Policía de la Ciudad casi mata a manifestante frente a la Embajada de Venezuela

1.5.2019

El ataque criminal sucedió este martes, en medio de la asonada golpista en Caracas. El Gobierno de Rodríguez Larreta (como ya lo hizo en otras oportunidades) reprime protestas sociales con saña homicida.

Este martes a la noche, frente a la sede de la Embajada de Venezuela en Buenos Aires, la Policía de la Ciudad reprimió salvajemente una manifestación en contra del nuevo intento golpista en el país latinoamericano por parte de la derecha venezolana y sus cómplices estadounidenses.

El saldo de la represión fue de varias personas heridas y cinco detenidos: Luciano Álvarez, Daniel Fernández, Amancio Villalba, Martín Velázquez y Rodolfo Martín D’Agnese. Los cuatro primeros fueron llevados a la Comisaría 14 B de la Policía de la Ciudad (ex 31 de la Federal), ubicada en Cabildo 232, mientras que D’Agnese está internado en la clínica porteña Bazterrica, bajo custodia policial, recuperándose de las heridas que le dejó un disparo en el oído recibido frente a la embajada.

 

Por protestar contra el golpismo

 

Rodolfo Martín D’Agnese es militante del PC y había ido a la puerta de la Embajada de Venezuela a expresar su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro ante una nueva asonada golpista en Caracas. Según relató él miso a su compañera María Goboni, hubo un entredicho con manifestantes progolpe y la Policía arremetió contra ellos (en defensa de los antichavistas).

“Martín como el resto de los manifestantes estaba retrocediendo cuando recibió un disparo en la cabeza”, contó Pedro Dinani, abogado de la víctima y miembro de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. La imagen del propio D’Agnese relatando ante móviles periodísticos cómo fueron los hechos recorrería en poco tiempo las redes sociales.

Goboni, compañera de D’Agnese, relató que “se estaba yendo porque había visto que a uno de sus compañeros lo estaban llevando detenido. Es ahí cuando un policía le dispara a un metro de la cabeza. Él cae y le sigue disparando en el piso”. Los compañeros quisieron asistirlo, pero el mismo efectivo, que la víctima asegura que puede reconocer, también les disparó a ellos.

Según relataron los compañeros de D’Agnese (que estuvieron en la manifestación y luego en las puertas de la Clínica Bazterrica donde lo operaron), la detención del hombre fue inmediata y por parte de los mismos policías que le dispararon, quienes lo acusaron de “resistencia a la autoridad”.

Los efectivos primero lo trasladaron al Hospital Fernández. Luego la familia exigió que lo derivaran a la Clínica Bazterrica, hecho que se produjo después de varias horas. Cuando llegaron a la clínica, mientras lo internaban, los efectivos le tomaron declaración. Finalmente, ya de madrugada, le lograron extraer el proyectil del conducto del oído externo. Por suerte el balazo no dañó el tímpano y el pronóstico de recuperación es muy bueno.

Según denunció la familia de D’Agnese, los efectivos de la Policía de la Ciudad que tenían asignada su custodia en la clínica, luego de la operación, de madrugada, intentaron entrar a la terapia intensiva para tomarle las huellas dactilares, lo que les fue impedido por la dirección del servicio.

El abogado de D’Agnese afirmó que el hecho debería considerarse “cuanto menos una tentativa de homicidio”, ya que “por la cercanía de disparo, por el lugar que el policía eligió para efectuarlo, la cabeza, esto fue un intento de fusilamiento”. Por eso, probablemente radiquen una denuncia penal contra la Policía de la Ciudad y sus mandates políticos del Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.

Desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) afirmaron “este uso de las armas llamadas ‘no letales’ es ilegal. Utilizadas de esta manera su uso pasa a ser potencialmente letal. Las lesiones que genera son graves y pueden dejar consecuencias físicas irreversibles”. Y agregaron que “se utiliza como excusa que las armas no son de fuego” pero que “los daños que ocasionan están documentados en todo el mundo”. De hecho muestran algunos ejemplos de testimonios de víctimas.

La brutalidad con la que actuó la Policía de la Ciudad de Buenos Aires contra una manifestación político-social no es nueva. Como lo muestra el caso de Daniel Sandoval y demás heridos en las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017 frente al Congreso, cuando el Gobierno hizo votar al oficialismo y a parte de la oposición peronista la reforma previsional, la saña del ataque represivo es ya casi una marca registrada de la policía PRO.

En 2017 varios manifestantes perdieron la visión de un ojo por disparos de balas de goma dirigidos a la cabeza y desde corta distancia. Este martes le tocó a Martín D’Agnese, quien terminó salvando su oído derecho de casualidad.

Mientras tanto, el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta sigue sin entregar ante el Poder Judicial al criminal que disparó contra el manifestante y sobre el que debería pesar ya mismo, cuanto menos, el cargo de “intento de homicidio”. Imposible que lo haga, en verdad, tratándose a esta altura de una política claramente planificada y sostenida en el tiempo.

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