#QuedateEnCasa… ¿en qué casa?

15.5.2020

Por Sofía Spinelli

El derecho a la ciudad, como derecho social, transforma a nuestras ciudades en territorios en disputa, contra aquellos que nos intentan desterrar de una necesidad tan básica como la vivienda.
El COVID-19 constituye una venganza de la naturaleza por más de cuarenta años de grosero y abusivo maltrato a manos de un violento y desregulado extractivismo neoliberal (David Harvey).
Históricamente, las epidemias cuestionaron los modos de vida y configuraron la forma de las ciudades. Hoy, el COVID-19 se traduce en urbes vacías a causa de las cuarentenas impuestas por los gobiernos, aislamiento para el cual es necesario no sólo una vivienda, sino la infraestructura básica que debe acompañarla.

Cuarentena en la calle y viviendas vacías

La cuarentena que vivimos requiere de condiciones de hábitat que no existen para toda la población. Esta realidad puede ser un puntapié para la reflexión sobre las muchas falencias que presentan las políticas públicas habitacionales. Se está atacando una de las fases del COVID-19, el contagio, que, de no controlarse, desbordaría todo el sistema de salud.
Si trasladamos esta idea al campo habitacional, nos encontramos con infinitos parches que no logran evitar el desborde. Según el informe realizado por la comisión de Ciencias Sociales de la Unidad Coronavirus COVID-19, la principal dificultad para el acatamiento de la medida de aislamiento es la falta de espacio en las viviendas y las condiciones de hacinamiento en villas de emergencia, hoteles y casas ocupadas.
Mario Testa, salubrista argentino contemporáneo, afirmó que nuestro país es un cementerio legislativo. Esta idea se refuerza cuando nos encontramos con que el derecho a la vivienda no solo es parte de la Constitución Nacional (artículo 14 bis), sino también del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (párrafo 1 del artículo 11), que tiene rango constitucional. Otros documentos internacionales a los que adhirió la Argentina, como La Nueva Agenda Urbana de Hábitat III-ONU, son simplemente una demostración de que la legalidad de un papel, o la lista de deseos que aparentan estos documentos, no dan cuenta del problema al momento de la proyección de políticas públicas.
La imagen de la Ciudad de Buenos Aires hoy es antagónica. Solo en ella hay 7.251 personas en situación de calle, unas 66 mil personas viven en piezas de hotel, pensiones, inquilinatos, conventillos o construcciones no destinadas a la vivienda, con malas condiciones edilicias y muchas de ellas en riesgo de desalojo por el Gobierno de la Ciudad, en un estado de incertidumbre que debería considerarse un problema político. Según la Encuesta Nacional de Hogares del 2018, existen 365.000 hogares con déficit habitacional -construcción incompleta-, con materiales precarios o con hacinamiento. En el otro extremo nos encontramos con 138.328 viviendas ociosas, es decir, vacías. Entre 2005 y 2018 se construyeron más de 195 mil viviendas, de las cuales más del 50% son suntuosas y lujosas. Estos indicadores demuestran las fuertes desigualdades sociales que atraviesan a nuestro país.
Para hacer frente a la pandemia primó la construcción de espacios destinados al uso médico, como unidades sanitarias móviles y hospitales modulares, para lo cual otros espacios como parques ecológicos, polideportivos, centros recreativos, clubes y complejos gremiales están siendo reconvertidos en centros que puedan dar soporte al sistema de salud. No negamos la necesidad de tener la infraestructura sanitaria para enfrentar el peor de los escenarios, pero ¿qué estamos atacando con las políticas públicas? Si la cuarentena es un pilar fundamental, también lo son las condiciones en las que vive la población.

El desborde

La crisis sanitaria que enfrenta el país generó las condiciones de oportunidad para visibilizar problemas crónicos de nuestras ciudades, problemas que hace más de un siglo están pendientes de resolución. Desde el gobierno nacional se anunciaron medidas de congelamiento de alquileres y suspensión de desalojos por 180 días hasta el 30 de septiembre. Quién no pueda pagar no podrá ser expulsado del inmueble durante ese lapso, aunque acumulará una deuda que después le podrá ser exigida (Decreto 320). Las medidas de emergencia, más allá de ser necesarias, no resuelven la causa del problema.
Si la norma indica que debemos quedarnos en casa, ¿qué pasa con todas aquellas personas que se ven confinadas a espacios inadecuados?
En los últimos días vimos una explosión de información sobre aquellas personas que se consideraban “lo otro” dentro de la ciudad. Existen límites que configuran espacios ajenos para la propia ciudad, podríamos llamarlos espacios subalternos. Son esos sectores dentro de la misma ciudad que no se reconocen, que históricamente fueron parte de lo que había que erradicar. Las villas fueron noticia una vez que el virus había logrado traspasar aquel límite invisible – para algunos-.
El acceso a una vivienda adecuada es un problema que no está siendo atacado en ninguna de sus causas y desbordó cualquier tipo de sistema de contención. Los subsidios habitacionales, los programas de “Prevención del Frío” y los paradores son insuficientes. Los desalojos dejan familias enteras en la calle que pasan a ser usuarios de los programas recién nombrados. Son expuestos a una situación de vulnerabilidad sin una solución definitiva para su problemática habitacional. El parche que representan estas políticas públicas se retroalimenta con las mismas acciones del gobierno. En muchos casos, la cuarentena implica que cohabiten cinco personas en una única pieza o a estar encerrado con una persona violenta, a vivir sin agua ni cloacas o a vivir con la incertidumbre de un desalojo inminente. Y, en el peor de los casos, no poder realizarla por estar en situación de calle. ¿Qué pasa con todas estas personas en la cuarentena?
La Defensoría del Pueblo, en el transcurso del 2019, intervino en un total de 43 desalojos, 22 de los cuales ya se llevaron a cabo afectando a 131 grupos familiares. Durante los últimos 18 meses, en el barrio de la Boca se llevaron a cabo 117 desalojos, mientras que están en curso otros 132. Con relación a los paradores, Horacio Ávila, integrante de la Asociación Civil Proyecto 7, en una entrevista con La Izquierda Diario afirma que de las 7.251 personas en situación de calle, 871 son niños, niñas y adolescentes, y que del total, 4.300 están en situación de calle efectiva, es decir, sin acceso a ninguna política estatal. En los paradores, cumplir con los requisitos sanitarios es casi imposible: los baños son colectivos, los dormitorios y los comedores también. Evitar así el contacto o que haya una persona por metro cuadrado es irreal.
Convocar a voces del territorio que nos permitan tener una mirada real sobre lo que está ocurriendo fue una necesidad a la hora de analizar las problemáticas habitacionales en el contexto de la cuarentena.
La solución para los barrios populares es el aislamiento comunitario. Felipe Mesel, abogado especialista en temáticas urbanas, afirma que más allá de que “el Ministerio de Desarrollo Social concibe el aislamiento comunitario desde una lógica de evitar que la precariedad habitacional impacte negativamente en la salud de la población, las fuerzas de seguridad reversionaron ese aislamiento en un ‘no salgas de tu barrio’ y con un sesgo represivo. Ha habido denuncias en algunas villas, como el Playón de Chacarita, donde no los dejan salir, el aislamiento comunitario significa ‘anda a tu negocio de cercanía dentro de la villa’. La realidad es que no están todos los negocios dentro de la villa, hay que salir necesariamente para abastecerse”. La capacidad de acceso a los servicios necesarios para cumplir la cuarentena, ya sean alimentarios o bancarios, se encuentra directamente vinculada a la localización y el contexto habitacional. Los desafíos frente a la cuarentena no son siempre iguales: “hay un prejuicio de que los sectores populares que viven en villas no están bancarizados porque todo su circuito de economía sucede en la informalidad. Eso, en parte, es verdad, pero se toman de esa parte de la verdad para no encargarse de la otra parte que no tienen medios para llegar a los servicios bancarios.” continua Mesel.
“Las organizaciones estamos cumpliendo un rol de prevención de salud pero lo que más apremia es la comida. Las familias se acercan, las vecinas se ofrecen a cocinar porque saben que hay muchísima necesidad en el barrio, entonces rompen la cuarentena porque priorizan esa necesidad y, por otro lado, hay colas eternas en las escuelas para un bolsón de mercadería, o en los cajeros para cobrar el bono que les paga el gobierno o para venir a buscar un plato al comedor. El aislamiento también se rompe por eso”, afirman desde el FAR (Frente Arde Rojo) de la organización Marabunta.
Desde el Ministerio de Desarrollo Social se propuso “El Barrio Cuida al Barrio” que convocó a que las organizaciones sociales sean quienes otorguen los espacios para colaborar con el aislamiento preventivo. De esta forma, los centros comunitarios funcionarían como centros de aislamiento y centros de prevención que entreguen productos de limpieza y mercadería, y se los proveería de cierta infraestructura para alojar a la gente. Desde el FAR afirman que la realidad en el territorio es otra: “Para nosotras eso es un problema en varios sentidos. Nuestros centros comunitarios tienen una infraestructura más o menos similar o igual al resto del barrio, el servicio de agua no es bueno, no tenemos duchas ni la infraestructura básica que se necesita para estos casos. El Estado debería ser el responsable de garantizar espacios para la cuarentena. Nosotras podemos cumplir un rol de organización en el territorio, de organización de la demanda y de colaboración con los vecinos y, muchas veces, llegar a información que tenemos de las familias a las que el Estado no llega. Ese es nuestro rol, no cubrir los baches del Estado. Los espacios no están preparados para alojar personas en condiciones delicadas de salud, deberían abrir las escuelas o los polideportivos si quieren generar centros de aislamiento.” Por otro lado, afirman que “desde que empezó la cuarentena no nos dieron ni un centavo de más, no aumentaron la mercadería ni productos de limpieza. En algunos municipios hay comités de crisis que relevan todas las necesidades pero no nos dan recursos. Lo único que mantenemos en funcionamiento son los comedores, merenderos, la entrega de comidas. Se triplicó la demanda en los comedores pero no hubo aumento de mercadería por la situación de crisis”.
Los subsidios habitacionales hoy son sólo para gente en situación efectiva de calle, el riesgo de desalojo ya no es un factor de ingreso. Clara, del Ministerio Público de la Defensa, relata que “históricamente el subsidio se podía cobrar si estaban en calle o en riesgo de desalojo. Desde hace dos meses eso cambió”. Por otro lado, en relación a la documentación que tienen que presentar, la flexibilización es mínima: el caso de los informes que realizan las trabajadoras sociales es preocupante: “en un 99% de los casos, los informes sociales que presenta la gente son de los servicios de los hospitales o de los centros de salud. Hace unos años aceptaban informes de la parroquia, pero ahora principalmente tienen que ser de organismos del Estado y lo que la gente tiene más cerca son los centros de salud, no hay muchos más lugares donde haya trabajadoras sociales”. Exigirle a uno de los grupos más vulnerados socialmente que se acerque a un espacio sumamente riesgoso para la obtención de un informe social va en contra de las medidas generales de prevención contra la pandemia.
Hoy está más claro que nunca que el derecho a la vivienda y la salud son dos caras de la misma moneda. David Harvey afirma que el avance del COVID-19 exhibe todas las características de una pandemia de clase, género y raza, adoptando un abordaje interesante que visibiliza aquellas inter seccionalidades que representan opresiones, violencias o privilegios que tenemos como sujetos dentro de un contexto social determinado. Más allá de la existencia de un discurso de “somos todos iguales frente al coronavirus” existen condiciones específicas, como son los casos relatados más arriba, que hacen que esta premisa sea no solo insuficiente, sino naif.
Vivimos en ciudades llenas de desigualdades, que han nacido a partir de la concentración geográfica y social del excedente de capital. “La urbanización ha sido siempre, por tanto, un fenómeno relacionado con la división de clases”, tal como afirma Harvey en Ciudades Rebeldes. La sociología, la geografía y el urbanismo logran explicar, a partir del extractivismo urbano, el sistema complejo en el que la consolidación de los centros urbanos como estructura fundamental dentro del capitalismo, ha transformado a nuestras ciudades en territorios puramente destinados a la producción mercantil. Las grandes infraestructuras de consumo como los grandes centros comerciales, los paseos de compra, las grandes obras de infraestructura en barrios de alto nivel adquisitivo, que tienen por objetivo la reproducción de este modo de vida capitalista, quedan hoy ante el aislamiento completamente obsoletas, demostrando su inutilidad en tiempos de emergencias y su falta de necesidad real a nivel social. El derecho a la ciudad, como derecho social, transforma a nuestras ciudades en territorios en disputa, contra aquellos que nos intentan desterrar de una necesidad tan básica como la vivienda.
Pero dentro de la ciudad “formal” existe un abanico de viviendas informales invisibilizadas, que son las casas tomadas, las pensiones, los hoteles, los inquilinatos, en condiciones de precariedad gravísimas y que no poseen una estructura de organización colectiva que brinde soporte. “Más allá del Decreto 320 siguen existiendo denuncias a la Defensoría del Pueblo por intentos de desalojo y la gran mayoría de las amenazas de desalojo son contra la población trans. Más allá de estar reflejados en el Decreto que sacó el Gobierno Nacional, el problema es el control en estas situaciones, muchos de ellos no tienen contrato escrito. Quienes no se ven afectados por la normativa son las viviendas tomadas, estos son casos más complejos de abordar”, relata el abogado Felipe Mesel. La población de esta ciudad paraestatal, que está en el límite entre lo informal y lo formal, queda por fuera de toda política.
Existe una idea hegemónica sobre la vivienda como un bien de mercado que ha logrado desterrar del imaginario colectivo el derecho social que en realidad representa. En este contexto, la importancia que tiene el aislamiento, su consecuencia en el hábitat y los desafíos para poder configurar políticas públicas para aquellas poblaciones en situaciones vulneradas, resaltan la idea de que sin vivienda adecuada no hay ciudad posible. Quedan por responder algunas preguntas: ¿existirá a partir del COVID-19 una nueva configuración urbana? ¿Conseguiremos a partir de esta epidemia construir ciudades más justas? Esperemos que este sea un punto de inflexión.

*EN EL BAJO FLORES HAY MANZANAS ENTERAS SIN SUMINISTRO DE AGUA DESDE JUEVES 14 DE MAYO*

14.5.2020

En el marco de los resultados desalentadores de la propagación de la pandemia en los barrios populares, denunciamos que en Barrio Padre Ricciardelli (ex villa 1-11-14) el servicio de agua se encuentra suspendido en numerosas manzanas impidiendo a lxs vecinxs adoptar las medidas mínimas de higiene. La suspensión del suministro se prolonga en por lo menos diez manzanas desde el día de hoy al mediodía cuando lxs vecinxs reportaron que se habían quedado sin agua.
A partir de los reclamos, desde la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS)- del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se informó que se habría roto un caño, aunque no brindaron precisiones acerca de cuánto tiempo demoraría su arreglo, ni si estaba siendo efectivamente arreglado.
El agua es un insumo esencial y un derecho básico, en este contexto es el único elemento con el que se cuenta en los barrios para la prevención de la pandemia, la respuesta del Gobierno de la Ciudad es insuficiente e irresponsable.
*EXIGIMOS EL URGENTE RESTABLECIMIENTO DEL SUMINISTRO DE AGUA A TODAS LAS MANZANAS DEL BARRIO.*
*SI NO TENEMOS AGUA NO PODEMOS TOMAR MEDIDAS DE PREVENCIÓN NI CUIDADO CONTRA LA PANDEMIA.*
*RED DE FAMILIAS, DOCENTES Y ORGANIZACIONES DEL BAJO FLORES*

Medida cautelar a favor de las personas atendidas en psiquiátricos porteños

14.5.2020

El jueves 7 de mayo, el Centro de Estudios Legales y Sociales presentó un amparo colectivo ante la justicia de la Ciudad de Buenos Aires por la situación de gravedad estructural en la que se encuentran las personas internadas en los hospitales psiquiátricos públicos Borda, Moyano, Alvear y Tobar García, en el contexto de la actual pandemia. El amparo quedó radicado en el Juzgado Contencioso Administrativo 12, a cargo de la jueza Alejandra Petrella, quien este 14 de mayo hizo lugar a la medida cautelar.

Reproducimos comunicado del CELS:

Las personas internadas en los hospitales psiquiátricos constituyen un grupo de riesgo alto en el contexto de la pandemia por el COVID 19, debido a las propias condiciones de vida en el ámbito manicomial y a la invisibilización de las problemáticas de este colectivo en las políticas, aun en la actual pandemia. Por ello, solicitamos al poder judicial que le ordene al Gobierno de la Ciudad la adopción de medidas de forma urgente para la protección de los derechos humanos de las personas internadas y atendidas ambulatoriamente en los hospitales psiquiátricos porteños.
Luego de haber tomado conocimiento del primer caso positivo de coronavirus en el Hospital Borda pedimos que se ordenen medidas de prevención y control, de acuerdo con lo establecido por los protocolos de actuación, la identificación de casos sospechosos y la realización de testeos.
En este sentido, la justicia ordenó el 14 de mayo al Gobierno porteño dotar a todas las personas internadas en los hospitales psiquiátricos monovalentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Hospitales Borda, Moyano, Alvear y Tobar) de los equipos de protección personal que correspondan, barbijos y/o cubre bocas, así como todo insumo necesario de cuidado y prevención del contagio del COVID 19, elementos de higiene y seguridad (jabón, toallas, alcohol en gel) tanto en servicios como en pabellones y consultorios externos, así como del resto de los elementos que los protocolos de salud vigentes indiquen para los hospitales monovalentes de salud mental.
Además, ordenó elaborar un protocolo de actuación específico para los hospitales psiquiátricos monovalentes, que considere la situación particular que atraviesan las personas con discapacidad psicosocial que se encuentran internadas, y respete los derechos que surgen del art. 7 de la Ley 26.657. También deben informar y acreditar la realización de tareas de desinfección y el modo en que se está garantizando el derecho a la comunicación de las personas con sus familias y defensores. En caso de que esto no se cumpla, intima a arbitrar los medios para garantizar la comunicación con el exterior.
En el contexto de la actual pandemia, los Estados deben garantizar los derechos humanos de la población y, en especial, los de aquellos grupos que son afectados de forma desproporcionada porque se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. A nivel nacional, el Órgano de Revisión Nacional de Salud Mental señaló que las personas internadas por períodos prolongados e institucionalizadas son consideradas un grupo en alto riesgo físico y psicosocial y que es necesario priorizar y proporcionar orientación para prevenir la entrada del virus en los hospitales y evitar su propagación.

Movilización al Ministerio de Desarrollo Social y Hábitat porteño

14.5.2020

Desde el Movimiento Barrios de Pie – Libres del Sur de la Ciudad de Buenos Aires se concentrarán este jueves 14 de mayo, a las 11, al “Elefante Blanco”, nuevo Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, para reclamar elementos de higiene, materiales y equipos para realizar desinfecciones en los barrios, kit de seguridad personal para repartir entre los vecinos (que incluya repelente para mosquitos) y materiales de difusión para concientizar a los/as vecinos/as sobre los protocolos de seguridad necesarios para controlar la pandemia y el dengue.
De la movilización participarán vecinos del ministerio, habitantes de Ciudad Oculta, que viven a menos de 500 metros del lugar, con mandato de todos los barrios populares de la CABA, manteniendo la distancia mínima recomendada, con su tapabocas y elementos de seguridad personal y sin presencia de ancianos/as, niños/as ni ningún vecino que pertenezca a los grupos de riesgo.
“Nuestra posición fue clara desde el primer día en que se decreto la pandemia: el GCBA debe duplicar los esfuerzos en las barriadas más humildes para evitar que llegue el coronavirus, de lo contrario, será imposible frenar la tragedia. Ofrecimos nuestra ayuda y colaboración, poniendo a disposición de Horacio Rodríguez Larreta y su equipo nuestros comedores, merenderos y trabajo territorial para evitar la propagación del virus. Hoy lo hacemos como podemos y con las limitaciones que la propia crisis económica nos impone, luchando contra el virus y contra el hambre al mismo tiempo, sin la asistencia necesaria en ninguna de estas dos cuestiones.
Lamentablemente no fuimos escuchados por los canales de dialogo habituales y ya estamos contando muertos/as”, afirmaron desde el Movimiento Barrios de Pie – Libres del Sur.
En este sentido, denunciaron el abandono al que son sometidos miles y miles de vecinos y vecinas de la Ciudad: “Volvemos a poner nuestra militancia y desarrollo territorial al servicio de los equipos asignados para abordar la problemática y reclamamos la asistencia URGENTE con los materiales antes descritos y alimentos para los comedores y merenderos de la Ciudad”.

Insólita e inútil reunión por Villa 31: funcionario de Cambiemos participó desde su auto

13.5.2020

Por María Agustina Chaves

Este miércoles se realizó una reunión convocada por la Comisión de Vivienda, donde se presentó un informe a cargo de Diego Fernández, Secretario de Integración Social y Urbana de la Ciudad. Las respuestas para paliar la dramática situación que se vive en el barrio de Retiro, donde ya hay 572 casos positivos de Covid-19, brillaron por su ausencia.

La reunión, a la que asistieron varios legisladores porteños, se inició con una exposición del funcionario macrista que se encontraba arriba de su automóvil. Tal es la importancia que desde el gobierno de la Ciudad le dan a la situación de las más de 45.000 personas que viven en el barrio, que hoy es el principal foco de contagio de Covid-19. En el informe, no hubo prácticamente mención, y ninguna solución, a los graves problemas estructurales que provocan la cada vez más preocupante extensión de la enfermedad en el Barrio Padre Mugica y que hoy son los principales reclamos.
Temas como el agua y el hacinamiento que sufren los 45.000 habitantes de la 31, recién se tocaron cuando llegó el turno de las intervenciones. Y a pesar de los innumerables reclamos que sigue habiendo, y de los ejemplos concretos que se plantearon, Diego Fernández insistió con que el problema del agua está solucionado porque “desde hace 5 días que no hay reclamos por falta de agua”, además de lanzar una afirmación que sonó a una tomada de pelo: “El Barrio 31 tiene la mejor red de agua potable de cualquier otro barrio vulnerable de la República Argentina”.
En el informe propiamente dicho, el funcionario resaltó el trabajo de comunicación con cartelería interna y “un recurso interesante”: motocarros con parlantes con mensajes de prevención y concientización. Además de una red de grupos de Whasapp, y un sistema de “evacuación de dudas telefónicas”. Medidas que tienden a volcar la responsabilidad en las prácticas individuales y nada tienen que ver con las soluciones que tendría que garantizar el Gobierno porteño frente a esta crisis.
Luego pasó a contar acerca del “Operativo Detectar” que están llevando adelante junto con el Gobierno Nacional, para detectar personas puerta a puerta con síntomas y realizar hisopados. Como un gran hecho, también mencionó la instalación de 3 “puntos de detección”: dos fijos y uno móvil para los 7 puntos de acceso al barrio. Allí les toman la temperatura y si hay síntomas los derivan al Polo Educativo María Elena Walsh, donde se les realiza un hisopado. Si es positivo “se suben a un colectivo para trasladarlos a una de las 21 Unidades Febriles de Urgencia (UFU)”.
El resultado del operativo hasta el momento es mínimo para las necesidades que tienen los habitantes del barrio: 605 hogares relevados, 1.844 personas entrevistadas, y 320 hisopados de los cuales 176 dieron positivo. Además, como denunció la diputada porteña por el FIT Alejandrina Barry, las condiciones a las que se ven sometidas las personas que son trasladadas son deplorables, según denunció.
En ese sentido, Barry también reclamó que no existen protocolos específicos para los barrios vulnerables, una medida que se hace absolutamente necesaria. Con respecto a este punto, el Secretario de Integración Social y Urbana planteó que el protocolo que utilizan es el mismo que el Ministerio de Salud Nacional. Evidentemente ni el Gobierno nacional ni el de la Ciudad tienen en cuenta el flagelo de los barrios populares que hoy son visibilizados en la Ciudad de Buenos Aires pero que están a lo largo y ancho del país. No hay ningún protocolo específico para esos sectores. Al hacer testeos sólo a quienes presentan síntomas, esto provoca que siga proliferando el virus que es lo que vemos estos días. La necesidad de testeos masivos que plantearon los diputados del FIT Barry y Solano, y un protocolo acorde a la situación en las villas son elementos esenciales para parar el crimen social en estos barrios donde la gente se encuentra en situaciones de mayor vulnerabilidad.
Con respecto al aislamiento, el funcionario argumentó de manera vaga que “todo positivo tiene dos opciones: hospital u hotel”, sin dar mayores precisiones. Y del procedimiento para contactos estrechos, dijo que se hacen en conjunto con el Ministerio de Salud “para identificar rápidamente a quienes estuvieron en contacto con los infectados y así lograr cumplir la cuarentena y el aislamiento”. En este punto dijo que se implementan “mecanismos para facilitar el cumplimiento del aislamiento con un soporte telefónico 1 o 2 veces por día”. Definiciones muy vagas para los requerimientos necesarios.
Sobre este tema, la diputada Barry planteó una inquietud que le trasladaron vecinas y vecinos de la 31 y que demuestra que la medida tomada por el Gobierno porteño es totalmente insuficiente: hay cerca de 1.000 casos de contacto estrecho que están haciendo la cuarentena en sus casas. En las mismas condiciones de hacinamiento, junto con sus familias, y sin agua. Lo que podría decirse un caldo de cultivo para que los números de infectados en vez de disminuir, crezcan. Un triste hecho que sucedió mientras se llevaba adelante la reunión y que denunció la diputada en su cuenta de Twitter, refuerza este reclamo: la noticia de Ramona, vecina del barrio que había salido en los medios denunciando las condiciones infrahumanas que padecía en la 31, cuyo test dio positivo para Covid-19.
Por último y no por eso menos indignante, en su informe Fernández mencionó a los comedores. Otro punto polémico, ya que ha habido innumerables denuncias de las viandas miserables que se les entrega a las familias. Incluso, a raíz de un amparo presentado por las diputadas porteñas por el FIT, Myriam Bregman y Alejandrina Barry, se dictaminó que la comida entregada no cumplía con el requerimiento nutricional, eran insuficientes, y debían mejorarse. La Ciudad no lo cumplió, pero el secretario de Integración Urbana dijo que “aumentaron un 35% la cantidad de raciones” para todos los chicos que lo necesitan. Cinismo puro.
Durante la reunión surgió además una denuncia que mencionó Solano: la contratación de una consultora por parte de la Secretaría de Fernández por la suma de 2 millones de dólares para servicios de “consultoría para la contratación de recursos humanos” para la relocalización de las personas que viven bajo la autopista. Un escándalo más del gobierno de Cambiemos, que se suma a los barbijos vencidos y los fideos con sobre precios.
Mientras el sector más vulnerable de la población padece los riesgos de la pandemia de Covid-19, los funcionarios del gobierno porteño siguen haciendo agua sobre los problemas más profundos como el estado del sistema sanitario, la vivienda, y los servicios que datan de años y que hoy, a la luz de esta pandemia mundial, profundizan las desigualdades. Es necesario que se atiendan los reclamos de la red de agua y servicios básicos como el agua, y que se pongan a disposición los hoteles y viviendas ociosas para que aquellos que lo necesitan puedan hacer aislamiento en condiciones. Es fundamental también que el sistema de salud se unifique, basta de salud de primera y de segunda.

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