Reclamo de los residentes de la salud al gobierno porteño

1.4.2020

Mientras la pandemia de coronavirus se encamina a su pico de contagios, la asamblea de residentes y concurrentes de la Ciudad de Buenos Aires advirtió que continúan trabajando sin los insumos de prevención, como barbijos y camisolines, y que sus profesionales cumplen largas jornadas laborales, mientras el Gobierno porteño se niega a asegurarles continuidad laboral o incorporar más personal a los equipos sanitarios, entre ellos a las 1440 personas que se presionan para que trabajen de manera voluntaria.

«Las autoridades no comparten las mismas preocupaciones que el conjunto de trabajadores de la salud, que somos les que le ponemos el cuerpo para combatir la pandemia», lamentaron concurrentes y residentes en un comunicado emitido hoy tras el fracaso de la reunión que mantuvieron con el subsecretario de Planificación Sanitaria, Daniel Ferrante, y el director de Docencia e Investigación, Daniel Villa Monte.
En la reunión, que forma parte de la negociación abierta a fin del año pasado en el marco de la discusión de una ley de Residente y Concurrentes, la asamblea priorizó la emergencia sanitaria y propusieron un plan integral de trabajo, pero solo recibieron por parte del gobierno porteño el otorgamiento de viandas durante las largas jornadas laborales y el otorgamiento de un seguro de trabajo, sin que todavía se los reconozca como empleados públicos y sean contratados bajo el formato de formación profesional voluntaria.

Residencias e insumos

Respecto del trabajo que realizan los residentes –que reciben un salario durante su formación profesional–, la asamblea denunció la falta de un protocolo unificado para todos los establecimientos y la descoordinación en la organización de tareas frente a la pandemia, además de una reducción de la jornada laboral y el pago de horas extras.
Uno de los reclamos más sensibles se refiere a la falta de kits de prevención (camisolines impermeables, antiparras, guantes y barbijos), que ya había sido denunciada por los trabajadores de algunos hospitales, como el Ramos Mejía .
El gobierno porteño, por su parte, sostuvo que la falta de insumos y equipamiento se debe al «aumento de precios, el bloqueo de compras del gobierno nacional y la supuesta prioridad de algunas hospitales», denunció la misma asamblea.
Además, los residentes solicitaron que el gobierno porteño les asegure la continuidad laboral ante la falta de personal médico que evidenció la pandemia. Por el momento, las autoridades porteños solo plantearon la posibilidad de extender las residencias o otorgar futuros contratos transitorios.
La asamblea reiteró que más de 1.400 residentes están en su último año y «se encuentran prácticamente a cargo de servicios», pero en los próximos meses, en el pico de la pandemia, podrían encontrarse sin trabajo a pesar de haber sido considerados como “’héroes o heroínas’». «Su continuidad laboral a través del pase a planta permanente no sólo dará respuesta a una justa reivindicación sino que también pondrá a centenares de profesionales ya capacitados al servicio de la lucha contra la pandemia», subrayaron los denunciantes.

Sin salario y bajo presión

La asamblea también advirtió sobre el demorado reclamo de la precarización de los más de mil concurrentes –especialistas de distintas áreas de la salud– que frente a la pandemia han recibido presiones para asistir a los centros de salud sin que el gobierno porteño los reconozca con un salario.
«Hubo aprietes en servicios de algunos hospitales, instándonos a asistir a nuestros puestos de ‘trabajo’. En algunos casos, a cumplir tareas para las cuáles nos falta formación y no corresponden a las especialidades de cada profesional», advirtieron los concurrentes, quienes se mantienen con retención de tareas.
«El Gobierno prefiere prescindir del trabajo de profesionales de todas las disciplinas en medio de una pandemia, acrecentando la crisis sanitaria. Los concurrentes no son considerados personal esencial, no poseen permiso de libre circulación y muches son monotributisas que no pueden ir a sus trabajos remunerados», advirtió el comunicado.
La misma asamblea ya había denunciado en su momento que el gobierno porteño «prefiere contratar a personal externo o a profesionales que ya cumplen sus funciones dentro del hospital, pero que suman guardias exhaustivas, agotando ese recurso humano fundamental».
«Nuestro reclamo histórico, que se nos reconozca como trabajadores, nos otorgaría ficha municipal y junto con ella, le daría al sistema público de salud un recurso humano invalorable en el contexto actual de emergencia. No obstante, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le da la espalda a este colectivo, como en reiteradas oportunidades», concluyó la asamblea.

Cuando las prevenciones terminan siendo un disparate peligroso: Sitiados en un hotel céntrico más de 150 viajeros que volvían al país esperan o contagiarse o volver a sus casas

1.4.2020

El céntrico Hotel Ibis Obelisco se ha convertido desde hace diez días en una especie de campamento para aislar caprichosamente (y no por prevención, porque lo que alli ocurre es más peligroso que estar caminando en grupo por la calle) para más de 150 personas que tuvieron la mala suerte de retornar al país en medio de las medidas de cuarentena. Son múltiples las quejas que formulan quienes están enclaustrados y separados por habitaciones, pero basta con leer, por ejemplo, el comienzo de una nota en su FB de la colega Mercedes Sullivan, para tener una idea de la situación:
«Hoy transito mi 7º día de cuarentena obligatoria en el hotel Ibis Obelisco, tras retornar el pasado lunes (23/03) del exterior. Es un encierro que ha sido dispuesto de manera totalmente aleatoria por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, ya que muchos pasajeros de vuelos que llegaron antes y/o después del mío fueron enviados a cumplir cuarentena en sus casas. Parece que hay ciudadanos más inmunes al virus que otros…
Yo, que hago de la escritura mi medio de vida, hoy no encuentro las palabras para describir lo que viví en los últimos días (y sigo viviendo). Pero voy a intentarlo. Bajo ningún punto de vista intento victimizarme: sé que hay personas que la están pasando muchísimo peor, por lejos, y sé que a todos nos afecta este aislamiento. Sólo quiero visibilizar algunas cuestiones que considero importantes. De todo esto que estamos atravesando, algo tendremos que aprender. Y creo que la clave es trabajar en la empatía.
Mercedes venía de Cuba y como otros y otras argentinas que regresaban de otros países, primero tuvieron una odisea de 53 horas en el aeropuerto de Panamá y cuando después de muchas protestas lograron subirse a un avión que las trajo a Buenos Aires, comenzó el otro calvario.
«Al llegar nos engañaron de mil maneras», relata Michel Krymer, quien regresaba de México. «Nos dijeron que preventivamente nos iba a hacer un hisopado y que en función del resultado en 48 horas podríamos ir a hacer la cuarentena en nuestras casas. El hisopado recién nos lo hicieron este martes 31 y yo volví el 23, y ahora nos dicen que no sabe cuando estarán los resultados».
Las quejas de cada uno de los viajeros conciden en que todo huele a un gran negociado del Gobierno de la Ciudad con los hoteles (tanto el Ibis como el Presidente y otros parecidos están alojando a cientos de personas). En los hoteles nadie se hace responsable de nada cuando los pasajeros reclaman algo, la higiene brilla por su ausencia, la comida según los testimonios es «desastrosa» y obliga a que cada uno pida comida extra que debe abonar religiosamente.
Si a esto se le suma la ridícula campaña que algunos descolocados de siempre hacen por las redes ((mezcla de resentimiento y xenofobia barata), prácticamente condenando a quienes viajaron y decidieron volver al país , vale para iimaginarse cómo está el ánimo de estos argentinos y argentinas cuyo único delito fue querer volver a casa.
A eso se refiere Mercedes Sullivan en su fb: He leído muchísimos comentarios -e incluso creo que es un discurso que se ha intentado instalar oficialmente- respecto a que los argentinos varados en el exterior deben «joderse» por haber viajado. Nos calificaron, como mínimo, de «chetos» o «macristas». Y voy a hablar por mí, aunque sé de cientos de casos similares: no soy ni cheta ni macrista. Viajé a Cuba el 29/02 (cuando el coronavirus aún era algo muy lejano por estos pagos…) usando ahorros de casi toda una vida. No tengo casa, no tengo auto, no tengo bicicleta, no tengo casi nada material. Ahorro para viajar porque es lo que me hace feliz, me permite conocer culturas, personas, experiencias, en definitiva, lo que yo considero un aprendizaje para crecer.
Por lo demás, llueven las denucias desde el Ibis, que hablan de «pacientes con patologías de base sin cuidados básicos ni médicos: pacientes diabéticos insulino requirientes que su insulina pierde la cadena de frío por falta de refrigeración y le dan hielo. Una de ellos tuvo cuadro de hiperglucemia lo que se suma su patología cardiovascular (insuficiencia cardíaca y coronariopatía) sin respuesta por el médico. No se respetan las dietas para diabéticos ni celiacos. Una mujer embarazada sigue allí sin los cuidados básicos.
La única atención que hay para los pasajeros la da un grupo de voluntarios y voluntarias que hacen lo que pueden dentro del pandemonium que allí se vive. Pero no hay médicos, incluso cuando fueron requeridos por urgencias que se daban entre algunos de los alojados.
Otros datos a tener en cuenta y que denuncian día a día los retornados es pedir alta de control para evitar la diseminación viral y proteger a los voluntarios, «ellos usan guantes para darnos la comida y cualquier otra cosa y no se limpian ni se ponen alcohol gel transmitiendo posible microorganismo de otras habitaciones porque estamos todos mezclados».
Más testimonios indican que la falta de higiene es total. Después de 4 días vinieron a limpiar, pero la misma es absolutamente deficiente apenas pasan un trapo sucio al piso traído de otra habitación y no desinfectan ninguna superficie, con el baño lo mismo jamás limpian inodoro o lavatorio
También, y esto aumenta la angustia y la incertidumbre, hay falta absoluta de información: «ya pasaron diez días y no sabemos quién es el jefe del operativo ni cuál es la indicación con nosotros. jamás vino el responsable ni sabemos su nombre», dice otra de las alojadas involuntariamente en el Ibis.
Para poder comunicarse entre ellos, muchas de las personas se asoman durante horas a las ventanas y en una ocasión realizaron un cacerolazo o ruidazo. Esto provocó la ira de sus custodios del Gobierno macrista de la Ciudad, y a las pocas horas apareció, enfurecido, Juan Pablo Arenaza, el Subsecretario de Vinculación Ciudadana con la Seguridad, y activista del PRO y los amenazó a todos con «meterlos presos si siguen haciendo cacerolazos».
Así están las cosas para estos compatriotas condenados a la posibilidad de contagio por la absoluta impericia con que la administración macrista ha encarado las medidas preventivas. Mientras a Larreta le gusta posar junto a Alberto Fernández en las conferencias de prensa y cacarear que «en esta cruzada estamos todos los argentinos unidos para protegernos», un pedacito de la realidad son los testimonios que llegan desde los hoteles donde se maltrata a quienes sin ningún tipo de excusa se ha seleccionado para castigar. Es tan cierto esto como que varios días después que los pasajeros del Ibis arribaron al país, llegaron otros que sin pasar por hoteles ni por el hisopado fueron trasladados a sus domicilios. Algunos de ellos venían de Miami y eran amigos de funcionarios del gobierno CABA.
Comos se ve, no solo hay cuarentena de clase, entre los de clase media y media alta y los pobres que se hacinan en el conurbano, sino que gracias al macrismo, hay también viajeros retornado clase A y otros, como los del hotel Ibis y el Presidente, clase Z.

Larreta abre un centro de detención para adolescentes que no cumplan la cuarentena

1.4.2020

Por Patricio Abalos Testoni y Julieta Lalama

La medida refuerza el carácter represivo y de criminalización contra esta población. Las organizaciones de derechos humanos repudiaron esta disposición y pidieron la inmediata derogación en un comunicado, ya que vulnera los derechos de las niñas, niños, y adolescentes contemplados en las normativas vigentes.

Hace unos días el gobierno de Rodríguez Larreta estableció por la disposición DI-2020-19-GCABA-DGRPJ que el centro donde funciona habitualmente la Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida “Juana Azurduy”, durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio será utilizado para detener a los adolescentes que “muestren franca oposición al cumplimiento de dicha medida.”
La disposición de la Dirección General de Responsabilidad Penal Juvenil del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, tiene un carácter represivo que incluso va en contra de los Derechos de esta población contemplados en la Constitución Nacional, así como de las normativas vigentes a nivel nacional (Ley 26.061) como de la Ciudad de Buenos Aires (Ley 114).
Hay que tener en cuenta que estamos en un contexto donde las niñas, niños y adolescentes de sectores más vulnerables la están pasando muy mal, formando parte de familias que hoy no están teniendo ingresos; siendo estudiantes de escuelas que están dando comidas de muy mala calidad, y en general viviendo hacinados, por lo que la cuarentena es muy difícil de mantener.
Sin embargo la decisión del gobierno de Larreta no es tomar medidas para que tengan una vivienda digna, medidas sanitarias y preventivas frente al posible contagio o alimentación de calidad. Sino que se refuerza una política represiva y de encierro, que ya sabemos que siempre cae en los sectores más pobres.
Esta medida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hay que enmarcarla en un contexto represivo que está escalando en todo el país, donde se están viendo cada vez más abusos policiales y de las fuerzas de seguridad. Incluso este fin de semana se reunió Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta con el objetivo de reforzar la cuarentena en la ciudad. Esta disposición va en esa línea, criminalizando a los adolescentes en este caso, en vez de tomar medidas que protejan todos los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
Desde diversos organismos de derechos humanos, sociales y políticas se repudió esta resolución, y se le exige al gobierno la inmediata derogación de la medida, y que se tomen las medidas necesarias de inclusión social, teniendo a garantizar los derechos de las niñas, niños y adolescentes como prioridad.
Como denuncia Alejandrina Barry, diputada porteña del FIT y operadora social en sus redes:
En el comunicado suscrito por cientos de personalidades, organismos de DD.HH., movimientos sociales y territoriales y partidos políticos; se afirma que: “No existe ninguna medida que pueda ser adoptada respecto de delitos por los cuales niños, niñas y adolescentes no son punibles, como el incumplimiento de las medidas de aislamiento dispuestas.
De nuevo el GCBA confunde pobreza con criminalidad e implementa sistema penal donde debe reforzar la protección de derechos.”
A continuación reproducimos el comunicado completo:
Para los adolescentes de CABA reclamamos cuidado, no represión
Las organizaciones abajo firmantes, defensoras de derechos humanos de niños, niñas y adolescentes repudiamos la resolución del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de fecha 27 de marzo de 2020 (DI-2020-19-GCABA-DGRPJ) en la que se afecta el edificio de donde actualmente funciona la Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida “Juana Azurduy”, durante la vigencia de la medida de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, “como Residencia Socioeducativa de Libertad Restringida destinada a aquellos adolescentes que muestren franca oposición al cumplimiento de dicha medida.”
Disponer una medida de criminalización de los y las adolescentes en el contexto de la pandemia por COVID-19 resulta inconstitucional y violador de sus derechos. En este contexto en el que “quedarse en casa “no es lo mismo para todos y todas, brindar acompañamiento y contención a los y las adolescentes, frente a un fenómeno del cual no podemos brindar ni experiencia previa ni una perspectiva, es obligación del Estado.
Muy especialmente, expresamos nuestra preocupación en razón de cómo afecta esta situación a los y las adolescentes de los barrios más vulnerados, cuyas condiciones de vida y edilicias de sus hogares lejos están de cumplir con previsiones de salubridad, sumado a la falta de saneamiento de los barrios que se ven azotados además por la epidemia del dengue, la tuberculosis y el sarampión.
Las medidas de aislamiento, por necesarias que resulten, no pueden ser valoradas con la misma vara en todos los casos, los y las adolescentes, han visto afectados los pocos espacios de educación, socialización y esparcimiento con los que cuentan y sus economías familiares fueron dramáticamente limitadas.
En lo educativo, el GCBA no mejoró las cosas: los mecanismos de aula virtual adoptados, reforzaron la exclusión del ya excluyente sistema de inscripción on line que dejó afuera a más 8000 niños, niñas y adolescentes. Sin conectividad ni medios para llevar a cabo sus tareas escolares mediante un ilusorio sistema de clases virtuales, se refuerza su impotencia y se pone en evidencia la falta de diseños de políticas adecuadas a los contextos más afectados.
Ha sido atacada hasta su alimentación (es útil recordar, que la primera medida que adoptó el GCBA fue suspender las viandas alimentarias en las escuelas, antes que reforzarlas) y las fuerzas de seguridad agravaron la violencia, tortura y tratos crueles e inhumanos con los que de por sí se maneja en los barrios periféricos. Con esta medida, que afecta el sentido más elemental del concepto de protección integral, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sella su política de vaciamiento y abandono a los más jóvenes.
No existe ninguna medida que pueda ser adoptada respecto de delitos por los cuales niños, niñas y adolescentes no son punibles, como el incumplimiento de las medidas de aislamiento dispuestas. De nuevo el GCBA confunde pobreza con criminalidad e implementa sistema penal donde debe reforzar la protección de derechos.
Exigimos que el GCBA derogue la norma indicada, y refuerce las medidas de protección de niños, niñas y adolescentes en los sistemas de salud, protección contra la violencia intrafamiliar y policial, fortalezca el servicio de alimentación (teniendo consideraciones particulares para la primera infancia, la infancia y la adolescencia), ordene a las fuerzas de seguridad a actuar con trato respetuoso de los derechos y separe de su cargo a los agentes que no cumplan con su función en el marco de la protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes.
Mesa de Articulación de Niñez
Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)
ESPACIO NO A LA BAJA
ESPACIO NO A LA BAJA MENDOZA
RED ARGENTINA NO BAJA
RED SUR
Asociación Civil El Arca
Atrapamuros
Aula Vereda
C.Re.Ar-Vamos
Casanova en Movimiento
CEDIM
Colectivo de Derechos de la Infancia y Adolescencia
Colectivo Juguete Rabioso
Colectivo Memoria Militante
Colectivo No a la Baja
CTA Autónoma.
Defensa de los Niños y Niñas Internacional (D.N.I).
Foro por los Derechos de la Niñez
Fundación Che Pibe
Fundación Farinello
Fundación Emmanuel
GNRC Argentina, Red Global Regiones a Favor de la Niñez
La Miguelito Pepe.
Los Naranjos A.C.
Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos.
Niñez y Territorio

ADHIEREN:
Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora)
Norberto Liwski
Edgardo Knopoff (Jefe de Área Programática Piñero )
Alejandrina Barry diputada PTS/FIT CABA
Myriam Bregman Diputada FIT CABA presidenta de la Comisión contra la Violencia Institucional de la Legislatura Porteña
Área de Niñez Ate Capital
Consejo profesional de trabajo social CABA
Junta Interna Ate Sennaf
Junta Interna de ATE Promoción Social
Vamos, Izquierda Popular CABA
Suma Qamaña
Adriana Bordarampe
Agrupación Lucía Cullen
APIABA (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos – María Elena Naddeo
Asociación Civil Amanecer – Franco Ghiglino
Asociación Civil La Casona de los Barriletes – Leonardo Petris
Artépolis Asociación Civil – Daniel Radduso
María Florencia Gentile, ex plenarista del Cdnnya, Programa Infancias y Juventudes, UNGS.
Asociación Civil Forum Infancias
Cátedra Abierta Evita de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA – Coordinadora Felicitas Elias
Creactivar Redes Comunitarias – Eduardo Tissera
Comisión de Niñez y Adolescencia de Primero La Patria
Comisión de Salud del Instituto Patria
El Hormiguero
Foro de Instituciones Profesionales por la Salud mental CABA – Adriana Granica
APGCABA – Beatriz Perosio
Comisión de Niñez APDH – Gustavo Gallo
Colectivo Federal por la Desmedicalización de las Infancias – Gabriela Dueñas
La Boca Resiste y Propone – Maluca Cirianni
Comité Argentino de Seguimiento de la Convención por los Derechos del Niño (CASACDN) – Nora Schulman
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) – Capital – Romina Piccirillo, Valeria Pipo, Luciana Pandullo
Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas – Alicia Piatti
Dirección de Carrera de Trabajo Social FSOC UBA
USINA del Pensamiento Nacional y Popular – José Machain
Movimiento Popular La Dignidad
Comisión Directiva del Consejo Profesional de Graduados en Trabajo Social
Programa Abogados de Infancia y Adolescencia (PRABIA)
Casa Tasso – Centro de Investigación y Comunicación Popular en Salud (CICOPS)
Asociación Civil Bitácora – Giselle Méndez
Observatorio Contra la Inseguridad y la Violencia Institucional (OCIVI) – Verónica Hernández
Nueva Mayoría en el Frente Patria Grande – Mora López
Movimiento Popular La Dignidad
Red de Construcción Ciudadana – Silvia Jadur
Asociación Civil Conceptos Sencillos- Valeria Leiva
Red Iberoamericana de Trabajo con Familias – Juan Antonio Ciliento
Equipo Docente Sede Fines EEM Nº 6 DE 5 – Villa 21/24
Trabajadorxs de CAINA
Colectivo Educadoras de Villa 21/24 y Zavaleta
Observatorio de Políticas Públicas del Seminario de Integración Materno infantil de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Jorge Rachid
Calisa Nutrición – Miryam Gorban
ATICO Cooperativa de Trabajo en Salud Mental
Asociación Argentina de Educadoras/es Sexuales (AAES)
Campaña Nacional Contra Todo Tipo de Violencia en la Infancia y Adolescencia
Sara Josefina González (Vpte. de Consejo Profesional de TS. CABA) – Judith Barchetta (Pro Secretaria General del Consejo profesional de TS) – Lorena Guzetti – Miriam García).
Lista de Maestres y Profesores
Bachi Bajo Flores.
Red de Docentes Familias y Organizaciones del Bajo Flores
Flores Solidario
Marcelo D´Ambrosio.
Vecinos libres sin Fronteras del Playón de Chacarita
Mesa abierta por la urbanización del Playón de Chacarita
Raquel y Jorge Witis
Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte
Somos Barrios de Pie
Merendero las Pulguitas
Merendero Unidos por una sonrisa
Comedor Esperanza
Observatorio DDHH Comuna 7
Melina Mabel Ghione, abogada de niños, niñas y adolecentes
María Paula Rodríguez , Atropóloga social
Trabajadores del Programa Puentes Escolares, Ministerio de Educación (GCBA)
Corriente Nacional René SALAMANCA CCC-ATE
Lista Roja Proyecto Colectivo agrupación de graduadxs de Trabajo Social CABA
Ate desde Abajo
Y siguen sumándose firmas…

Así se vive la cuarentena en el Hotel Gondolín, hogar de 47 travestis y trans

1.4.2020

La cuarentena obligatoria encontró unidas y organizadas al colectivo de trans y travestis que viven en la pensión de Villa Crespo. En una charla cuentan cómo se cuidan frente a la amenaza del coronavirus, qué necesitan para pasar estos días y cómo se las puede ayudar.

Marisa llegó al Hotel Gondolín en el año 2006 al recuperarse de una internación de ocho meses en el Hospital Muñiz, de donde los médicos pensaron que no saldría con vida. Hoy tiene 62 años y hace catorce que vive en la histórica pensión de Villa Crespo junto con otras 46 compañeras travestis y trans. En el hotel pasaron muchas, muchísimas cosas, pero nunca antes una pandemia mundial.
“Es la primera vez que vivo algo así, y eso que viví muchas cosas, feas feas, historias de dictaduras, los militares…”, cuenta Marisa. Mamá Marisa. Abuela Marisa. Depende quién la nombre. “Por supuesto que la cuarentena afectó a muchas de las chicas que son trabajadoras autónomas, independientes, y ahora que no pueden salir se quedaron sin ingresos. Están preocupadas, no tienen ahorros, viven el día a día, ¿viste? No saben bien qué hacer pero igual cumplen las medidas. Es así”.
Para Marisa, la cuarentena comenzó el domingo anterior a que fuera declarada de manera obligatoria. “Yo me tengo que cuidar más que nadie por mi edad, porque tengo problemas crónicos, un solo pulmón y soy VIH+”. Mientras charla, a través del teléfono se escucha la TV encendida y una noticia de fondo: otra muerte por COVID-19. Lo único de lo que se habla por estos días. “Mi temor viene por ese lado, se escuchan muchas cosas de este virus, así que me lavo las manos a cada rato, con mucho jabón, casi un minuto, con alcohol también, querida, y limpio mi placar y mi habitación con lavandina y detergente”. Después, se va a dormir una siesta.
Actualmente, el Gondolín está recibiendo mercadería de parte de distintas organizaciones, del gobierno, y de amigxs y vecinxs del barrio. “Esta medida nos afecta igual que a todxs”, manifiesta Zoe López García, la presidenta de la Asociación Civil, figura legal que tomó el Gondolín y que formalizó la organización de las mujeres trans y travestis que viven en sus habitaciones. Zoe, que hace 24 años vive en la pensión, es consciente de que ahora tienen que cuidarse al máximo. “Esto nos une como humanas, pero nos perjudica mucho económicamente”.

Cuarentena en prisión preventiva

Si para muchxs la cuarentena recién empieza, para Luz Aimé Díaz es un tiempo indefinido, continuo, que ya alcanza los dos años. “A la tía Zoe le encanta cocinar. Prepara de todo y en grandes cantidades porque somos 47 y hay algunas muy comilonas”. Acusada injustamente por un delito del que su defensa asegura que no formó parte ni tuvo conocimiento, Aimé (como le dicen en el hotel) pasa los días entre las paredes azules del edificio de Villa Crespo.
A mediados de los ‘90, el Gondolín era una pensión que rentaba piezas carísimas a muchas chicas trans que se ganaban la vida en la calle y apenas vivía con lo justo. Hasta que un día dijeron basta. Se organizaron, hicieron una denuncia y cayó una inspección que clausuró el hotel… con ellas adentro. Desde ese día, tomaron el hotel que ahora es su casa y hace más de 15 años lo administran de manera autogestionada.
“Hay días que estoy bien y hay días que no estoy bien. Los días que estoy bien, tengo ganas de hacer cosas. Lavo ropa, me pongo a limpiar, me hago las uñas, charlo con las chicas”, cuenta Luz. “Pero cuando estoy mal, no tengo ganas de hacer nada y me quedo adentro, en mi pieza, y no salgo en todo el día”. Luz llegó de Salta a Buenos Aires y comenzó a estudiar en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis con la intención de conseguir nuevos trabajos. Unas agresiones transodiantes que sufrió a temprana edad la dejaron con un problema de visión severo y por ese motivo le otorgaron el arresto domiciliario.
“Honestamente, es un embole estar dos años encerrada sin hacer nada práctico. Yo quería estudiar, seguir yendo al Mocha y terminar el secundario”. Debido a las medidas tomadas por el gobierno ante el avance del COVID-19, el juicio de Luz, que había sido postergado desde febrero para el 3 de abril, quedó nuevamente en suspenso. “Le pregunté a mi abogada y me dijo que no hay nueva fecha porque lo del coronavirus es medio indefinido”.

El día a día en el Gondo

A Aimé no la asusta el coronavirus. “Aunque dicen que es peligroso. Estoy tranquila, me siento protegida por las chicas y por mi psicóloga y psiquiatra que vienen a dejarme la medicación y que me ofrecieron hacer video llamadas”. Otras cosas de la rutina sí cambiaron: no se comparte el mate, tampoco se prestan los labiales. “Algunas tuvieron que dejar sus trabajos y venían con lo justo. Están asustadas. Pero no sale ninguna, les prohibieron salir”.
Zoe se disculpa por no haber contestado antes: estaba cocinando. “Es el momento de contención con las compañeras. Y es cierto lo que dicen, me encanta cocinar. Yo preparo los almuerzos. Comemos todas juntas en los mesones del patio y tenemos reuniones diarias para poder gestionar pedidos o recibir donaciones. Abastecer al hotel es la prioridad de todas acá”.
Ahora: buñuelos con miel. Mientras, otras hacen collage. “Todo el tiempo hay algo para hacer. Las chicas hacen dibujos, están pintando, otras están haciendo manicura. Siempre está pasando algo”. A pesar del entusiasmo, Marisa se cansa. “Yo ya estoy grande. Esta es mi casa, recibo mucho cariño, pero soy grande. Y tenemos algunas necesidades además de lo económico. La principal es estar informadas acerca del virus y lo que pasa en el país. Después, un profesional capacitado para guiarnos en cómo guiarnos durante o después, cuando esto termine”.
Marisa vive de una pensión por discapacidad que obtuvo 5 o 6 años atrás, no recuerda muy bien. “Siempre fui pobre. Ahora llevo mi rutina de medicación, me alimento bien, trato de descansar. Ya estoy grande…”. Repite como un mantra ya estoy grande, ya estoy grande, ya estoy grande. “Me encantaría conseguir un subsidio habitacional para poder alquilarme una habitación sola en algún otro lugar, llevo muchos años acá, y me gustaría hacer mi vida y descansar definitivamente. No tengo palabras para explicar lo que coseché en el Gondolín, el amor y el cariño que recibí, jamás dejaría de venir a visitar a las chicas, son mi familia. Pero llega un momento en que se necesita algo de soledad”.

Una red solidaria: ser ayudadxs para poder ayudar

Desde la Comisión por la Absolución para Luz aseguran que en el Gondolín están bien. “Las chicas están pidiendo donaciones de alimentos, de elementos de higiene, no dinero, y los reciben en el Gondolín”, cuentan.
Higiene y alimentación: esos son los dos pilares que las compañeras consideran más importantes para poder pasar este momento, explica Zoe. “Necesitamos carnes, verduras, agua, artículos de limpieza personal, sábanas y frazadas. “Cuando nos traen la mercadería, armamos bolsas para las chicas que están afuera y para las que están en otros hoteles”.
“Yo propuse eso”, confiesa Marisa. “Así como acá yo recibí amor y encontré una familia, sé que afuera hay chicas que están necesitando comida, que se quedaron sin trabajo y tienen mucho estrés. No solo armamos bolsas de mercadería, también ayudamos haciendo un trabajo de contención por WhatsApp y redes sociales”.
En este sentido, también el bachillerato Mocha Celis comenzó una campaña para ayudar a lxs compañerxs travestis-trans en esta situación de riesgo habitacional, de recursos y de salud. “Esta colecta es para compañeras de otros hoteles que están dispersas por la ciudad y notan organizadas. Igual estamos en contacto permanente con el Gondo para estar al tanto de sus necesidades y atentas a que no les falte nada para cubrir sus necesidades más urgentes”, expresa Andrea Alcalde, docente de Proyecto Formativo Ocupacional en el Bachillerato.

Para ayudar al Hotel Gondolín

Para donaciones dirigirse a Aráoz Nº 924 Villa Crespo dentro de lo estrictamente permitido por la cuarentena.
O comunicarse con:
→ Marisa: 1167835833
→ Zoe: 1132762955

Para colaborar con el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis

Las posibilidades de colaborar son dos:
– Como Amigue Donante, haciendo una colaboración única e irrepetible de $100 (monto sugerido) para sostener la compra de artículos de primera necesidad para lxs compas.
– Como Padrine/Madrine de Urgencia, llevando los artículos a unx compa cerca de tu domicilio, dentro del protocolo estrictamente permitido por la cuarentena.
Si te interesa ser Madrine/Padrine de Urgencia, escribinos al 011 6353 2927 o al 011 6443 6950
Para donar, los datos son:
Caja de Ahorro $ 000000300203558568
CBU: 0290030810000035585689
Alias: maryanne86
Titulares: Procachini Maryanne
CUIL: 20325534606
Una vez hecha la transferencia, envianos un mail con el comprobante a cooperadora@bachilleratomochacelis.edu.ar

¿Cómo explicás hoy Cromañón? Una lectura de El día que apagaron la luz de Camila Fabbri

1.4.2020

Por Florencia Pereyra

La novela de Camila Fabbri pone en la lupa de la memoria lo ocurrido en Cromañón, en 2004, a partir de la reconstrucción de la vida de las y los adolescentes de ese momento. Sus juventudes interrumpidas van y vienen entre un pasado y un presente que necesita de la palabra para narrar un trauma generacional y reescribirlo desde una nueva óptica.

“Cuando tenía quince años fui a ver a Callejeros a uno de los tres shows que dieron en República Cromañón. La noche siguiente, una bengala flúor llegó al techo y se apagó la luz. Lo vi por TV.” Así comienza el posteo de Instagram donde Camila Fabbri, escritora, dramaturga y actriz, presenta la tapa de su último libro, El día que apagaron la luz, editado por Seix Barral a fines de 2019. Una “novela de no ficción”, siguiendo sus palabras, que narra su propia experiencia como la adolescente que fue y como parte de esa generación que vio la muerte de cerca una noche de verano de 2004.
¿Por qué “no ficción”? Si bien no es un término nuevo en el mundo literario, Fabbri lo actualiza al tomar un hecho reciente de nuestra historia, y saliendo de su voz única, recopilar testimonios de chicos y chicas, hoy hombres y mujeres, que sobrevivieron a la tragedia en más de un sentido: amigos, familiares, testigos, padres. Forma un relato coral, donde todas las voces repasan lo vivido y lo perdido; desde dónde estaban en el momento que se enteraron del hecho, hasta cómo lo pudieron -o intentaron- atravesar.
Hay, al mismo tiempo, una pintura de época: la vida antes de la masificación de las redes sociales, jóvenes que se comunicaban por fotolog o teléfono fijo, apenas algunos celulares para mensajes de texto, y sobre todo, lo que por mucho tiempo fueron “tribus urbanas”: floggers y rollingas, toda una estética particular en cada uno, una forma de presentarse al mundo y refugiarse en la música. De hecho, la novela tiene una banda sonora bien concreta, la de la escena del rock nacional de aquel entonces: Los Piojos, Los Gardelitos y Callejeros a la cabeza, con algunos fragmentos de canciones de estos últimos esparcidas en el relato.
Entre lo social y lo individual, las imágenes más potentes del libro van de la cercanía a la extrañeza: paredes de un cuarto adolescente lleno de posters, garabatos y frases, la explosión de los cuerpos en el noviazgo, las sensaciones de vértigo y ansiedad ante el encierro que se describen de un modo crudo y poético al comienzo de la novela, que acompañan al día de hoy a la autora; y, tal vez la más impactante del relato, el cuadro indescriptible de Julia, que perdió a su novio y un amigo en esa noche.
“Desde esa noche, muchos amigos alcanzamos pensamientos que están relacionados con la noción de los finales. De lo interrumpido. Nos apropiamos de esas ideas. Van con nosotros a todos lados como satélites marchitos. Teníamos catorce, quince, dieciséis y tuvimos que vivirlo sin entender del todo.”
“¿Cómo le explicás hoy Cromañón a un chico de quince años?” dice una de las voces que presenta Fabbri. Esa pregunta resuena más allá de la edad concreta que señala. No se termina de entender un hecho así, cuerpos jóvenes muertos en la vereda como supieron mostrar los noticieros y las imágenes de archivo, ahora parte de la memoria colectiva. Pero también, ahora inscripto en este texto reciente de la nueva narrativa (¿joven?) argentina, en donde Camila Fabbri ocupa un lugar esencial.
En su novela, esta memoria coral no pretende hurgar en culpas que los procesos judiciales en torno al hecho ya dictaminaron; tampoco hay voces de las caras más “conocidas” y asociadas a él. Independientemente de eso, que se menciona apenas en los testimonios recopilados, cada aporte individual resuena como una voz y como una vida concreta (con capítulos que llevan nombres como título), y sin embargo, claramente perteneciente al gran mapa social que configuran todos aquellos que vivieron Cromañón de cerca.
Durante y después de la lectura, resulta difícil no pensar en la experiencia actual de ir a un recital: pequeño o masivo, donde luego de dejar afuera hasta una botella de agua, mostrar la mochila o el bolso y dejarse “cachear”, las pantallas indican protocolos de seguridad, modos de evacuar, equipos de asistencia con los que cuenta el evento. Pasaron años, la idea de que uno puede morir cuando se busca el ritual de la música en vivo no desapareció del todo (la vimos en Olavarría, en fiestas electrónicas recientes) pero no está presente con el impacto que nos recuerda cada fin de diciembre. Parte de ese impacto dejan las palabras de Fabbri, que son al mismo tiempo un texto colectivo y una reconstrucción necesaria.
*Además de estar en venta en librerías, hay dos capítulos de la novela que se encuentran disponibles en internet:
El comienzo en: https://www.bigbangnews.com/palabras/a-15-anos-de-la-tragedia-de-cromanon-el-dia-que-apagaron-la-luz-2019123024028
Otro capítulo en: https://laagenda.buenosaires.gob.ar/post/189899542695/el-d%C3%ADa-que-apagaron-la-luz
También…
En el podcast Sobrevivir y contarlo, de la plataforma Congo, hay un episodio dedicado a Cromañón, donde Martín y Sebastián, dos hermanos que sobrevivieron a la tragedia, cuentan su historia: uno salió caminando, el otro en coma. Disponible para escuchar en la web oficial y en Spotify.

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