Vidas precarias en tránsito: el “modelo” laboral que mata a la juventud

10.9.2019

Por Larisa Pérez

La situación de los monotributistas en el gobierno de Larreta estuvo en boca de todos por la protesta de los agentes de tránsito en CABA. La precarización que aumenta en especial en la juventud, la responsabilidad de gobiernos y empresarios, la complicidad de la CGT para pasar el ajuste, y la única salida para los trabajadores en la crisis la propone la izquierda.

La protesta de los agentes de tránsito de la Ciudad puso en primera plana una realidad que muchos y muchas intentan tapar. Mientras el secretario de Transporte de la Ciudad, Juan José Méndez, calificaba como una “tragedia indignante” la muerte de Cinthia Choque, el Estado tiene miles de monotributistas a nivel nacional, y más aún provinciales y municipales como en este caso. Es decir, es garante de sostener la precarización laboral.
Los trabajadores reclamaron contra la precarización laboral y exigen justicia por sus compañeros: “Cinthia murió monotributista” denunciaron. Cinthia Choque era monotributista como lo es el 70% de los agentes de tránsito: hay 1.900 monotributistas y 800 de planta, según cifras oficiales. Y como sucede en los trabajos precarizados o peores pagos la mayoría el 54 % son mujeres.
Los testimonios que dan sobre las condiciones de precarización, con la amenaza constante de que no se renueve el contrato si salen a denunciarlas u organizarse, y la denuncia a los sindicatos como UPCN -dirigido nacionalmente por Andrés Rodríguez, ayer cercano al macrismo, hoy apoyando al Frente de Todos, de Alberto Fernández- y SUTECBA, un gremio muy cercano a la gestión de Rodríguez Larreta, que no toman sus reclamos.
Los mismos reclamos podrían aplicarse a millones de trabajadores en el país, monotributistas municipales y estatales, pero también con muchas otras formas de flexibilización laboral en el ámbito público y privado. La precarización en Argentina sólo fue en aumento desde las reformas neoliberales que se realizaron principalmente durante los ’90. Incluso fue la clave sobre la cual creció el empleo luego de la crisis del 2001, con el necesario apoyo de todos los gobiernos, incluidos los trece años bajo el kirchnerismo, y de la burocracia sindical.
La crisis actual vuelve a demostrar que a la precarización nadie la piensa tocar. Más bien al revés, en el país bajo el mando del FMI y “los mercados” es donde más pega el ajuste, y piden junto a los empresarios una reforma laboral para ir por más.
Porque ser monotributista, u otras formas de precarización, no sólo implica bajos salarios, sino que no te aplican los bonos “migajas” que dio Macri, ni los aumentos por debajo de la inflación que pactan los burócratas en los sindicatos, o tener los mínimos derechos laborales a vacaciones, enfermedad o indemnización en caso de despido. Según el INDEC la cantidad de asalariados sin descuento jubilatorio (una forma de medir la precarización) subió de 33,9 % a 35 % entre primer trimestre de 2018 y primer trimestre de 2019. Y Alberto Fernández nos quiere convencer de que un dólar a 60 es razonable, ¿razonable para quién?
Ser precarizado en el laburo implica estar precarizado en la vida, y esa vida es especialmente la de la juventud hoy en día. Los jóvenes son los que tienen que agarrar los peores trabajos, vivir de changas, arriesgar su vida en los Rappi o Glovo, en la picadora de los call centers y cadenas de comidas rápidas. Qué mejor imagen de la realidad para mostrar que no hay forma que en esta crisis ganemos todos, empresarios y trabajadores, como el Frente de Todos quiere vender.
“Rebelde o precarizada: vida y futuro de la juventud en tiempos el FMI, de los noventa a la era Macri” es como tituló su reciente libro Nicolás del Caño, candidato a presidente por el Frente de Izquierda – Unidad. Allí afirma “hoy, dos de cada tres jóvenes trabajan en la informalidad. Cobran menos, tienen los peores contratos, se accidentan más. Son descartables”.
La CGT dijo que el salario mínimo debía ser cercano a 30.000 pesos, gobierno y patronales dijeron 16.000, y ellos se fueron a la casa. Se reunieron este lunes con Sica y Stanley -Ministerios de Producción y Trabajo y de Desarrollo Social- para pedir por reapertura de paritarias o un bono, y les tiraron una supuesta tarjeta alimentaria para los desocupados de los gremios que abarca.
Si ni siquiera reclaman por los trabajadores que están representando, cómodos en sus sillones sin laburar desde hace años, ni soñar que van a reclamar para los millones no registrados o bajo alguna de las formas de precarización, que no están incluidos por los convenios colectivos ni leyes laborales.

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