Represión y detenciones arbitrarias en la villa 21-24
27.5.2018
Tres vecinos de la villa 21-24 fueron detenidos en la noche del sábado durante un violento e ilegal operativo de la Prefectura Naval Argentina (PNA), que se metió en una casa disparando balas de goma, gases y golpeando, para luego llevarse arbitrariamente a Roque Manuel Azcurraire (30), fotógrafo de la revista villera La Garganta Poderosa, Juan Pablo Mónaco (35) y María Silvia Echevarría (32), esta última ya en libertad.
Todo ocurrió a metros de la casa de Iván Navarro, quien se encuentra en pleno juicio por las torturas que sufrió en septiembre de 2016 por parte de las mismas Fuerzas de Seguridad, junto a su compañero Ezequiel Villanueva Moya. Por Jésica Azcurraire* Prensa La Garganta Poderosa
El allanamiento sin orden judicial a la casa de los tres detenidos se dio luego de que dos chicos de 16 y 22 años habían sido requisados y verdugueados por efectivos de esa Fuerza. Después de una discusión, el menor fue golpeado con la cachiporra en la cabeza, lo que luego motivó el reclamo de los familiares y una violencia aún mayor de la PNA, reforzando su presencia con más de 100 uniformados. En medio del operativo irregular que se llevó a cabo, quisieron ingresar a la casa en la que se había resguardado toda la familia, además de algunos vecinos. Los oficiales de Prefectura entraron a la fuerza, golpeando a hombres y mujeres, y disparando balas de goma. También, las Fuerzas de Seguridad tiraron contra la casa de Iván Navarro, en donde otros vecinos del barrio intentaron encontrar refugio.
Allí, en su propia casa, se llevaron detenido a Roque por grabar en video con el celular durante el abuso de la autoridad. Junto con él, su hermana y su cuñado también fueron trasladados a la garita de Prefectura Naval ubicada entre las calles Luna y Pedro de Luján, donde estuvieron rodeados de un fuerte operativo con al menos 45 efectivos armados con escudos antidisturbios, gas pimienta y armamento. En ese lugar los mantuvieron arrodillados varias horas en el suelo, mientras los efectivos presentes no querían dar el nombre del responsable del operativo realizado en la villa 21-24. Además, pocos oficiales estaban identificados.
Tanto Roque como Juan Pablo permanecen detenidos en la Comisaría 30 de la Policía de la Ciudad, en California entre Herrera y Hornos, en Barracas. La causa avanza en el Juzgado N°29, a cargo de Carina Nancy Rodríguez.
“Rompieron mi puerta, me manosearon, apalearon a mi sobrino y secuestraron a mi hermano, por intentar filmar cómo baleaban la casa del vecino que denunció torturas”
Todavía no entiendo nada. Sigo adentro de una película de terror que comenzó anoche, cerca de las 11, cuando varios prefectos realizaron una requisa y empezaron a verduguear a mi sobrino de 16 años, que terminó cagado a palos como tantos pibes. Se había ido a jugar al fútbol y llegó a casa con toda la cara hinchada, corriendo, desesperado. Al escucharlo, salimos para pedirles explicaciones a los prefectos, pero mi hermana cometió la “imprudencia” de preguntarles a los uniformados por qué le habían pegado así a su hijo, ¡un menor! Ahí nomás, la respuesta fue clarísima: “Cerrá el orto”. Y la segunda, cuando ya eran más de 40 uniformados, no necesitó palabras: se abalanzaron sobre nosotros literal y brutalmente, desatando una cacería que les permitió cagar a tiros el frente de la casa de Iván Navarro, cuya familia debería prestar testimonios esta misma semana, en el primer juicio oral que logramos elevar por torturas de la misma Prefectura, en este mismo barrio.
Largada su razzia, una vez más, veo cómo la Prefectura empieza a lanzar gases en el pasillo donde vivimos y corro lo más rápido posible para entrar a casa, creyendo que nos pondríamos a salvo. Pero no existe ley para ellos, cuando de la villa se trata: automáticamente comenzamos a escuchar cómo pateaban el portón, cada vez más fuerte, hasta dejarlo como un papel rasgado. Entraron, sí, como si nada. Todos hombres, cinco, me agarraron de los pelos, me apretaron el cuello, me patearon las piernas y me dieron con sus palos, hasta que uno me puso contra la pared, manoseándome las tetas. Aterrada, grité: “¡Soltame, me estás tocando!”. Y peor, me estrujó como una bestia: “Callate, puta de mierda. ¡Callate, la re concha de tu madre! Negra de mierda, sucia, bocona”.
Al costado, la represión contra todos los vecinos continuaba recrudeciéndose y mi compañero no podía ayudarme, porque lo estaban sacando a las patadas, ¡justo a él! No hay nadie que no lo conozca en el barrio, como vecino, como laburante y como activista de nuestra asamblea. ¡Estaba durmiendo la siesta! Y horas antes había estado ayudando con las obras en nuestra “Casa de la Mujer”. ¡Pero qué importa! Con la mayor impunidad jamás vista, gritaban: “Chúpenlo, no importa, ¡agarren a cualquiera!”.
Dicen que “secuestraron un palo”, sí, ¿saben qué palo secuestraron? El palo que cierra la puerta de nuestra casa, porque lamentablemente no tenemos ni una cerradura, entonces usamos ese “palo” para evitar el ingreso de todas las personas civilizadas que necesitan aplaudir o tener una orden de allanamiento para entrar, cuando no pueden valerse de las armas y la impunidad del Estado.
Siempre con su cámara cerca, mi hermano Roque intentó registrar toda esa locura, pero no llegó a filmar nada porque se lo llevaron también, en cuanto se presentó como fotógrafo de La Garganta, ¿entienden? Su único delito fue haber descongelado tres empanadas y haber tomado su herramienta de trabajo cuando un operativo ilegal de la Prefectura se metió a nuestra casa, rompiendo la puerta a las patadas. Pero no conformes con llevarse a mi hermano y mi compañero, nos volvieron a reprimir y se llevaron a mi hermana, para pasearla durante 80 minutos en patrullero, mientras nos negaban su presencia en la comisaría que señalaba el Juzgado.
¡Basta, por favor!
Pensamos que nos mataban. Y sí, otra herida nos hace temblar, quedamos aterrados. ¡Pero nunca más en la vida, nos vamos a quedar callados!
* Jésica Azcurraire es vecina y asambleísta de la Villa 21, reprimida y abusada esta madrugada por la Prefectura.