“Mi hijo viene de la escuela con hambre”

14.4.2019

Por Ana Belinco

Hablan dos mamás de estudiantes de una escuela pública del Bajo Flores. Es urgente construir una gran fuerza política para dar vuelta todo. Que la plata no se la lleven los empresarios, que vaya a educación, salud y vivienda.

Empieza la mañana en la escuela. Arranca la primera reunión de familias con las docentes de séptimo grado. Empezamos hablando de lo que vamos a trabajar, a aprender con los chicos este año y la realidad entra en el aula. La escuela es eso, una caja donde resuena la alegría pero también resuena, y muy fuerte a veces, la bronca. Donde la crisis se cuela en la falta de sillas y en el recorte de alimentos en los comedores escolares.

La realidad entró en nuestra primer reunión sin pedir permiso y fue escuchada y pensada entre todos cuando Janett dijo “yo quiero contar que cuando mi hijo llega a casa lo hace con hambre porque dice que es muy poca la comida que le dan o tiene mucha salsa y esto le hace daño al estómago o me dice que los fideos están muy pegados, tan feos que los chicos no los quieren comer pese a que tienen hambre. Y esto no es culpa de la escuela sino que el concesionario debería mandar mejor calidad de carne porque la que mandan es muy dura y tiene mucha grasa y nervios y los chicos hay veces que no se la pueden ni tragar”.

“Quiero contar también que en los jardines que reciben a nenes chiquitos de dos a cinco años les están mandando alimentos que no son adecuados para esa edad. En vez de buenas papillas les mandan carne triturada o menúes llenos de salsa o milanesas muy duras que los niños no quieren ni pueden comer de ninguna manera”, agrega Janett.

La mamá de uno de los chicos de séptimo agrega que “cuando se recortó el pan había un dicho del gobierno que decía que hacían esto porque los niños estaban gordos pero yo creo que no va por ahí el problema, sino que tiene que ver con que están mandando una comida de tan baja calidad que termina siendo el motivo de que los chicos engorden. Mandan por ejemplo una papa incomible, y lo digo porque lo vimos, ya que nosotros como familia podemos entrar a ver lo que preparan los trabajadores de la cocina y sabemos que tienen que hacer magia con la materia prima miserable que les mandan para estirar las raciones para que alcancen para todos los chicos”.

Jannet dice que “le pediría al Gobierno y a todos los que están dirigiendo políticamente que piensen que la leche y el yogur en la mesa son muy necesarios, ya que nosotros como padres no podemos comprarlos porque una leche nos sale $ 50 y eso dependiendo de donde vivís. Eso sumado a que ahora nos permiten comprar sólo una leche por familia. La pregunta que me hago es por qué está sucediendo eso si Argentina tendría que tener mucha leche y mucha carne porque hasta se exporta a otros mercados”.

 

¿Y por qué crees que está pasando esto?

   Porque se están manejando mal. Con la deuda que tomaron están usando la plata para pagarla en vez de hacer cosas por las familias que lo necesitan. Familias que cada vez más tenemos que asistir a comedores y merenderos en los barrios. Estamos luchando en las calles para cambiar esto porque, por más que estemos trabajando 12 horas por día, estamos teniendo que ir a pedir a un comedor con nuestros tappers para que nos den un plato de comida por familia, pan o fruta, esas cosas que no podemos comprar porque no todos tenemos vivienda sino que pagamos un alquiler. A veces con sueldos miserables de 7 mil pesos llegamos a pagar el alquiler pero no nos queda ni para comprarnos los alimentos y la ropa que necesitamos para vivir.

Jannet asegura que “si nos mostraran la realidad de en que se gastó la plata de la deuda que tomaron, si nos dejaran ver las cuentas de en qué están usando la plata nosotros podríamos controlar lo que el gobierno está haciendo. Pero no hacen esto. En los medios sale que se usa la plata para obras pero nosotros no somos ciegos, sabemos que no están haciendo nada de eso. En la salud hay cada vez filas más largas de gente porque a mí me parece que hay recorte de profesionales tanto en hospitales como en las salitas”.

“Pienso que no se debería pagar esa deuda y que ese dinero deberían usarlo para arreglar los colegios que se están cayendo, sus conexiones de gas y agua son tan malas que siempre hay problemas de que no hay clases porque se corta el servicio y eso no debería pasar. Los maestros y profesores no están bien pagos por el trabajo que hacen y los acompañamos. Están en aulas con 30 o 40 chicos y les pagan mal siendo que son trabajadores que también tienen que alimentarse y poder alimentar a sus familias. No sólo trabajan en la escuela sino que sabemos que siguen trabajando en sus casas porque van a preparar sus clases, a estudiar porque les piden un montón de puntaje para poder trabajar más horas y eso lo tienen que hacer por fuera de su horario de trabajo”, denuncia Jannet.

Y finaliza diciendo que “al gobierno de la Ciudad y de la provincia, a todos esos políticos les pedimos que piensen mejor qué es lo que les quieren hacer comer a nuestros hijos. Los trabajadores estamos todos en la misma. Los que estudiaron un montón de años por una profesión también están sin trabajo y haciendo changuitas para poder sobrevivir porque esto no se llama vivir dignamente sino que esto es sobrevivir”.

Otra mamá del grado la escuchaba y quería hablar. Cuando Janett terminó, respiró hondo y arrancó diciendo “yo me pregunto dónde están los derechos del niño de los que tanto se habla. El derecho a la salud por ejemplo, ya que en las escuelas el Gobierno no lo tiene en cuenta porque les dan a los chicos una comida de segunda calidad. Y esto no pasa sólo en esta escuela sino en todas las escuelas de la CABA. El Gobierno nos manda una miseria, no le dan a los niños esa calidad que se merecen. De qué sirve que haya tanta propaganda en la tele o en la radio en la que se dice que el niño tiene que ser saludable si ellos no se ocupan de eso. En la escuela no está ese derecho a tomar un pan, un queso con leche, no hay eso, se recortó lo que se les daba. Les dan sólo fideos, salsa, verduras en mal estado, es lo único”.

La mamá dice que para ella “esto está pasando porque el Gobierno no piensa en la calidad de vida de los adolescentes y los niños. Piensan sólo en ellos, en su riqueza y en sus empresas, no piensan en la gente pobre, en nosotros que somos los que mandamos a nuestros hijos a la escuela pública a estudiar. Ellos piensan que los que estudiamos en una escuela pública no tenemos derecho a progresar. No falta plata, la están usando para otra cosa. Nosotros no estamos ciegos, lo estamos viendo y lo estamos palpando. La gente lo vive día a día. Bueno, el empresario toma su buen desayuno, su jugo de naranja, su fruta, a él no le falta nada pero a nosotros sí nos falta y somos los que trabajamos día a día por una miseria de sueldo”.

 

¿Y en los barrios cómo se ve que están viviendo los chicos, los jóvenes?

   Yo la verdad veo que salen de la primaria y muchos ya no pueden estudiar, dejan la escuela. Tienen que tener impulso, metas, sueños y se los están robando.

 

¿Qué pasa con esos pibes que dejan la escuela?

   Lo que pasa con esos chicos es que si logran conseguir trabajo es con un sueldo miserable que no alcanza para nada y encima tienen que trabajar un montón de horas. El gobierno dice que hay que trabajar 8 horas pero eso no es verdad porque para muchos de nosotros el trabajo es de 12 horas o más. En esas condiciones estamos trabajando hoy los chicos, los jóvenes y los adultos de nuestro barrio. Esto no da para más.

Calculan que una familia porteña gasta más de $70.300 por mes

13.4.2019

Por RedacciónEDA

Gracias a un informe del Centro de Educación Servicios y Asesoramiento al Consumidor (CESyAC) se supo que una familia porteña necesitó en el mes de marzo $ 70.351,26 pesos en la adquisición de una canasta de alimentos y servicios.

El documento deja en claro que el 77% se destina a los gastos vinculados a los servicios básicos para el hogar mientras que el 23% restante se gasta en los productos de consumo masivo. Los números son elocuentes: Alimentos y productos de limpieza, higiene y tocador, aumentaron en marzo un 4,3% en promedio, los servicios básicos un 5,30%. La variación de precios interanual fue del 58,64% y la mensual un 3,52%.

Con respecto a artículos de consumo masivo, se incrementaron los comestibles envasados (7,65%), las carnes (5,22%), las frutas y verduras (2,69%) y las bebidas (1,64%). “Dentro del rubro servicios básicos se distinguen los siguientes sub-rubros: transporte urbano –colectivos, que subió 9,10% y los combustibles (8,55%). En tanto el sub-rubro servicios para las personas registró una variación de (7,66%). En este caso, se debe mencionar el aumento en las cuotas de los colegios (18%), la telefonía celular (11,80%) en los planes relevados, acumulando un 18% desde el mes de enero del presente año, la cuota del club (8,72%) y finalmente los medicamentos (8,01%)”, establece el trabajo.

De este modo, se desprenden que una familia necesitó en marzo $ 2.345,04 diarios para afrontar los gastos mensuales; $ 538,22 son para adquirir productos de consumo masivo y $ 1.806,82 para contratar los servicios básicos del hogar.

Referentes de todas las villas de la Ciudad convocan al 7º Congreso Villero

12.4.2019

Por Redacción Nu

Es el séptimo que realizan. Será este sábado en Parque Patricios e invitan a inscribirse para sumarse.

Este viernes al mediodía,  referentes de todas las villas de la Ciudad se reunieron en las puertas de la Legislatura porteña (Perú 160) para realizar una conferencia de prensa para anunciar la realización del séptimo Congreso Villero. Éste se llevará a cabo este sábado 13, desde las 10, en la Jefatura de Gobierno, sito en Uspallata 3160, Parque Patricios.

Por esto, se abre la convocatoria al evento y quienes estén interesadxs en asistir, pueden inscribirse haciendo clic aquí. 

“Ya no se puede vivir más en los barrios con cloacas colapsadas y filas y filas de vecinxs pidiendo comida. Es hora de que echemos a este gobierno y sólo lo vamos a lograr uniéndonos”, expusieron durante la conferencia, especificando que la lucha es “por la unidad de todas las villas”, por “el derecho a la vivienda”, “la refundación de la Mesa Coordinadora de Villas”, y para “sacar a todos los que nos mienten en la cara, como el IVC y el Gobierno”.

Las y los villeros son quienes más sienten el golpe al bolsillo tras las medidas de ajuste del Gobierno de Cambiemos, y que aún siguen esperando y exigiendo la urbanización de sus barrios.

“Los barrios populares de la Ciudad tenemos una historia de varias décadas luchas y resistencias para lograr que se reconozcan nuestros derechos a la reurbanización y a la igualdad urbana. Hemos logrado que en la Ciudad cada uno de los Barrios Populares esté protegido de los desalojos y que el GCBA deba avanzar con cada una de las medidas para concretar las promesas de la integración social y urbana”, explican desde un comunicado.

Y prosigue: “También conquistamos que se reconozca nuestro derecho a decidir conjuntamente con el GCBA cómo se ejecutará dicho proceso, cómo se respetarán y garantizarán nuestros derechos. Pero las conquistas en lo simbólico y en lo jurídico no se trasladaron a la realidad. Seguimos sufriendo las consecuencias en la salud y en el ambiente de los servicios públicos informales y precarios, del hacinamiento, de la contaminación, de la inseguridad, de la discriminación, de la mala calidad habitacional, etc.”

“El GCBA avanzó con procesos de reurbanización en algunos barrios, con modelos insustentables, autoritarios y que mercantilizaron nuestros territorios. La gran mayoría de los barrios de la ciudad ni siquiera iniciaron estos procesos y se encuentran abandonados bajo la discrecionalidad de la UGIS para solucionar deficientemente algunas emergencias”, concluyen.

 

En tanto, los desafíos pendientes que se imponen son:

Lograr el conocimiento integral de todos los procesos e inconvenientes con las obras de urbanización o su ausencia, en todos los barrios populares de la Ciudad.

Construir una herramienta que pueda representar e impulsar todas las demandas de lxs vecinxs en relación con la urbanización y el buen vivir.

Un Plan de Lucha que vuelva a poner en agenda política no solo las necesidades más urgentes de las villas, asentamientos y complejos habitacionales, sino las estructurales y definitivas.

Asimismo, durante esta jornada comenzaron a debatirse temáticas que también estarán presentes en el Congreso de mañana:

1. Los barrios populares en reurbanización (villa 20, Fraga, Rodrigo Bueno, 31 y 31 bis de retiro, villa 1-11-14)
2. Villas y asentamientos abandonados sin procesos de reurbanización.
3. Precariedad del acceso a los servicios públicos.
4. El mercado inmobiliario en las villas y la situación de los inquilinos.
5. Las viviendas nuevas de los barrios populares: los Complejos Habitacionales.
6. La vulneración de derechos de lxs migrantes.
7. Espacio público y la protección del ambiente en las villas.
8. Trabajo y economía popular.
9. Mesa de síntesis con las conclusiones de las comisiones y consenso del Plan de reivindicación de derechos.

 

Congreso Villero (12 de abril 2019)

 

Desde una Legislatura Porteña vallada y custodiada por carros hidrantes, representantes, referentxs y vecinxs de todas las villas de la Ciudad de Buenos Aires convocan al Septimo Congreso Villero que tendrá lugar mañana en la puerta de la Jefatura de Gobierno de Parque Patricios desde las 10:00.

“Ya no se puede vivir más en los barrios con cloacas colapsadas y filas y filas de vecinxs pidiendo comida en los comedores populares. Es hora de que echemos a este Gobierno y sólo lo vamos a lograr uniéndonos”, expresaron en la Conferencia de Prensa.

“La historia hay que contarla en clave literaria”

11.4.2019

Entrevista a Pablo Pages, autor de Cuesta abajo, un policial negro que tendrá esta noche su presentación en el Teatro Verdi (Av. Almirante Brown 736, 19 horas) de La Boca, escenario de la novela. 

APU – ¿Cómo surge la novela Cuesta Abajo?

Pablo Pages: Borges decía algo así como que uno empieza a escribir por una pulsión, imágenes o algo del carácter de lo sensible. Y uno avanza porque nota que está bien lo que está haciendo y hay un momento crítico que puede estar sobre la mitad de la narración en donde te ponés muy nervioso porque el final no aparece y si no aparece todo lo que hiciste queda truncado. Pero casi siempre lo hace, porque uno empezó a escribir con una idea muy clara que seguramente puede tener varios finales. Y entonces uno elije y se queda más tranquilo porque sabe a dónde se dirige y escribe sin perder el tono, ni la prosa hasta que la historia acabe de la mejor forma. Pero yo no soy Borges y me pasó eso sobre la mitad del camino. Me acuerdo que se la pasé para que le pague una leída (por lo que estoy infinitamente agradecido) a Alejandro Agresti y él me contó que faltaba mucho trabajo por el medio, pero que si se hacía quedaba pipicucú. Y era así nomás, cuando me sentí tranquilo, mi tono se puso laxo y mi prosa poética se vino abajo por la ansiedad de llegar a ese gran final que había pensado. Ese fue el gran trabajo que hicimos con Camilo Sánchez, quien apostó a la novela ni bien leímos los primeros párrafos y con una pedagogía de orfebre o mejor dicho de alquimista renegado, fuimos peleando párrafo a párrafo el texto, engrosando ese medio tan conflictivo y con tantos signos de interrogación por donde se lo trabaje. En este punto o lugar fue donde tuve que mejorar la puntería a la fuerza para sostener los fraseos, la poesía y la prosa con toda la carga de intriga que eso tenía hasta el final del camino. Esta novela fue una novela iniciática y de aprendizaje.

APU: ¿Por qué la elección de una novela negra hoy?

PP: Antes del género negro existieron un montón de policiales. El tema es que esos policías o investigadores tenían una capacidad de adivinos, de científicos inductivistas, que me resultó forzada por todos lados. Quiero decir con esto algo que pienso casi como un principio: “no creo que haya policías inteligentes”, es la condición, si se puede decir humana de un policía. El policial negro trabaja con personajes que por espúreas razones fueron expulsados de la institución hace mucho tiempo. Alcóholicos, medios depre, o simplemente solitarios personajes que viven de hacer algún favor pago desde su oficina de detective privado y pueden bajar un gato de un árbol como resolver cuestiones de Estado. Pero algo me faltaba o quizá no quería que funcione así. Entonces nuestro primer personaje no es un detective, solo es un hombre de unos 60 años que la consultora en la que trabajó toda su vida lo despide. Nuestro personaje vive en La Boca y esa madrugada post-despido, sentado en la dársena, mirando el amanecer caluroso del verano descubre flotando entre las botellas de plástico el cuerpo desnudo de una joven. Por una serie de circunstancias azarosas comienza a investigar y su vida cobra el vértigo y el sentido perdidos en los setenta y ochenta como eterno estudiante de Sociología.

APU: Hay mucho de personal que contás en la obra. ¿Qué te impulsó a eso?

PP: Vivo hace mucho tiempo en este Barrio pero esto no fue la causa. Sin lugar a dudas es el Riachuelo, ese cordón de aguas contaminadas por varias razones que separa Provincia de Capital. La Boca está tan cerca de la Rosada y todas las instituciones que forman parte de la cabeza de Goliat. Es un lugar marginal que hace unas décadas vivió como un barrio porteño en su mejor momento y los procesos neoliberales que sufrió este país y que ahora sigue padeciendo hacen de este lugar la cara inocultable de la desidia con que manejamos nuestra República. El Riachuelo para mí es como el cordón neurálgico que separa por tan poca distancia lo que la generación del 80 al mando de Roca y otros como Sarmiento llamaron “civilización o barbarie”. La Boca cuando entrás por Alte. Brown se hace llamar en un pequeño monumento “La República de La Boca”. En este barrio atípico conviven viejas tradiciones de inmigrantes, con la marginalidad y las artes. No nos olvidemos de Berni y otros tantos que produjeron su obra en este barrio. Creo que es un barrio con una identidad muy fuerte. En cierta manera representa en miniatura la Argentina. Este quilombo de gente que vino escapando de las guerras y antes también para buscar esa fantasía que le vendían de progreso y terminaron soportando sus vidas en enormes conventillos que aún siguen en pie cobijando a un crisol de gente de todos lados. La identidad de La Boca es eso, la no identidad. Porque detengámonos un poco acá, que significa la identidad y para quien trabaja. Hablemos de cultura mejor y de las diferentes formas proxiológicas que tiene la misma para formar su capa de formas de música, cocina, arquitectura, etc. O sea, quiero decir que la identidad es como ese chiste de la experiencia, que te dan el peine cuando te quedás pelado.

APU: Tocas temas que aún resuenan políticamente. ¿Cómo pensaste esta relación en la novela?

PP: Porque la realidad se sigue dirimiendo por los mismos titiriteros. Hay algo de lo mitológico en la figura de Perón que la derecha no soporta. Según Barthes el mito está ahí cumpliendo una función cuando hay cosas que no se pueden explicar desde lo racional. Pero es más que esto, es un juego, claro que se puede explicar pero si lo explicamos estamos cagando el relato que de alguna manera nos pone la historia. De alguna manera, mientras en otros continentes se avanzaba con los derechos y convenios laborales acá quedábamos atrás. Perón mete, incrusta, define en la realidad todos estos avances en materia social. Y lo hace con la seguridad de un cirujano. Sabía muy bien que si alguien concretaba esas leyes iba a ser apoyado por las masas indistintas, de procedencias heterogéneas. Lo hizo y punto. Fue un gran estadista sin lugar a dudas, un mago, un gigante. Pero no iba a durar mucho el sueño de tener a una clase obrera asalariada porque la derecha de este ispa es tan fuerte y tan jodida que siempre, cada unos diez años, te tiran cualquier gobierno al tacho. La única esperanza que tenemos es la unificación del peronismo en todas sus aristas con los sectores de izquierda, porque sino la derecha va a ganar siempre y lo poco de soberanía que tenemos se va a esfumar de la noche a la mañana en una charla etílica entre algunas potencias. Pero yo soy un escritor y todo esto que dije lo cuento de otra forma. Y creo, sinceramente, que la historia hay que contarla en clave literaria.

El conflicto del laboratorio Craveri

11.4.2019

Por Marcelo “Pancho” Langieri 

El habitual sosiego de la calle Arengreen en el barrio de Caballito se vio alterado por la presencia de varios patrulleros apostados en la puerta del laboratorio Craveri. Lo que se podría presuponer era un robo o algún acontecimiento del estilo resultó ser la irrupción violenta de la policía de la ciudad para interrumpir una asamblea de los trabajadores del laboratorio y llevarse detenidos, como delincuentes, a los integrantes de la comisión interna de la planta.

 

Salvando las distancias, que no pueden desconocerse ni compararse las circunstancias, estos hechos traen a la memoria la famosa y premonitoria frase de Ricardo Balbín, entonces líder del Partido Radical, llamando como guerrilla fabril al activismo sindical de los años ’70. La asociación de la actividad de organización sindical de base, especialmente, con la guerrilla daba argumentos para el desarrollo de una acción represiva cuya verdadera finalidad era desarmar la organización del movimiento popular en todos los ámbitos y de manera especial en las organizaciones sindicales y de base.

La distancia con aquellos hechos, insistimos, es inconmensurable pero que la policía irrumpa en una asamblea de trabajadores y se lleve detenidos a los representantes gremiales constituye un atropello a las libertades democráticas de extrema gravedad que no ha cobrado la notoriedad correspondiente. Por otro lado, la denuncia realizada por el dueño del laboratorio, Juan Craveri, es una demostración de la escrupulosidad de los empresarios argentinos que no trepidan en apelar a cualquier recurso para resolver y asumir un problema que es totalmente ajeno a los trabajadores.

Un poco de historia sobre el conflicto.

El hecho que desata el conflicto, que ya se arrastraba desde unos meses atrás por el cobro en cuotas de los salarios, fue el despido de 47 trabajadores y trabajadoras. Se trata de trabajadores de las unidades de manufactura de la calle Arengreen, de la planta de hormonales de Villa del Parque y de un grupo trabajadores administrativos.

En julio pasado la firma había presentado un procedimiento preventivo de crisis ante el Ministerio de Trabajo, expediente que finalmente no prosperó. Además ofreció la opción del retiro voluntario, propuesta que no fue aceptada por los trabajadores.

El laboratorio Craveri tiene 130 años en el país, 3 plantas en la Ciudad de Buenos Aires, 400 trabajadores/as y un dueño play boy millonario.

El conflicto se desata con el despido de 47 trabajadores pero tiene antecedentes desde el mes de Junio de 2018 cuando la empresa también pide el procedimiento preventivo de crisis, con el propósito de echar a decenas de trabajadores/as. Pero la Comisión Interna (CI) y el Sindicato de Sanidad resisten estas maniobras y la Secretaría de Trabajo rechaza este procedimiento.

En octubre 2018 la empresa echa a 16 trabajadores/as del turno noche de una de las plantas intentando pagar al 50% de indemnización. Nuevamente la acción sindical mediante la lucha logra la reincorporación de los despedidos.
Ahora, la empresa echa a 47 trabajadores/as, impidiendo el ingreso de los delegados a la planta de Caballito y cuando los trabajadores burlan la pretensión patronal de impedir el ingreso al lugar de trabajo se produce la intervención policial y la detención de los delegados. Éstos son posteriormente liberados gracias a las protestas realizadas denunciando la criminalización de la protesta por parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El conflicto del laboratorio Craveri que conjuga la inescrupulosidad de la patronal con la vocación represiva gubernamental, en el marco de una grave crisis económica y social. Crisis que se está descargando nuevamente sobre las espaldas de los trabajadores.

Los trabajadores de Craveri montaron una carpa frente a la puerta de la planta de la calle Arengreen para visibilizar la resistencia que están llevando adelante frente al atropello de una industria que lejos está de atravesar una crisis. El barrio de caballito se viste de lucha y de dignidad en una Argentina que se debate entre ser una republica de cuarta o construir un presente y un futuro digno para todo el pueblo Argentino.

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