Mariano Madueña: “Me gusta la idea de recordar a Guebara como un lugar de roce, pero con buena música”

19.12.2021

Por Mariano Nieva

Mariano Madueña repasó la historia del histórico boliche que fundó y que luego de 27 años tuvo que cerrar sus puertas obligado por la pandemia de COVID-19. Recuerdos de aquellas interminables noches de San Telmo.

Mariano Madueña fundó, a comienzos de 1994, Guebara. Un histórico reducto enclavado en el corazón del barrio de San Telmo que, luego de batallar intensamente con la crisis económica que también trajo la pandemia, tuvo que cerrar definitivamente sus puertas después de 27 años. Recordó las inolvidables noches que allí transcurrieron, la amistad forjada entre sus paredes con Amado Boudou y los músicos de Bersuit Vergarabat, grandes habitués del boliche, y el sueño alcanzado de trabajar en FM Rock & Pop, entre otros temas. Además se refirió a Cave Canem, su nuevo emprendimiento que está inaugurando por estos días: “Mi nuevo local está ubicado en la esquina de Chile y Balcarce. Es bonito y muy similar en cuanto a las dimensiones a Guebara y en donde quiero que haya actividades culturales. Cuenta con cocina y con la posibilidad de utilizar la vereda, ya que todavía vamos a lidiar por un buen tiempo más con la pandemia. Allí la gente va a poder estar más cómoda y se llama Cave Canem como una canción de Virus que está en su segunda placa Recrudece (1982) y que es una banda que me encanta”, reflexionó.

¿Cuándo y bajo qué circunstancias abrió Guebara?
Mariano Madueña: El bar abrió a comienzos de 1994, después de haber firmado en febrero el contrato junto con Mariano de Negri, a quien conozco de muy chico. Por entonces yo tenía 22 años y desde siempre tuve el berretín de organizar fiestas en la casa de mi vieja. Cosas que, por otro lado, hacés cuando sos muy pibe. Y como venía mucha gente, una vez ella me dijo: “¿Por qué no buscas un lugar más apropiado para tus encuentros?”. Y así empecé a buscar un espacio para alquilar, en principio, por una noche. Recuerdo que por aquellos días pensaba que si la gente va a una fiesta quiere tomar cerveza. Entonces, si las vendo yo, con la ganancia puedo pagar el arriendo mientras paso música, que es lo que más me gusta hacer. Hasta que finalmente un día, una tía me comentó que un muchacho amigo suyo alquilaba un local en San Telmo, justo en la zona que a mí más me gusta y que es a metros de otro histórico boliche, El Balcón, que da justo frente a la Plaza Dorrego.

¿Qué era de tu vida por entonces y a qué te dedicabas?
M.M: En ese momento estaba cursando periodismo en TEA (Taller Escuela Agencia) haciendo prácticas de entrevistas. Y una compañera, Greta Pena, quien después llegó a trabajar en Canal Encuentro, para un trabajo práctico de la carrera me preguntó dónde me gustaría trabajar. Y yo le respondí que tenía tres sueños en mi vida. Ingresar en la Rock &Pop, hacer algo junto con Lalo Mir y Enrique Symns, y poner un bar cultural en San Telmo.

¿Y el nombre Guebara cómo nació?
M.M: Cuando abrí el bar no se llamaba así. Antes se llamó Zelig, igual que el título de la película de Woody Allen de 1983. El nombre Guebara apareció a partir del 10 de diciembre de 1994 cuando se fue mi primer socio y me quedé solo con el Negro Leonel. Y como sentíamos que el lugar se nos había ido de las manos por las continuas razzias policiales y las multas de la Municipalidad porteña, decidimos cambiarle el nombre. Entonces Mariano de Negri me preguntó:” ¿Cómo lo podríamos llamar?”. En ese momento los dos estábamos vinculados al partido político que se conoció como Frente Grande y por eso es que pensamos un nombre que tenga que ver con la vanguardia y el progresismo. Y así fue que después de descartar otras ideas a él se le ocurrió ponerle Guebara con b larga, para no banalizar el nombre y la figura del Che. Y de paso poder esquivar un poco a la policía. Aunque, de todos modos, seguimos teniendo problemas.

Hace un momento dijiste que uno de tus sueños a cumplir era hacer radio en FM Rock & Pop. Algo que finalmente pudiste alcanzar de la mano de un personaje muy admirado por vos como Enrique Symns.
M.M: Exactamente. A Enrique lo conocí en el bar Imaginario, que está ubicado en Guardia Vieja y Bulnes, esa hermosa esquina de la Ciudad de Buenos Aires. Y con el tiempo pegamos onda definitiva cuando comenzó a frecuentar Guebara junto a su amiga y colaboradora en la revista Cerdos & Peces, Vera Land. Eran épocas en las que Symns hacia el cabaret poético junto a Tom Lupo en Baruk, un espacio que quedaba en la calle Carlos Calvo al 300 en San Telmo. Y como bien decís, fue él mismo el que me ayudó a cumplir otro de mis sueños cuando me llevó a la Rock & Pop a trabajar desde noviembre de 2006 a diciembre de 2010, en los programas “Gillespi Hotel” primero y luego en “Falso Impostor”, donde yo hacía tragos. Y la verdad es que la pase muy bien con ellos, tanto con Gillespie como con Enrique.

¿Podrías definir un perfil del público que frecuentaba Guebara?
M.M: El perfil del público del bar fue mutando con el paso del tiempo. De todos modos podría concluir que en los casi 30 años que duró Guebara, la gente que iba era porque le gustaba el roce y la sociabilización. No era un lugar para curtir tranquilo/a. Allí se encontraban los/ as amigos/ as, y muchas veces también acudía gente sola. Pero no con la histeria del levante, porque nadie, tal vez, venía con esa intención. Aunque debo decir que con frecuencia y al término de la noche, era algo que se daba solo.

Por otra parte, entre los/as parroquianos/as solías encontrar cada tanto, algunos/as personajes famosos/as también.
M.M: Es verdad, alguna vez vino Juanita Viale y también Amado Boudou, que era habitué del lugar y con quien hicimos amistad. Recuerdo que a él le gustaba ir a Guebara porque nadie lo molestaba y esto se daba porque un poco el bar tenía una impronta filo kirchnerista o de izquierda por la gente que iba. Después, otros conocidos que pasaron por el boliche fueron Andrés Calamaro, Juanse, Manu Chao, la actriz Romina Gaetani por aquel entonces pareja de Limón García, Palo Pandolfo y Manuel Moretti, cuando recién empezaba con Estelares.

uit Vergarabat. Prueba de ello es que en dos canciones, “La murga de la limusine”, incluida en La argentinidad al palo (2004), y “Afónico”, de La Revuelta (2012), la banda menciona al Guebara. ¿Cómo se dio esa relación?
M.M: En el año 95 recuerdo que empezaron a venir siempre muy borrachos. Y una noche le pregunté a uno de los pelados que había en ese grupo quién era y de dónde venía. A lo que me respondió que de tocar el teclado con su grupo que se llamaba Bersuit Vergarabat. Era Juan Subirá. Y de tanto frecuentar Guebara trayendo gente como Cabra Vega, cantante de Las Manos de Filippi, o Eduardito, a quien la banda le dedicó el tema “Convalecencia en Valencia” y que, lamentablemente, falleció hace poco en un horrible accidente, nos hicimos muy amigos. Es más, yo soy el padrino de su hijo mayor. Y después llegó el otro pelado, Gustavo Cordera. Por otro lado, dejame decirte que ninguno de ellos jamás me pidió nada gratis, ni cuando los conocí en esa etapa tan salvaje ni cuando se dio ese gran crecimiento de la mano de Gustavo Santaolalla.

La última, si tuvieras que quedarte con una etapa de las tantas por las que atravesó Guebara ¿Cuál sería?
M.M: Son muchas las imágenes y los recuerdos que se me vienen a la mente. Pero me quedo con todo lo que pasó en los últimos tiempos del bar. La foto de la última noche, sabiendo que Guebara no se fue en decadencia, sino que se lo comió la pandemia como a tantos otros lugares. Además, era consciente que no cumplía con los condiciones de distanciamiento que se necesita en estos tiempos porque era un lugar muy chico e inviable. Otros hermosos momentos que me regalaba el lugar, sin dudas, era cuando había una banda tocando en vivo. Y ni hablar cuando hicimos el festival en la calle donde actuaron Palo Pandolfo, Juan Subirá y muchos/as otros/as músicos/as.

La justicia ordenó a Larreta a proveer internet gratuito a todos los clubes de barrio

15.12.2021

Por Martín Suárez

Hace dos años que el gobierno porteño no cumple con una ley sancionada por unanimidad. “Prefieren negarnos el servicio antes que invertir en obras», se quejan las entidades.

La Ley 6295 de Acceso Inalámbrico Gratuito a Internet (WiFi), fue sancionada en diciembre de 2019 por unanimidad en la Legislatura porteña. El objetivo principal de esta norma es que el ejecutivo porteño provea Internet gratuito a todos los Clubes de Barrio que funcionen en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, que se encuentren inscriptos en el Registro Único de Instituciones Deportivas. Pasaron dos años de la sanción y el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, nunca la puso en funciones.
En sus fundamentos la ley propone posicionar a los clubes como centros de actividades sociales; reducir la brecha digital en la Ciudad, y proveer gratuitamente a la sociedad una herramienta que potencie sus oportunidades. Desde hace varios meses más de 60 clubes barriales comenzaron a reclamar que el ejecutivo local cumpla con la norma votada, incluso, por el bloque de Vamos Juntos. Golpearon todas las puertas y agotaron todas las instancias de diálogo, hasta que determinaron llevar el reclamo a la justicia porteña.
En las últimas horas la justicia les dio la razón y ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que presente un plan de obra para instalar Wifi gratuito en todos los clubes de barrio. “En nuestro club, por ejemplo, participan más de 400 socios y socias, hay un centro de jubilados, futbol femenino; pero acá no se viene a practicar deportes solamente, además los pibes y pibas vienen a clases de apoyo escolar y a diferentes refuerzos educativos. Una vez que se implemente el Wifi gratuito en todos los clubes esto nos va a potenciar”, destaca en diálogo con Tiempo Guido Veneziale, titular de la Asociación de Fomento Vecinal Villa Miraflores de Parque Chacabuco, y presidente de la Federación de Organizaciones Deportivas de la Argentina (FODA), organización que presentó el reclamo en la justicia.
El Juzgado de 1ra instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº7, a cargo de la jueza Lidia Ester Lago, es contundente y apoya la petición del Ministerio Público Tutelar para que las autoridades porteñas cumplan con la Ley 6295.
“Es un paso importante para todos los clubes de barrio ya que el no contar con acceso a Internet no solo afecta a los socios sino también lo administrativo, porque en casi todos los clubes las empresas privadas que proveen el servicio como telecentro, Fibertel, etc., se niegan a instalar y realizar obras de mantenimiento en los clubes de barrio, es decir, ni pagando el servicio tenemos acceso a Internet”, cuenta Veneziale
Desde estos espacios, consideran que la negativa de las empresas privadas a brindar Wifi en los clubes de barrios es un claro ejemplo de discriminación, ya que la mayoría de las sociedades de fomento se encuentran en las inmediaciones de los barrios populares y gran parte de ellas dentro de las villas. “Está claro, no hacen inversión en todo el barrio y prefieren negarnos el servicio antes que invertir en obras, por eso lo importante de este paso legal para que el Gobierno de la Ciudad cumpla con la ley sancionada hace dos años”, agrega el presidente de FODA.

La falta de inversión de CABA en deportes

Al desfinanciamiento y ajuste presupuestario se le suma la ausencia de la máxima autoridad en esta materia. Hace 18 meses que el jefe de Gobierno porteño no designa a un titular de la Subsecretaría de Deportes. En junio de 2020, el ex subsecretario de esa cartera, Luis Lobo, fue capturado infraganti violando los protocolos sanitarios decretados por el presidente Alberto Fernández, al encontrarse jugando un campeonato de paddle en un club privado de Pilar. Luego de ser detenido por la bonaerense, junto a otras 16 personas que practicaban el mismo deporte, dimitió a su cargo. Desde aquel momento nadie fue designado para ocupar su lugar y la subsecretaría se encuentra sin una autoridad que ejerza el poder de mando.

El Club del Trueque en La Boca: un símbolo de cómo fue sobrevivir sin plata

15.12.2021

Por Gustavo Sarmiento

Marcó un clima de época y un sinónimo cuando se alude al “diciembre de 2001”. Sin embargo, no se circunscribió a esos días. Varios de esos lugares por donde pasaron 2,5 millones de personas intercambiando bienes o servicios perduran hasta hoy.

“Una opción interesante en tiempos de crisis”, dice el infograph del noticiero de Canal Trece. Es 6 de diciembre de 2001. En unos días estallará el país, pero hay signos, imágenes cotidianas que dan cuenta de que el tejido social se está resquebrajando sin vuelta atrás. El Club del Trueque, protagonista de aquel informe televisivo, marcó un clima de época y un sinónimo cuando se alude al “diciembre de 2001”. Sin embargo, no se circunscribió a esos días. Varios de esos lugares por donde pasaron 2,5 millones de personas intercambiando bienes o servicios perduran hasta hoy. Otras crisis, mismas salidas.
Los clubes eran llamados “nodos” que se nuclearon bajo la Red Global del Trueque (RGT). El de La Boca se constituyó como uno de los principales. Fue cambiando de sede (la Iglesia San Juan Evangelista, el teatro Verdi, una cantina, el polideportivo Don Pepe, sindicato de amas de casa, y distintas organizaciones sociales), y en esos meses donde no había forma de vislumbrar futuro llegó a tener por día más de 5 mil prosumidores, como se les llamó: simbiosis de productores y consumidores.
“El trueque es un programa de autosuficiencia que pone en valor lo que la persona puede ofrecer, tanto habilidades como conocimiento, con creatividad, sin utilizar dinero, abasteciéndonos entre nosotros sin patrones. Es una filosofía de vida”, resume su coordinadora Cristina Mirabelli. Lo que no pudieron las sucesivas crisis lo logró la pandemia: desde la cuarentena del año pasado el Club de La Boca se encuentra cerrado, pero Cristina anuncia que “próximamente” volverán a abrir.

Como en un mercado formal

Tres vecinos ecologistas (Horacio Covas, Rubén Ravera y Carlos De Sanzo) fundaron el Club del Trueque el 1º de mayo de 1995 en la localidad bonaerense de Bernal. Aquél día reunieron a veinte personas, al estilo de un grupo de autoayuda. “Acercándonos a 2001 la situación se volvió catastrófica, y los clubes cubrían la ausencia de dinero de curso legal, que era extremadamente escaso. Además fueron una herramienta pacificadora”, relató Ravera a este diario tiempo atrás.
La mayor parte de los productos que se intercambiaban en los diversos nodos eran “de segunda mano”, especialmente ropa y calzado. Algunos alimentos envasados (no elaborados), artesanías, bijouterie nueva y usada, libros, y elementos que hoy son vintage: cassettes de música y videos usados. En La Boca se intercambiaban “ropa, comidas, artículos de limpieza y cosmética, la mayoría sobrevivió gracias al sistema y a la gente que aportó su creatividad”, recuerda Cristina. Y acota que también se ofrecían servicios: “Yo estaba con megáfono y la gente venía a trocar coches y casas. A mí me ofrecieron hasta un restaurante completo. Teníamos de todo, odontólogos, ópticas, médicos, electricistas, turismo, como en un mercado formal… pero sin dinero”. Familias llegaron a pagar sus alquileres con créditos, y empresas como Establecimiento Lourdes, en Mendoza, salvaron pedidos de quiebra bajo este sistema.
Las personas que ingresaban a este “mercado paralelo” eran prosumidores, debían producir y consumir en igual medida. Para ingresar pagaban dos pesos, que equivalían a 50 créditos en billetes. Si bien creció en los ’90, su explosión se dio entre el 2000 y el 2002. A la población vulnerable se le sumó la clase media en masa.
“Las causas de la génesis y el desarrollo del trueque radican en la crisis de la sociedad argentina, en especial las condiciones del mercado de trabajo que derivan en el fenómeno de la nueva pobreza y el incremento permanente de una masa de excluidos del trabajo y el consumo que llega a alcanzar a más del 50% la población del país en la crisis del 2001/2002”, explica Susana Hintze, socióloga de la Universidad Nacional de General Sarmiento, con la que editó el libro Trueque y economía solidaria. “Clases medias en descenso en los inicios, a los que se suman sectores populares urbanos a comienzos del nuevo siglo son los agentes sociales que constituyeron el vasto universo de los abarcados por el trueque, que se estimó en 2,5 millones a mediados del 2002 en todo el país, en el pico alto de la crisis”, agrega.

Un Nunca Más a la crisis bancaria

El fenómeno llegó a ser exportado a países como España y Grecia. Hubo 6 mil clubes en todo el país. Hoy de ellos solo queda el 10%, aunque las pandemias del macrismo y el covid–19 reflotaron la tendencia en algunos sectores sociales, con una salvedad: actualmente están las redes sociales para promocionar, canalizar y potenciar los trueques. Eso no existía en 2001. Hoy, lugares como Ciudadela y Moreno cuentan con nuevos nodos.
El de La Boca siguió existiendo, en parte por una población de bajos recursos que continuó necesitando y apelando a ese sistema, y también con un cambio en productos para un público clasemediero que mezcló curiosidad y afinidad con este sistema. En las décadas posteriores predominó la comida mezclada con objetos de antigüedades, cuadros, telas. En 2001 era el hambre; los años siguientes iban para pertenecer a un lugar. En los últimos tiempos, hay necesidades que retornaron.
“Para muchos de sus participantes ha constituido una estrategia de sobrevivencia, para otros un espacio de recuperación de la autoestima, de valores compartidos y de una sociabilidad acorralada por el neoliberalismo de los ’90. Para la mayoría, la posibilidad de recrear vínculos sociales a partir de un nuevo tipo de relaciones”, describe Hintze. Y completa: “Asociado a valores de reciprocidad, solidaridad, autogestión, responsabilización colectiva, construcción de relaciones de confianza -en oposición a un sistema de descarnada competencia, estéril e incapaz de ofrecer alternativas para el conjunto de la sociedad- la experiencia es definida en sus inicios como una ‘reinvención del mercado’, que propone un nuevo posicionamiento frente al modelo económico vigente y una nueva forma de vivir en sociedad”.
Ravera suele señalar al 17 de mayo de 2002 como la fecha del quiebre: cuando comenzaron los planes jefes y jefas de hogar. Punteros vaciaban clubes, otros colapsaban por falsificación de créditos, se perdía la confianza y la cámara empresaria denunciaba, con el lobby de medios de comunicación, una práctica que “atentaba” al comercio. El final estaba sellado.
Acotó que los clubes de trueque “son una buena experiencia para que en el futuro se haga un Nunca Más, como en la dictadura, pero con la crisis bancaria. Los bancos y el dinero no pueden determinar el destino de una persona. Fue la gran demostración de que en ese momento se terminó la plata, pero los argentinos se las ingeniaron para seguir viviendo”.

Victoria Walsh.Masacre de Calle Corro: Detuvieron a 10 genocidas

14.12.2021

Fueron detenidos diez genocidas del Grupo de Artillería 101 del Ejército en el marco de la causa por el asesinato de Vicki Walsh, José Coronel, Ismael Salame, Ignacio Bertrán y Alberto Molina Benuzzi. Un enorme operativo de septiembre de 1976 desplegado por las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

Este martes fueron detenidos Carlos Alberto Orihuela, Ricardo Grisolía, Gustavo Antonio Montell, Hugo Eduardo Pochón, Guillermo César Viola, Domingo Armando Giordano, Héctor Eduardo Godoy, Gustavo Gilberto Tadeo Juárez Matorras, Danilo Antonio González, Abel Enrique Re, en el marco del allanamiento ordenado por el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 3 a cargo del Juez Daniel Rafecas en la causa que investiga uno de los operativos más brutales de la dictadura.
En mayo de 2017 se presentó como querellante Patricia Walsh con la representación de Myriam Bregman junto a abogados y abogadas del CeProDH exigiendo justicia por el asesinato de su hermana María Victoria Walsh. Meses después se presentó Lucía Coronel, hija de José Coronel, otro de los militantes asesinados en el operativo y de María Cristina Bustos desaparecida en la ESMA, donde Lucía estuvo secuestrada siendo bebé.
La investigación por la masacre de la calle Corro fue iniciada recién en 2015.
Se presentó querella por la muerte de Vicki, hija de Rodolfo Walsh
Transcurrieron 45 años del operativo desplegado en Corro 105, esquina Yerbal, en el barrio porteño de Flores. Era el 29 de septiembre de 1976 cuando el barrio amaneció militarizado. La casa fue rodeada por más de cien soldados y hombres de los grupos de tareas que reportaban al Primer Cuerpo del Ejército y el Grupo de Artillería Aérea 101 (GADA). En su interior se encontraban cinco militantes integrantes del secretariado de Montoneros, Vicki Walsh, José Coronel, Ismael Salame, Ignacio Bertrán y Alberto Molina Benuzzi.
El operativo contó con la participación del Ejército y de todas las fuerzas de seguridad: Policía Federal, Gendarmería y hasta Bomberos. El despliegue fue enorme, había autos, tanques, camiones con bazookas y hasta un helicóptero. El operativo estuvo dirigido por el coronel Roberto Roualdes y Ernesto “el Nabo” Barreiro -genocida cordobés condenado por su rol en esa provincia y cabecilla del alzamiento carapintada de 1987. Estuvo también al mando el jerarca del Batallón 601 Héctor Vergez.
La orden de quienes comandaban el brutal operativo era “tirar para arriba”. En aquella terraza, apenas comenzado el día, se encontraban resistiendo los cinco militantes. En la casa también se encontraba la hija de Vicki Walsh de apenas un año y unos meses. Un día antes Vicki cumplió años.
Luego de la resistencia durante hora y media y de combate totalmente desigual, los cinco militantes resultaron asesinados y la hija de Vicki secuestrada.
Luego de 45 años de impunidad, se avanza un paso en la búsqueda de justicia, diez de estos genocidas fueron detenidos en la mañana de este martes. Fueron parte de los que estuvieron en el operativo de la calle Corro 105, integraban el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101.

Larreta obliga a trabajar a estudiantes secundarios para que puedan egresar

13.12.2021

El gobierno porteño anunció que en 2022 los estudiantes del último año deberán trabajar para aprobar y egresar. La medida no es optativa y generó malestar en el alumnado: “Pasaríamos a ser mano de obra gratuita para empresas privadas como McDonald’s o Wendy’s”.

Esta mañana, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció que a partir del 2022 los estudiantes secundarios del último año deberán trabajar para aprobar y egresar. El programa había sido planteado en 2017 y cuestionado por la comunidad educativa por su perfil flexibilizador.
La medida consiste en pasantías bajo el pretexto de formación laboral, que brindaría mano de obra barata a empresas del sector privado. “Lo hacemos porque para nosotros la escuela es la prioridad número uno”, definió el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
“Claramente nosotros rechazamos esta medida. Esto de las pasantías viene enlazado con la reforma de la ‘Secundaria del futuro’ que entre sus principales puntos tiene la digitalización de las aulas, la colocación de drones y cámaras para hacer una especie de escuela virtual, formulada en la virtualidad, y un montón de boludeces más que claramente no se cumplieron. Pero lo más fuerte es esto de las pasantías gratuitas”, expresó Valentina Mencio, alumna de la escuela Rogelio Yrurtia.
La ministra de Educación, Soledad Acuña, subrayó que el plan tendrá 120 horas cátedras que se suman a 30 horas de espacio de capacitación sobre educación financiera y habilidades blandas para el trabajo. “Por su desempeño en esos rubros también van a ser evaluados, es decir que el trabajo va a ser parte de lo que todos van a tener que aprobar para terminar su ciclo de formación”, dijo.
“Ya en 2017 hablaban de eliminar 5º año para mandarnos a trabajar gratuitamente a empresas privadas, que a su vez estaba enlazado con la reforma laboral que pretendía Macri. Era el combo de las reformas Previsional, Laboral y Educativa. Ya de por sí no se nos da el contenido suficiente y se nos arrebataba materias como historia, por ejemplo. Tuvimos un 2020 donde tuvieron la oportunidad de demostrar esta virtualidad y eso no pasó. Ni siquiera se dignaron a entregar computadoras a los pibes que no tenían conectividad en sus casas”, señaló la estudiante
A su vez, agregó: “Estamos viendo qué vamos a hacer como estudiantes porque no nos consultaron, y si lo harían les diríamos que no porque nos parece terrible. Pasaríamos a ser mano de obra gratuita para empresas privadas como Mc Donalds o Wendy’s. En 2017 lo rechazamos y ahora también. Y ahora lo hacen a propósito porque justo es finalizando las clases para que los estudiantes no tengamos la posibilidad de manifestarnos dentro de las escuelas, y además venimos de un 2020 desmovilizado por la pandemia”.
Los estudiantes también destacaron que CABA es la localidad que menos presupuesto destina a educación pública. “Le pedimos reuniones a Soledad Acuña pero nunca pasó. La Educación es lo último en el tarro para ellos. El 2020 dejó muy en claro eso. Pasó con las viandas, que si no era por las familias y las cooperadoras había chicos que no iban a tener un plato de comida. Es necesario que los pibes nos plantemos y seamos el micrófono de lo que pasa en la educación y no se ve en los medios”, apuntó Mencio.
Y advirtió: “En nuestra lectura de la situación entendemos que claramente son movidas políticas y que son en pos de las elecciones del 2023. Dicen que esto es para insertarnos en el mercado laboral pero eso no tiene ni pies ni cabeza porque para ellos el mercado laboral es básicamente que te paguen $2,50 en una empresa privada, laburando de sol a sol. Pero a nosotros ni siquiera nos pagarían y ni siquiera es optativo”.

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