Policía de la Ciudad amedrenta a niñxs, vecinxs y docentes

22.3.2019

Fue en una actividad realizada ayer jueves en el Parque Centenario convocada por docentes, familias y vecinos del barrio porteño, donde cerca de 200 personas se reunieron en un encuentro de Memoria y Derechos Humanos. Compartimos comunicado.

 

Comunicado de prensa

POLICÍA AMEDRENTA A NIÑXS, VECINXS Y DOCENTES EN ACTIVIDAD DE NIÑEZ, MEMORIA Y DD HH

 

En la tarde del 21/3, nos convocamos docentes, familias y vecinxs del Parque Centenario para realizar una actividad de Niñez, Memoria y Derechos Humanos. Asistimos cerca de 200 personas para leer cuentos prohibidos en la dictadura, cantar canciones y pintar pañuelos alrededor del mástil del parque. Cabe destacar que el año pasado realizamos el mismo encuentro, que se desarrolló con la misma tranquilidad y alegría que el del día de la fecha.

Cuando ya quedábamos pocas familias y docentes en el lugar, una cantidad inusitada de efectivos policiales (cerca de 30) que nos triplicaban en cantidad, se hicieron presentes en un operativo sin sentido, con 4 patrulleros y 10 motos. No les importó que nos encontráramos con niñxs de muy corta edad, quienes estaban notablemente nerviosxs. Rodeándonos e impidiéndonos el libre paso, aducían la llamada de vecinxs para hacerse presentes. Obviamente, el registro de estas llamadas nunca fue comprobada.

Luego de amenazar con denunciarnos por ejercer una contravención, nos retuvieron incluso luego de haberles dado los datos personales de algunxs de lxs presentes. Como si esto fuera poco, recibimos frases del tipo "Me encantan las calaveras y las armas" o "Dicen que están a favor de la vida y usan pañuelos verdes", impidiendo que algunas madres se separaran del grupo para ir a contener a lxs más pequeñxs.

 Creemos sumamente importante denunciar este hecho, ante una clara avanzada represiva y con un mensaje evidente de querer generar miedo y desmovilización, más aún siendo en el marco de una actividad con niñxs en donde cuestionamos la falta de implementación de la ESI y la criminalización de la niñez a través del intento de Macri y Bullrich de efectivizar la baja de edad de imputabilidad.

 Sólo queda aclarar que las fuerzas represivas no han logrado su objetivo, ya que lejos de quedarnos calladxs y quietxs, denunciaremos esta y demás situaciones que intentan desarmar la Memoria y la organización.

 Exigimos la inmediata separación de todxs lxs efectivxs que incurrieron en amenazas a quienes realizábamos esta pacífica actividad, y llamamos con más fuerza que nunca a movilizar este 24 de Marzo, para que NUNCA MÁS debamos atravesar estas situaciones en donde se nos amedrenta por expresarnos libremente, recordando a quienes lucharon por un mundo más justo y bregando por infancias libres de todo tipo de violencia y abuso, incluso el abuso de poder de las fuerzas represivas.

 ¡NI UN PASO ATRÁS!

30.000 COMPAÑERXS DETENIDXS, ¡PRESENTES!

 Adhesiones: milpanuelos@gmail.com

La JUSTICIA SUSPENDE la EXPLOTACIÓN ECONÓMICA del MEGAESTADIO CUBIERTO en Villa Crespo

17.3.2019

Hoy, 14 de marzo de 2019, el Juez Aurelio Luis Ammirato ordenó hacer lugar a la medida cautelar y, en consecuencia, suspender la explotación económica del Microestadio Buenos Aires Arena, así como cualquier actividad cultural, deportiva y social a llevarse a cabo en dicho predio, y establecer la interdicción absoluta de su inauguración hasta tanto se realice el procedimiento técnico administrativo completo de evaluación de impacto ambiental, en los términos de los artículos 8 y 26 ley 123. 

Esta sentencia judicial se dictó en la causa caratulada "FUNDACIÓN CIUDAD C/ GCBA S/ AMPARO – AMBIENTAL", Expte. N° A36344-2018/0, que fue presentada por la Fundación Ciudad con el apoyo del espacio ciudadana "Vecinos autoconvocados de Villa Crespo contra el Megaestadio Arena", con el patrocinio de Jonatan Baldiviezo[1][1].

 

SENTENCIA COMPLETA: https://buff.ly/2VXq2Fu

 

El Juez para fundar su fallo expresó: 

1. La proyectado podría ser encuadrado en la presunción de Relevante Efecto Ambiental (art. 13, ley 123), en tanto es razonable presumir su incidencia potencial sobre la capacidad de la infraestructura vial y de servicios. 

2.La empresa Metrogas ha considerado que la provisión del servicio de gas es ?No Factible? por no ?abastece[r] el caudal solicitado?, aun cuando en el requerimiento de suministro se declaró un uso residencial del servicio, que no reflejaría en principio el uso de los locales gastronómicos que estarían proyectados. 

3.La factibilidad de la provisión de agua y cloacas que habría sido solicitada a AYSA se refiere a una obra de 19.840 metros cuadrados de superficie, en tanto que ?según surge de la Disposición DGIUR DI-2018-594 DGIUR y de los fundamentos de la Disposición 2018-1210-DGEVA? la superficie a construir es de 28.715 metros cuadrados. En otras palabras, la factibilidad de la provisión de ambos servicios no estría verificada para el emprendimiento tal como actualmente se proyecta construirlo. 

4.La distribuidora EDESUR otorgó solamente una mera factibilidad de provisión, pero la empresa no ha acreditado en las actuaciones tramitadas ante la Agencia de Protección Ambiental haber efectuado la ?confirmación formal del requerimiento? junto con la presentación de la documentación requerida por la distribuidora para ?poder precisar el

proyecto eléctrico que permita desarrollar la Red de Servicio Público de alimentación externa del emprendimiento?. En consecuencia, no se encontraría garantizada la provisión del suministro de energía eléctrica, aspecto de particular relevancia en un barrio (Villa Crespo) que ?según es de conocimiento público? en más de una ocasión y de manera reciente ha sufrido cortes del servicio. 

5.La Disposición 2018-1210-DGEVA también habría omitido ponderar, en particular, las posibles afectaciones al servicio de transporte y al sistema vial que aparejaría la ejecución del proyecto de acuerdo a las propias declaraciones contenidas en el Estudio Técnico de Impacto Ambiental (ETIA) llevado a cabo por el emprendedor. 

6.El único programa de manejo de tránsito y transporte contenido en el estudio técnico se refiere a la etapa de obra y no a la de explotación del proyecto

7.La Disposición 2018-1210-DGEVA señala que en momentos de explotación del proyecto llegarían al predio aproximadamente 15.000 personas (además del personal afectado a la organización y servicios). Sin embargo, el acto no contendría una análisis de mérito del impacto de dicha afluencia.

8.La Agencia de Protección Ambiental habría omitido ponderar la modificación sustancial del destino del predio y del proyecto, cuya calificación, por tanto, en principio no correspondería a ?Club social, cultural y deportivo (instalaciones cubiertas)". 

Según el cuadro de categorización del decreto nº 222/2012, reglamentario de la ley 123, tanto los ?estadios? (800.830) como los ?centros de eventos? (800.575) están categorizados como Con Relevante Efecto (CRE).

 

ANTECEDENTES:

 

En septiembre de 2017, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó, por amplia mayoría -cuarenta y seis legisladores de un total de cincuenta y siete- (PRO, Frente para la Victoria (FPV), Bloque Peronista, Confianza Pública, Bien Común, Corriente Nacional de la Militancia, Frente Renovador, Sindical Peronista, y Frente Socialista Auténtico) la ley N° 5.874, por la cual, el Gobierno de la Ciudad le cedió por cuarenta años al club Atlanta, de Villa Crespo, más de 28 mil m2 de tierras públicas ubicadas en la calle Humboldt 486, entre Padilla y Camargo, a metros de la avenida Corrientes. 

A la vez, se autorizó al club a construir un Estadio Cubierto y contratar con un tercero su construcción y explotación. Atlanta acordó con el diario La Nación y AEG Worldwide la construcción de un Estadio de treinta metros de altura y capacidad para 16 mil personas -el doble del Luna Park-, donde planean hacer más de cien eventos por año, sobre todo musicales, casi tres eventos por semana. La misma ley aprobó que el predio estuviera exento del pago del impuesto inmobiliario y de la tasa de alumbrado, barrido y limpieza, mantenimiento y conservación de sumideros por cuarenta años. 

Estos predios fueron cedidos al Club desde el año 2005 (Ley N° 1.643), en un principio parael funcionamiento del centro polideportivo y sede social de la Asociación Civil, la construcción de una escuela, un centro cultural y espacio verde. Esto no se cumplió. En el año 2012 se aprobó la Ley N° 4.270, estableciendo como destino de dichos predios la ampliación de la Sede Social del Club. Con esta ley, que en ningún momento hablaba de un Estadio Cubierto, el Banco Ciudad otorgó en el año 2014 más de 100 millones de pesos a la empresa Lugones Center S.A. para que construya el estadio que, en 2015, sufrió un derrumbe. Lugones Center abandonó la obra al poco tiempo, sin saldar la deuda con el Banco Ciudad. 

La Agencia de Protección Ambiental (APRA), encargada de otorgar los certificados de aptitud ambiental para la construcción de obras de esta envergadura, categorizó a esta obra como de "impacto ambiental SIN RELEVANTE EFECTO" al encuadrar la obra y la actividad como Club Social, Cultural y Deportivo, y no como Estadio.

Esta violación de la ley tuvo por objeto soslayar el cumplimiento de la ley N° 123 de Evaluación de Impacto Ambiental, que estipula que para un Estadio se tiene que desarrollar un procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental CON RELEVANTE EFECTO, que implica elaborar un Estudios de Impacto Ambiental y convocar a Audiencia Pública obligatoria para que la ciudadanía pueda expresar su valoración de la obra. 

El movimiento de una multitud sobre la calle Humboldt y otras calles periféricas al estadio, en un barrio tranquilo como es Villa Crespo, llevará aparejados enormes inconvenientes que van desde el caos de circulación y estacionamiento (con que tan sólo concurra con su auto el 10 por ciento de los asistentes llegarán al barrio, tres veces por semana, más de 1600 automóviles), pasando por la dificultad de los vecinos para acceder a sus domicilios de manera sencilla durante los días de show, hasta el cambio absoluto de la fisonomía barrial con la llegada de bares, restaurantes, y emprendimientos inmobiliarios de todo tipo.  Cabe destacar que el Estadio Cubierto no tendrá lugar para estacionamiento.



El gobierno más represivo de los últimos 35 años

17.3.2019


Durante los tres años de gestión de Mauricio Macri el índice de personas asesinadas a manos del Estado aumentó de manera drástica: de una cada 29 horas en 2015, pasó a una cada 21 horas a finales de 2018. El dato, brutal, es la conclusión más importante del Informe de la Situación Represiva Nacional presentado por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). “Estamos demostrando que Cambiemos es el gobierno más represivo en los últimos 35 años”, afirmaron desde la organización.
“Desde el mismo inicio de la gestión de Cambiemos –comienza el informe–, alertamos sobre el fuerte incremento represivo que vendría, a partir de la certeza de que, para cumplir el objetivo de reestructuración profunda y a largo plazo de la relación capital-trabajo que el nuevo gobierno se proponía, necesitarían echar mano de todos los recursos existentes para ampliarlos y profundizarlos e inventar nuevas herramientas represivas de ser necesario. Ese diagnóstico inicial fue correcto”.
En el curso de este año Correpi incorporó 1102 casos al Archivo de Personas Asesinadas por el Aparato Represivo Estatal, totalizando 6536 hasta diciembre de 2018, y 6564 si se incluyen 28 casos ya chequeados de 2019, ocurridos en enero y primeros días de febrero, contra los 5462 que se registraron hace un año.
La cuenta da un total de 1303 personas asesinadas por el aparato estatal durante la gestión de Cambiemos, entre el 10 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2019. La alarmante cifra representa el 20% de la totalidad de casos desde diciembre de 1983 en poco más de tres años.
El relevamiento también logró identificar un preocupante incremento de entre 100 y 150 casos de personas muertas en lugares de detención de la provincia de Buenos Aires, en el período que va de 2012 a 2015.
“La Policía de la Ciudad –destaca el informe de la Correpi– mató 43 personas en 26 meses. Casi dos personas por mes. Otro gran éxito del gobierno de Cambiemos”.

 

Violencia avalada por los funcionarios

Las imágenes y los videos que registraron la actuación del subcomisario Cristian Benítez durante la represión del fin de semana pasado, que terminó con 18 personas detenidas, dan escalofríos. El uniformado, a cargo del operativo, se destacaba también por vestir a la última moda con las nuevas tecnologías adquiridas por el Ministerio de Seguridad porteño, que no escatima recursos en armas ni equipos para la represión callejera. Uno de los dispositivos que cargaba Benítez era una cámara digital, adosada a su pecho, para registrar a los manifestantes involucrados en el reclamo por las fuentes de trabajo. Los videos lo muestran golpeando a varias personas, sobre todo a quienes filmaban la represión.
Según coincidieron voceros de la Defensoría de la Ciudad y del Ministerio Público de la Defensa, la gran mayoría de los detenidos sufrieron golpes al momento de la detención. Los artesanos detenidos fueron trasladados a diferentes lugares y después de declarar en sede judicial, liberados unas 24 horas después.
Durante la semana, el Frente de Artesanxs Unidos de la calle Defensa brindó una conferencia de prensa en la que denunciaron que “el subcomisario Benítez en los últimos ocho domingos había dado su palabra de que no iba a haber represión. Sin embargo, hay filmaciones de él rompiéndole la cara a trompadas a los compañeros y arrastrándonos por los adoquines. Nos corrieron durante cinco cuadras por la calle Defensa con la Infantería, como si fuéramos animales. Hay compañeros y turistas lastimados. El Gobierno de la Ciudad sigue sin dar la cara. ¿Dónde está? Es el único responsable de lo que está pasando”.
En declaraciones públicas, el vicejefe de Gobierno porteño a cargo del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Diego Santilli, optó por avalar el operativo. Poco después de la violenta refriega pidió que se deje trabajar a las fuerzas de seguridad y se excusó en que “la Policía de la Ciudad filma todos los procedimientos para darle un marco legal y evaluar si se actuó correctamente”.

Artesanos San Telmo: jornada contra la represión de Larreta y por el trabajo

17.3.2019

Por Alexis Cabañas

Tras la brutal represión del domingo anterior, los feriantes desalojados realizaron una jornada contra la violencia institucional. Continúan la pelea por sus fuentes laborales.

Los artesanos unidos de la calle Defensa continúan peleando porque se les deje trabajar en la feria tradicional del barrio de San Telmo. Este domingo, una semana después de la feroz represión por parte de la Policía de Larreta, realizaron una charla y exposición de fotos contra la violencia institucional.

Exigen que el Gobierno de la Ciudad garantice la regularización de todos los trabajadores y trabajadoras que históricamente trabajan en la calle Defensa y el sobreseimiento de los detenidos.

La jornada contó con la presencia del diputado porteño del PTS-FIT, Patricio Del Corro. “Ellos vienen trabajando aquí hace muchos años. El arte no es un delito como quiere imponer Rodríguez Larreta y todo el gobierno de Macri. Lo que tienen que permitir es que ellos trabajen porque son parte de la cultura de la ciudad y también porque tienen que llevar el pan a sus mesas. Repudiamos la represión y estamos acá junto al CE.PRO.DH y desde La comisión especial de seguimiento y prevención de la violencia institucional de la Legislatura porteña, presidida por la diputada Myriam Bregman", manifestó.

Además, llevaron su solidaridad Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, Familiares y amigos de Luciano Arruga, SERPAJ, el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CE.PRO.D.H) entre otras organizaciones políticas y sindicales.

En la esquina de Defensa e Independencia se realizó una charla sobre la acción represiva del Estado, de la cual participaron referentes de La Garganta Poderosa, de Correpi y otros organismos de derechos Humanos.

En las cuadras aledañas, donde los feriantes tenían sus puestos, montaron una exposición de fotos que mostraban la terrible acción de la fuerza policial, que detuvo con saña a artesanos, turistas y a gente que simplemente pasaba por ahí.

El destape de la cana porteña

16.3.2019

Por Sebastián Ortega

Las postales de la Policía de la Ciudad reprimiendo en el distrito más rico de la Argentina ofrecen un panorama cada vez más violento de la crisis de Cambiemos. Pero el desborde represivo tiene causas políticas que remiten al nacimiento y devenir de la novel fuerza de seguridad. Un mapa de los conflictos, los intereses y los ajustes policiales al calor del año electoral.

La teoría del fruto del árbol envenenado es una doctrina jurídica que plantea la invalidez de toda prueba obtenida a partir de una acción ilegítima. Todo fruto que nazca de ese árbol indefectiblemente arrastrará consigo el veneno. En el caso de la Policía de la Ciudad, en 2008, la Legislatura porteña aprobó la ley de Seguridad Pública que abrió la posibilidad para que Buenos Aires pudiera tener su propia policía. Por miedo o pragmatismo, el deseo publicitado de una fuerza transparente fue corrompido por la decisión política de entregar la conducción de la Metropolitana (antecedente de la Policía de la Ciudad) a ex policías federales con prontuario, integrantes de las fuerzas durante la última dictadura militar, espías, o efectivos vinculados al robo de vehículos y desarmaderos ilegales.

Ese “pecado original” en la génesis de la policía porteña desterró para siempre el sueño de una fuerza de proximidad moderna y democrática, como demostraron las imágenes de las últimas semanas: represión a artesanos en pleno domingo de San Telmo, cita turística por excelencia; corridas y gases contra el verdurazo de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en Constitución, con palazos a periodistas y fotógrafos incluidos; entre otras.

 

El origen de la fuerza

 

Cuando surgió la policía porteña, entre sus 52 altos mandos el 82% fueron ocupados por ex funcionarios de la Federal. Nueve de ellos habían sido pasados a disponibilidad durante la purga encabezada por Néstor Kirchner a un año de asumir la presidencia. Mauricio Macri, por su lado, eligió a un viejo conocido suyo para comandar la Metropolitana: Jorge el “Fino” Palacios, quien había sido jefe de seguridad de Boca Juniors durante su gestión del club. El nuevo jefe de policía acumulaba acusaciones por complicidad en el encubrimiento del atentado a la AMIA, un procesamiento durante la represión policial de diciembre de 2001 y vínculos con un reducidor de autos que integraba la banda que secuestró y asesinó a Axel Blumberg.

El “Fino” Palacios abrió la puerta para que entraran con él una decena de ex federales ligados a la seguridad privada. En ese grupo figuraban dos nombres que se destacarían años después: Carlos Kevorkian, futuro jefe de la policía porteña, y Ricardo Raúl Ferrón, quien como jefe de la División Operaciones Especiales Metropolitana (DOEM) comandaría las represiones en el Parque Indoamericano, el Borda y la sala Alberdi. Hoy el accionar represivo contra la protesta social ya no está al mando de una figura como Ferrón, sino de la División Operaciones Urbanas de Contención de Actividades Deportivas (DOUCAD), que históricamente tuvo a su cargo la seguridad en los partidos de fútbol en la Ciudad y ahora se ocupa del control de la calle.

El “Fino” Palacios duró apenas un mes y medio en el cargo. Renunció en agosto de 2009, acorralado por las acusaciones de complicidad en el atentado a la mutual israelí y dos meses después fue preso en la causa por espionaje ilegal a opositores. En el allanamiento a su oficina encontraron la carta de renuncia donde enunciaba los ejes de una disputa silenciosa entre el poder policial y el poder político, que casi una década después todavía permanece abierta: “la falta de autarquía” para administrar el presupuesto, la prohibición de que la policía desarrolle sus propias investigaciones internas, el manejo operacional de la central de monitoreo de las cámaras de seguridad y “el control de las agencias de policía privada”.

Marcelo Saín sostiene que la policía es la institución clave de la “baja política”: los ojos, los brazos y los sentidos de la clase gobernante. Las internas en la fuerza amenazan hoy con hacerle perder al poder político ese control.

 

Convivencia forzada

 

“Vestir el uniforme de la Federal es un orgullo”, dice Victoria, sentada en un café a unas pocas cuadras de la comisaría porteña donde cumple funciones. Nadie en el bar puede pensar que es policía. Como integrante de la brigada recorre las calles de civil, con la 9 mm en la cintura, oculta debajo de la ropa, y el chaleco celeste que dice Policía de la Ciudad guardado en la mochila por si le toca intervenir en un allanamiento o una manifestación. “Por suerte no tengo que usar el de la Policía de la Ciudad, parecen empleados de las estaciones de servicio Axion o de Burger King”, se queja.

El traspaso de la estructura de la PFA a la ciudad de Buenos Aires era un viejo anhelo del PRO que Macri no pudo concretar mientras el kirchnerismo ocupó la Casa Rosada. Pero cuando llegó a la presidencia, el proceso se puso en marcha a toda velocidad. El 5 de enero de 2016, a menos de un mes del recambio de autoridades, firmó con su reemplazante en la Jefatura de Gobierno porteño el Convenio de transferencia progresiva de las facultades y funciones de seguridad en todas las materias no federales a la capital. Nueve días después la Legislatura porteña aprobó el Convenio en sesiones extraordinarias. “Mientras más se estiraran los plazos, más capacidad de resistir iban a tener la cúpula de la Federal y del Ministerio de Seguridad nacional”, explicó en voz baja un funcionario con despacho en Avenida Regimiento de Patricios 1142.

El proceso se diseñó en dos etapas. Durante el primer año convivieron la Metropolitana y la estructura de la Policía Federal transferida. A partir de enero de 2017 se fusionaron en una nueva y única fuerza: la Policía de la Ciudad. El traspaso incluyó la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, de la que dependían las 54 comisarías de la Ciudad, la Policía Montada, la Superintendencia de Bomberos, la Guardia de Infantería y parte de las áreas de Policía Científica y de Investigaciones (Homicidios, Robos y Hurtos, entre otras). Casi 19.000 de los 35.000 efectivos que tenía la PFA pasaron a vestir el uniforme bordó de la policía porteña. No se transfirieron únicamente recursos humanos y estructura. El gobierno nacional también giró ingentes fondos. Con el fin de “consolidar la organización y funcionamiento” de la seguridad pública el presidente firmó el decreto 194/2016 que llevó la coparticipación de la Ciudad de un 1,4% a un 3,75% en un abrir y cerrar de ojos.

Hoy, la convivencia al interior de la fuerza es un campo minado. Según su origen, cada linaje de efectivos tiene un apodo que expresa la bronca acumulada en un año y medio de convivencia forzada. Los federales traspasados desprecian a los “sangre sucia” o “traidores”: ex compañeros de armas que abandonaron la fuerza cuando estaba naciendo la nueva policía porteña. Mucho menos respetan a los “metropolitangas”, como catalogan a los policías formados en la nueva fuerza, a quienes consideran policías de segunda, sin formación ni capacidad para intervenir en situaciones de riesgo.

En esa mixtura también convive un grupo menor de efectivos que provienen de las fuerzas armadas o de otras fuerzas de seguridad federales o provinciales. “¿Qué diálogo puede tener con los vecinos un gendarme o un militar? ¿O un ‘pata negra’ (como suelen ser llamados los policías bonaerenses) acostumbrado a otro tipo de trato con la gente? Acá tratás a un vecino como si estuvieras en el Conurbano y se te arma un quilombo bárbaro”, se queja un federal traspasado.

 

La sangre en el ojo de los federales

 

El desguace de la PFA en la ciudad estuvo a cargo de Guillermo Calviño, cercano a Sergio Berni, que en enero de 2016 fue nombrado jefe de la Policía Federal en la Ciudad, cargo al que renunció un año después para asumir como asesor del Ministerio de Seguridad porteño. En enero de 2017, cuando se puso oficialmente en marcha la Policía de la Ciudad, José Potocar -hombre de confianza de Calviño- se convirtió en su primer jefe. “Tiene un legajo intachable”, explicó Rodríguez Larreta, y nadie desconfió. Potocar conocía el funcionamiento de la seguridad en la Ciudad. El policía con título de abogado y formación en el FBI pasó por varias comisarías porteñas y fue jefe de las circunscripciones I y III. Su último cargo en la Federal fue como jefe de la Dirección General de Comisarías (DGC). Desde ahí controlaba las 54 taquerías de la ciudad.

Los enfrentamientos subterráneos en la Federal ya habían tenido algunos rebotes en la superficie: en marzo de 2016 la interna se había llevado puesto al jefe de la Federal, Román Di Santo, enfrentado con el sector que lideraba Calviño. Calviño y Potocar sobrevivieron poco tiempo más. El 12 de mayo de 2017, apenas cuatro meses y medio después del nacimiento de la nueva policía, fueron detenidos acusados de liderar una asociación ilícita que cobraba coimas a comerciantes y trapitos en la zona de Núñez. En el Ministerio de Seguridad Porteño y en la Policía de la Ciudad muy pocos creen en la imparcialidad de la investigación que encabezó el fiscal José María Campagnoli. “A Calviño lo podían meter en cana por mil cosas, pero esa huele a operación”, dice una fuente del Ministerio porteño.

“Le prometieron un alto cargo en el Ministerio, él hizo el trabajo sucio y luego lo traicionaron”, cuenta el oficial primero Juan José Mármol, expulsado de la fuerza por liderar las movilizaciones de los transferidos que exigen volver a la Federal. Con la salida de Potocar, la Policía quedó acéfala. Durante cinco meses la dirección operativa estuvo a cargo del secretario de Seguridad Marcelo D’Alessandro, el hombre que detenta el control real de la fuerza. D’Alessandro, un peronista amadrinado por la jueza federal Servini de Cubría, desembarcó en la administración pública porteña de la mano del ex secretario de Seguridad Juan José Álvarez. Con la llegada del macrismo al poder se hizo cargo del Tribunal de Faltas de la Ciudad. En 2013 entró a la Cámara de Diputados de la Nación en las listas del massismo, cargo al que renunció dos años después, cuando el recién asumido Horacio Rodríguez Larreta lo convocó para asumir el control político de la nueva policía.

 

Una bomba a punto de estallar

 

El nuevo jefe Carlos Kevorkian, un histórico de la estirpe del Fino Palacios pero sin comando real sobre la tropa, duró apenas unos meses más que su antecesor. A poco de asumir, estalló el conflicto con los federales traspasados. El 26 de marzo de 2018 cientos de ex-federales se movilizaron a Casa Rosada para pedirle al presidente el regreso a la PFA. Después cruzaron hasta Legislatura y finalmente marcharon al departamento Central de la Federal. El listado de reclamos incluía la degradación de los agentes que provienen de la PFA y la "deshonra" de pasar a integrar a una "policía municipal". Pero no es todo. El conflicto tiene un trasfondo económico. Junto con el personal, la Federal también traspasó a la Ciudad los aportes jubilatorios de cada uno de los 18.227 efectivos. “Ahora Ciudad no nos hace los aportes. Y toda la plata que teníamos no está más”, dice Juan José Mármol, el vocero de los federales transferidos. Mármol saca varias hojas de una carpeta. Es la sábana de aportes de Anses. Hasta diciembre de 2016 figuran los aportes que cada mes le hacía la PFA. A partir de enero de 2017 el valor es de $0,00.

Durante meses el gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Seguridad de la Nación ignoraron los reclamos. En abril, cerca de 800 de policías con el uniforme de la Federal -camisa, corbata y gorra- se formaron frente a la sede del gobierno porteño y cantaron el himno nacional. Después del escrache a Horacio Rodríguez Larreta el conflicto parecía encauzarse. Kevorkian abrió el diálogo con los policías disconformes y armaron una lista de 200 policías que serían reintegrados a la Federal. Pero el pacto nunca se cumplió. El 26 de junio, durante el partido Argentina-Nigeria por el mundial, una bomba casera explotó dentro de la comisaría 28 de Barracas. Los jefes adjudicaron el atentado a los policías rebeldes y suspendieron el diálogo. Veinte días después Kevorkian renunció a su cargo. El jefe de policía alegó motivos personales. Los policías transferidos lo celebraron como un triunfo propio.

 

Nadie pasa de esta esquina

 

Aunque el gobierno lo minimice, el reclamo de las bases con sus nuevos jefes políticos está lejos de saldarse. “Hoy no tenés ni un poli contento”, explica un efectivo transferido para graficar la relación. En el cálculo del gobierno, los disconformes no superan los 200. Para los voceros de los rebeldes se cuentan por miles. Marcelo Saín sostiene que la policía es la institución clave de la “baja política”: los ojos, los brazos y los sentidos de la clase gobernante. Las internas en la fuerza amenazan hoy con hacerle perder al poder político ese control.

Así como un "dejar hacer", el escándalo en la final de la Libertadores terminó de eyectar de la función pública al ex ministro de Justicia y Seguridad Martín Ocampo, personaje del riñón del influyente Daniel Angelici. El descontento de los que ponen el cuerpo en la calle se convierte en una olla a presión de cara a un año electoral.

En el gobierno porteño hoy prometen que no van a “transformar un reclamo social en un tema de seguridad”, pero aseguran que harán que “se respeten los derechos de todos”. Aunque, como quedó demostrado en las escenas de represión de las últimas semanas, ese “todos” incluya antes a los ciudadanos que reclaman el derecho a la libre circulación que a los que protestan en las calles. Incluso si para garantizarlo tengan que apalear, armar causas, y detener a trabajadores de prensa y de la economía popular. En un contexto de inflación y recesión y con la imagen del gobierno devaluada, la seguridad vuelve a ser el imán para retener al electorado.

 

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