Villa 31: vidas precarias despreciadas por todos los gobiernos

15.12.2018

Por Mirta Pacheco y Celeste Vázquez

Es una de las villas más antiguas y más grandes del país. Sus comienzos datan de 1930. Hablan Alex y Alejandro, dos jóvenes que nacieron y vivieron toda su vida allí.

A principios de 1930, familias de trabajadores portuarios y ferroviarios despedidos construyeron una serie de casas muy precarias en una zona que iba entre la Estación de Retiro y Puerto Nuevo. Ese asentamiento fue conocido con varios nombres “Villa Desocupación”, “Villa Esperanza” o “Barrio de los inmigrantes”, porque la mayoría de ellos eran inmigrantes europeos. Pero fue recién a partir de los años 40 que comenzó a adquirir parte de la fisonomía con la que la conocemos ahora.

Hoy, esa zona es conocida como “Villa 31”. Según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en esos terrenos, de 32 hectáreas, vivían, en el 2016, 43 mil personas en 10 mil viviendas. Pero el número de habitantes año a año se incrementa, en consonancia con el aumento de la carestía de la vida.

Alquiler y tarifazos impagables, trabajo en negro, sueldos bajos, y desocupación son el combo explosivo que hace que hoy, según datos del Gobierno nacional, dados a conocer a través del Relevamiento Nacional de Barrios Populares (RENABAP) en todo el país haya 4.400 denominados “barrios populares” que no son otra cosa que villas o asentamientos, donde viven aproximadamente 3,5 millones de personas, de los cuales el 56 % son niños y jóvenes.

De esos 4.400, más de la mitad surgieron en la década de los 90 y casi 1/4 de ellos son posteriores a 2010. Una revelación de que durante los gobiernos kirchneristas el problema habitacional nunca se solucionó y bajo el macrismo, se agravó.

Ambos gobiernos, en 2010, fueron los responsables del asesinato de tres personas cuando en diciembre del 2010, la Policía Federal -a cargo del Estado de la Nación-, y la Metropolitana -a cargo del Gobierno de la ciudad, cuando Mauricio Macri era Jefe de Gobierno-, desalojaron con una brutal represión una toma de tierras en el Parque Indoamericano.

 

Para millones de jóvenes: vida y trabajo precarios

 

Alex y Alejandro tienen muchas cosas en común. Viven en la Villa 31 desde que nacieron, hace 30 años, y tienen trabajos precarios con sueldos muy bajos.

Las villas terminan siendo el lugar donde un sector importante de la población (jóvenes precarizados, trabajadores inmigrantes, mujeres que crían a su niños solas) termina viviendo, por los bajos ingresos con los que cuentan.

Mientras que el alquiler de una pieza en la villa va de los 2.000 a los 5.000 pesos, un alquiler de un departamento de tres ambientes en Puerto Madero ronda los 2.800 dólares Y el metro cuadrado, promedio, llega a los 8.000 dólares. Una diferencia abismal a cuadras de distancia.

Estos datos revelan que el derecho a acceder a una vivienda digna es un derecho constantemente vulnerado y no desde los últimos tiempos.

Alejandro cuenta: “Toda mi vida viví acá en la Villa. Trabajo en una empresa tercerizada, para Supermercados Coto. Los trabajos que tengo no son de un sueldo con el que podría alquilar afuera de la villa. Acá la mayoría de la gente trabaja en seguridad, limpieza y la construcción. Esos sueldos no son buenos y además son trabajo en negro."

"Mis padres son de Jujuy, de Calilegua. Vino primero mi papá, que después trajo a mi vieja y mis hermanos en busca de una vida mejor. Se fueron a vivir cerca de La Salada, pero esa zona se inundaba, así que vinieron para acá. Sobre un terreno pelado con mucho trabajo mi viejo construyo la casa”, agrega.

Alex, que es empleado en un comercio y estudia en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, tiene a su papá que estaba buscando un terreno en Ezpeleta para vivir. “Se enteró que estaban dando tierras en Retiro, vino y se quedó. Eran todas casas de chapas, la luz la pusieron los vecinos, el agua y las cloacas también. Después, a lo largo de los años recién tuvo alguna injerencia el Estado, pero fue poca o nula”, recuerda.

 

La construcción de la villa

 

El esfuerzo y la solidaridad entre familias fueron la clave para poder construir las casas.

En la gran mayoría de las villas no hay servicios básicos indispensables. No hay agua corriente, tendidos eléctricos con un medidor domiciliario, ni red cloacal. Y las familias no tienen el título de propiedad de las casas, a pesar de haberlas hecho con sus propias manos hace más de 30 o 40 años.

Sobre la infraestructura de la villa, Alejandro dice que “hay cloacas, red de gas no hay, hay garrafas. Y luz que se corta sobre todo en invierno. El tendido eléctrico al principio lo hicieron los vecinos. Un vecino decía: ´yo necesito y vos sabés. O te pago con plata o te pago con un favor´ y así se fue haciendo".

Alex también afirma que el avance fue gracias a ellos. “El piso de la manzana y la cuadra de mi casa lo hicimos nosotros, las cloacas lo mismo. No es que vino el Estado y lo hizo".

"Hace 10 años recién que la parte pluvial empezaron a reconstruirla y la hicieron nueva, ahí sí, rompieron todo lo que hicimos, pusieron el cemento arriba y quedó ahí. Después, hace unos 5 años más o menos, volvieron a romper otra vez para poner los caños de agua y el medidor, que encima nunca pusieron. La luz en mi casa la puse yo, tenía 18 años, le pagué a un muchacho para que se subiera al poste porque yo no me animaba, pero como muchos vecinos, yo mismo lo tuve que hacer”, nos sigue contando.

 

Salud y educación públicas inaccesibles

 

En las villas por lo general es muy difícil que las ambulancias ingresen, y cuando llueve en la mayoría de ellas es imposible caminar. Así, la vida de mujeres embarazadas, niños y adultos enfermos o personas con discapacidad queda en las manos, otra vez, de la solidaridad.

“Acá las ambulancias tardan mucho en llegar. Yo tengo una sobrina que tuvo su hijo en la casa porque la ambulancia nunca entró. Por suerte la mamá era enfermera”, ejemplifica Alex.

En la mayoría de las villas no hay escuelas, ni jardines maternales. Miles de niñas y niños tienen que levantarse horas antes (y vuelven horas después) que el resto para poder tener el derecho de estudiar.

“Al principio el gobierno puso micros para los chicos, pero de a poquito empezaron a recortar los micros. De los 20 o 30 micros que había, los recortaron a la mitad. Entonces las familias tienen que hacerse cargo de llevar a los chicos a las escuelas”, comenta Alex.

 

Discriminación

 

Parte de la realidad de los habitantes de las villas es la discriminación que sufren por el lugar donde viven. Si sos joven, usas gorrita (o no), sos morocho y encima vivís en una villa, sos número puesto para que los prejuicios racistas y xenófobos recaigan sobre vos.

Alejandro recuerda que “cuando mis hermanas mayores fueron a la escuela, mi vieja fue a anotarlas y le dijeron: ’ah no, pero usted vive en la Villa 31 no la podemos anotar acá’. Y era una escuela pública.”.

Alex fue a la primaria en los ’90. “Éramos 3 o 4 de todo el barrio que íbamos a ese colegio, me los cruzaba en la feria y era decir: ´¡ah! ¿Vivís acá?´ Y era abrazarte porque tenías un par”, sonríe mientras trae a su memoria ese recuerdo de su infancia.

A la hora de buscar trabajo, les pasa lo mismo. “Mi hermano se partió el lomo estudiando, pero para buscar laburo tuvo que cambiar de dirección. Sino, solo te toman para limpieza, construcción. Ahí no importa si decís que vivís en la villa”, dice Alejandro.

 

Urbanización de la villa

 

A Alejandro se le desprende una sonrisa entre burlona y escéptica cuando le preguntamos sobre el proyecto de urbanización de la villa. “El tema de la urbanización se habló toda la vida. Desde el año 95/96 se hacían reuniones acá, en lo de alguien que era el único que vendía materiales y ¡oh casualidad!, ahora trabaja para el PRO. Después quedó en la nada, pasó el 2001, se volvió a reflotar pero nunca en forma seria".

Alex continúa en la misma línea que su amigo, “recién ahora el PRO está queriendo hacer algo, pero de forma inconsulta. Fui a una de las reuniones porque un vecino me invitó, hablaron de un dictamen que ya estaba hecho. Se tenían que votar delegados, pero no se votó este año, para que pudiera salir el dictamen sin ningún problema”.

Alejandro agrega que “te ofrecían plata para que te compres un terrenito en el conurbano, pero si lo pensás no te conviene. Con el tipo de sueldo que yo tengo, me conviene más quedarme en capital que vivir en provincia”.

 

Titularización de las casas: negocio inmobiliario

 

Alex asegura que “te prometen una titularidad, pero es un negocio, se supone que por unos metros cuadrados que vos tenes hay un monto máximo que lo calculan en dólares y eso lo pagas en cuotas. Pero ese crédito o esa hipoteca que vos tenés con el banco, la puede comprar un privado".

"A través de la supuesta titularización, ya que no pueden pasar con las topadoras por todos lados, es una vía para que el mercado compre esas hipotecas. Porque estos son los terrenos de la ciudad más codiciados por el mercado inmobiliario”, nos sigue contando.

La política del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta llamada de "reurbanización", es en verdad un proceso de expulsión de habitantes de la villa 31 y 31 bis. El 11 de octubre de este año, con una legislatura vallada (como acostumbra a hacer el macrismo cuando pretende votar leyes que atentan contra el pueblo trabajador) y la Policía custodiándola, gracias al Bloque Peronista, la Coalición Cívica y el Partido Socialista (o socialata), el PRO logró, en primera lectura, la aprobación del proyecto de ley 2.736, resistida por los vecinos de la villa.

El 13 de diciembre, nuevamente con la Legislatura vallada y mucha Policía, se aprobó finalmente. Otra vez los vecinos de la 31, se movilizaron para repudiar esta ley. En la sesión salió a la luz que el funcionario macrista, Diego Fernández, -Secretario de Integración Social y Urbana-, amenazó a habitantes de la villa que se oponen a esta ley.

Entre otras cosas, le cede terrenos al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ¡por 100 años! Para ello buscan expulsar a los vecinos de sus viviendas. Uno de los artículos de esta ley hecha a medida del gran negocio inmobiliario, deja la puerta abierta para que las viviendas ya no sean consideradas “únicas y permanentes”.

En esa oportunidad, el legislador -con mandato cumplido- Patricio Del Corro, del PTS/FIT, denunció el verdadero objetivo gubernamental: "estamos hablando de un plan para expulsar a gran parte de los vecinos, de un plan para favorecer los negocios inmobiliarios de unos pocos y de un plan que solo se va a poder sostener con mayor represión". (…)”

Esta política de expulsión de los habitantes de una zona no es algo que pasa solo en la zona de Retiro. Otro caso es el barrio de La Boca, donde se han incrementado en los últimos tiempos la cantidad de desalojos. Este proceso de reconfiguración del barrio fue calificado por Agustín Teritoriale, del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad, como “renovación habitacional” y consiste en la “expulsión de los habitantes históricos del barrio y su reemplazo por habitantes de otra condición socio-económica. Parece que los desalojos no son una casualidad”.

Es una política, impulsada desde el Estado, de llevar adelante un proceso de gentrificación, como sucede en las grandes urbes, donde la población originaria es desplazada por otra que tiene mayor poder adquisitivo.

Pero como nos dijo Alejandro en un momento de la charla: “ni la dictadura militar pudo sacar a los vecinos de acá, estos no van a poder”.

 

Soluciones de fondo

 

Son necesarias soluciones más de fondo. Porque sin ellas, por ejemplo, en el área metropolitana de Buenos Aires seguirán habiendo más 2 millones de habitantes, viviendo hacinados en 64 km2 (el tamaño de 1/3 de la Ciudad de Buenos Aires), mientras que en el otro extremo de la sociedad, los countries y barrios privados equivalen a dos Buenos Aires -400 km2-. Pero solo viven allí, 300 mil personas.

Porque mientras millones seguirán sufriendo el hacinamiento, unos pocos concentran para sí terrenos y viviendas ociosas, como por ejemplo la Iglesia Católica (que posee el mayor patrimonio privado del país). Expropiar esas viviendas para que los sin techo, o que viven precariamente, tengan una vivienda digna, sería un acto de "justicia" terrenal.

Pero con expropiar las grandes viviendas de instituciones reaccionarias como la Iglesia Católica no alcanza. Por eso es necesario que exista un plan de obras públicas pensado en función de las necesidades de la población y que contemple atacar los problemas habitacionales de los sectores trabajadores y más pobres y no que esté pensado en función de los negociados inmobiliarios.

Por esa razón, y para que no termine enriqueciendo los bolsillos de los empresarios de la obra pública, como la familia presidencial, ni de políticos corruptos, dicha planificación debe ser ejecutada y controlada por los trabajadores y especialistas en el tema.

Los políticos tradicionales nos hablarán de adquirir mayor deuda o de implementar la Propiedad Participativa Privada (PPP), como quiere hacer ahora el gobierno y que esa es la única manera de obtener fondos para las obras públicas (que siempre son negociados y corrupción entre empresarios y funcionarios estatales).

Ese plan podría solventarse con el cobro de impuestos a las grandes fortunas y el no pago de la usuraria y fraudulenta deuda externa.

Para los capitalistas, la vivienda es solo una mercancía más, para las grandes mayorías es un derecho elemental que hay que conquistar.

Una votación con los trapitos a la sombra

14.12.2018

Castigo a cuida coches, limpiavidrios y ruidos molestos

Por Nicolás Romero

Las modificaciones al Código Contravencional fueron aprobadas por la mayoría del oficialismo. Habrá multas y sanciones. Las críticas señalan las facultades discrecionales con que podrá intervenir la policía.

 

Con la Legislatura nuevamente vallada, en la última sesión ordinaria del año, el oficialismo aprobó modificaciones al Código Contravencional que, entre otras cosas, penalizará a cuida coches y limpiavidrios, con la aplicación de multas económicas y días de trabajo de utilidad pública, aumentará las facultades discrecionales de la policía en el espacio público, por ejemplo, para determinar qué es un ruido molesto, por el que habrá sanciones y multas, que alcanzarán también a quienes fijen carteles o afiches en lugares no habilitados. Aunque hubo artículos del proyecto que fueron acompañados por legisladores de la oposición, en general, el arco opositor coincidió en calificar el nuevo articulado como punitivista y regresivo. En ese sentido, el legislador Leandro Santoro de Unidad Ciudadana, sostuvo que “es difícil separar” este Código de la decisión del gobierno de “construir un enemigo interno” y que lo que hay detrás “es la criminalización del trabajo informal en la vía pública de gente que subsiste” en un contexto de crisis económica “que expulsa día a día a compatriotas a la pobreza”.

El proyecto aprobado en general con 40 votos a favor (Vamos Juntos, Evolución y Mejor Ciudad) y 20 en contra (Gen, Unidad Ciudadana, Bloque Peronista, Socialismo, FIT, AyL) había obtenido un despacho de mayoría en la Comisión de Justicia de la Legislatura porteña la semana pasada. Sin embargo, el texto de la ley fue sufriendo modificaciones hasta último momento. Los puntos más ríspidos tenían que ver con la sanción a los trapitos, la inclusión de la figura de los limpiavidrios –que no existía– y la posibilidad de que las denuncias por contravenciones sean anónimas. Este último punto fue descartado durante la votación en el recinto.

La transversalidad de la ley quedó reflejada en la votación en particular, en la que el bloque del Socialismo apoyó los artículos referidos a los trapitos, al punto de sostener que el 80 por ciento de la redacción eran de su autoría y que el macrismo los acompañaba a ellos y no al revés, mientras que los oficialistas de la Coalición Cívica los rechazaron.

Los artículos en cuestión fueron el 6 y el 7, que en su redacción final establecen que se sancionará a quienes ofrezcan o presten sin autorización legal (que el gobierno no provee) servicios de “estacionamiento, cuidado de coches o limpieza de vidrios” con uno a dos días de utilidad pública o multa de cincuenta a trescientas unidades fijas (17,85 pesos cada unidad). Además, “el magistrado interviniente informará al contraventor/a de los programas de asistencia previstos en el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat u organismo que en el futuro lo reemplace. Cuando la conducta está basada en la desigualdad de género la pena se elevará al doble”. Las sanciones se aplicarán también cuando se prestan esos servicios “en los alrededores de los grandes parques durante los fines de semana o dentro de un radio de hasta treinta (30) cuadras del lugar donde esté programado un evento masivo de carácter deportivo o artístico, desde las tres (3) horas antes de su inicio y hasta (2) dos horas posterior a su finalización”.

La legisladora Andrea Conde (UC) sostuvo que el proyecto “no es más que la constatación del fracaso de las políticas públicas de un gobierno que excluye y margina, que deja al límite de la subsistencia a muchos de sus habitantes”.

En tanto la integrante del BP María Rosa Muiños dijo que con esta norma “cualquier persona que colabore con el estacionamiento del vehículo de otro, aún a título gratuito es pasible de ser contraventor”, y advirtió que “la actividad de limpiavidrios actualmente no representa infracción alguna. El argumento dado en comisión fue que esta actividad es utilizada como fachada para la comisión de delitos violentos contra la propiedad. Se olvida que a los jubilados por ejemplo, se les cometen delitos violentos contra la propiedad mediante el engaño de ser empleados de empresas de servicios públicos como el gas y la luz, pero no se prohíbe la actividad de gasistas o electricistas matriculados a domicilio”.

La oposición también señaló que el gobierno nunca quiso regular la actividad sino prohibirla, y recordaron el veto de Mauricio Macri en 2011, cuando era Jefe de gobierno, al Registro de Cuidadores de Vehículos sancionado por la Legislatura.

De acuerdo al nuevo Código, también serán sancionados quienes produzcan ruidos molestos que “por su volumen, reiteración o persistencia excedan la normal tolerancia” con “uno (1) a cinco (5) días de trabajo de utilidad pública o multa de cincuenta (50) a cien (100) unidades fijas”. Y “cuando el origen de los ruidos provengan de la vía pública con excepción de las manifestaciones artístico-culturales a la gorra” la sanción será de dos (2) a diez (10) días de trabajo de utilidad pública, multa de cincuenta (50) a doscientas (200) unidades fijas o arresto de uno (1) a cinco (5) días”. Pero, según criticó la oposición, será la facultad discrecional de la policía la que determinará cuáles son los niveles de ruido aceptables en la vía pública.

Mayor respaldo legislativo tuvieron las sanciones para las acciones de “intimidación”, “maltrato” y “acoso sexual” en lugares públicos o espacios privados de acceso público. Respecto del acoso, que puede ser penado con hasta 5 días de arresto, se duplicará cuando la víctima sea menor de 18 años, mayor de 70 años o se trate de una persona con discapacidad.

También se incorporan penas para la difusión de imágenes íntimas, el hostigamiento digital y la suplantación de identidad a través de medios electrónicos.

El Defensor Adjunto de la Ciudad, Luis Duacastella, advirtió que con la reforma del Código Contravencional “se pretende instalar mecanismos autónomos de control social en manos de la policía” y destacó que “llevará a la criminalización de colectivos y comunidades en situación de clara vulnerabilidad”.

Masiva protesta contra la “urbanización” de la Villa 31 y el Código Contravencional

14.12.2018

Bajo una lluvia torrencial y rodeados de un operativo de seguridad, manifestantes denunciaron que las nuevas normas en la Ciudad penalizarán trabajadores y desocupados. Además repudiaron los negociados inmobiliarios en el ámbito de CABA.

Docentes, cooperativistas, vendedores ambulantes, artistas callejeros, motoqueros, desocupados y vecinos de la Villa 31 coincidieron en protestar contra las medidas que impone el macrismo y sus aliados en la Legislatura porteña.

Bajo una copiosa lluvia, los manifestantes hicieron un acto para dar a conocer los puntos que los diputados de Cambiemos prefieren imponer normas represivas en la última sesión del año, junto a los votos de sus aliados Evolución (Martín Lousteau/UCR), PRO, Confianza Pública y Partido Socialista.

Fueron custodiados por un excesivo operativo de seguridad, montado por la Policia de la Ciudad, en cual superó las inmediaciones del edificio de la Legislatura, llegando hasta la Plaza de Mayo.

La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), vecinos de la Villa 31 y del Movimiento Barrios de Pie, fueron las organizaciones que se manifestaron. “¡La villa 31 no está en venta! Es nuestra y no se la vamos a entregar a Horacio Larreta”, dijo Mirtha, una vecina que integra la Mesa Participativa del barrio de Retiro.

Al mismo tiempo Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios (ASiMM), hacían su propia protesta en la esquina de la avenida Perú y Diagonal Julio A. Roca, en demanda de una “normalización de la actividad” y contra los despidos en el sector.

 

HOMENAJE A UNA DOCENTE

 

Los diputados opositores sostuvieron durante la sesión un cartel en sus bancas para recordarle al oficialismo de la Legislatura como la aprobación de la UniCABA impactó negativamente afectando a una de las luchadoras en defensa de los profesorados. “Débora Kozak presente”, sostuvieron ante el inesperado fallecimiento de la rectora del Normal 1.

“Vamos a continuar la lucha de manera inclaudicable. No importa el tiempo que lleve. Eso es lo que nos hace invencibles”, señaló la legisladora de Unidad Ciudadana, Paula Penacca. 

En el recinto se realizó un minuto de silencio tras aprobación Proyecto de Declaración por el fallecimiento de Débora Kozak, la luchadora en defensa de la educación pública y columnista de INFOnews.

Los docentes también se movilizaron bajo la lluvia con una radio abierta donde denunciaron la política de ajuste a la educación del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, convocado por la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), CTERA y CTA.

La protesta docente denunció la falta de vacantes, se pronunció contra la UniCABA y la Secundaria del Futuro, la falta de Presupuesto Educativo, las paritarias que no cubren las necesidades básicas.

Reclamaron que se deje de trasladar y vender instituciones educativas, como la Escuela de Cerámica de Almagro, el Instituto Romero Brest y las Escuelas Medias del CENARD.

Contra la política de cierre de los Institutos de Formación Técnica Superior, el lactario del hospital Ramos Mejía y para que la Escuela de Enseñanza Artística Rogelio Yrurtia siga ocupando su espacio como lo viene haciendo históricamente.

“Este código legaliza un modelo de Ciudad basado en la especulación inmobiliaria”

13.12.2018

Por Valeria Garay

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el pasado jueves 6 de diciembre la reforma de planeamiento urbano con el voto unánime de los legisladores de Cambiemos y el voto negativo de toda la oposición.

Este nuevo código urbanístico y de planificación se votó con la Legislatura vallada y cientos de vecinos manifestando su descontento en el exterior. Entrevistamos a María Eva Koutsovitis -Coordinadora de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la UBA e integrante del Frente de Organizaciones Territoriales Salvador Herrera (FOSH-CTA)- para entender por qué este proyecto le conviene más a las inmobiliarias que a la gente.

 

– ¿Por qué creés que este proyecto le conviene más a las empresas que a la gente?

– El código urbanístico que acaba de aprobarse en realidad viene a legalizar un modelo de Ciudad, que es este modelo de Ciudad Negocio, que muchas organizaciones y asambleas de vecinos vienen rechazando y denunciando. La realidad es que la Legislatura porteña, en particular el bloque del Pro, no ha escuchado a los cientos de vecinos que en las distintas audiencias públicas se han pronunciado en contra de este código.

Nosotros lo que planteamos es que este código urbanístico en lugar de resolver los problemas de la Ciudad, que tienen que ver con problemas de infraestructura, que tiene que ver con el problema del acceso a la vivienda, que tienen que ver con las políticas de transporte, con la integración de los barrios populares al resto de la Ciudad, lo que hace es legalizar el negocio inmobiliario. Entonces, en este sentido, nosotros también desde la CTA-A, desde el Frente de Organizaciones Salvador Herrera y desde la Cátedra de Ingeniería Comunitaria lo hemos venido denunciando.

 

– ¿Por qué fomenta un negocio inmobiliario?

– El Código lo que permite, mediante la figura enrase, es poder elevar las alturas de las construcciones. Entonces, nosotros ahí nos preguntamos por qué queremos aumentar la altura en las construcciones de la Ciudad de Buenos Aires para generar en altura mayor cantidad de viviendas, si en realidad tenemos de entre 100 mil y 200 mil viviendas ociosas. Por otro lado nos preguntamos, si parte de la gestión de Larreta es urbanizar los barrios populares de la Ciudad para poder integrarlos al resto de los barrios, ¿Por qué el Código Urbanístico destina de sus 900 páginas solo una a los barrios populares? También nos preguntamos si el problema de la Ciudad es resolver las inundaciones en la cuenca del Medrano, ¿Por qué no tenemos herramientas concretas en el Código Urbanístico, para poder atender ese problema? ¿Por qué si uno de los problemas en la Ciudad tiene que ver con el acceso a los servicios básicos en los barrios populares, servicio de agua, servicio de cloacas, tampoco contamos con herramientas concretas para poder resolverlo?.

 

– ¿Por qué tampoco tenemos herramientas concretas para resolver el problema de las superficies verdes absorbentes?

– La Ciudad de Buenos Aires tiene un déficit en superficie verde absorbente. La Organización Mundial de la Salud establece entre 12 y 15 metros cuadrados de superficie verde absorbente por habitante. Y nosotros en promedio en la Ciudad tenemos 6. Es decir, el Código permite entonces, por ejemplo, aumentar la capacidad constructiva de una Ciudad que tiene entre 100 mil y 200 mil viviendas ociosas, por lo tanto nos preguntamos ¿Por qué queremos aumentar la capacidad constructiva? ¿Es para resolver el problema de las viviendas de los porteños y porteñas?

 

– Pareciera que la respuesta la dan cuando contemplan en el nuevo código departamentos de 18 metros cuadrados. En lugares donde antes se hacía un departamento, ahora se hacen tres.

– Sí, por un lado aumenta la capacidad constructiva, por otro lado, ese aumento de la capacidad constructiva habilita además a generar unidades habitacionales de dimensiones muy reducidas. En paralelo tenemos entre 100 mil y 200 mil viviendas ociosas. Entonces, ahí aparece una contradicción. ¿Cuál es el objetivo de aumentar esa capacidad constructiva? No es resolver el problema de vivienda de porteñas y porteños. Y ese aumento de la capacidad constructiva pone en riesgo los servicios públicos que hoy ya están colapsados en la Ciudad. ¿El código establece alguna herramienta concreta para adecuar esos servicios a esta nueva capacidad constructiva? Bueno, observamos que no.

Nosotros hace tiempo que venimos planteando algún tipo de propuesta para estos inmuebles ociosos que la Ciudad de Buenos Aires tiene.

 

– ¿Cómo se presiona para que a los empresarios inmobiliarios y a los propietarios pongan en función social esa vivienda ociosa?

– Hay muchas herramientas para poder regular el mercado inmobiliario. Una es el control sobre las viviendas ociosas, es decir, que esas viviendas no tengan por objetivo sostener un valor del metro cuadrado. Sino que tengan por objetivo poder resolver el déficit habitacional que hoy la Ciudad tiene. O sea, el código lo que nos propone es aumentar la capacidad constructiva con un tipo de vivienda que no resuelve el problema habitacional de una familia.

Nosotros, en la Ciudad de Buenos Aires actualmente tenemos un 15 por ciento de la población, es decir aproximadamente 400.000 habitantes viviendo en villas, asentamientos o barrios populares. Nosotros tenemos que resolver para ese sector el acceso a la vivienda digna, es una deuda pendiente enorme. Muchos de esos barrios son históricos, son barrios que tienen más de 70 años en la Ciudad de Buenos Aires y por otra parte, nosotros tenemos leyes que establecen hace 20 años que esos barrios deben urbanizarse. Entonces, tenemos una enorme deuda pendiente en relación al acceso a la vivienda digna y en paralelo lo que estamos haciendo es aprobar un código de planeamiento que no viene a resolver este problema, que es el problema estuctural de la Ciudad.

O sea, los problemas estructurales en la Ciudad es el problema de las inundaciones, el problema de los servicios públicos, el transporte, el acceso a la salud, el acceso a la educación, los servicios básicos. En la Ciudad tenemos colapsados los servicios básicos sanitarios. En muchos barrios de la Ciudad el agua se corta o no tiene presión suficiente. En los barrios populares ni siquiera podemos garantizar los servicios básicos.

 

– Vos dijiste que en este nuevo código que se aprobó había una sola hoja destinada para los barrios populares. ¿Qué dice en esa página?

– Por supuesto que si de 900 páginas que tiene el código, si para los barrios populares hay destinada una página, no tenemos las herramientas concretas para poder garantizar la integración y la reurbanización de estos barrios. Sino que tan solo tenemos un conjunto de generalidades. Pero eso también te da pauta de cuál es el foco que tiene este código urbanístico.

Nosotros hubiéramos esperado que ese código nos proporcionara herramientas concretas para poder garantizar la integración de los barrios populares al resto de la Ciudad. Y, por ejemplo, evitar que estos barrios una vez urbanizados mediante los mecanismos del mercado terminen expulsando a los habitantes. Por ejemplo, hubiéramos esperando que el código estableciera tarifas diferenciadas para aquellos barrios populares que van regularizando sus servicios. Mecanismos de compensación para que esas familias a las cuales durante muchos años se le fue negado el acceso a los servicios puedan entones ser compensadas y durante un período equivalente una vez que el servicio se regularice no pagar por el mismo. Es decir, nosotros hubiéramos esperado que el código contemplara herramientas concretas para llevar a cabo el proceso de integración en los barrios populares. Y lamentablemente, a los barrios populares les han destinado una página de las 900 con un conjunto de sentencias u oraciones. Nada más.

 

– En definitiva, la aprobación de este código y el no tratamiento de la Ley Nacional de Alquileres, configuran un modelo de exclusión por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires.

– Absolutamente. Yo creo que este código viene a legalizar muchas ilegalidades en relación a distintas obras que en la Ciudad de Buenos Aires se llevan a cabo. El Gobierno de la Ciudad viola muchas normativas, entrega muchos permisos para construcciones ilegales. Hay muchas construcciones ilegales abaladas por el Gobierno, y el código viene a blanquear esta ilegalidad y viene a legalizar un modelo de Ciudad que está basado en la especulación inmobiliaria o está pensado a partir del negocio de los grandes grupos concentrados inmobiliarios. Este código legaliza la idea de una ciudad negocio en lugar de venir a resolver los problemas estructurales que la Ciudad tiene.

El código además no viene a resolver el problema de la degradación ambiental en el sur de la Ciudad, en las Comunas 4, 8, 7 y 9 que integran la Cuenca Matanza Riachuelo y comunas donde hay una enorme deuda pendiente en materia ambiental.

Algo muy importante a resaltar es que esto se aprueba aún cuando el conjunto de la ciudadanía lo ha rechazado. Cuando uno revisa las distintas presentaciones en las audiencias públicas, observa que cada uno de esos oradores, cada uno de los colectivos urbanos que se han organizado lo han rechazado, y aún así el Pro nos impone este código.

¡¡¡Qué costumbre la de incendiar!!!

10.12.2018
COMUNICADO DE LA MUTUAL SENTIMIENTO, LUEGO DEL ATENTADO EN QUE FUERON INCENCIADOS DOS VAGONES EN “LA CHACRITA”, EN LACROZE 4171, CABA, EL DOMINGO 9/12

Cuando lxs necixs no saben qué hacer queman todo. Queman las brujas, los científicos, matemáticos, religiosos, Juanas de Arco, libros, Todito lo que no pueden comprender, lo que produce temor por su importancia, lo que no se entiende y no se está de acuerdo, históricamente fue pasado por las llamas.

El Instituto de la Vivienda está construyendo cientos de viviendas en Chacarita, justo, justo donde tenemos nuestro espacio agroecológico Luego de una ardua lucha de un par de años, logramos que el IVC, no solo respetara el Centro de Abastecimiento “El Galpón” sino que nos ayudara a mudar nuestra huerta y su añosa arboleda, hoy vivita y hojeando a 70 metros de donde estaba. Fue un aquelarre, un esfuerzo agotador de 8 meses pasando tierra orgánica, plantines, plantas, matas, bancales, semillas, lombrices, composteras, toldos y tolditos, herramientas, mangueras, etc. ¡Eso sí! ¡¡Prestando especial atención en que nos siguieran todos los pájaros al nuevo espacio!!

Todo comenzó a florecer, a frutar y a semillar, fue una explosión de naturaleza, agradeciendo tanto humano esfuerzo y fuimos casi, casi felices!! La llamamos “ La Chacrita del Galpón” ¡¡Y se llenó de vecines, de huerteres, de niñes!! 

En un viejo vagón de madera, casi puesto por un decorador en ese espacio, guardábamos el banco de semillas agroecológicas, nuestra biblioteca, las herramientas que teníamos: picos, palas, carretillas, rastrillos, regaderas, mangueras, cositas y cosotas construidas, o sea: ¡¡nuestra tecnología apropiada!! 

Ayer nos lo incendiaron, lo quemaron hasta no poder reconocerlo.

¡Qué costumbre la de quemar! 

Que mala costumbre la del gobierno de mezclar política con drogas planes y trabajo mal pago.

Mala práctica el cóctel molotov de querer ser “verde” y apostar a la ignorancia para desorganizar un barrio.

Muy mal para el gobierno y sus métodos de controlar todo con punterxs que se combinan con empresarios inescrupulosos, casi inhumanos, casi corruptos, casi delincuentes. 

Muy mal señoras y señores del gobierno, que destruyen un espacio para construir otro y no toman medidas de protección para les que habitamos en ese lugar. Una avenida (Triunvirato, la nueva) con vehículos que transitan a más de 100 km x hora. ¡¡Y nadie para controlar!!

Esqueletos de edificios y escombros donde muchas veces se escuchan gritos y llantos que no se sabe de dónde vienen. ¡¡Y nadie para controlar!!

Señoras y señores del gobierno, ¡dejen de usar a la ignorancia como lanzallamas! 

Asociación Mutual Sentimiento

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