“Nuestros besos son políticos”

11.10.2017

El pasado viernes se realizó un "besazo" en repudio al accionar de la policía de la Ciudad que golpeó y detuvo a Mariana Solange Gómez por besar a su esposa Rocío Girat argumentando el motivo de fumar en un sector no autorizado. "Me detuvieron como si fuera una delincuente o una narcotraficante", contó Mariana y agregó "Fue un claro gesto de homofobia".

 

BESO

 

Besarse en los rincones oscuros
besarse frente al rostro del guarda
besarse en la puerta de la Santa Catedral de todas las Canalladas
besarse en la plaza de todas las Repúblicas
(o elegir especialmente aquéllas donde todavía te matan por un sodomo y gomorro beso)
besarse delante de la foto del niño que también fui
(y sentir que me hace un guiño para que siga, que no pare, que no interrumpa, porque le gusta ese beso…)
besarse sabiendo que nuestras salivas arrastran besos denegados/ opacados/ apagados/ cercenados/ mutilados/ hambrientos/ que no son solo los nuestros
que tus labios y los míos mientras rajan la tierra la construyen
y hay una historia de besos que el espanto no ha dejado ser
y que por eso te beso
lxs beso
me besás
besaremos
por eso el beso
beso

Miércoles 11/10 9hs: Movilización de trabajadores/as sociales contra la anulación de licencias compulsivas y por el reconocimiento de delegados/as

9.10.2017

Comunicado de Prensa:

¡Ataque antisindical a lxs trabajadorxs de salud!

El viernes 22 de septiembre la Asociación de Profesionales de Servicio Social de CABA (APSS) recibió una cédula de notificación del Ministerio de Hacienda del GCBA que representa un ataque directo al sindicato. El escrito, realizado por el Director de Relaciones Laborales de dicho ministerio (Jorge Rey), intenta impugnar a lxs delegadxs recientemente electxs (28/8/17), desconociendo su legitimidad y la del proceso electoral debidamente desarrollado. Agravando la situación, esta resolución cesantea de hecho a 19 compañeras, entre las cuales se encuentra la totalidad de la Comisión Directiva.

Esto implica, no sólo negar el derecho constitucional al trabajo de 19 personas, imponiéndoles forzosamente una licencia sin goce de sueldo que jamás fuera solicitada, sino que además deja sin salario a las trabajadoras mencionadas y pone en jaque la continuidad de la vida gremial, ya que es sabido que los gremios pequeños como la APSS no cuentan con recursos económicos propios para hacer frente a esta embestida.

Ante este ataque a las libertades sindicales y los derechos laborales de lxs trabajadorxs se comenzó a elaborar un plan de lucha. Se presentó un pedido de reconsideración de la resolución que aún se encuentra pendiente de respuesta. Se solicitó en reiteradas oportunidades ser recibidxs por el Director de Relaciones Laborales (Jorge Rey) quien, cuando finalmente lo hizo, incurrió en mayores agravios planteando un "nuevo paradigma sindical", bajo el cual el Gobierno de la Ciudad se arrogará el derecho de licenciar en forma automática a quien sea electx por sus compañerxs para desempeñar cualquier tipo de función sindical.

Ante este desafortunado encuentro, se realizó una movilización desde la sede del gremio hasta el Ministerio de Hacienda (28/9/17). Allí, se contó con la presencia de más de 400 personas, el apoyo y la adhesión de más de 100 sindicatos, juntas internas y otras organizaciones gremiales y políticas. La movilización se encontró con la puerta del Ministerio cerrada, y fue necesario permanecer por horas hasta lograr que se aceptase el pedido escrito de ser recibidxs por el Ministro de Hacienda (Martín Mura). Dicho pedido aún permanece sin respuesta. En esa misma jornada de lucha, se solicitó ante la legislatura porteña el repudio al ataque sindical que estamos denunciando. Si bien algunos bloques manifestaron su apoyo, el pronunciamiento general de la legislatura fue negativo.

Se han sostenido reuniones y conversaciones con distintas personalidades del mundo de la justicia laboral, legisladorxs de distintos partidos políticos, se ha solicitado sin éxito ser recibidxs por la Ministra de Salud de la C.A.B.A (Ana. M. Bou Pérez), se han realizado plenarias abiertas y asambleas en todos los hospitales porteños y se ha puesto en marcha una mesa de articulación con organizaciones sindicales, gremiales, sociales y profesionales.

 

La Asociación se encuentra en estado de alerta y movilización

 

Este conflicto expresa un ataque más del Macrismo a la organización sindical de lxs trabajadorxs, que tiene de trasfondo la aplicación de políticas públicas tendientes a privatizar el acceso a derechos constitucionales de la población. El ataque directo a las formas de organización de lxs trabajadorxs es una condición necesaria para la avanzada de las políticas de ajuste y privatización (por ejemplo, la implementación del C.U.S -cobertura universal de salud- en el sector salud). Estas medidas adoptadas por el Gobierno constituyen un grave precedente y un atropello a la libertad sindical.

Movilizamos nuevamente el 11 de octubre al Ministerio de Hacienda, concentrando a las 9hs en la sede de la Asociación de Profesionales de Servicio Social del GCBA en Av. de Mayo 1343.

 

Breve descripción de la APSS

 

La Asociación de Profesionales de Servicio Social del GCBA es un gremio de base que agrupa mayoritariamente a Trabajadoras/es Sociales de Hospitales y Centros de Salud públicos de la CABA. El pasado 28 de agosto fueron las elecciones para renovar la Comisión Directiva, Tribunal de Honor y Revisores de cuentas. A su vez se realizó la elección de delegadxs por hospitales y áreas programáticas.

La elección tuvo la mayor participación de afiliados en la historia del gremio. El gobierno de la ciudad monta un ataque anti-sindical contra este gremio en un nuevo intento de frenar cualquier organización y lucha.

La APSS nace en el año 1984 y junto con otros 17 gremios es parte de la Federación de Profesionales del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, trabajadorxs de la salud pública. Dentro de Federación se encuentran diferentes profesionales de la salud como psicólogxs, fonoaudiólogxs, terapistas ocupacionales, enfermerxs, psicopedagogxs, obstétricxs, kinesiólogxs, bioquímicxs, instrumentadorxs, abogadxs, economistas, farmacéuticxs, instrumentadorxs quirúrgicxs, musicoterapeutas y profesionales en bioimagenes.

Argentina. Destellos de futuro ahora mismo

6.10.2017

Por Marta Dillon

El rector del Colegio Nacional de Buenos Aires hizo pública una denuncia de abuso de una adolescente con la clara intención de demonizar las tomas de escuelas secundarias. Ese modo de disciplinamiento oculta que, por primera vez, las tomas demandaron Educación Sexual Integral, una herramienta legal que existe desde 2006 pero que sólo se implementa espasmódicamente. Es un reclamo que pone en práctica un modo de autodefensa de los y –principalmente– las adolescentes, para poder enfrentar la violencia machista, para desarticular los modos autorizados de ser, estar y amar en este mundo. Juntas, cinco adolescentes de distintas escuelas hablan de sus luchas, sus experiencias y encarnan un futuro que llegó hace rato.

“¿En qué confío? ¡En las pibas! Y en algunos pocos pibes que cada vez más están tomando conciencia”, Male lo dice segura, irguiendo un poco más su espalda recta, el cuello largo, esa cabeza donde se agitan ideas que en su bullir parecen escucharse aun cuando está en silencio. Todos sus gestos exudan deseo, deseo de hacer, de saber, de proyectarse; se está aventurando a la vida y le gusta, viene directo a enfrentarla con una convicción que tiene respaldo: las pibas y esos pocos pibes que como ella, quieren cambiarlo todo. Y que sienten ahora mismo el mundo que conocen en sus manos como una arcilla a la que hay que amasar todo el tiempo para que no se seque y fragüe antes de que tome una forma a la altura de sus deseos. Por eso, aunque llega con un logro dibujado en su sonrisa, ya está pensando en el paso que sigue: la articulación de las comisiones de género de los Centros de Estudiantes de Base, la creación de un protocolo contra la violencia de género en las escuelas, la reunión con el Colectivo Ni Una Menos, el cuestionamiento incesante, inclaudicable, de todo lo que la rodea, desde la música a la tele, las formas de divertirse, de amar, de convivir. “Antes veíamos que se llevaban a una chica en pedo en una fiesta y ni nos enterábamos qué pasaba. Ahora no, ahora sabemos que podemos sacar a los violadores de la escuelas”, dice Male y sonríe porque de eso se trata el logro que quiere poner en común, el que a ella y a su amiga y compañera Luciana las hace sentirse poderosas. “Conseguimos que se dictara la perimetral para que el victimario no esté en el medio del curso”. Luciana ya no va a tener que convivir con el pibe al que denunció por abuso. Ya no más soportar que se victimice, que se muestre harto frente a cualquier conversación sobre temas de género, que trate de explicar que fue un error que le puede pasar a cualquiera. No más tolerar que se armen en el curso discusiones que la violentaron otra vez y otra más después del abuso; porque su voz se ponía en duda, porque buscaban conciliaciones imposibles, porque el agresor “ni siquiera tenía la dignidad de no acercarse”. La piel morena, los aros largos, unos rulos que no llegan a sujetarse en el peinado recogido y atraen la luz sobre su cara, Luciana ha llorado mucho, dice, pero también se afirma: “ya está, la sororidad es una palabra linda”, y eso suena a caricia y también a fuerza.

Male y Luciana están terminando quinto año en la escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia, Ofelia –la orgullosa presidenta del Centro de Estudiantes del Carlos Pellegrini-, está con ellas en la ronda de charla, mate y facturas con dulce de leche junto a Antonella, de la Escuela de Artes Manuel Belgrano y Valentina, de la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola. Las cinco se reconocen feministas, todas son militantes, todas adolescentes; ninguna chiquita.

Fueron protagonistas de las tomas de escuelas secundarias que demandaron por Educación Sexual Integral y resistieron a una reforma educativa que se quería imponer sin consultas y que en su escueta comunicación proponía reagrupar materias y mercantilizar la formación obligando a hacer pasantías laborales para empresas privadas y organismos públicos en el último año escolar. Por supuesto, a las tomas las reivindican; fueron efectivas para que sus voces se escuchen. Y se enojan por igual frente a utilización de una denuncia de abuso que el rector del Colegio Nacional Buenos Aires, Gustavo Zorzoli, hizo pública para estigmatizar esta herramienta de lucha. “Este hecho pone de manifiesto claramente la situación de vulnerabilidad a la que quedan expuestos nuestros alumnos”, había dicho el rector como si las escuelas rebeldes fueran gallineros de puertas abiertas para los zorros.

“Que se dejen de poner la lupa en las tomas y que el Estado haga algo”, se encabrita Male y Ofelia completa: “Es un bajón lo que pasó en el Nacional, porque si hay ESI desde 2006 no puede ser que un rector no conozca los mecanismos básicos de cómo tiene que actuar y haga una cadena nacional para exponer a la víctima. Ella hizo una carta justamente para preservarse, no para que vaya más lejos la exposición”.

La historia de la que dan cuenta Male y Luciana habla por sí sola, no se trata de haber quedado vulnerables por tomar decisiones autónomas; al contrario, a las tomas, estas adolescentes las experimentan también como un laboratorio de convivencia en los que los conflictos sociales no son ajenos.

“Nosotras dijimos –cuenta Ofelia–, estamos gobernando la escuela por estos días. ¿Qué queremos? Que vengan docentes y otras personas a hablar de educación sexual integral, queremos viajar como estudiantes al Encuentro Nacional de Mujeres y nos pusimos a juntar plata, queremos, por ejemplo, que los baños no sean policías del género si no que sean todos para todos y para todas”

“Aprovechamos muchísimo el espacio –dice Luciana–, para charlar personalmente, para abrir muchas cabezas. En nuestra escuela ya había dos denuncias previas por abuso y eso ya venía haciendo mucho ruido”. Pero contra el ruido, las chicas buscaron recursos para sostenerse en su decisión de decir basta a la violencia machista y organizaron dos conversatorios feministas en lo que va del año. Y aunque les cuesta más hablar con la mayoría de los varones, no cejan. “Recién después de la toma se me acercó un compañero a decirme que había entendido por qué había denunciado, a ponerse a disposición”.

–Vos podés poner un cartelito que diga “no violar”– dice Male cuando le preguntan si se pueden poner pautas durante la toma subrayando la ingenuidad de la adulta que la formula– pero no sirve, sirve hablar en todo caso.

Valentina: Nosotros también hicimos charlas sobre ESI y sobre Ni Una Menos, pero cuesta mucho que los pibes se involucren, en la última había nada más que dos. A las marchas vienen más, pero necesitamos mucho trabajo sobre el machismo y sobre el micro machismo. En nuestra escuela a un chico que abusó no lo dejamos entrar a la toma; pero también nos encontramos con que eso divide un montón, porque los amigos lo defienden. Un abuso es un abuso y los detalles no importan.

Y es que no son otros distantes, ni desconocidos en la calle los que cometen los abusos y eso lastima. “Para nosotras es un luto, porque perdimos un amigo”, dice Male. “A más de uno, porque el denunciado era de nuestro rancho”, sigue Luciana. Pero perder fue la manera de ganar seguridad, de dejar de llorar a escondidas, de “caer” en qué era lo que había pasado, individual y colectivamente.

Antonella: Nosotras al principio salimos a cortar la calle pidiendo Justicia para Nuria (Couto) y Nadia (Grebenshikova)  –las dos asesinadas en la plaza Irala, cerca de la escuela Belgrano a la que asistían– y no pensábamos en la ESI, no nos dábamos cuenta de que tenía que pasar algo tan grave para que todos despierten. Pero nos despertamos y ya no es sólo denunciar sino pasar a un plano de discusión política, de re pensar todos nuestros esquemas de cómo somos, quiénes somos, cómo nos relacionamos, todo.

Ofelia: Este año fue la primera vez que se toman las escuelas por la ESI. Porque la verdad es que en cinco años de secundaria si tuvimos tres jornadas es mucho.

Valentina: Y muchas veces son de la boca para afuera. A nosotros, por ejemplo, nos habló la de Educación Física, puso de ejemplo el machismo en la Olimpíadas pero en las clases nos siguen tratando diferentes a los varones que a las mujeres. Ellos pueden llegar tarde y meterse en las prácticas, nosotras no.

Ofelia: Nosotras tuvimos que hacer nuestro protocolo propio para actuar en casos de violencia, porque lo que te dan de ESI es nada. Viene una un día y dice: “Esto es ESI y voy a hablar de anticonceptivos. Pero ojo que a las mujeres les pega más el alcohol que a los varones así que las mujeres no tienen que tomar”.

En ese breve diálogo, las chicas traen una constante que ellas delatan: la creatividad propia para dar respuesta ahí donde las personas adultas solo ven riesgo y entonces le oponen disciplinamiento.

Antonella: Cuando Nuria y Nadia estaban internadas nos pedían que “oremos” pero cuando fallecieron fue como si nos dijeran “se acabó la joda”, insistían en que las chicas no teníamos que salir solas cuando Nuria y Nadia estaban con varones, pusieron seguridad privada. Siempre van por el lado de tapar las cosas en lugar de problematizarlas.

Luciana: Siempre tapan, los docentes, los directivos, te piden que aguantes un poco más. Y muchos alumnos repiten eso.

Male: Es que nos están enseñando a tapar, a no creer lo que dicen las víctimas, a imponer el cuentito de las dos campanas cuando en el medio hay un abuso, es la complicidad entre machos. Sólo lo ven si pasó en una toma. Los docentes, la mayoría, vienen de una generación más acostumbrada a callar, vienen de la dictadura. Nosotras podemos avanzar y hablar.

Ofelia: Nosotras aprovechamos lo que se produjo después de Ni Una Menos, porque hubo un cambio en el sentido común que nos permitió tener más referentes femeninas, que palabras como machismo y feminismo entren en la escuela y que nosotras podamos desconstruirnos, cambiar, revisar todo. Yo estoy ahora en una relación heterosexual y sé que hay cosas que no voy a permitir nunca.

Asistir al diálogo entre estas adolescentes es como estar en un centro anticiclónico, ellas emiten vientos de futuro que ya mismo pueden despeinar, que dejan nada en su lugar. Ellas se transforman y a su alrededor no se puede fingir indiferencia. Les pasa en la escuela, en las fiestas, dentro de sus casas.

Ofelia: El verano pasado estuvimos en Villa Gesell con unas amigas y nos dio repugnancia cómo está organizado todo como si nosotras, las chicas, fuéramos productos que nos hacen entrar primeras a los boliches para que después entren los chicos. El nivel de acoso es impresionante, pero entre nosotras nos cuidamos, cuestionamos, dejamos de depilarnos si se nos da la gana, ponemos nuestros límites. Y siempre decimos que somos feministas para que sepan con quienes se enfrentan.

Luciana: Yo vivo con mi papá y mi hermano, mi papá es mayor. Después de que hice la denuncia hay cosas que no tolero más y me las respetan, aunque con mi hermano de 19 es muy difícil, es bien machista y me acusa de feminazi. Pero por ejemplo, al momento de la cena, hay programas que no tolero, si está Polémica en el Bar o Showmatch les pido que cambien o no me siento a comer. Y ellos terminan cambiando.

Male: En mi casa somos tres mujeres, mi mamá, mi hermana y yo. No hay jerarquías.

Antonella: En mi casa también somos tres mujeres y nos entendemos. Pero mi hermana está en una relación hace cinco años y ahí es re difícil discutir. Veo muchas cosas que no me gustan y aunque las hablamos, cuando vamos a la cosa personal no lo entiende.

Ofelia: Mi mamá y mi papá están separados, mamá es piola. Y mi hermano, bueno, creo que lo dejé re traumado, le toqué algunas fibras. Como tuve mi momento de celebrity –después de que Ofelia se rebelara por el modo en que la trataron periodistas al aire al punto que tuvo que ponerles el límite y exigir que no la trataran de “chiquita”–, el me googleó y me escuchó, después tuvo que conversar un montón de cosas con mamá.

Valentina: Mis viejos hablan de estas cosas pero hablan desde el miedo. Tienen miedo de que nos pase algo. Eso no está bueno, porque la cosa no es disciplinarnos por el miedo.

Antonella: El problema que tengo yo con mi mamá es que mira una novela espantosa que se llama El Sultán. Ahí pasa todo lo que no puede pasar, lo que no queremos que pase más. Esa es mi cruzada, que deje de verla.

Ofelia: Es que estamos todo el día cuestionando esas cosas.

“Esas cosas” son las jerarquías entre los géneros, el discurso que todavía circula sobre las mujeres provocando abusos, la heterosexualidad obligatoria, los códigos de vestimenta, que se siga insistiendo en que “las mujeres que tienen relaciones sexuales son putas y los varones son campeones”. Las chicas dicen que buscan con avidez lecturas y formaciones que les den argumentos, internet es una herramienta, también las charlas que ellas mismas provocan, lo que pasa en la calle cada vez que las mujeres salen a marchar, la respuesta cada vez más veloz frente a la represión a lesbianas, gays, travestis y trans.

Valentina: También tenemos que decir que nuestras escuelas son bastantes privilegiadas, porque hay organización, porque muchas tienen orientación artística y eso da apertura. Pero tengo una amiga lesbiana que se cambió de escuela y me llamó porque la habían encerrado en un baño por eso.

Ofelia: Y eso que la lesbianas no están tan mal vistas, a los varones les cuesta más. Lástima que es porque los tipos se calientan con las lesbianas.

Tienen 18 o menos y hablan de “deconstrucción”, no se asustan porque les digan feminazis porque saben que es parte de la resistencia a las transformaciones que ellas persiguen y provocan. Sienten, sí, el duelo por los compañeros que insisten en reivindicar sus privilegios, en convertirlas en locas que quieren “la muerte del macho”. Pero cuando una habla, todas se sienten más fuertes, es lo que repiten y en el diálogo la palabra circula tanto como las risas, sobre todo cuando piensan en los viajes de egresados y egresadas que, tal como están propuestos, también las ponen como objetos de consumo. Y se rebelan. Y fantasean con transformar eso también, con diseñar viajes feministas para celebrar el fin de ciclo. No le temen a la duda, al contrario, buscan alternativas, inventan sus propias herramientas, usan las dudas como linternas para encontrar sus propios caminos. El protocolo que demandan para enfrentar la violencia machista no esperan que baje desde ninguna autoridad si no que lo están creando, guiadas por sus experiencias.

Ofelia: Nosotros en el Pelle hicimos un protocolo pensando en incluir una referente que sea mujer y que sea externa a la escuela, para que no esté contaminada con eso que se dice siempre: “yo confío en tal pibe, lo conozco, es incapaz de hacer eso”.

Male: Necesitamos un protocolo común para evitar justamente las discusiones a los gritos sobre a quién se le cree, para que dejen de decirnos que nos comemos el flash feminista. Tiene que haber inmediatez para separar a la víctima del victimario. Pero no es la víctima la que se tiene que cambiar de curso.

–¿Y qué creen que debería pasarle a un chico de 17 o 18 que comete un abuso? ¿Tiene que pasar por la justicia penal, ir a la cárcel?

Valentina: La cárcel empeora a las personas, no las cambia. Y ese es un problema. Nuestros compañeros son chicos. Habría que poder educar para que dejen de violar pibas, pero dejar de decirnos a nosotras que tenemos que cuidarnos y no provocar. Dejar la incomodidad de lado y trabajar desde muchos sectores.

Luciana: Yo, lamentablemente, al que me abusó le deseo lo peor, pero entiendo que no es así. Mi lugar es complicado. A mí denunciar en una fiscalía me sirvió un montón para dejar de sentirme sola, de llorar sola, para que todas mis amigas entiendan y yo también, de qué se trata.

Ofelia: Pero no siempre se puede denunciar en una comisaría o en una fiscalía. Hay mucho riesgo de que te revictimicen. El otro día una amiga fue a denunciar que perdió el DNI y escuchó cómo la interrogaban a otra delante de todo el mundo por un tema de abuso.

Male: Por eso necesitamos saber todos y todas cómo actuar adentro de la escuela, docentes, directivos, padres y madres. Y también en las fiscalías.

Luciana: Sí, porque cuando yo fui a denunciar me hicieron contar cinco veces lo mismo, es horrible, no saben cómo hablarle a la víctima. En la OVD –la oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de la Nación– es completamente distinto. Eso te da una pauta de cuánto se necesita formación.

Antonella: Hay que dejar de alimentar el machismo, que dejen de empoderar a los machistas y que les ofrezcan otra cosa. Porque los varones están asustados, creen que abusar es algo que le puede pasar a cualquiera. Y no es así, el abuso es abuso y de ahí no se vuelve.

Male: ¡Sí! Están re asustados los varones, el otro día un pibe mandó un mail al centro de estudiantes diciendo que no había hecho nada y se fue de la escuela. Pero no hubo ninguna denuncia en contra de él.

Ellas, en cambio, no se sienten en peligro. Se tienen entre ellas, confían “en las pibas y en los pocos pibes que cada vez más están tomando consciencia”. Escucharlas suena a caricia y también a fuerza. A deseo en movimiento para que el futuro empiece ahora mismo.

Las familias de los pibes: “Nos están dando una lección de claridad”

5.10.2017

Sin las tomas en las escuelas de la Ciudad, sigue la lucha contra la reforma educativa inconsulta que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intenta imponer sin la participación del estudiantado ni de la comunidad educativa. FM La Caterva, La Retaguardia Radio Presente, FM La Tribu, Radio Semilla y La Colectiva, realizamos Radio Abierta en algunas de las escuelas tomadas. La última fue en el Mariano Acosta. En la puerta del colegio, formaron parte de un bloque las familias que acompañan el proceso de lucha y resistencia que protagonizan los y las estudiantes. Participaron en este bloque Alina y Liliana, madre y abuela de estudiantes del Mariano Acosta.Por RNMA


-Alina, Liliana, gracias por estar acá. ¿Cómo viven, ven y acompañan a sus hijxs y nietxs en este proceso?

Liliana:Yo me incorporé este año al colegio, ya que mi nieta empezó en primer año. Estoy feliz, estamos un poco cansados, fue una toma en la que pusimos mucho el cuerpo y es lo menos que podemos hacer por estos chicos que luchan por una educación de calidad que va a marcar el futuro de su vida, y desde ese punto de vista tenemos que estar. La educación pública es algo que lo que durante muchos años hemos repetido como un slogan de lucha, de deseo, de principios, tendríamos que sumarle la palabra la defensa de la educación pública de calidad, que es lo que la reforma quiere implementar, una reforma educativa a la baja, que precarice educativamente a nuestro pueblo.

-En estas semanas hubo una estigmatización muy fuerte no sólo sobre lxs estudiantes sino también sobre adultos y familiares a cargo de lxs estudiantes, ¿qué nos pueden decir al respecto?

Alina:Yo estoy muy cansada pero muy admirada, generacionalmente yo cursé formación docente en los 90 y si bien estaba en contacto con algunas luchas por las políticas que se querían implementar en ese momento, no había una lucha tan clara, yo veo la claridad y las ganas de llevar adelante una lucha colectiva, me parece francamente admirable, no me importa la estigmatización.

Liliana:Hay algo que tiene que ver con las palabras, con lo que históricamente fue la grita, con esto de que la política no tiene que estar en la escuela, y nos meten en una trampa porque nos quieren decir que política es política partidaria. La política está atravesando nuestra vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Política tiene que ver con defender lo que quiero para mi futuro, para el futuro de mis semejantes, y eso es lo que hay que reivindicar. La política partidaria podemos o no estar de acuerdo con que entre en la escuela, pero lo que no podemos conceder es que en la escuela no esté la política. Cuando pasó lo de Maldonado era muy triste ver que se decía que no se podía hablar de Maldonado en la escuela, como no si tiene que ser parte de contenidos de una currícula, que tiene que ver con los derechos humanos. Política es ser mujer, decidir formar una familia es una decisión política.
El día a día no es fácil. El cansancio, a veces, te juega en contra. Yo, la verdad, no tuve
tiempo de descansar. Todavía estoy cansada de las noches de dormir acá porque, algo muy interesante que decía un compañero es que, las mamás y los papás y los familiares no vienen a la toma a dormir, pero estamos todas las noches despiertas y despiertos en vilo, sintiendo la presión de una sociedad, de un poder, que les hincha las pelotas a los más débiles. Aunque decir “los más débiles”, en realidad, es un eufemismo, porque ellos nos están dando una lección de claridad y de dirección, de sentido, como decía Liliana, en un momento que pareciera que se pierden los sentidos. Es lindo, la verdad, la cuestión asamblearia, la cuestión colectiva, hacer la vaquita. Yo me había olvidado de esas cosas… por ejemplo, hacer una vaquita para juntar plata para hacer un guiso. La otra vez, una de las madres decía que “por favor los chicos coman verduras y no tanto hidratos de carbono”. Es gracioso, porque se juntan cosas muy fundamentales, como el sentido de la política y de la educación, con cuestiones de todos los días como qué se va a comer, de cómo se van a limpiar los pisos, de cómo hacer para que el que usa todos los días la escuela no se enoje porque queda medio sucio, cuestiones de todos los días.

Liliana:Sí, además pensaba que nos ha tocado, en mi rol ahora de abuela (primero con mi hija y ahora con mi nieta), con una relación muy cercana, hemos pensado siempre en criarlos libertarios, en criarlos con que salieran al mundo, con que se expresaran con que se manifestaran, con que discutieran y tuvieran un pensamiento crítico y, ahora, nos encontramos con una situación compleja, que es que sigan siendo libres, pero hay que empezar a pensar cosas muy fuertes de cuidado y de seguridad. Esto sumado a la adolescencia, en esta etapa que hemos transitado todos y que sabemos lo que hemos hecho, y todo lo que nos hemos querido llevar por delante, nos presenta diariamente, situaciones en las cuales tenemos que apelar a lo mejor de nosotros para tratar con los chicos. Sin atemorizarlos, sin obsesionarlos con el tema de la seguridad o el miedo, sí hay que extremar cuidados, no ser carne de cañón, no provocar situaciones que los ponen en riesgo, que ponen en riesgo, además, esta lucha tan importante y amplificadora que están dando.

-¿Y cómo ven la brecha generacional, que muchas veces son los estudiantes, los más chicos, supuestamente los más débiles, quienes les dan una lección a los adultos, ¿no?

En el caso de ustedes, ustedes están apoyando la lucha de los y las estudiantes y eso posibilita que ellos estén acá, pero, me imagino, cuántos debe haber que no tienen ese apoyo en la casa… Y en la comunidad educativa cuánto hay del piberío que se enfrenta y supera políticamente a su familia y que tiene una posición definida, lo cual también es muy difícil.

Sí, creo que esto es algo que ha sucedido siempre. Yo pienso en mi lejana adolescencia y había horas políticamente activas, y, siempre había situaciones controversiales con los adultos. No es fácil, pero en algo coincidimos profundamente que es la importancia de la educación, de una buena educación, y del apoyo a los pibes y que crezcan y que extiendan las alas, que sean sujetos pensantes… Uno con los años se vuelve conservador, y, a veces, la rutina de vivir y de tener todo armado, te pierde en la cotidianidad, pero vivir de nuevo en los adolescentes, pone a los adultos en contacto en buscar sentidos a sus propias vidas. A veces cuando las cosas están revueltas o desordenadas, uno piensa pero bueno, qué es más importante, eso o que la nueva secundaria del futuro te arruine la vida, y terminas en un dilema, entre algo conservador y algo creativo.

A mí me parece que es un desafío para los adultos, y para los adolescentes también, de bancarnos mutuamente un poco y de darnos cuenta de cuáles son las cosas importantes de la vida… Y aprender a arriesgarse también… Los adultos tenemos que ser menos temerosos y acompañarlos más. Ese es mi punto de vista.
Contagiarnos, entonces, de las y los estudiantes, que están tomando casi 30 escuelas secundarias en la Ciudad de Buenos Aires y que están planteando la pregunta de qué es esta nueva escuela del futuro, cuál es la propuesta y buscando información, porque la que llega es muy poca.

Liliana y Alina, estuvieron con nosotras, madre y abuela de estudiantes que están
tomando el Mariano Acosta, aquí en la radio abierta, muchas gracias.

Mariana Gómez declaró ante la Justicia: “Fue un caso de lesbofobia”

4.10.2017

Por Paula Bistagnino y Ana Fornaro

Mariana Gómez (24) y su esposa Rocío Girat (23) llegaron a Tribunales a las 9 y media de la mañana para declarar en el Juzgado Criminal y Correcional N°45, a cargo de María Dolores Fontbona De Pombo, a dos días de la agresión y detención policial que sufrió Mariana en el barrio de Constitución. Desde temprano activistas feministas y lesbianas se acercaron para acompañar a las chicas, que salieron de la audiencia pasado el mediodía. Mariana está imputada por “atentado y resistencia a la autoridad y lesiones”.

 

“Están muy asustadas. De acá nos vamos al programa de violencia institucional de la Defensoría General de la Nación para denunciar el accionar policial. Lo que ellos tienen como prueba es la declaración de un empleado de Metrovías y de dos policías. Nosotros expusimos como primera prueba la declaración de Mariana. Se están esperando las cámaras de Metrovías. Los policías dicen que no hay cámaras en ese lugar. Nosotros vamos a recolectar una cantidad de videos que están circulando en redes sociales. Por el momento hay un informe del médico legista que constata las lesiones de Mariana y una declaración contradictoria entre un empleado de Metrovías y dos policías que agredieron a Mariana”, dijo a Presentes el abogado de Mariana, Lisandro Teszkiewicz.

 

“Todos fumaban en la estación, pero sólo me vinieron a buscar a mí”

 

El lunes después del mediodía Mariana fue a acompañar a Rocío  a tomar el colectivo a la estación Constitución, en el centro de Buenos Aires. Justo en ese momento empezó una tormenta de lluvia y piedras. Entonces, las jóvenes decidieron resguardarse en el ingreso de la terminal de subterráneos que hay ahí.

No estaban solas: había decenas de personas haciendo lo mismo. También había alguna otra pareja que, como ellas, se reía, se tocaba, o se besaba. Muchas estaban fumando también, como Mariana. “Pero de las que fumaban o se besaban, las únicas lesbianas éramos nosotras”, dijo Mariana a Presentes.

Todo empezó cuando un empleado de Metrovías se acercó a ella para pedirle que apagara el cigarrillo que estaban fumando. “Cuando me dijo eso, le dije que me mostrara dónde decía que ahí estaba prohibido fumar. Porque no había ningún cartel. Y le señalé que había un montón de gente fumando ahí”. Entonces, según el relato de Mariana, el empleado fue a buscar a un agente de la Policía de la Ciudad -luego identificado como Jonatan Rojo-, con el que tuvo la misma conversación acerca del cigarrillo y de la ausencia de cartel.

La mujer terminó su cigarrillo, lo apagó y decidió irse del lugar. Pero cuando encaró hacia la salida, el policía metropolitano se le paró enfrente y le puso una mano en el pecho y le dijo:

-Pibe, quédate acá que vas a ser detenido por desacato a la autoridad.

“En todo momento me trataron de masculino. Aunque yo le decía que soy mujer, él me decía ‘pibe’. Y cuando me quiso agarrar le dije que no me podía tocar y que en todo caso llamara a una policía mujer”, remarcó Mariana. Fue entonces cuando se acercó la oficial primera Karen Villarroel, que le dijo directamente que se pusiera de espaldas que la iba a esposar. Y Mariana le dijo que no, que no podían detenerla porque no había hecho nada y quiso irse. Ahí comenzó otro forcejeo, esta vez de los dos agentes metropolitanos contra la joven.

“Forcejeamos hasta que la policía femenina me agarró del cuello, que todavía tengo las marcas, y el policía masculino me hizo una palanca con el brazo y me tiró al piso. Ahí os dos se subieron arriba mío: el masculino me aplastaba con las rodillas la cabeza y el cuello y con las manos me retorcía los brazos. Y ella me apretaba las piernas con las rodillas para que no me pudiera mover”.

La secuencia fue grabada por al menos cinco personas que presenciaron toda la escena y que les pedía a los policías que las dejaran, que no estaban haciendo nada. “El policía les decía que era porque yo estaba fumando y esa misma gente le respondía: ‘Es mentira. Si yo también estoy fumando y a mí no me llevás. ¿Por qué no me llevás a mí que estoy fumando?”.

A pesar de eso, los policías de la Metropolitana siguieron adelante, la esposaron y se la llevaron.

Mientras Mariana estaba con la cabeza aplastada contra el suelo, Rocío tuvo una crisis de nervios viendo que no había manera de detener a los policías. “Se orinó encima del miedo y la angustia de la situación”, contó Mariana. Y agregó que la gente que estaba grabando le decía: “No dejes que se la lleven. No te separes de ella porque va a ser un Maldonado más” (en referencia al joven desaparecido hace dos meses en la Patagonia tras un operativo de la Gendarmería).

 

“No tengo dudas de que es una caso de lesbofobia”

 

Mariana está convencida de que se trata de un ataque por ser lesbianas. “No tengo dudas de que es un caso de lesbofobia y de que buscaron una excusa para atacarnos. Eso quedó claro además en todo el maltrato que tuvieron con nosotras en todo momento”, dijo la joven.

Además de que todo el tiempo la trataron en masculino, otra de las violencias que Mariana denuncia es que a Rocío, su esposa, no le permitieron acompañarla en el momento de la detención. “Cuando me esposaron ella empezó a preguntar a dónde me iba a llevar y dijo que era mi esposa. Entonces le preguntaron sus datos y su Estado Civil. Y ella dijo ‘casada’, pero la anotaron ‘soltera’ y no la dejaron venir en el patrullero”.

A Rocío lo único que le dijeron fue que la iban a llevar a la delegación de la Policía Metropolitana en el barrio de Boedo. Así que apenas subieron a Mariana al patrullero, ella fue hasta allá a esperarla. Una hora y media después todavía no había llegado y nadie le informaba dónde la tenían. Mientras tanto, Mariana seguía en Constitución adentro del patrullero con los dos policías que la violentaron. Recién dos horas después, cerca de las 17, la trasladaron a la delegación de Boedo.

 

“Me volví a sentir violada”

 

“Después de ficharme, dos policías femeninas me hicieron desnudar y agacharme desnuda más de tres veces para ver si tenía droga en la vagina… Me sentía de nuevo violada. Así nos sentimos las dos. Yo mientras me tiraban al piso y me pisaban la cabeza, cuando me desnudaban y me hacían agachar. Y Rocío cuando veía lo que me hacían y cuando le contaba lo que me hicieron después en la comisaría”, recordó con la voz entrecortada la joven.

Tanto Mariana como Rocío fueron víctimas de abuso en su adolescencia. Rocío es hija del suboficial naval Marcelo Girat y en 2011 denunció a su padre ante la Justicia por abusar de ella durante su adolescencia, en su propia casa y en la Base Naval. Mariana Gómez fue abusada por su padrastro Guillermo Sosa y por el padre de este, su abuelastro, Osvaldo Víctor Sosa. Los dos fueron condenados por el Tribunal Oral en lo Criminal de Azul Nº 1.

Mientras tanto, gracias a la difusión que primero le dieron al caso los transeúntes que presenciaron la detención en Constitución y luego a los llamados de la madre de Mariana, activistas de distintas organizaciones se reunieron en la puerta del lugar donde estaba detenida para reclamar su liberación. “Creo que gracias a la velocidad de la reacción me liberaron rápido, porque primero a mi mamá y a Rocío les dijeron que me iban a tener 15 horas. Y después me amenazaron con que si no calmaba los ánimos afuera me iban a dejar toda la noche… Y yo estaba en un calabozo”.

Finalmente, cerca de las 21 la liberaron.

 

“No tengamos miedo de ser lesbianas”

 

Rocío, la esposa de Mariana, también conversó con Presentes para contar cómo vivió el momento: “Se la agarraron con ella con la excusa de que estaba fumando pero es muy claro que esa no era la razón. La trataron con violencia en todo momento y una y otra vez remarcaron sin decirlo que el problema es que somos mujeres y lesbianas”, contó rocío. Y detalló que cuando ella empezó a discutirle al policía sobre la ausencia de una señal que dijera “Prohibido fumar”, el oficial Rojo le contestó: “¿Qué te crées? ¿Qué tenés todos los derechos por ser mujer?”.

“Está claro que lo que les molestó fue que estuviéramos besándonos, tocándonos y abrazándonos. Porque no hay explicación para esa violencia, para esa detención, para este trato. A mí me trataron como la amiga, aunque les dije que soy la esposa y no lo quisieron anotar. A ella la trataban de pibe. Quieren que tengamos miedo de besarnos, que nos escondamos. No tengamos miedo de ser lesbianas: tenemos que expresarnos como somos y estar orgullosas de lo que somos. Somos libres y no estamos solas. No tengamos miedo. No les demos ese gusto”.

 

La defensa de la Policía de la Ciudad

 

Tras la repercusión mediática y social que tuvo la detención de Mariana Gómez, sobre todo con la difusión de varios videos en los que se ve a los agentes de la Policía de la Ciudad ponerle la cara contra el suelo, la institución emitió un comunicado. Ahí explicó que “la mujer que se negaba a apagar el cigarrillo comenzó a lanzar golpes de puño contra el policía masculino sin motivo alguno (…) trató de fugarse del lugar, perdiendo el equilibrio en su carrera a los pocos metros, cayendo al piso. Tras ello, se acercó el efectivo policial femenino, a quien la agresora tomó con sus manos del cabello de manera muy violenta, interviniendo así el policía masculino logrando controlar a la mujer que se encontraba visiblemente alterada y con claras intenciones de agredirlos”. El comunicado cierra diciendo que “los Policías lograron controlar la situación entre los dos, debido a la resistencia que ofrecía la mujer, logrando colocarle las esposas. Fue recién en ese momento que se avanzó con la consulta con el secretario del Juzgado Criminal y Correccional N°45, que autorizó la detención por Atentado y Resistencia a la Autoridad de Lesiones”.

Presentes se comunicó con la Policía de la Ciudad pero dijeron que no iban a emitir opinión ni a dar más información que la que contiene el comunicado oficial y que la causa contra Mariana Gómez sigue su curso en la justicia. Además, remarcaron que “de ninguna manera puede decirse que desde la institución hay alguna actitud de discriminación hacia el colectivo LGBT y que en la fuerza hay matrimonios igualitarios y personas trans” y que aun no recibieron ninguna denuncia formal en su contra.

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