los Hornos, hoy se va en almuerzo lo que antes también cubría la cena: se duplicó la demanda con la cuarentena.
* Funcionan como sea pero funcionan igual. Y menos mal que funcionan, incluso en la Capital Federal, donde gobierna la prepotencia de una casta aria, con sus “tres vías” para la “””asistencia””” alimentaria: 1) Mediante las escuelas, que siguieron repartiendo los mismos sanguchitos pelados, pero encima concentrados en pocas bocas, induciendo a esas largas colas que después denostan desde la TV, aprovechando que la pauta se pone y no se ve. Recién ahora, por la presión de los gremios y sus docentes fundamentales, anuncian que darán cajas semanales y por supuesto no les creemos. Veremos. 2) Mediante los Centros de Primera Infancia, donde cada uno recibe lo que recibe, como si la demanda fuera la misma que ayer, de acuerdo al poder o la afinidad con el Gobierno de la Ciudad. 3) Los comedores comunitarios, donde las raciones atrasan más que los salarios, porque todo este parate de changas multiplicó la concurrencia e incluso el número de miembros por familia que necesitan asistencia. Y lo peor de toda esta doble vara es que nunca, nunca, nunca ponen la cara, porque así como los directivos de las escuelas aparecen como responsables de las viandas impresentables, las vecinas y los vecinos deben poner el cuerpo que otros prefieren esconder, para decirle a otro ser humano: “Hoy no vas a comer”.
* Y la verdad, amigos periodistas, así como el pico del virus no llegó según los propios sanitaristas, el pico de la demanda alimentaria tampoco, porque poco a poco se van terminando los restitos de suelditos que todavía les permiten a muchos valerse de su propio alimento: donde se termina la comida, se termina el aislamiento.

¿CÓMO GARANTIZAN LA SALUD, DONDE NO LLEGAN LOS INSUMOS, NI LAS AMBULANCIAS, NI UN ATAÚD?

* Ante todo, hay una realidad que no se dice, ni se piensa, porque buena parte de la prensa se avergüenza: en las villas se hace muy difícil escalar hasta la tercera edad, porque hay un laberinto de dificultad para sobrevivir a la niñez, la juventud y la adultez, rampas y trampas que no siempre se pueden sortear. Hay que tener mucha, pero mucha suerte para ganar. Y si no, lean los números de la realidad: hay 20 años de diferencia entre la longevidad del barrio Zavaleta y la glamorosa Recoleta.
* Hoy las distintas asambleas vienen desplegando sus propias postas de salud, a lo ladran y a lo sancho del territorio nacional, en especial, para el acompañamiento de nuestras viejitas y viejitos, como cajas multiplicadoras de gritos para contener, cuidar, atender e informar.
* En la Villa 1-11-14, por ejemplo, el centro médico que atiende las zonas 19, 20 y 40 exhibe una predisposición fenomenal, pero vive desbordado por la falta de personal y la escasez de insumos para los enfermos de pobreza: faltan guantes, barbijos y productos de limpieza, también ahí, en la salita, sí.
* El pasillo 2 del barrio San Petersburgo, en La Matanza, tiene vacía la panza y una sola sala médica que fue remodelada un año atrás: hoy cuenta nada más que con una médica generalista. Y para conseguir un turno hay que anotarse en una lista, haciendo fila desde la madrugada, pero sin que te vea la prensa, ¡porque está muy enojada!
* Con el fin de replicar ese desmadre por allá, el hospital público en la bajada de Paraná sólo entrega turnos telefónicos, para revisar abuelos o embarazadas: eso sí, “todas las líneas están colapsadas”.
* Apenas casos aislados, que se replican en todos lados porque así trabajan los heroicos médicos de la Patria Baja, administrando gotitas de medicina en cada barriada de América Latina. Y en muchísimos pasillos libres de ambulancias, también en la Ciudad. Por cuestiones de accesibilidad. Y por la falta de voluntad.

¿CÓMO SE AMESETA LA CURVA DE LOS FEMICIDIOS, CUANDO EL CORONAVIRUS GANA EL MONOPOLIO DE LOS HOMICIDIOS?

* Todas las Casas de las Mujeres y las Disidencias que componen el Frente de Géneros, están desdoblando sus brazos cotidianamente en cada órbita local, mientras acompañan 327 casos a nivel nacional.
* Todos nuestros barrios tienen ahora compañeras asignadas a monitorear las denuncias y las amenazas que sólo circulan en ámbitos de confianza, porque la única esperanza es la comunidad al servicio de la sororidad, con guardias en casos particulares y con muchísimas vecinas trabajando desde sus hogares, para salvaguardar la vida de otras compañeras, vidas villeras que ojalá valgan tanto como la de cualquier tipo, ahora que “todos jugamos en el mismo equipo”.
* Todas esas vecinas que ya venían luchando por su propia integridad, están siendo acompañadas en la cotidianeidad por otras mujeres que sostienen talleres, cooperativas o asambleas, porque además de gritos, tenemos ideas que tampoco se pueden silenciar; cuando todo parece jodido, ¡es cuando hay que gritar!

¿CÓMO SE CUIDA LA GENTE DE LA VILLA DE LOS QUE VAN A CUIDAR A LA GENTE DE LA VILLA?

* Sobre calles casi vacías, ahora llenas de policías, los apremios están al desorden del día, porque aun cuando primara nuestra propia voluntad de refundar a las Fuerzas de Seguridad, “arrancando sus malas yerbas”, hoy son viveros de malas yerbas, que no se pueden arrancar, ni enderezar en lo que dura una cuarentena. Y hete aquí el problema: en el Bajo Flores, dos pibes verdugueados, videos de abusos por todos lados, una cacería por acá, unos escarmientos por buscar comida allá, una violación de domicilio en Tucumán y van… ¿Cuántas van? Los violentos que no quedan registrados, ni son viralizados por el conjunto de la sociedad, nunca terminan pasados a disponibilidad y entonces nos queda nuestra propia capacidad de organizarnos, para cuidarnos de los que vienen a “salvarnos”.
* Cada dispositivo de control popular al accionar policial funciona en base a un mapa de seguimiento barrial, en el cual se identifican los puestos de las fuerzas inmersas en cada territorio y los puntos rojos de inseguridad que genera la Seguridad, como así también las instituciones de apoyo permanecen abiertas y una lista de vecinos alertas en cada sector del barrio, que mantienen entre sí las comunicaciones permanentes para monitorear el trabajo de los agentes.
* Desde ahí, se asiste a vecinas y vecinos detenidos arbitrariamente por el artículo 205, para que la versión vecinal llegue con ahínco hasta el Poder Judicial.
* Al detectar situaciones de violencia policial, un responsable designado se pone a disposición de la víctima inmediatamente, por si requiere algún tipo de atención urgente y dispara nuestro protocolo de acompañamiento, en ese mismo momento.
* Ahí nomás, integrantes del equipo en aislamiento toman los casos para impulsar los pasos que sea necesario dar: oficializar la denuncia, completar el registro, recopilar imágenes, conectar testigos y contactar a las entidades médicas que custodian el bienestar de cada víctima en cuestión, así como también la articulación con todas esas instituciones que componen la cadena de cuidados: defensorías, secretarías, juzgados.
* En el barrio Bosco II de Santiago del Estero, detuvieron a un compañero cuando asistía a una señora mayor que vive justo al lado de su casa, pero si no pasa en la tele, no pasa. Y entonces terminó cagado a palos, justo por “los pocos policías malos” en la comisaría 5°, hasta que fue liberado, golpeado, ahorcado y amenazado.
* El 23 de marzo, la Policía de Tucumán ingresó a la casa de José Luis Ríos, para detener a Juan José Ríos, otra persona que vive en otra casa y, en medio del allanamiento, entre insultos, patadas y caños, le apuntaron a su hija, que tiene 6 años.
* El 24 de marzo, sí, el 24 de marzo, Raquel Rodríguez fue detenida por la Policía de la Ciudad en su barrio, la Villa 31, por un delito aterrador: salió a buscar comida a un comedor.
* El 25 de marzo, Nahuel Orrego fue detenido y apaleado en la Villa 21, por la Prefectura Naval, por haber ido al kiosco en una actitud criminal.
* El 26 de marzo, Mirta Echavarría y su hija, una compañera trans, fueron retenidas en el mismo barrio, por la misma Prefectura, en otro indebido proceso: “Callate, maricón, te vamos a meter preso”.
* El 27 de marzo, en el mismo barrio, frente a la misma Prefectura, Jesús Reales vio interrumpido su recorrido hacia el bono del salario social complementario: le labraron un acta, por no ser millonario.
* El 28 de marzo, la Policía de Santa Fe detuvo a Alejandro Gómez, pero además consideró prudente desnudarlo y golpearlo en las costillas, para masturbarse con su propio poder. Y para que las marcas no se pudieran ver.
* Y sí, es toda una novedad que los pasen a disponibilidad con semejante celeridad, pero no basta que algunos aprendan la lección. Necesitamos garantizar la prevención frente a todos estos atropellos: si no los controlamos nosotros, nos controlan ellos.

¿CÓMO SE HAN AMPLIADO, ADAPTADO O TENIDO QUE REINVENTAR NUESTRAS REDES DE ORGANIZACIÓN POPULAR?

* Cada una de las asambleas poderosas en Argentina, en articulación con otras de América Latina, tienen coordinadores de todas las áreas que atraviesan nuestra agenda barrial, por encima de cualquier diversidad cultural: referentes de tierra, de salud, de educación, de géneros, de deportes, de economía, de comunicación, de control a la represión, de cultura y de varias ramas más, pero el coronavirus nos obligó a establecer además 4 nuevas referencias para contener las emergencias: alimentarias, sanitarias, de violencia institucional y de violencia intrafamiliar; para que se puedan centralizar las notificaciones y para que no debamos convocar a grandes reuniones.
* Desde que comenzó el aislamiento, todo ese acompañamiento se come nuestro tiempo y también nuestro financiamiento comunitario, que va desde las recaudaciones de cada barrio y cada cooperativa, hasta la última estrategia efectiva de autogestión, tragándose incluso el pequeño colchón de reservas que las asambleas suelen guardar para que los peques puedan conocer el mar, cuando llegan las vacaciones, incluyendo las más desesperadas campañas de donaciones…
* Seguramente, no terminaría nunca este informe necesario, si detalláramos cada gesto solidario o cada iniciativa con impronta cooperativa, pero valgan tres como síntesis ilustrativa: 1) En Rodrigo Bueno, la fotocopiadora Paulo Freire decidió seguir trabajando a puertas cerradas, no para ventas tercerizadas, sino para garantizar las tareas de educación popular y para que todos los niños que deban estar en su hogar cuenten con dibujos para colorear. 2) La cooperativa textil Juana Azurduy empezó a producir barbijos para generar algún ingreso y también para invertir todo eso en los productos que nos hacen falta para limpiar mejor cada comedor. 3) La cope Sub-Limada de Santa Fe, en el medio de toda esta oscurísima noche, no sólo está encendiendo una nueva luna, ¡está laburando gratis para la Casa Cuna!

¿Y ENTONCES CÓMO CARAJO SALIMOS ADELANTE?

* No sabemos, pero vamos a invertir mucho corazón y cabeza, ¡para vencer! Y para distribuir la riqueza, porque no existe otra forma de combatir la pobreza y porque nadie se puede aislar en ayuno: hay que repartir la guita, ¡empezando por la de uno! Quienes puedan donar frescos, ¡pueden donar frescos! Quienes puedan comprar los packs que vamos a lanzar para colaborar, ¡pueden comprar esos packs! Y quienes puedan donar millones de pesos, ¡deben donar millones de pesos! Todas y todos juntos debemos acompañar y traccionar al Estado, para que nadie nunca más deje de mirar a su lado. Porque si algo realmente vino a contagiarnos para transformarnos como personas, como colectivos, como humanidad, esta realidad tiene que cambiar hoy mismo, ¡la guerra no es contra un virus, es contra el egoísmo! Y sí, justificar abusos, humillaciones o violaciones a derechos esenciales, sólo pensando en tus garantías individuales, ¡es otra versión del “sálvese quien pueda”! Otra miseria vestida de seda como ésta que dejó al mundo tan en off side, sin gol y sin abrazo, cuando la mierda tiró este pelotazo. Quienes defienden todavía su propio poder o su propia jerarquía, aún no han podido entender que, si no valoramos a todos, nunca tendrá valor nadie. ¡Pero nadie! Ya no se puede pedir mano dura en cualquiera de sus formas, para todos menos para quienes la ejecutan violando todas las normas. Y realmente sí, será muy difícil hacerles entender a los pibes de cualquier esquina el valor que tiene tu vida, tan indiscutiblemente sagrada, mientras les hagamos creer que la suya no vale nada. Vamos, ¡tenemos mucho trabajo! Y esta vez también, es por abajo.

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