Un barrio de feria

15.3.2022

Se realizó la 2° Feria del Libro de Flores, el sábado pasado. En Morón y Artigas participaron más de 100 editoriales con ensayos, novelas, cuentos, cómics y fanzines.

Tomar la calle, interrumpir momentáneamente la circulación, alterar el uso habitual de las veredas, transformar una porción ínfima de un insigne barrio de la Ciudad de Buenos Aires en espacio “común” para el cruce inesperado, extraordinario. Con sus propios ritmos, olores, ruidos y colores, en las ferias de libros –como en las de variedades– conviven lo conocido y desconocido, lo múltiple y lo heterogéneo, lo novedoso y lo primitivo. Tienen algo de ritual y de fiesta. Son territorio de ilusionistas, de poetas y de buscas.
Del negocio al ocio y viceversa, el mercado se dispone como espacio de intercambio no del todo regulado; pone a circular y produce escenas, como si el objetivo de la feria fuese ella misma, y la posibilidad de nuevas ferias. Con ese espíritu ponemos al descubierto, a cielo abierto, todo un ecosistema de libros autogestivos cuya relevancia para la vida social, cultural y económica no siempre es visible. Ensayos, novelas, cuentos, cómics y fanzines, libros vivos, orgánicos y mutantes, que disparan relaciones y alimentan redes. Una feria que no es solo una feria, sino dos. Y que a su vez es escuela, que va entretejiendo capas de una experiencia que finalmente es múltiple, de autogestión y vida cooperativa (¿poscapitalista?).
De ahí que la Feria es, también, una invitación abierta, genérica, disponible para quien la desee, no solo a discutir, sino a experimentar in situ con problemas que hoy son centrales, como los modos de habitar la ciudad, las posibilidades de la economía popular, los feminismos como un lugar donde se recrea la política, los desafíos actuales de la organización, los aspectos claves de una agenda ecosocial capaz de imaginar una alternativa a la devastación ambiental. Porque la feria es también una trinchera, lugar de resistencia y complot; de autorganización y encuentro. En una ciudad cada vez más asfixiante, sin opciones, donde todo viene empaquetado hasta volverse copia de sí mismo, la feria irrumpe intentando abrir un espacio.
Una Feria en un barrio, un barrio de Feria. Y sobre todo un ensayo más de pensar a gran escala a partir de tramas políticas de proximidad; de generar espacios abiertos, hospitalarios, capaces de seguir creciendo; de convocar a quiénes apuesten a existencias más vivibles a propiciar una ecología de organizaciones para otras vidas. Potenciarse los unxs a lxs otrxs. El 12 de marzo volvimos a ocupar el espacio público con alegría, con organización y con nuevos proyectos. Gratis y en la calle.

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