Caravana de protesta por el «derecho a la salud»

18.5.2022

Organizaciones sociales de la Ciudad de Buenos Aires realizarán una caravana de protesta hacia la sede del Ministerio de Salud porteño por el «derecho a la salud».

Entre las organizaciones convocantes a la marcha por el derecho a la salud se encuentran Dignidad Movimiento Popular, Somos Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Nuevo Encuentro Peronista (NEP), La Cámpora, Peronismo Militante, la Corriente Villera, el Movimiento Evita, la organización René Salamanca, Liberación popular, la CTA de Capital Federal, el Frente de Organizaciones en Lucha, el Frente de Organizaciones de Base, La Barriada y la Junta de la Comuna 8.
El Gobierno de la CABA se niega a cumplir con la ley 1769, aprobada por la Legislatura el 11 de agosto del año 2005, donde se establece la construcción de un hospital en la comuna 8 que, luego de tantos años, brilla por su ausencia», señala el comunicado convocante.
La marcha comenzará a partir de las 9:00 concentrándose primero en la puerta del Hospital Dra. Cecilia Grierson -ubicado en la avenida Francisco Fernández de la Cruz 4402, del barrio porteño de Villa Lugano- y, posteriormente, desde las 12:00, en la esquina de Monasterio y Caseros, desde donde se dirigirán hacia el ministerio de Salud porteño.
Las organizaciones convocantes subrayan que «el Gobierno de la Ciudad debe cumplir la ley y su responsabilidad con la ciudadanía y destinar el presupuesto suficiente para garantizar la presencia de todo el personal, los insumos y los equipos médicos para cubrir la asistencia de toda la población».
Además, reclaman «la pronta finalización del hospital que debe contar con 200 camas internación, un quirófano, un espacio importante para el sector materno infantil, acorde a las características específicas de la comuna, y todas las especialidades médicas».

Barry cruzó a Acuña que salió a defender a su funcionario que hacía fiestitas en la pandemia

17.5.2022

Docentes repudiaron la presencia de Fabián Capponi en una capacitación. En las redes sociales se viralizaron las respuestas, mientras Acuña salió a atacar a los docentes. Una de las primeras en cruzar a la ministra de educación fue la legisladora del Frente de Izquierda Alejandrina Barry.

Ayer, los y las docentes del Programa “Maestro + Maestro” se encontraban participando de una jornada de capacitación y de la elección de delegados y delegadas del programa, cuando el Director General de Educación Estatal de la Ciudad, Fabián Capponi, se presentó para realizar una foto de campaña electoral en ese mismo lugar. Cansados y cansadas de ese maltrato y provocaciones del funcionario, los y las docentes lo invitaron a retirarse para que siguiera con su campaña de fotos en otro lugar.
La ministra de Educación Soledad Acuña, no tardó en salir por las redes sociales a atacar a la docencia con mensajes amenazantes. Frente a esto, la legisladora porteña Alejandrina Barry del PTS FIT, se sumó al reclamo docente: “Acuña defiende a Fabián Capponi, una vez más, para atacar a las y los docentes. La bronca de ellos es porque mientras trabajaban durante pandemia sin recursos, el señor hacía fiestitas en el ministerio. ¿Eso le parece un ejemplo a la ministra?”
Alejandrina Barry mencionó la realidad de las y los docentes “Lo que sucedió es que docentes rechazaron sacarse fotos con este funcionario, denunciando la situación de precariedad de la educación en la Ciudad y como forma de protesta frente a la aprobación de la reforma del estatuto docente impuesto con represión, en contra de la comunidad educativa”. Y le recordó a la ministra, con video incluido, quien es este funcionario, que en medio de la pandemia realizaba fiestitas en el ministerio de educación.
Alejandrina agregó que “la ministra tiene multas por negarle vacantes a chicos y chicas de primaria, por no querer entregar comida de calidad en los comedores escolares y por no garantizar el transporte a estudiantes con discapacidad. No es un modelo de ejemplo precisamente. Todo nuestro apoyo y solidaridad con la docencia que defiende la educación pública”.
Los mensajes en redes sociales se extendieron, mientras algunos de los grandes medios solo sacaron la versión mentirosa de la ministra. Incluso en las redes se pudo ver videos completos ocultados por la ministra, que muestran la realidad de la “charla” entre los docentes y el funcionario Fabián Capponi, director general de Educación Estatal de la Ciudad.

Una familia porteña necesitó en abril $95.268 para no ser pobre

16.5.2022

Una familia de cuatro miembros que habita en la Ciudad de Buenos Aires necesitó en abril por lo menos $52.169,48 para no estar en condiciones de indigencia, $95.268,16 para no revestir en la pobreza y $147.135,81 para ser considerada de clase media, de acuerdo con los datos dados a conocer por la Dirección General de Estadística y Censos porteña.

De esa forma, los gastos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que marcan el límite de la indigencia tuvieron el mes pasado un aumento del 5,17%, que llegó al 59,06% en el acumulado de los últimos doce meses.
En el caso de la Canasta Básica Total (CBT), que establece el tope de la pobreza, el incremento mensual fue de 5,31% y el interanual del 54,70%, mientras que la Canasta Total (CT), que en diferentes proporciones delimita al sector medio frágil, la clase media y los sectores acomodados, subió 5,30% en el mes y 56,73% en relación con marzo del año pasado.
Los montos señalados no incluyen el pago de alquiler de vivienda ni de expensas comunes, por no ser considerados gastos de consumo.
La franja más vulnerable tuvo en abril el menor incremento porcentual, lo que refleja una suba mayor en los precios y tarifas de servicios y bienes no básicos respecto de los alimentos de primera necesidad.
A diferencia del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que reconoce solamente las categorías de pobres e indigentes, la Dirección porteña dispone de seis estratos sociales en su clasificación.
En abril, los recursos necesarios para revestir en cada categoría fueron los siguientes: en situación de indigencia, hasta $ 52.169,47; de pobreza no indigente, de $ 52.169,48 hasta $ 95.268,15; y no pobres vulnerables, de $ 95.268,16 hasta $ 117.708,64.
En el caso del sector medio frágil, de $ 117.708,65 hasta $ 147.135,80; clase media, de $ 147.135,81 hasta $ 470.834,59; y sectores acomodados, $ 470.834,60 o más.
El Indec dará a conocer la medición de las canastas de indigencia y de pobreza de abril el próximo martes 17 de mayo.

Orquesta Sciamarella Tango: nueva presentación en El Tacuarí

15.5.2022

La agrupación declarada de interés cultural por la Legislatura Porteña, es un emblema de la presencia de la mujer en todos los roles: composición, letras, dirección, arreglos e interpretación. Se presentarán el próximo 10 de junio en El Tacuarí Tango.

Sciammarella Tango es una orquesta cosmopolita que cumple, el año próximo, una década al servicio de la recreación de patrimonio cultural perdido, oculto u olvidado. Un ejemplo de las obras rescatadas es el tango “Lutecia”, de Héctor Stamponi y Virgilio Espósito, cuya partitura fue encontrada al cabo de dos años de investigación. El hallazgo de esta pieza es uno de los pequeños “milagros” de Sciammarella Tango a lo largo de su trayectoria, en una tarea que excede con creces a la de una orquesta tradicional. Los aportes de la agrupación incluyen, además, obras de cosecha propia, como el tango “Esperando el 24”, inspirado en el colectivo de esa línea, el candombe “Bien Argentinos” (en memoria de Benito Quinquela Martín), o el vals “Aurora Bernárdez”, en homenaje a la escritora secreta.
Las actividades del grupo han sido declaradas de interés cultural por la Legislatura Porteña en 2021, y el 25 de abril pasado fueron entregados los diplomas con la presencia de todas las músicas en un concierto. La formación femenina no fue buscada intencionalmente, pero fue conservada a lo largo de los años como un emblema de la presencia creciente de la mujer en el tango, en todos los roles: composición, letras, dirección, arreglos, interpretación. Oriundas de distintos países, “las Sciammarella” han elegido la Ciudad de Buenos Aires para vivir. Su diversidad recrea, en la actualidad, el crisol que supo dar origen al género.
La orquesta tiene cuatro trabajos discográficos editados por Fonocal: Sciammarella Tango (2015), dedicado a Rodolfo Sciammarella, Tangos franco-argentinos (2018), un recorrido que une a Francia y Argentina, A Villoldo (2020), en conmemoración del centenario de su muerte, y el single digital Aurora Bernárdez (2022) inspirado en “El libro de Aurora” (Alfaguara, 2017).
Integran Sciammarella Tango: Mariana Atamas (violín), Geraldina Carnicina (contrabajo), Cecilia Florencia García (violín), Cindy Harcha (bandoneón y arreglos), Hanel Yeon (bandoneón), Shino Ohnaga (piano) y Denise Sciammarella (investigación y voz).
Sciammarella Tango se presentará el próximo 10 de junio a las 22 horas en El Tacuarí Tango.

“Una banda de chicas”, de Marilina Giménez: toda película es política

15.5.2022

Por Mariano Nieva

La directora cinematográfica muestra los logros y las dificultades de la escena musical under protagonizada por mujeres y diversidades. El documental se puede ver por las plataformas de Cine Ar y Amazon Latinoamérica.

Marilina Giménez es directora de cine y bajista. Formó parte de Yilet, grupo que de alguna manera le abrió las puertas para descubrir lo que bullía en el circuito alternativo de la música conformado por mujeres y diversidades. Hizo un repaso de cómo fue tomando forma la idea que terminó plasmada en Una banda de chicas, del estreno en el Festival de Cine Internacional de Mar del Plata, del recorrido que tuvo la película por distintos puntos de Europa, de cómo el documental fue alcanzado por la atmósfera del feminismo en nuestro país, de los nuevos proyectos que se vienen y de cómo el cine también tiene una dimensión política y de militancia, entre otros temas. “Una banda de chicas tiene también una parte de política y militancia que acompañé y apoyé por mucho tiempo poniéndole el cuerpo. Porque hay un grado muy alto de invisibilización todavía de las mujeres que hacen música. Por eso creo que mi trabajo además, intentó verbalizar y escenificar esta cuestión de qué si nos ven como chicas, lesbianas o trans no tenemos las mismas posibilidades de acceder a determinados lugares. Y esto es algo que no solo sucede en el ámbito de la música sino que en todas las esferas de las sociedades del mundo”, razonó.

¿Cuánto incidió en vos haber sido parte como bajista del grupo Yilet para el posterior desarrollo de una idea que terminó plasmada en Una banda de chicas (2019)?
Marilina Giménez: Mucho. Yo tocaba en una banda como bien decís, que se llamaba Yilet que en un principio era el proyecto solista de Marina La Grasta a quien conocí haciendo la carrera de Diseño, Imagen y Sonido. Una vez ya siendo dúo, decidimos que debíamos tener una baterista y dejar de tocar sobre pistas, que era lo que hacíamos. y así se incorporó al grupo Ani Castoldi. Pasamos a ser un trío y con el correr del tiempo y los shows empezamos a sentirnos cada vez más profesionales y quisimos empezar a dejar un poco atrás el under y tocar en más y mejores lugares.

¿Y con qué se encontraron en esa búsqueda de querer dar ese paso que las lleve a ustedes, y al público que las seguía, a mejorar las condiciones donde ofrecer sus conciertos?
M.G.: Y empezó a pasar que nos costaba encontrar fechas. Porque en muchos espacios para poder tocar siempre nos incluían solo con otras bandas de chicas. Entonces, por un lado nos encontramos con la grata sorpresa de que había muchas grupos conformados por mujeres de distintos y sorprendentes estilos. Y por el otro, nos preguntábamos el porqué de querer agruparnos forzadamente a números tan diversos si el criterio muchas veces de armar movidas tiene que ver con compartir un line up con bandas de un mismo estilo musical, para de esta manera convocar más público.

¿Entonces?
M.G.: Cuando empezamos a darnos cuenta de que no éramos las únicas, personalmente me propuse querer registrar esa escena. Porque lo único que venía haciendo era solo grabar nuestras presentaciones. Después, cuando empezamos a compartir grillas con otros grupos se fue armando un archivo audiovisual que en un primer momento no lo pensé como parte de una futura película. Aunque si sabía que algo iba a querer hacer con ese material. Pasó el tiempo y empezó a rondar en mí la idea de un documental, pero nunca lo iniciaba. Hasta que en 2015 una vez que se dio la separación de Yilet, me dije que ahora sí debía ponerme a trabajar con esas imágenes que tenía. Ingresé en una clínica de documentales para luego armar la carpeta y presentarla en el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Y en el medio de todo eso conocí en un rodaje a Florencia Jodorowski, luego productora ejecutiva de la peli, y juntas comenzamos a ver los distintos tipos de financiación que pudiera tener el documental. Porque yo tenía claro que no quería hacer un trabajo que tuviera que cargarme al hombro yo sola filmando, editando, etc.

Más allá del claro contenido de tu película. ¿Qué otras cosas quisiste mostrar y por qué elegiste el nombre Una banda de chicas?
M.G.: Respondiendo la primera parte de tu pegunta, no quise contar la trayectoria de mi banda porque la sentía como la historia de un fracaso, aunque con el paso del tiempo tal vez mi mirada haya cambiado un poco al respecto. Porque aquella experiencia me dio la posibilidad de mostrar y conocer a todos los otros grupos que merecían y si están en la peli. Es decir, me resistí a que Yilet sea el centro del documental porque entendía que había números más importantes. Y con respecto al nombre, el audiovisual se llama así aclarando que es un juego polisémico porque por un lado se pregunta: ¿Qué es una banda de chicas? y por el otro te estoy demostrando que Una banda de chicas puede ser también una multitud de mujeres, en este caso músicas y artistas.

¿Cuál fue el criterio de selección que utilizaste, en cuanto a las artistas que aparecen en el film?
M.G.: El criterio de selección fue lo que llevó a preguntarme: ¿Qué recorte hago? ¿Intento cubrir a todas las mujeres músicas, incluyendo las de Latinoamérica? Después, me di cuenta que eso era imposible. El solo pensar en las argentinas ya me resultaba inabarcable. Entonces empecé a focalizarme en todo ese material que tenía en dónde había bandas y solistas que querían romper con el estereotipo de lo que se pretendía que fuera música hecha por chicas. De esta forma es que van apareciendo a lo largo del documental, distintos tipos de feminismos y de rupturas de género. Por ejemplo, Las Kumbia Queers para mí las más destacadas por el solo hecho de venir del punk con She Devils, que hoy tocan cumbia. Y si bien en Una banda de chicas no la menciono, personalmente creo que fue muy importante el factor que trajo consigo a la escena artística la mexicana Ali Gua Gua con su mezcla de estilos.

Toda película es política

Por otra parte, observándola se nota en tu trabajo que el contexto y el clima que se comenzó a vivir con un feminismo más organizado y movilizado en los últimos años, está muy presente.
M.G.: Absolutamente, está muy presente en la peli todo lo que sucedió con los movimientos feministas sobre todo del 2015 en adelante. Esa sensación de que nosotras podíamos con lo que nos propusiéramos. Lo sentía cada vez que iba a las marchas o al encuentro de mujeres que se realiza anualmente en distintos puntos del país. Esa idea que al unirnos generábamos una fuerza que en los varones existe desde la cuna. Con esa construcción de ir juntos a jugar al fútbol por ejemplo, en cambio para las mujeres pareciera que el mundo siempre fue más individual. Por lo cual nos cuesta un poco más agruparnos. Fijate sino el caso de Higui, quien hace poco tiempo fue absuelta por asesinar a uno de los hombres que intentó violarla en 2016. Si el colectivo con los distintos feminismos que existen no se levantaba movilizando y luchando en la calle probablemente Higui seguiría en la cárcel. Porque gran parte de la sociedad no se hubiera enterado o simplemente no les importaría demasiado lo que pueda llegar a sufrir una mujer lesbiana.

Con esto que decís entonces, podemos hablar de una dimensión artística y otra política en las cuales se asienta Una banda de chicas.
M.G.: Una banda de chicas tiene también una parte de política y militancia que acompañé y apoyé por mucho tiempo poniéndole el cuerpo. Porque la idea fue concebida para que la gente se entere que existen estos grupos y todos las que aparecen nombrados al final de la película. Es como una invitación a descubrirlos porque hay un grado muy alto de invisibilización todavía de las mujeres que hacen música. Por eso creo que mi trabajo además, intentó verbalizar y escenificar esta cuestión de qué si nos ven como chicas, lesbianas o trans no tenemos las mismas posibilidades de acceder a determinados lugares. Y esto es algo que no solo sucede en el ámbito de la música sino que en todas las esferas de las sociedades del mundo. Porque si en el exterior pedís que te nombren bandas conformadas por chicas surgen de inmediato The Slits, The Runaway o Courtney Love y no los innumerables conjuntos de las escenas alternativas que allí también existen.

¿Cómo fue recibido el documental, teniendo en cuenta que al momento del estreno José Palazzo, quizás hoy el productor más poderoso de la escena rockera local, declaró que en la grilla del festival Cosquín Rock que creó hace más de 20 años, no había tantos números femeninos como para incluirlos en el line up?
M.G.: Recuerdo que me causó mucha gracia que al mismo tiempo que mi audiovisual era presentado en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y en donde además Fran Healy líder de la banda Travis y director de la peli Almost Fashionable (2018) que competía con mi trabajo al verlo, hizo una gran devolución haciéndose cargo de la desigualdad en la escena inglesa. José Palazzo salió diciendo eso. Un chanta que tendría que haberse callado la boca sobre lo que dijo, incluso si realmente lo pensara. Porque como el tipo poderoso que es hablando de producciones musicales tiene la obligación de primero al menos hacer un search (búsqueda) de la escena femenina antes de hablar. Y mirá que me propuse en su momento que Una banda de chicas pueda ser exhibida en el Cosquín Rock, porque me había enterado por medio de una charla que tuve con el recordado Rodrigo Espina, que parte de su estrategia de promoción como director de Luca (2007) fue poder mostrarla allí. Pero quedó todo en un intento. Después si pude pasarla en dos “festis” de rock, uno en San Bernardo partido de la costa bonaerense que se llamó Juntas donde tocaron unas cuantas bandas de mujeres y otro que organizó la Radio FM Futurock.

Tengo entendido que Una banda de chicas fue exhibida también en distintos puntos de Europa ¿Qué nos podés contar de aquella experiencia en cuanto a las repercusiones que tuvo la película?
M.G.: Te cuento, la peli tuvo un circuito por Europa que pude acompañar que incluyó las ciudades de Nuremberg en Alemania, Estocolmo en Suecia, Lisboa capital de Portugal donde además ganó un premio a mejor documental y Róterdam en Holanda, donde los propios organizadores propusieron que tocara una banda el día del evento. Lo que para mí fue un flash, porque sentí que habían entendido todo lo que tiene que ver con la esencia de Una banda de chicas. Porque por ejemplo en Mar Del Plata cuando salimos seleccionadas para el Festival de Cine Internacional propuse como parte de la muestra un set de Ibiza Pareo. Y como me dieron muchas vueltas terminé armando una fecha por fuera con la banda en un sitio llamado Club Tri de la ciudad balnearia para darle manija al estreno.
Próximamente
Mirando un poco hacia atrás, con la película estrenada y exhibida en distintas partes del mundo y con una pandemia que interrumpió la vida por lo menos dos años. ¿Qué balance podés hacer de lo que pasó con vos desde que irrumpió Una banda de chicas?
M.G.: Que todo fue muy difícil porque cuando te metés en una tenés que creer mucho en eso porque te puede llegar a cambiar la vida. Y mí me la cambió totalmente, por eso digo que existe una Marilina antes y otra después de Una banda de chicas, con lo bueno y lo malo también. De repente y casi sin darme cuenta, me transformé en una persona pública. Me encontré dando un montón de entrevistas y cruzándome con gente por la calle que me saluda y no sé quiénes son (risas). Por otro lado, fue costoso el hacerla y muy divertido también y al terminarla, no esperé que tuviera todo ese halo que trajo consigo que hizo que todo no se terminara allí. Porque luego de proyectarla empezó otro proceso que fue el de acompañar la película en su distribución y en que pueda llegar a todos los lugares posibles. Por eso, por el esfuerzo que hay detrás y sobre todo por su contenido es que la quiero tanto.

Para finalizar, ¿dónde podemos ver la película y cuáles son tus próximos pasos artísticamente hablando?
M.G.: Por estos días terminé de dirigir un capítulo para una serie sobre Tehuel, el joven trans que lleva desaparecido más de un año, que se va a llamar Televisión contra las violencias y que cada una de las ocho entregas de la tira tiene una directora diferente. Y con respecto a Una banda de chicas está disponible para verla tanto en Cine Ar como en Amazon Latinoamérica. Que si bien no estoy muy a favor de las plataformas, debo decir que nos sirvió en medio de la pandemia ya que no pudimos hacer el estreno para Latinoamérica que teníamos pensado.

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