Mariana Gómez declaró ante la Justicia: Fue un caso de lesbofobia
4.10.2017
Por Paula Bistagnino y Ana Fornaro
Mariana Gómez (24) y su esposa Rocío Girat (23) llegaron a Tribunales a las 9 y media de la mañana para declarar en el Juzgado Criminal y Correcional N°45, a cargo de María Dolores Fontbona De Pombo, a dos días de la agresión y detención policial que sufrió Mariana en el barrio de Constitución. Desde temprano activistas feministas y lesbianas se acercaron para acompañar a las chicas, que salieron de la audiencia pasado el mediodía. Mariana está imputada por “atentado y resistencia a la autoridad y lesiones”.
“Están muy asustadas. De acá nos vamos al programa de violencia institucional de la Defensoría General de la Nación para denunciar el accionar policial. Lo que ellos tienen como prueba es la declaración de un empleado de Metrovías y de dos policías. Nosotros expusimos como primera prueba la declaración de Mariana. Se están esperando las cámaras de Metrovías. Los policías dicen que no hay cámaras en ese lugar. Nosotros vamos a recolectar una cantidad de videos que están circulando en redes sociales. Por el momento hay un informe del médico legista que constata las lesiones de Mariana y una declaración contradictoria entre un empleado de Metrovías y dos policías que agredieron a Mariana”, dijo a Presentes el abogado de Mariana, Lisandro Teszkiewicz.
“Todos fumaban en la estación, pero sólo me vinieron a buscar a mí”
El lunes después del mediodía Mariana fue a acompañar a Rocío a tomar el colectivo a la estación Constitución, en el centro de Buenos Aires. Justo en ese momento empezó una tormenta de lluvia y piedras. Entonces, las jóvenes decidieron resguardarse en el ingreso de la terminal de subterráneos que hay ahí.
No estaban solas: había decenas de personas haciendo lo mismo. También había alguna otra pareja que, como ellas, se reía, se tocaba, o se besaba. Muchas estaban fumando también, como Mariana. “Pero de las que fumaban o se besaban, las únicas lesbianas éramos nosotras”, dijo Mariana a Presentes.
Todo empezó cuando un empleado de Metrovías se acercó a ella para pedirle que apagara el cigarrillo que estaban fumando. “Cuando me dijo eso, le dije que me mostrara dónde decía que ahí estaba prohibido fumar. Porque no había ningún cartel. Y le señalé que había un montón de gente fumando ahí”. Entonces, según el relato de Mariana, el empleado fue a buscar a un agente de la Policía de la Ciudad -luego identificado como Jonatan Rojo-, con el que tuvo la misma conversación acerca del cigarrillo y de la ausencia de cartel.
La mujer terminó su cigarrillo, lo apagó y decidió irse del lugar. Pero cuando encaró hacia la salida, el policía metropolitano se le paró enfrente y le puso una mano en el pecho y le dijo:
-Pibe, quédate acá que vas a ser detenido por desacato a la autoridad.
“En todo momento me trataron de masculino. Aunque yo le decía que soy mujer, él me decía ‘pibe’. Y cuando me quiso agarrar le dije que no me podía tocar y que en todo caso llamara a una policía mujer”, remarcó Mariana. Fue entonces cuando se acercó la oficial primera Karen Villarroel, que le dijo directamente que se pusiera de espaldas que la iba a esposar. Y Mariana le dijo que no, que no podían detenerla porque no había hecho nada y quiso irse. Ahí comenzó otro forcejeo, esta vez de los dos agentes metropolitanos contra la joven.
“Forcejeamos hasta que la policía femenina me agarró del cuello, que todavía tengo las marcas, y el policía masculino me hizo una palanca con el brazo y me tiró al piso. Ahí os dos se subieron arriba mío: el masculino me aplastaba con las rodillas la cabeza y el cuello y con las manos me retorcía los brazos. Y ella me apretaba las piernas con las rodillas para que no me pudiera mover”.
La secuencia fue grabada por al menos cinco personas que presenciaron toda la escena y que les pedía a los policías que las dejaran, que no estaban haciendo nada. “El policía les decía que era porque yo estaba fumando y esa misma gente le respondía: ‘Es mentira. Si yo también estoy fumando y a mí no me llevás. ¿Por qué no me llevás a mí que estoy fumando?”.
A pesar de eso, los policías de la Metropolitana siguieron adelante, la esposaron y se la llevaron.
Mientras Mariana estaba con la cabeza aplastada contra el suelo, Rocío tuvo una crisis de nervios viendo que no había manera de detener a los policías. “Se orinó encima del miedo y la angustia de la situación”, contó Mariana. Y agregó que la gente que estaba grabando le decía: “No dejes que se la lleven. No te separes de ella porque va a ser un Maldonado más” (en referencia al joven desaparecido hace dos meses en la Patagonia tras un operativo de la Gendarmería).
“No tengo dudas de que es una caso de lesbofobia”
Mariana está convencida de que se trata de un ataque por ser lesbianas. “No tengo dudas de que es un caso de lesbofobia y de que buscaron una excusa para atacarnos. Eso quedó claro además en todo el maltrato que tuvieron con nosotras en todo momento”, dijo la joven.
Además de que todo el tiempo la trataron en masculino, otra de las violencias que Mariana denuncia es que a Rocío, su esposa, no le permitieron acompañarla en el momento de la detención. “Cuando me esposaron ella empezó a preguntar a dónde me iba a llevar y dijo que era mi esposa. Entonces le preguntaron sus datos y su Estado Civil. Y ella dijo ‘casada’, pero la anotaron ‘soltera’ y no la dejaron venir en el patrullero”.
A Rocío lo único que le dijeron fue que la iban a llevar a la delegación de la Policía Metropolitana en el barrio de Boedo. Así que apenas subieron a Mariana al patrullero, ella fue hasta allá a esperarla. Una hora y media después todavía no había llegado y nadie le informaba dónde la tenían. Mientras tanto, Mariana seguía en Constitución adentro del patrullero con los dos policías que la violentaron. Recién dos horas después, cerca de las 17, la trasladaron a la delegación de Boedo.
“Me volví a sentir violada”
“Después de ficharme, dos policías femeninas me hicieron desnudar y agacharme desnuda más de tres veces para ver si tenía droga en la vagina… Me sentía de nuevo violada. Así nos sentimos las dos. Yo mientras me tiraban al piso y me pisaban la cabeza, cuando me desnudaban y me hacían agachar. Y Rocío cuando veía lo que me hacían y cuando le contaba lo que me hicieron después en la comisaría”, recordó con la voz entrecortada la joven.
Tanto Mariana como Rocío fueron víctimas de abuso en su adolescencia. Rocío es hija del suboficial naval Marcelo Girat y en 2011 denunció a su padre ante la Justicia por abusar de ella durante su adolescencia, en su propia casa y en la Base Naval. Mariana Gómez fue abusada por su padrastro Guillermo Sosa y por el padre de este, su abuelastro, Osvaldo Víctor Sosa. Los dos fueron condenados por el Tribunal Oral en lo Criminal de Azul Nº 1.
Mientras tanto, gracias a la difusión que primero le dieron al caso los transeúntes que presenciaron la detención en Constitución y luego a los llamados de la madre de Mariana, activistas de distintas organizaciones se reunieron en la puerta del lugar donde estaba detenida para reclamar su liberación. “Creo que gracias a la velocidad de la reacción me liberaron rápido, porque primero a mi mamá y a Rocío les dijeron que me iban a tener 15 horas. Y después me amenazaron con que si no calmaba los ánimos afuera me iban a dejar toda la noche… Y yo estaba en un calabozo”.
Finalmente, cerca de las 21 la liberaron.
“No tengamos miedo de ser lesbianas”
Rocío, la esposa de Mariana, también conversó con Presentes para contar cómo vivió el momento: “Se la agarraron con ella con la excusa de que estaba fumando pero es muy claro que esa no era la razón. La trataron con violencia en todo momento y una y otra vez remarcaron sin decirlo que el problema es que somos mujeres y lesbianas”, contó rocío. Y detalló que cuando ella empezó a discutirle al policía sobre la ausencia de una señal que dijera “Prohibido fumar”, el oficial Rojo le contestó: “¿Qué te crées? ¿Qué tenés todos los derechos por ser mujer?”.
“Está claro que lo que les molestó fue que estuviéramos besándonos, tocándonos y abrazándonos. Porque no hay explicación para esa violencia, para esa detención, para este trato. A mí me trataron como la amiga, aunque les dije que soy la esposa y no lo quisieron anotar. A ella la trataban de pibe. Quieren que tengamos miedo de besarnos, que nos escondamos. No tengamos miedo de ser lesbianas: tenemos que expresarnos como somos y estar orgullosas de lo que somos. Somos libres y no estamos solas. No tengamos miedo. No les demos ese gusto”.
La defensa de la Policía de la Ciudad
Tras la repercusión mediática y social que tuvo la detención de Mariana Gómez, sobre todo con la difusión de varios videos en los que se ve a los agentes de la Policía de la Ciudad ponerle la cara contra el suelo, la institución emitió un comunicado. Ahí explicó que “la mujer que se negaba a apagar el cigarrillo comenzó a lanzar golpes de puño contra el policía masculino sin motivo alguno (…) trató de fugarse del lugar, perdiendo el equilibrio en su carrera a los pocos metros, cayendo al piso. Tras ello, se acercó el efectivo policial femenino, a quien la agresora tomó con sus manos del cabello de manera muy violenta, interviniendo así el policía masculino logrando controlar a la mujer que se encontraba visiblemente alterada y con claras intenciones de agredirlos”. El comunicado cierra diciendo que “los Policías lograron controlar la situación entre los dos, debido a la resistencia que ofrecía la mujer, logrando colocarle las esposas. Fue recién en ese momento que se avanzó con la consulta con el secretario del Juzgado Criminal y Correccional N°45, que autorizó la detención por Atentado y Resistencia a la Autoridad de Lesiones”.
Presentes se comunicó con la Policía de la Ciudad pero dijeron que no iban a emitir opinión ni a dar más información que la que contiene el comunicado oficial y que la causa contra Mariana Gómez sigue su curso en la justicia. Además, remarcaron que “de ninguna manera puede decirse que desde la institución hay alguna actitud de discriminación hacia el colectivo LGBT y que en la fuerza hay matrimonios igualitarios y personas trans” y que aun no recibieron ninguna denuncia formal en su contra.