Kicillof pidió que bonaerenses no vayan a trabajar a Capital y Fernández interviene para pacificar

20.5.2020

El presidente Alberto Fernández convocó para la tarde de este miércoles a la Quinta de Olivos al gobernador bonaerense Axel Kicillof y al Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, para analizar los pasos a seguir en cuanto a la cuarentena por coronavirus en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Las tensiones entre provincia y Capital se multiplican, más allá de la intención mediadora de Nación.

Después de algunas semanas de armonía al inicio de la cuarentena obligatoria de fines de marzo, en los últimos días la relación entre dos de los principales distritos del país no para de tensarse, con funcionarios bonaerenses, intendentes y hasta el mismo gobernador cuestionando la decisión de la Ciudad de flexibilizar la cuarentena, en un contexto en el que los contagios se están multiplicando. Según Kicillof, no es momento para aperturas comerciales sino precisamente para reforzar el aislamiento.
A inicios de la semana se multiplicaron las polémicas contra la apertura comercial avalada por el Gobierno porteño, con jefes comunales como Mayra Mendoza (Quilmes), Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Juan José Mussi (Berazategui) que lo definieron como una «irresponsabilidad», y el propio ministro de Salud bonaerense Daniel Gollán que hace unos días afirmó que CABA era un peligroso «foco irradiador» de contagios. En el mismo sentido, este miércoles Kicillof manifestó su molestia por las críticas que le adjudican al Gobierno nacional y al provincial la intención de “politizar la cuarentena”. También, más allá de los cuestionamientos al Gobierno porteño, aseguró que habla seguido con Larreta: “Esta mañana nos cruzamos unos whatsapp porque tratamos de coordinar las actividades”.
Más allá de la intención de bajar la intensidad de las críticas, el ex ministro de Economía dejó en claro sus diferencias: “Tomaron medidas distintas y lo que veíamos como riesgo… son cosas de sentido común: cuando crecen los casos se tiende a ser más rígido, no más flexible”. Ante la pregunta de si el Jefe de Gobierno porteño debería retroceder con la flexibilización de la cuarentena, Kicillof aclaró que “lo tiene que decidir él”. Pero sugirió: “Si en la Ciudad van a abrir los comercios, que no vaya a trabajar la gente de la provincia de Buenos Aires”.
“Cuando hay dos zonas contiguas donde en una hay más circulación que en la otra, la idea es que no haya intercambio viral. No es un invento mío ni algo difícil de explicar… si en el departamento de al lado de tu casa hay gente contagiada, no vas a ir a tomar el té”, concluyó.
Según el planteo provincial, más de un millón de trabajadores cruzan la General Paz cada a día para trabajar en Capital, lo que implica multiplicar los riesgos de contagio para todo el conurbano. Este jueves el gobierno porteño definirá si sostiene la apertura comercial lanzada hace algo más de una semana, así como las “salidas recreativas” durante el fin de semana, o retrocede en alguna de esas iniciativas. En el encuentro con el Presidente Alberto Fernández se terminarán de definir estas líneas de acción.

Coronavirus: quejas de los vecinos de la Villa 31

20.5.2020

Denuncian que los hospitales de la Ciudad no tienen ni el personal ni los elementos necesarios para atender a las familias que sacan de los barrios para evitar la propagación del virus.

“Necesitamos que sean un poco más humanos, que haya más comprensión con lo que pasa”, señaló Fabiola, vecina del Barrio Mugica –ex villa 31– desde la sala del Hospital Fernández donde está viviendo desde hace diez días con toda su familia. “Desde el Comité denunciamos la falta de asistencia en los hospitales, que no cuentan con la cantidad de recursos humanos y materiales necesarios”, señaló Walter Larrea, referente del Comité de Crisis del Barrio Mugica.
Los viajes sin distanciamiento en el “coronabus”, las paradas de hospital en hospital y la incertidumbre, son parte del laberinto que viven los vecinos y vecinas de los barrios populares de la Ciudad. “A la espera, las malas condiciones y la falta de información, se suma la angustia de estar esperando un diagnóstico”, señaló Mercedes Fossat, responsable de la comisión de salud que conforman un conjunto de organizaciones sociales del barrio Zavaleta y 21-24, donde esta semana empezó el operativo Detectar.
“Cada vez que necesito algo me tengo que poner a gritar frente a mis hijos, hacer un escándalo para conseguir cualquier cosa. Yo trabajé como enfermera y sé cómo hay que actuar. No es culpa de los trabajadores porque están desbordados, pero necesitamos que tengan un poco de sensibilidad”, relató Fabiola. Ella, su marido y sus dos hijes están en una habitación, aislados porque hace diez días dieron positivo en el diagnóstico de coronavirus. “La primera noche me hicieron orinar en un pañal. No me dejaban salir al baño porque no había personal para limpiarlo”, señaló Fabiola y agregó “yo estaba con mi hija que tiene un año y medio y tenía 39 grados de fiebre. Nadie venía a atenderla ni a decirnos qué iba a pasar con nosotras, a dónde íbamos a ir”. A pesar de estar a unos pocos metros de distancia, Fabiola no puede ver a sus padres, que están internados en el piso de arriba. “Mi mamá está deprimida, sin calefacción, con respirador y con horas de espera cada vez que llama a una enfermera”, relató Fabiola, y agregó “ya no sé si quiero volver a mi casa, si mis padres se quedan acá en el hospital”.
Daniel se hizo el hisopado el viernes y el sábado supo que su diagnóstico era positivo. En el barrio vive con su padre y su madre, pero ahora cada uno está aislado en un lugar distinto. “Al micro nos subieron como ganado, todos juntos, sin distanciamiento, y ahí empezamos a preguntar. Primero íbamos al Fernández, después nos dijeron que al final nos tocaba el Muñiz. Creo que fueron tres horas arriba del colectivo”, relató Daniel. Cuando llegó al hospital tuvo que hacer el proceso de nuevo: completar planillas, responder preguntas, indicar los contactos estrechos. “Por cómo vivimos en el barrio prácticamente todos somos contacto estrecho”, señaló Daniel. Esa mañana, después de las preguntas, lo aislaron en uno de consultorios de chapa de la Unidad Febril de Urgencia (UFU) y ahí tuvo que esperar. “Son lugares cerrados, sin ventanas. En un momento me sentía sin aire pero intenté abrir la puerta y me dijeron que no podía. Recién a las once de la noche me adjudicaron el hotel y me trasladé con un taxi”, relató el vecino del Barrio Mugica.
Sin elementos básicos como papel higiénico o agua potable, Graciela cumple su aislamiento en el Hospital Muñiz. “Yo sabía que algún día me iba a tocar pero no sabía que me iba a doler tanto”, señaló. Ella llegó el sábado y tuvo que pedirle a su familia que le trajera ropa, una botella de agua y sus elementos de limpieza. Graciela es promotora de salud en el Barrio Mugica y el sábado se hizo el hisopado cuando su hijo le avisó que le había empezado a doler la garganta y tenía tos. “Por casi 12 horas estuvimos en una habitación chiquita, llena de olor a lavandina, sin nada para comer”, relató la mujer.
En el Hospital Durand hay más de 60 casos positivos internados y casi 30 personas esperando resultados. Wendy llegó con su hijo hace dos semanas, porque a él le había subido fiebre. “Yo vivo en uno de los pasillos donde estaban los primeros contagiados. Avisamos cuando había solo dos casos, pero ya era tarde: nos habíamos contagiado casi todos”, relató Wendy. El primer día los separaron, ella fue a una sala con otras mujeres y su hijo, de 15 años, a la sala de los varones. “Pedí una toalla y me dijeron que no había, que esas cosas las debería haber traído yo. Después me voy a duchar y el agua estaba helada, así que al otro día me engripé”, señaló Wendy y agregó “es horrible que en un hospital te traten así”. Cuando ella y su hijo dejaron de tener síntomas, los llevaron a un hotel, en el barrio de Balvanera, donde cumplieron con el aislamiento.
“Además de la asistencia médica, pedimos que se brinde atención psicológica porque al no haber nadie que explique o de contención en los hospitales y los centros de aislamiento, la angustia está creciendo”, señaló Walter Larrea. “Cuando estuve aislada me ponía mal no saber, nadie sabe nada y sólo llegan mensajes de vecinos y vecinas que tienen problemas, que están contagiados, que están mal”, contó Wendy.
Daniel, desde el centro de aislamiento relata que los voluntarios que atienden “no tienen información, no saben de qué barrio venimos o qué diagnóstico tenemos”. Este miércoles a la mañana lo llamaron para avisarle que era su último día de aislamiento y él tuvo que explicar que no, que sólo habían pasado cuatro días. “Yo todavía tengo el virus, mis padres son personas de riesgo y no los quiero contagiar. Además, puedo contagiar a cualquiera en el transporte público”, relató Daniel y aclaró que “hay una falta de organización que hace que las cosas sean lentas y haya errores que pueden ser graves”. Desde el Comité de Crisis exigieron “que el Gobierno de la Ciudad saque del barrio a toda la gente que pertenece a un grupo de riesgo. Hay personas con obesidad, asma y otros problemas de salud que no pueden estar ahí porque corren peligro”.

“Nos mató el hecho de no tener agua”

20.5.2020

Los casos positivos de COVID-19 en la Villa 31 de Ciudad Autónoma de Buenos Aires superan los 900, en tanto que son cuatro las personas fallecidas, entre las que se encuentran la vocera de La Garganta Poderosa Ramona Medina y el dirigente e integrante del Comedor “Estrella de Belén”, Víctor “el Oso” Giracoy. “Ver que nuestros vecinos se están yendo es un dolor muy grande. Da mucha bronca y angustia”, expresó la referente de la Villa 31 Amalia Aima.

“Nos mató el hecho de no tener agua en el momento en que se dio el pico. De eso surgió que muchos vecinos se contagiaran”, advirtió.
En este sentido, apuntó que el domingo, el día en que fallecieron Ramona y Víctor, no había agua en el barrio desde el día anterior, por lo que hicieron el reclamo ante el Gobierno de la Ciudad. “El camión no vino recién hasta las 12 de la noche”, criticó, señalando además que el camión de Aysa no entraba en las calles por lo que en reemplazo enviaron dos motos para repartir agua.
“Había dos motos con un tanquecito para llevar el agua a las familias de todo el barrio”, observó.
“Si el Estado escuchara las necesidades reales de los que vivimos acá, las cosas cambiarían”, opinó, considerando que, de haber sido así, “muchos se podrían haber salvado”.
Al respecto, explicó que previo a que el Ministerio de Salud comenzara a realizar hisopados, la gente que tenía síntomas debía ir caminando hasta el Ministerio de Educación o bien ir al centro de salud, desde donde eran trasladados todos juntos en un micro hasta el hospital.
En este contexto, según comentó, hubo personas que se contagiaron mientras esperaban para retirar mercadería o ser atendidos por presentar síntomas en el centro de salud, debido al aglomeramiento de gente.
Recién frente a esta situación, según relató Aima, fue que se iniciaron los operativos para realizar hisopados de parte de Nación y del gobierno porteño. No obstante, indicó que el pedido de parte de los vecinos continúa siendo que si no presentan síntomas no pueden acceder al test.
“Que hagan hisopados casa por casa, familia por familia. Porque cada día la curva sube en vez de bajar”, reclamó.
Por otra parte, resaltó la necesidad de que el Estado “baje alimentos a los comedores”, que son los que están respondiendo frente a la situación en la que se encuentran muchos vecinos que se quedaron sin fuente de trabajo por la pandemia.
“Necesitamos asistencia alimentaria”, alertó, destacando que, aunque hay comedores que reciben ayuda, ésta no alcanza para todos, por lo que en muchos casos se sostienen gracias a “compañeras que lo hacen a pulmón” y por medio de donaciones.
Asimismo, planteó la necesidad de que además de que el Estado provea de alimentos, lo haga entregándolos en las casas, debido a que de otra forma quienes colaboran en los comedores también se exponen a contagios.
“Estamos en una situación donde se necesita la ayuda de todos”, manifestó.

CABA: sin escuelas, el 46% de las madres no tiene con quién dejar a sus hijos si vuelve a trabajar

20.5.2020

Un informe relevó que casi la mitad de las residentes porteñas que trabajan y tienen hijos no tiene con quién dejarlos, en caso de tener que volver a cumplir tareas presenciales y que continúe la suspensión de clases por la pandemia.

Así lo plantea un informe del Observatorio “Gente en Movimiento”, que investiga los problemas que padece la población porteña en el marco del aislamiento social.
El informe, titulado “Calidad de vida durante la crisis del COVID-19 en CABA” hace énfasis en la brecha laboral entre hombres y mujeres.
“Existe una vasta literatura e investigación académica que da muestra de la desigual distribución de tareas del hogar y de crianza entre hombres y mujeres”, plantea el informe. “Esta misma literatura académica señala cómo luego esta desigualdad es una de las principales causas de la desigualdad económica y del techo de cristal para las mujeres en el mundo laboral”
Ante esta realidad, la crisis sanitaria reforzó las desigualdades preexistentes y las puso aún más en relieve.
El relevamiento encontró que sobre el total de los trabajadores y trabajadoras con hijos, el 36% no tendría con quien dejar a sus hijos en caso de retornar a las tareas laborales presenciales, debido a la suspensión de clases.
Sin embargo, cuando se compara entre varones y mujeres, surge que mientras el 24% de los hombres no tendría con quien dejar a sus hijos, entre las mujeres este guarismo llega al 46%, producto del peso desigual de las tareas de cuidado entre unas y otros.

Dengue, geriátricos y alquileres

El informe del Observatorio, vinculado a la actual diputada nacional por el Frente de Todos, Gisela Marziotta, también releva otros índices de riesgo, y de percepción del mismo, que afectan a la Ciudad en la presente coyuntura.
Un primer dato es que debido a la crisis el 56% de los inquilinos se encuentra declarando que no estaría en condiciones de pagar su alquiler proyectado sobre toda la Ciudad, esto representa aproximadamente 202 mil hogares, unos 543 mil porteños. Una crisis dentro de la crisis, que puede explotar cuando venza la prohibición de desalojos vigente hasta el 30 de septiembre.
Otro de los datos más destacados es la altísima percepción del riesgo de contagio entre los adultos mayores que se encuentran en geriátricos. Entre las personas que tienen familiares residiendo en uno de ellos, el 88% teme que se enfermen de COVID-19.
En la Ciudad hay 558 geriátricos privados en los que viven 15.961 adultos mayores. A su vez, CABA es una ciudad envejecida: los mayores de 65 años representan el 16% del total de la población.
Finalmente, el informe releva la percepción pública sobre la otra gran emergencia sanitaria, el dengue.
Según datos oficiales, la Ciudad de Buenos Aires está viviendo la peor crisis en su historia en relación a la cantidad de casos de dengue. En ese sentido, existe un gran porcentaje de personas que temen más la posibilidad de contraer dengue que coronavirus.
Cuestionados al respecto, algo más de la cuarta parte de los entrevistados, el 26%, afirma que le preocupa más contagiarse de dengue por sobre el COVID-19.

El coronavirus mata: la falta de vivienda digna también

19.5.2020

Por Observatorio de Derechos Humanos de la ciudad de Buenos Aires (ODH)

“El Estado local falló en su obligación de garantizar el agua, pero además no tuvo respuestas que suplieran la falta de dicho elemento tan esencial. Los camiones cisternas fueron insuficientes, tampoco estuvo garantizada la distribución de alcohol, que hubiera sido una buena medida paliativa.”

El tratamiento de la pandemia del COVID-19 en las villas por parte del Poder Ejecutivo local a cargo de Horacio Rodríguez Larreta ha sido deficitario, y ha sido operado con desidia y desinterés. El principal problema, el más evidente, ha sido la falta de agua potable. Miles de habitantes, en plena epidemia, se han quedado sin agua, sin la posibilidad de lavarse las manos, sin ese único método para higienizarse y mantener el virus alejado. La responsabilidad es del Gobierno de la Ciudad, que es quien tiene que proveer de servicios básicos a los habitantes de esta Ciudad. Ocurrió en Villa 31. Hoy ocurre en Villa 1-11-14.
El Estado local falló en su obligación de garantizar el agua, pero además no tuvo respuestas que suplieran la falta de dicho elemento tan esencial. Los camiones cisternas fueron insuficientes, tampoco estuvo garantizada la distribución de alcohol, que hubiera sido una buena medida paliativa.
Georgina Banzer, adolescente de Villa 31 bis, nos contó que estuvo algunos días sin agua y afirmó que hubo vecinos que estuvieron casi tres semanas sin agua y la mayoría de ellos están infectados con Covid 19: “Desde el gobierno de la Ciudad jamás nos escucharon”, relató.
Por su parte, el aislamiento y la consecuente merma laboral ha generado un parate económico de envergadura que solo pudo ser paliado con la asistencia de comedores comunitarios o por la labor entrañable de referentes barriales. El movimiento en el barrio, por este y otros motivos, ha disminuido pero ha sido constante, sin que el gobierno de la Ciudad lograra un control eficaz del cumplimiento de la cuarentena.
“Es como si no les importara los de la villa porque somos unos “negros” para ellos y les da igual venir a ver si hacen la cuarentena o no”, relató Georgina Banzer.
La prevención falló notablemente en el caso de Villa 31, que es dónde hoy se registran más casos positivos de todos los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires. En manifestaciones vertidas por el Secretario de Integración Social y Urbana Diego Fernández, en la última reunión de la Comisión de vivienda de la Legislatura porteña, indicó como una de las principales medidas preventivas, las campañas de difusión con altoparlantes, y a través de WhatsApp entre sus listas de difusión.
A su tiempo, los referentes barriales reemplazaron con sus pocas herramientas al Estado, y reforzaron sus tareas de asistencia, poniendo en riesgo su propia salud. Este hecho ha dejado como saldo el contagio de diversos referentes barriales, tales como Carlos Ramírez de la Corriente Villera del Barrio San Martín (Villa 31), Daniel Castillo de La Cámpora (Villa 31), o Víctor Giracoy del histórico comedor Estrella de Belén (Villa 31) y Ramona Medina de La Poderosa (Villa 31), quienes han resultado fallecidos recientemente.
El Covid 19 vino de afuera del país, junto a aquellos que pudieron viajar. Está pegando fuerte, y matando, a aquellos que no pudieron hacerlo. Ni podrán. Los habitantes de los barrios vulnerados de Buenos Aires.
Hemos recibido, a su vez, denuncias de trabajadores de cooperativas de limpieza de los barrios vulnerados que prestan un servicio esencial para este momento y que han reclamado no contar con los elementos básicos de higiene y protección para llevar a cabo su tarea en plena pandemia.
Consultado el gobierno de la Ciudad por un pedido de informes de este ODH, el Director General de la Dirección General Fortalecimiento Sociedad Civil del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, Rodrigo Vieiro Magaz ha indicado genéricamente que “atento la situación excepcional suscitada a causa del COVID19, se está haciendo entrega a los efectores (sociales) de elementos de limpieza e higiene”, sin especificar qué elementos, en qué cantidad y con cuánta regularidad. Los hechos demuestran que esta acción ha resultado claramente insuficiente.
También debemos indicar que hemos recibido denuncias respecto a que en algunos barrios la asistencia social del gobierno no ha llegado a todos o, en algunos casos, los bolsones con comida han sido distribuidos con discrecionalidad por algunos referentes barriales. Esto también debe ser corregido.
Los comedores, en líneas generales, también han sufrido el desdén del gobierno porteño recibiendo tardíamente materiales sanitarios y de manera escasa. En algunos casos, la falta de seguridad sanitaria ha generado cierres preventivos de comedores como el Padre Carlos Mugica de Retiro o el Hormiguita Viajera del Bajo Flores.
En relación a los testeos, el titular de la Secretaria de Integración Social y Urbana declaró que se sigue el protocolo de la autoridad sanitaria y que se testea sólo a quienes tienes dos síntomas, y con sus contactos estrechos el procedimiento es que se auto aíslen durante 14 días. Quienes conocemos los barrios populares, sabemos que ante esta circunstancias, y con un virus tan contagiosos, todos los vecinos y vecinas son contactos estrechos, debido al hacinamiento en el que viven. Por lo cual exigimos la aplicación de un protocolo específico para barrios vulnerados.
Por último, nos han llegado denuncias desde Villa 31, sobre la situación de vulneración de derechos y discriminación a la que se somete a las personas que son testeadas y dan positivo. Por empezar deben en promedio 7 horas hasta que un micro escolar las recoja por el barrio y las lleve a una Unidad Febril, dónde los espera otro par de horas, hasta que son derivadas a un hospital o un hotel de acuerdo a su estado de salud. Comparten micros y lugares a la espera de resultados, todos juntos, sospechosos y positivos, incrementando las posibilidades de contagio. Durante ese tiempo son destratados y le dan sólo un sándwich para comer para todo el día, tal como denunció el referente barrial Daniel Castillo de La Cámpora (Villa 31) en un video que se volvió viral en su barrio.
Todas estas violaciones de derecho apuntadas provocan que haya vecinos y vecinas que no quieran ir a testearse y prefieran atravesar los síntomas en sus hogares, según declaraciones que hemos recibido.
Nos sumamos a lo que nos dijo Georgina Banzer: “A Larreta lo único que le pedimos es que nos traten como a todos. Somos humanos también. No somos bichos raros. ¡Todos somos iguales! No queremos ser discriminados. Queremos que nos traten como a todos”.
La villa, aquella que no tiene garantizada el agua, que siempre es un elemento indispensable para la vida, pero más en estos momentos que atravesamos, es la que sufre. Es el incumplimiento de la norma que ordena la urbanización de las villas, y la provisión digna de todos los servicios básicos, por parte del gobierno de la Ciudad. Desde la Constitución en su artículo 31, hasta decenas de normas que la establecen para cada villa en particular. Sin embargo, otra vez la ausencia y demora del Estado. Digámoslo con toda claridad: La falta de vivienda digna es un crimen.
Con vivienda digna, es decir, con servicios básicos y no hacinamiento, la pandemia no hubiera explotado en las villas. Todo es consecuencia de una estado ausente en el barrio, lo que es imperdonable teniendo en cuenta que vivimos en la ciudad con mayores recursos del país. Exigimos un protocolo especial y la urgente dedicación prioritaria para frenar este virus en las villas de Buenos Aires.

Usted es el visitante N°