Se intensifican los ataques en Coca-Cola: otra suspensión persecutoria

7.8.2018

 

Entrevista a un trabajador, integrante de la agrupación Marrón, suspendido nuevamente en una clara actitud persecutoria por pelear contra los despidos y otros atropellos.

 

Entrevistamos a Cristian Durán, quien como parte de la agrupación Marrón viene luchando junto a sus compañeros contra los despidos y la persecución en la planta que tiene la empresa de gaseosas en el barrio porteño de Pompeya. La agrupación a la que pertenece se caracteriza por pelear por la mejora de las condiciones laborales y por haber impulsado la lucha que culminó con la reinstalación de varios trabajadores despedidos durante 2015, además de haber peleado desde mucho antes para que se pudieran elegir delegados y una junta interna, cosa que la empresa impedía -como hace en casi todo el mundo. Debido a esto, la patronal viene mostrando especial saña en cuanto a aplicar despidos, suspensiones y descuentos a sus integrantes, como también a otros trabajadores que vienen de recuperarse de lesiones laborales. Mientras crecen los ataques, crece también la solidaridad que reciben por parte de figuras de los derechos humanos como Nora Cortiñas o Adolfo Pérez Esquivel, así como de otros sectores de trabajadores y organizaciones políticas que vienen firmando un petitorio contra estos hechos.

 

¿Por qué te suspendieron? ¿Es la primera vez que ocurre?

Hace tres años la empresa me despidió junto a otros compañeros. Varios decidimos luchar por recuperar nuestros puestos de trabajo y logramos nuestra reinstalación. Desde que volví a trabajar, la empresa me suspende sistemáticamente inventando cualquier tipo de causa contra mi persona. Es un plan que lleva a cabo para armar legajos en mi contra, al igual que hace con otros compañeros, acusándonos de ser irresponsables o planteando que no sabemos trabajar, cuando llevamos 10 o 14 años haciendo esto. Han llegado al punto de no recibir mis certificados médicos cuando estuve enfermo, y ahí entra la complicidad del servicio médico también, que es parte de las maniobras para no reinstalar a compañeros que se lesionaron en la fábrica y estuvieron de licencia por ART. Es un ataque constante el que sufro todos los días, centralmente a través de un jefe de mi sector que se llama Marcelo Chamorro; él lleva adelante el plan de despidos y acoso a todos los trabajadores de Bodega de la planta.

 

¿Cómo estuvo el clima dentro de la planta durante las últimas semanas?

Es de mucha tensión y persecución constante de parte de supervisores y de este jefe Marcelo Chamorro. Después de haber echado a varios trabajadores, la empresa a través de jefes como él está aplicando una política de amedrentamiento constante hacia los trabajadores, con mayor presión en la producción y excesivos ritmos de trabajo. Buscan generar miedo entre los trabajadores todo el tiempo, para que en esta época de despidos nadie se organice para combatirlos.

 

¿Cuántos despidos hubo y a qué se deben? ¿Hubo otras suspensiones de tinte persecutorio además de la tuya?

La empresa empezó a presionar para lograr que se acepten “retiros voluntarios”, que en verdad son despidos encubiertos. 24 trabajadores que ya no aguantaban los ritmos de trabajo, las presiones de los jefes y el desamparo sindical decidieron irse. No satisfecha con ese número, la patronal decidió despedir a 8 compañeros más, por teléfono, de manera completamente discriminatoria. Cuatro de eso trabajadores son parte de la Agrupación Marrón. Hay una camada de 6 trabajadores que fuimos reinstalados por medidas cautelares transitorias -en el marco de una lucha que emprendimos en el 2015-, cuando la empresa atacó de manera discriminatoria nuestra fuente de trabajo. Como me pasa a mí, varios de esos compañeros también vienen siendo suspendidos de manera sistemática: Walter Lell, Gabriel Zapata, y otros compañeros de la agrupación también. Es un plan que la patronal emplea para atacar de una manera constante a los trabajadores.

 

¿Cómo están actuando el sindicato y los delegados que le responden, en esta situación?

El Sutiaga, cuando fui el primer trabajador despedido de la planta en 2015, no me defendió, ni al resto de mis compañeros despedidos tampoco. Tampoco el cuerpo de delegados. Elevé el reclamo correspondiente al delegado pidiendo que tome cartas en el asunto ante los nuevos ataques: la empresa no para de perseguirme, mientras estamos operando marcha atrás con el vehículo dentro de la planta, que es una disposición de seguridad nueva dentro del sector que no contempla las tensiones y problemas cervicales que te trae luego de 12 horas de trabajo diario. La respuesta del delegado fue que él defiende personas, que yo no soy para él una persona, que soy un payaso. Creo que esto deja claro de parte de quién están. La posición tanto del sindicato como la del cuerpo de delegados es completamente cómplice del plan de la patronal.

 

¿Cómo se vienen organizando frente a estos ataques?

La agrupación Marrón a la cual pertenezco salió a pelear y denunciar con todo a la empresa; vamos a tomar las acciones necesarias para que esto se sepa en todos lados y que la gente se entere que Coca-Cola no es la “fábrica de la felicidad” y que al contrario de eso despide, persigue y discrimina a quienes fabricamos esa bebida tan famosa por su fórmula secreta. Estamos acercándonos a otros trabajadores en lucha como los de Télam, Siam, docentes y el astillero Río Santiago, y también participamos de un festival de la fábrica recuperada Madygraf donde nos contactamos con obreras y obreros combativos de varios sectores. El miércoles pasado participamos de la marcha a un año de la desaparición de Santiago Maldonado, donde recibimos la solidaridad de muchos referentes de derechos humanos, políticos y sociales. También responderemos judicialmente todas las suspensiones y despidos, mientras seguimos una campaña intensa de denuncia y búsqueda de apoyo.

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