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28.8.2016
"Ratificamos nuestro compromiso asumido como Mesa Activa por la Reurbanización en defensa de la vivienda digna, entendiendo que todavía nos quedan muchas batallas por dar dentro de nuestro barrio para llegar a ese objetivo; ya que no solo fue importante ser protagonistas de la escritura del proyecto sino que también queremos ser garantes de que se aplique como corresponde, y que no se convierta en una oportunidad del macrismo, como ya lo hecho durante los últimos 8 años, para hacer negocios inmobiliarios y jugar con nuestros derechos."
Por Mesa de urbanización de Villa 20
Para garantizar la realización de los juegos olímpicos en el 2018 y las obras de la Villa olímpica, el Gobierno de la Ciudad se ve obligado a hacerse cargo de la situación habitacional de la villa 20, y gracias a la presión ejercida por los reclamos de los vecinos y las vecinas, tuvieron que generar las instancias de participación establecidas ya en la ley 1770.
La misma establece la urbanización de la villa 20, y este año, cumple 11 años de su no aplicación.
A partir de esas instancias, desde la Mesa Activa por la Reurbanización de la villa 20, hemos luchado por la realización de un censo integral: que contemple tanto a propietarios como a los inquilinos, un registro de inquilinos no censados, el acceso a la información real, la elaboración de una ley que contemple las verdaderas necesidades del barrio y la efectiva realización de las obras que implican la integración de nuestro barrio a la ciudad.
La construcción de la ley implicó una fuerte discusión colectiva, demandó la participación de los vecinos, diferentes referentes del barrio, organizaciones sociales, técnicos especializados, instituciones gubernamentales, defensorías, etc. y en base al consenso que se pudo generar se logró un proyecto, que aunque no es perfecto, es superador a lo que originalmente iba a presentar el Gobierno y fruto de una discusión colectiva legítima.
Entendemos que es un paso muy importante en un camino muy largo a seguir caminando.
Sabemos que no es casual que la presentación de la ley se haya hecho el mismo día en el que se cumplen dos años del desalojo forzoso del barrio Papa Francisco, en donde 700 familias fueron desalojadas violentamente y reprimidas quedando en la calle, familias que no solo perdieron el sueño de la casa propia sino también perdieron todo lo material que tenían en el predio, el Gobierno nunca se hizo cargo y los dejó librados a su suerte.
Éste hecho marcó parte de la historia de nuestro barrio en particular pero también la de aquellos barrios vulnerados en general, ya que no solo reflejó la crisis habitacional que hoy en día atraviesa la Ciudad de Buenos Aires, sino que también mostró la ferocidad con la que el Gobierno aplica la violencia policial hacia los que menos tienen, utilizando topadoras para destruir viviendas, método que no se aplica desde el último golpe de estado de nuestro país.
Ratificamos nuestro compromiso asumido como Mesa Activa por la Reurbanización en defensa de la vivienda digna, entendiendo que todavía nos quedan muchas batallas por dar dentro de nuestro barrio para llegar a ese objetivo; ya que no solo fue importante ser protagonistas de la escritura del proyecto sino que también queremos ser garantes de que se aplique como corresponde, y que no se convierta en una oportunidad del macrismo, como ya lo hecho durante los últimos 8 años, para hacer negocios inmobiliarios y jugar con nuestros derechos.
Estamos dispuestos a llevar la bandera de la vivienda digna hasta las últimas consecuencias independientemente de quien sea el Jefe de Gobierno de turno, convencidos de que con unión, organización y lucha todo se puede lograr.
26.8.2016
Así lo dispuso la Cámara Nacional de Casación Penal en la causa sobre la represión registrada en abril de 2013. En el ataque habían participado 300 efectivos de la Policía Metropolitana y hubo al menos 30 personas detenidas y unos 50 heridos, entre ellos pacientes y médicos del establecimiento.
La Cámara Nacional de Casación Penal confirmó los sobreseimientos del presidente Mauricio Macri, la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en la causa sobre la represión en el Hospital Borda registrada en abril de 2013.
La sala III de Casación también confirmó el sobreseimiento de la ex ministra de Salud Graciela Reybaud y el ex Ministro de Seguridad y Justicia.
En tanto, la Cámara revocó los sobresemientos del ex jefe de la Policía Metropolitana Horacio Giménez y del subjefe Enrique Pedace, quienes seguirán siendo investigados.
23.8.2016
Durante mis primeros 6 años, me tocó vivir en el “Barrio Chino” de La Boca y después nos mudamos junto a toda mi familia a la calle Martín Rodríguez, donde no me tocó morir de casualidad, el día que me fusilaron, el día que tres balazos me dejaron acá, sentado en esta silla, escupiendo estas líneas.
Por Lucas Cabello
Como mi mamá tenía un buen trabajo, decidió mandarme hasta segundo grado en la escuela privada William Morris, pero finalmente terminé la primaria en la escuela pública Nº 1. ¡Y cómo olvidarme! Horas y horas jugando a la pelota con mis amigos. Jugando. A la pelota. Con mis amigos.
Cumplidos los 10, empecé a cuidar coches con un vecino, porque nos pareció una buena idea, mientras jugábamos a las cartas y a las bolitas en la esquina de mi casa, donde había un restaurante que siempre me llamaba la atención: no podía creer cuánta gente de traje iba a comer ahí. ¡Y qué coches! Siempre fui fanático de los autos. Por eso, a los 14, entré a trabajar en un taller mecánico durante la secundaria, pero el 29 de mayo de 2013, cuando nació mi hija, decidí dedicarme de lleno al laburo. Desde entonces, tuve muchos empleos: albañil, paseador de perros, ayudante de cocina, repartidor, kiosquero… Aprendí a darme maña, para todo.
Y sí, antes de recibir estos disparos, había empezado a trabajar de trapito.
Hice un arreglo de palabra con el dueño del restaurant Il Matterello, en la esquina de mi casa, donde alguna vez le cuidé el auto a Tinelli, Palermo, Arruabarrena… Todas las noches, laburaba de 19 a 2 de la madrugada y, aunque a veces la gente se iba rápido, otras se quedaba tomando vino y charlando, así que yo me quedaba cerquita de la ventana, suplicando: “Dale, salgan, que me estoy cagando de frío”.
Con el paso del tiempo, la Policía empezó a hostigarme o directamente echarme, aduciendo que no podía cuidar autos en la vía pública. Sin embargo, el dueño del restaurante me dijo: “Cuando te paren, vos avisame a mí, que yo les explico”. Y así sucedía. Mi vida no era simplemente estupenda y, si bien por momentos la pasamos muy mal, porque no teníamos nada, nunca jamás se me pasó por la cabeza salir a robar, ni para darle de comer a mi familia. Hice las cosas bien. Pero me pegaron tres tiros.
No me olvidaré más. No puedo. Fue la tarde del 9 de noviembre de 2015, a las 2 de la tarde, cuando estaba con mi hija y su mamá, Camila. Aquella vez, como otra, no teníamos comida. Y entonces fui a la panadería de la esquina, porque tengo la mejor onda con la panadera, pero al salir, el oficial Ayala estaba parado en la puerta de una casa vecina, donde había una consigna familiar por un conflicto entre dos personas. No era siempre un mismo policía. Me miró de arriba abajo. Le pregunté “¿Qué pasaba?”. Me respondió: “Nada, andá”. Crucé la calle y entré a la panadería. Saludé a la mujer. Charlamos un rato y antes de irme me regaló una bolsita con pan para mi hija, además de dos sanguches fiados. Cuando salí, lo volví a ver y cruzamos miradas, pero no nos dijimos nada.
Seguía parado en el mismo lugar. Y cuando estaba por entrar a mi casa, me advirtió: “Cuidado, ojo con lo que vas a hacer”. No me quedé callado: “¿Vos estás loco?”, le respondí. Y empezamos a discutir, subiendo el tono, porque yo no estaba dispuesto a dejarme humillar así. “Yo puedo hacer lo que quiera, porque soy policía”, me dijo. Y yo le contesté otra vez: “Si vos fueras policía, estarías en la calle corriendo a los chorros, no metido en una casa, jugando a la play”. Yo lo sabía porque solía visitar a mi vecino, para comer unas pizzas o tomar un Gancia. “Callate, callate y metete adentro”.
Para mí, la discusión terminó ahí.
Para él, no.
Entré al pasillo de mi casa y, al llegar al hall, escuché un paso fuerte en el escalón de la puerta. Di media vuelta y Ayala me estaba apuntando en la cara. No me dijo ni una palabra. Tiró.
Sentí el tiro penetrándome la pera. Y los oídos me empezaron a zumbar. Fuerte, muy fuerte. Cada vez más fuerte, como si mi cabeza estuviera a punto de estallar. Caí y me golpeé el cráneo contra el piso. Por unos segundos, sólo escuché un “i” continuo en mis oídos. Y después no sentí nada más.
No puedo sacarme de la mente el recuerdo del arma cuando martilla, en ese movimiento que hace para adelante y para atrás, como se ve en las películas. Ya estaba en el piso, cuando el policía se me acercó y me efectuó otros dos disparos. Camila salió del departamento y me levantó. Mi hermana le pidió ayuda al mismo tipo que me había disparado. ¿Qué se iba a imaginar cómo me acababa de fusilar?
Nunca voy a comprenderlo, no me entra en la cabeza. Yo jamás le tiraría a una persona, y menos estando en el piso. Si hubiera querido llevarme en cana, me hubiese pegado un tiro en la pierna. Pero no, quería matarme. Walter, mi vecino de enfrente, me subió a su coche y me llevó al hospital Argerich. Recuerdo el viento dándome en la cara. Escuché bocinazos, gritos y después más voces. “Apurate, apurate”, decía uno. “Un médico, un médico”, decía otro, más allá. No sé cuántos días estuve hasta que volví a despertar, pero ahí estaba mi papá. Le dijeron que podía quedar “sordo, ciego y mudo”. Me durmieron y me llevaron a traqueotomía. De mi estancia en el Argerich, no me acuerdo nada más.
Todavía tengo esa bala acá, alojada en la médula. Hay riesgo si se opera y, así, la bala está encapsulada. Tal vez, una vez que me saquen la traqueotomía, me coloquen una plaquetita para fijar dos vértebras fracturadas, pero eso llevará tiempo, porque no tengo fuerza ni para toser…
Y a veces, me falta el aire.
Pasan los días, pero no entiendo, no entenderé jamás. Me resulta increíble cómo un hecho provocado por un agente de la Metropolitana puede ser peritado por la misma Policía Metropolitana que lo cobija y no por una fuerza que pueda, al menos en teoría, obrar con mayor objetividad. ¡Fue esa Policía la que montó un cerco humano alrededor de mi casa, para sacarlo a Ayala! No lo taparon, para detenerlo. Lo taparon, para llevárselo.
Para colmo, buscando al supuesto “policía herido”, reventaron la puerta de mi casa, donde se quedaron durante 3 días, sin dejar entrar ni a nuestra propia familia, mientras María Eugenia Vidal informaba por televisión que yo había llegado al hospital caminando por mis propios medios…
Hasta el día de hoy no puedo caminar.
Ahora me espera una vida muy diferente. Desde el 1 de diciembre estoy en la clínica de rehabilitación Ciarec, ganando un poco más de independencia, a fuerza de ejercicios y terapia ocupacional. Pude volver a escribir y dibujé para mi hija con la mano derecha, a pesar de ser zurdo. Quiero recuperarme tanto como se pueda y por eso trabajo día a día para mantener el torso, mover las manos y fortalecer mis brazos. Quiero hacerle upa, otra vez.
Voy asumiendo, poco a poco, que no volveré a caminar.
Y algunos días sí, digo: “La concha de la lora, no puedo seguir así”, porque extraño mi vida anterior. Pero hay otros días donde pienso: “Ahora, viejo, ¡a recuperarte al gimnasio!”. Mi familia me levanta cuando estoy muy bajoneado, aunque debe ser mucho más duro para ellos, que para mí.
Y por ellos, por ustedes, por todas las personas que todavía me esperan, voy a volver.
No sé cómo, ni cuándo, pero voy a volver.
A mi barrio.
19.8.2016
El pasado miércoles 17 de agosto desde las 17:00, en pleno barrio de Caballito trabajadores de distintas cadenas de farmacia junto a otras organizaciones sociales, sindicales y políticas se hicieron escuchar fuerte para reclamar por el despido de Ricardo Olivera, reconocido activista del sector. En la esquina de Acoyte y Rivadavia se veían las pancartas y banderas que pedían su reincorporación. La solidaridad también se hizo sentir de varios de sus compañeros de trabajo.
A las 21:00, después de 5 horas de manifestación, lograron hacer que la patronal se haga presente. El dueño de la cadena Azul y director de la cadena “Farmaplus” en persona se vio obligado a escuchar no solo la exigencia de reincorporación sino también, la de regularizar la situación con el resto. Esto es: el pago de horas extras en blanco, pago de plus premio de $500 en blanco y el pago del domingo al 100%.
A todo esto, la conducción del sindicato ADEF, que sigue sin cerrar paritarias y despilfarra los aportes de los trabajadores en campañas ajenas, brilló por su ausencia dejando en claro su complicidad con la empresa en su política de persecución a un activista sindical.
Luego de la movilización, Ricardo decía: “dimos un paso muy importante que nos permitirá avanzar ante las injusticias. Continuemos sumándonos y organizándonos. Salgamos a la calle a visitar otras farmacias para conocernos y hacernos más fuertes. Coordinemos reuniones y juntémonos a conversar de lo que nos pasa. Así es como empezamos, así es como seguiremos y así es como llegaremos a recuperar nuestro sindicato del poder de la patronal”.