Apagá la violencia: acá el único fuego que se prende es el de la olla

12.7.2019

Por Paula Carrizo

La filmación de dos vecinos en situación de calle prendidos fuego en Mataderos, la muerte de Sergio Zacaríaz -y cuatro personas más- a la intemperie en un contexto de ola polar, lograron convulsionar a la sociedad e instalar la problemática en la agenda pública. La respuesta colectiva ante la ausencia estatal, y la exigencia de soluciones concretas.

En el barrio porteño de Mataderos, los bocinazos sonaron bien fuerte durante toda la mañana del sábado 6 de Julio. Lejos de estar motivados por algún atascamiento, fueron un mensaje de apoyo y aliento hacia las organizaciones sociales, legisladores, organismos de derechos humanos, vecinos y vecinas que se congregaron en la esquina de Av. Alberdi y Saladillo, a metros de la General Paz, para repudiar las violencias ejercidas hacia personas en situación de calle.

“No hay errores, hay hambre planificado”, “Acá el único fuego que se prende es de la olla”, “A vos también te puede pasar”, “Exigimos cupo laboral trans”, “Familias sufriendo en las calles con hambre es un crimen”, “Nadie elige la calle para vivir”, “Basta!”, fueron algunos de los carteles que se plantaron en alto a lo largo de la jornada. Entre ollas populares humeantes para combatir el frío del invierno y el hambre voraz que genera la ausencia estatal, múltiples referentes de las organizaciones y representantes del espectro político se hicieron oír para exigir el inmediato cumplimiento de la Ley 3706, así como la implementación de políticas públicas integrales y de calidad, que den respuesta a la totalidad de personas que actualmente habitan las calles porteñas.

 

Las cifras que el gobierno elige no ver

 

La jornada se realizó un día después de la presentación del informe preliminar correspondiente al Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle, ante un auditorio colmado de Ate Capital. Con técnicas censales diseñadas e implementadas teniendo en cuenta las particularidades y complejidades de esta problemática, las organizaciones sociales llegaron a la cifra de 7251 personas habitando actualmente las calles de la Ciudad de Buenos Aires. El número prácticamente sextuplica al de Larreta, quien contabilizó en abril 1146 personas viviendo a la intemperie, tan sólo 55 más que el año anterior. Esta cifra choca de lleno con las 1461 personas censadas por las organizaciones, que afirmaron estar en situación de calle por primera vez. Otro dato que resultó sumamente preocupante es que del total, 871 son niños/as.

Paola, referente de la Asociación Civil Abrigar Derechos, señaló al respecto, “Como ayer se dieron a conocer los datos del Segundo Censo Popular, un montón de vecinos, vecinas y comerciantes del barrio que quizás no conocen esa realidad pudieron tomar conocimiento de que nuestro censo arrojó casi seis veces más que el número que da el gobierno de la ciudad. El barrio se sintió interpelado por lo que pasó.”

 

Y ahora que sí los ven

 

La filmación viralizada en mayo sobre un individuo rociando con líquido inflamable y prendiendo fuego a dos vecinos en situación de calle en Mataderos, la muerte de Sergio Zacaríaz en el barrio porteño de San Telmo -que se suma a otras cuatro muertes más a lo largo del país en un contexto de ola polar-, lograron convulsionar a la sociedad e instalar la problemática en la agenda pública. Clubes, universidades, centros comunitarios y sindicatos abrieron sus puertas transitoriamente para ofrecer alojamiento nocturno, o se postularon como centros de recepción de donaciones. En este sentido, las organizaciones convocantes a la Jornada de Repudio, entendieron la necesidad de trabajar en dos dimensiones. A nivel local territorial, apuntando a sensibilizar a la comunidad y abonar a la construcción de otros vínculos, solidarios, de cuidado, entre vecinos/as. A nivel macro, apostando a visibilizar también la complejidad de la problemática, y la importancia de exigir respuestas concretas por parte del gobierno para restituir los derechos vulnerados de la población.

Bruno, referente de CheCultura, destacó positivamente la reacción inmediata ante los hechos de violencia padecidos por los dos vecinos prendidos fuego en la ranchada de Alberdi y General Paz. “Fue un lindo proceso desde que convocamos a una reunión para abordar el tema. Todos queremos lo mismo, tenemos un mismo objetivo. Lo de hoy es un hecho, pero después hay que seguir construyendo la contra-política de todo lo que viene desde el poder. Entablar lazos, dejarse de joder y trabajar de conjunto, y ver qué se puede hacer no sólo en la denuncia sino también en hechos concretos. Estamos también por todos los chicos que están cirujeando en la calle, todas las personas que están buscando un cartón en medio del frío, por los jubilados que tienen que optar entre la comida y los remedios. Por los chicos que van a la escuela sin desayunar. Es una misma problemática, no hay una cosa puntual sobre la otra.”

También se hizo presente durante la jornada Carlos Durañona, referente del Comedor Barrancas de Belgrano, gestado hace 17 años para brindar contención a los cartoneros que tomaban el tren blanco en la estación, y a las familias en calle de la zona. Respecto al panorama actual reflexionó, “Es una tragedia lo que está viviendo la gente en situación de calle. Están siendo agredidos, y da la sensación de que es sistemático, responde a un plan. Molestan los pobres, esta ciudad es para pocos, entonces los prenden fuego. En Belgrano, un policía despertó a una persona de una patada en el ojo y está con riesgo de perderlo. Como no reaccionaba le dio otra patada en la espalda y tiene una costilla fisurada. La gente de la calle está asustada y no quiere venir. Piden protección pero nosotros, ¿Cómo se la podemos dar? ¿Vamos a pedir a un policía que nos venga a cuidar? No. Estamos deseando que se vaya este gobierno, la raíz, la matriz está en este gobierno. En 17 años vimos muchos gobiernos, pero nunca uno tan horrible como éste. No tiene sensibilidad, no tiene alma, sólo le interesan los negocios. Se tienen que ir.”  En este sentido, el Censo Popular reveló que al menos 1577 personas afirmaron haber sufrido algún hecho de violencia en los últimos años.

 

Buenos Aires Ausente

 

Consultadas respecto a la situación actual de la política pública, las organizaciones convocantes destacaron el desmantelamiento de programas tales como el BAP, y la falta de vacantes en dispositivos de alojamiento. Paola, de Abrigar Derechos, señaló, “Es una mentira que hay muchos móviles y profesionales recorriendo la ciudad las 24 hs del día, o que hay vacantes. Por algo abren cuatro dispositivos de emergencia durante el invierno. Además, ediliciamente están en malas condiciones, y no hay profesionales suficientes para abordar de manera integral la situación de cada persona o familia. No se trata solamente de problemas habitacionales, sino también de salud, cuestiones de violencia, consumo”.

Respecto al subsidio -una de las pocas políticas que tiene actualmente el Gobierno de la Ciudad para paliar la emergencia habitacional- agregó, “Es muy difícil para una persona en situación de calle acceder, le piden un montón de requisitos que no puede reunir. Hoy, un hotel en Constitución para una sola persona sale ocho mil pesos, para una familia -si la aceptan con sus niños, que es muy difícil- más de doce mil. El monto es insuficiente para cubrir el costo, y la gente hoy no puede generar ingresos para poner encima y pagar la habitación, por lo que no es una política que actualmente esté sirviendo para revertir la situación de calle”.

 

Politizar la solidaridad para construir otros horizontes

 

La respuesta gubernamental ante este escenario de considerable agitación social, se caracterizó por una coherencia negacionista. Tal como la de la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, Guadalupe Tagliaferri, quien afirmó “no compartir la necesidad de abrir un estadio”, o el responsable de Atención Inmediata, Mariano Goyenechea, reponsabilizando a Sergio Zacaríaz de su propia muerte “por no haber aceptado su ayuda”, así como Larreta y Santilli planteando que no hay tanta gente en calle sino que “vienen a pasar el día a la ciudad”. Sin embargo, la creciente incomodidad del Ejecutivo porteño resultó evidente el martes 9 de julio cuando dio la orden de reprimir a las organizaciones sociales que intentaron instalar ollas populares y una carpa-refugio para gente en situación de calle en el Obelisco.

Ante este panorama, emerge el interrogante respecto a cómo este desborde de iniciativas solidarias puede, desde una mirada crítica, impulsar transformaciones sociales Florencia Montes Paez, de NoTanDistintas (organización que acompaña a mujeres, lesbianas, travestis y trans en situación de calle y/o vulnerabilidad social), reflexionó al respecto, “Las bajas temperaturas despertaron cierta sensibilidad en vecinos, inquilinos, propietarios, que hasta entonces se mostraban bastante ajenos a la problemática. Te obligan a mirar y darte cuenta de que mientras vos estás cagado de frío esperando llegar a tu casa, hay gente que no tiene donde ir y está en la puerta de la tuya, o en la esquina. Esta afectación activó mucho la solidaridad, respuestas que uno improvisa ante catástrofes de este tipo para ayudar a quien tiene cerca”.

En este sentido, enfatizó, “Eso, para cada compañero que recibió la ayuda de sus vecinos es positivo, pero no resuelve la problemática en que va a seguir estando, aun cuando aumente la temperatura. La situación de calle es estructural, no responde a una estación, para solucionarla hay que poder abordarla de manera integral, con recursos y política pública. La apertura del estadio de River de parte de Juan Carr, es la expresión de esa solidaridad que aparece y prolifera. Es importante -ninguna problemática se puede visibilizar ni amparar si no es sobre la base de un tejido social fuerte y sensible- pero no nos podemos quedar ahí. El discurso de la solidaridad y les buenes vecines pueden ser una de las tantas capturas del discurso meritocrático, hay que tener mucho cuidado. Es necesario recordar que la gente no elige estar en la calle, y aprovechar esta instalación mediática para complejizar el discurso. No para hablar mal de la solidaridad –lo cual sería muy mezquino- sino para politizarla y pensar en prácticas responsables y no sólo caritativas solidarias”.

Usted es el visitante N°