Daniel Lara: “Nos decían que respondamos. Si no, éramos otro Santiago Maldonado”

12.9.2017

Alan Gerónimo

Fue uno de los 31 detenidos en Buenos Aires tras la marcha del 1º de septiembre por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Cuenta la detención ilegal y los apremios sufridos.

Ya pasaron once días de la multitudinaria marcha donde más de 200.000 personas coparon las calles del centro porteño exigiendo al Estado con Mauricio Macri a la cabeza la aparición con vida de Santiago Maldonado.

Miles de personas hacen responsable al Estado, a Patricia Bullrich y su segundo en el Ministerio de Seguridad Pablo Noceti, del operativo criminal de la Gendarmería (fuerza a la que quieren vender como “respetable” o que no “comete excesos”) que produjo la desaparición forzada del tatuador y artesano en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen.

Se cumplía exactamente un mes y miles salieron a las calles a pegar el grito de cuestionamiento: ¿Dónde está Santiago Maldonado? Entre la marea de gente se encontraba Daniel Lara, de 34 años, estudiante de fotoperiodismo de la escuela de la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (Argra) y trabajador de una empresa como repositor.

Daniel dice que de chico tuvo “interés por las injusticias que sufren los trabajadores o las clases populares. Yo calculo que es una cuestión que nace de mi familia. Venimos de Chile. Mis papás, mi abuelo y mi tío eran militantes del Partido Socialista y del Partido Comunista en Chile. Durante la dictadura de Pinochet tuvieron que ser exiliados y nos vinimos a vivir a la Argentina. Yo llegué con seis meses al país”.

En el relato de su familia agrega: “De chico escuchaba las discusiones de mi familia y cuestiones donde contaban su historia y la agresión que recibieron por parte de los militares de la dictadura de Pinochet. Mi familia sufrió un atentando en la casa, donde los militares se la prenden fuego y se tuvieron que ir. Calculo que esta cuestión de tratar de visibilizar lo que viven las clases bajas y los trabajadores viene de una cuestión de familia”, tratando de explicar el por qué dispara con su cámara para el lado de los policías mientras estos disparan con escopetas al pueblo trabajador.

Eso motivos fueron suficientes para asistir a la marcha, pero había uno más. Daniel explica: “Yo me acerqué por una convicción personal, apoyando la causa y exigiendo como uno más la aparición con vida de Santiago, éramos cientos de miles en las calles. Además me venía bien porque tenía que cumplir con un trabajo práctico de la cátedra de fotoperiodismo 1 de mi carrera, que consistía en cubrir como un medio de prensa en hacer una cobertura fotográfica de la marcha por la aparición de Santiago Maldonado”.

La marcha estaba llegando a su fin, pero una provocación gubernamental con infiltrados de toda índole, hasta con pintadas irrisorias en el Cabildo y la indignación de la juventud por ser parte de la que siempre derrama la sangre en cada injusticia, prendió una mecha que era la misma que buscaban las grandes empresas mediáticas para correr el eje de la desaparición de Santiago a ese nuevo enemigo interno que quiere construir el macrismo: “los terroristas”.

Fue literalmente una cacería selectiva por parte de la Policía de la Ciudad, hubo 31 detenidos, entre los que se encontraban estudiantes, trabajadores de prensa y maestros, ninguno de ellos participó de los hechos ocurridos posteriormente en la marcha, así lo demuestran las pruebas. Daniel fue uno de esos detenidos.

Lara manifiesta sobre el transcurso de la marcha que él la vio “normal, fue una marcha multitudinaria donde la gente se manifestaba de una forma pacífica. La vi muy tranquila, con mucha gente, costó mucho moverse dentro de la movilización. Hasta el momento en que se desconcentra y termina el acto fue muy tranquila. Yo iba y venía fotografiando ese mar de gente, era imposible moverse dentro de la plaza”

Daniel agrega: “Durante la desconcentración, un pequeño grupo empezó a violentarse. Lo que me pareció extraño es que una persona encapuchada aparezca con una pinza. Yo vi a esa persona con la pinza acercándose al vallado, de repente va a cortar unos alambres, empieza a manipular la valla, después la empuja y la valla cae por completo. Este hecho me sorprendió nunca vi que una persona sepa actuar de tal forma, pensaba ‘mira lo preparado que está este tipo que sabe dónde cortar exactamente para que se caiga toda la valla de una’ la verdad es que esto me dio mucho que pensar en el momento”.

“Un policía me comentó cuando yo estaba detenido, que ellos durante una protesta de esta índole si los manifestantes arrojan piedras o los elementos que sean, ellos no pueden accionar. Pero una vez que se violenta el vallado, ellos tienen la libertad de poder accionar en la forma que quieran hacia los manifestantes. Como que tienen un libre accionar. Para mí fue una excusa perfecta para desatar la represión que hubo”, manifiesta Lara.

 

La cacería y la saña contra los trabajadores de prensa

 

El relato de Lara es concreto, sin fisuras, la detención fue totalmente arbitraria e ilegal. La Policía agarraba selectivamente a la gente que estaba sacando fotos, filmando o tomando algún registro de la brutal represión que ella estaba cometiendo, solo para los medios oficiales las imágenes no estaban vedadas, ya que ellos mostraban a ese enemigo que quieren construir, pero a los que registraban la verdad, la situación era totalmente diferente. La violencia, los balazos de goma, el gas pimienta y los palazos eran su “paga” por dejar en evidencia la maniobra del gobierno.

Daniel es concreto en su explicación de lo sucedido en su detención: “Yo estuve sacando fotos durante toda la movilización. Una vez que se tira el vallado yo me pongo en un costado con otros compañeros y también con un camarógrafo independiente, nos empezamos a manejar grupo para poder resguardarnos a nosotros mismos. Fuimos avanzando paralelamente a la policía, por momentos nos manteníamos detrás, mientras ellos avanzaban yo observe que iban golpeando a personas que veían al costado con algún celular o filmando, los empujaban y golpeaban. Avanzamos bastante con la policía hasta llegar a Avenida de Mayo y el Cabildo, donde me encuentro con uno de los chicos que estaba conmigo, no pertenecía a Argra era un fotógrafo independiente, yo lo llamaba todo el tiempo para que no se aleje porque estaba en el medio de la policía, en un momento nos separamos y cuando lo encuentro estaba con un disparo en la boca”.

Lara agrega: “Lo asistimos, pedimos auxilio a la Policía que estaba cerca para que llamen a una ambulancia, nunca se le acercó un oficial a asistirlo, nunca se llamó a la ambulancia. El único que lo asistió fue uno del puesto de choripanes que había ahí, lo ayudó y le puso un poco de hielo que tenía en la heladera y lo dejamos ahí, a cargo del puestero. Después yo sigo avanzando por la calle junto a un compañero, nos mantuvimos siempre en bloque, trabajando juntos y sacando fotos”.

“Una vez que llegamos a Avenida de Mayo y Perú o Florida, apareció un camión de bomberos que apagaba los tachos de conteiner que estaban prendidos fuego. Ahí arbitrariamente aparece un policía de atrás que me agarra y otro de frente y me reducen contra una persiana, me tiran al piso sin dar ninguna explicación”, asevera Diego.

El relato prosigue cada vez más tenebrosamente: “Como yo estaba rodeado junto con los trabajadores de prensa se acerca mucha gente a tratar de pedir explicaciones y la única explicación que daban es que yo estaba tirando piedras, lo que no es cierto. Se acercó mucha gente a tratar de sacarme. Ahí un oficial me dice ‘levantate que te corro de acá para que te liberemos, te llevo allá y te liberamos enseguida’”, mintiéndole descaradamente.

A Lara inmediatamente lo suben a las camionetas de la Policía de la Ciudad donde el comenta que había un chico arriba con ataques de pánico, le daba miedo el encierro y tenía gas pimienta por todo el cuerpo.

Diego dice: “Estaba con los precintos con los cuales te reducen, por suerte me los pude sacar y ahí empiezo a ayudar a este chico con el ataque de pánico, a ventilarlo, a tirarle aire y a pedir agua a los oficiales. Nunca durante toda la detención nos acercaron el agua, el chico estuvo como 2 horas pidiéndome que lo ayude, yo no pare de ventilarlo en ningún momento, le saque la remera y le dije que no se tocara la cara porque tenía gas pimienta”.

“La camioneta donde nos querían trasladar estaba saturada, no había espacio, esas camionetas están preparadas para diez personas, pero había doce. Ya llena empiezan a dar vueltas con la camioneta, la verdad que dio bastantes vueltas porque ya supuestamente nos llevaban a la comisaría 1°. Pero ahí arranca de nuevo, da una vuelta y vuelve a llevarnos a la Plaza de Mayo. Después de un rato arrancó y nos fuimos para el lado de Saavedra donde bajaron diez compañeros y por falta de lugar quedamos yo y otro compañero dentro de la camioneta, nos dicen que por estos motivos nos van a trasladar a otra comisaría. De ahí llegamos a la otra comisaría de la Comuna 4 en Parque Patricios. Desde las 21:30 que estábamos en la camioneta, nos bajaron como a las 2 o 3 de la mañana”, relata con lujos de detalles Diego.

 

Maltrato policial en la comisaría

 

Ya en la comisaría de la Comuna 4 de Parque Patricios, Lara cuenta que: “Las condiciones fueron bastante malas, en la celda en las que una persona vive son muy deplorables, te baja mucho el autoestima, dormís con suerte en un colchón todo sucio, con orina, con una manta toda rota que tiene mucho olor, parece sacada de una cucha de un perro. Yo tuve la ‘suerte’ de tener eso, mi compañero que estaba en la otra celda individual en las que nos habían puesto no tenía colchón, durmió sobre el concreto en una noche que fue bastante fría”.

“Después de horas de detención, sin habernos alimentando con nada nos acercaron un pebete, no por ‘gratitud policial’, fue gracias al pedido de un abogado que pudo acercarse y contactarme y lo primero que le dije es que estábamos con hambre y sed. Después de ahí nos acercan ese sanguche, eso fue lo único que comimos durante todo el sábado”, agrega.

“En la comisaría no nos dejaban hablar porque estábamos en carácter de incomunicados, pero igual pudimos de celda a celda poder contactarnos entre nosotros y saber quiénes éramos cada uno de los que estábamos ahí. Yo había estado con otro chico que nos llevaron juntos en la camioneta, pero a los otros no lo había cruzado ni los había visto. A los demás no los vi hasta después de declarar con el fiscal, pero si nos comunicábamos a través de gritos para saber quiénes éramos, los nombres, donde habíamos sido detenidos, como forma de seguridad para nosotros”, revela Diego.

 

Más maltrato policial, del Servicio Penitenciario y el Poder Judicial

 

Ya era el día domingo, la mirada había cambiado de eje, ya no eran “terroristas” los que habían producido los incidentes en Plaza de Mayo, se había roto ese cerco mediático, se había visibilizado quienes eran los detenidos por un lado y el accionar policial por el otro.

Por las vigilias en las comisarías y la por la conferencia de presan realizada por organismos de Derechos Humanos, como la Correpi y el Ceprodh entre otros el día sábado, el Juez Federal Marcelo Martínez de Giorgi a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N°5 de Comodoro Py tuvo que adelantar las declaraciones indagatorias 24 h.

Las imputaciones hacia los 31 detenidos eran varias “resistencia a la autoridad”, “Intimidación publica” entre otras cosas. Diego sobre esto explica que “a mí me acusan de tirar bomba molotov y si no leí mal o no me acuerdo mal creo que era por tirar el vallado de la Plaza de Mayo junto a otra persona. Eso no fue así, cuando me detienen me dicen que supuestamente es por agredir a piedrazos al personal policial, totalmente falso, hay testigos que dicen que no estuve cometiendo esos hechos”.

Llegado al Juzgado Lara relata que: “Una vez en Comodoro Py, el lugar es del Servicio Penitenciario Federal, es igual a la cárcel, está bastante sucio, muy húmedo y frio. Ahí nos metieron en unos buzones donde uno está incomunicado sin baño. Las condiciones eran malísimas. En Comodoro Py hasta un rato antes de ir a declarar que fue tipo 7:30 h, nos dieron un sándwich que era malísimo, todo frío y duro, era como de papel, una milanesa que no era milanesa, era como una base de papel, no se podía comer”.

“Tuvimos bastante maltrato verbal durante la detención, cuando nos suben a la camioneta un oficial nos pregunta los nombres diciendo que respondamos porque si no vamos a ser un Santiago Maldonado más y después no andamos quejando. Fue bastante el maltrato, otros compañeros recibieron distintas agresiones verbales. Cuando llegamos al Juzgado a las 7:30 hasta las 14:00 nos mantuvieron esposados, ahí me lastime todas las muñecas” revela el fotoperiodista.

“Durante nuestra detención en el Juzgado y en las comisarías siempre se escuchó mucho de afuera, eso nos sirvió, a cada uno de nosotros nos dio mucho aliento y más a las personas que no tenían a un familiar cercano, había chicos que eran de la costa, otro chico que es venezolano. Yo calculo que ellos y todos sentimos mucho el apoyo de afuera, escuchar gente apoyándonos, los bombos, saber que había organismos de derechos humanos afuera que apoyaban y que pedían por nosotros, la verdad que fue de gran ayuda escucharlo. Por momentos cuando estábamos en Comodoro Py en la celda escuchábamos los bombos, por momentos sentíamos que se silenciaba y nos preocupábamos, y de repente volvían a sonar los bombos y decíamos ‘vamos ahí están todavía’, eso nos levantaba la moral. Hasta que no te toca, no te das cuenta, pero ahora me parece que es muy importante acercarse y ayudar en lo más mínimo, es de gran importancia. A nosotros todo ese apoyo nos hacía levantar la frente y estar un poquito mejor de ánimo en las malísimas condiciones que estábamos pasando” exterioriza Diego.

 

En libertad pero con causa en curso

 

Lara comenta que: “La causa está abierta, el expediente a partir de la cuarta carpeta yo se que está bajo sumario o sea que no hay acceso, los abogados no la pueden ver. Yo en esta detención ya tenía experiencia después de mi otra detención el 6 de abril. Me habían defendido los abogados del CeProDH, un organismo que me asesoró muy bien, que me acompañó emocionalmente bastante bien, en ese momento tuve como defensor a Edgardo Moyano. Esa causa por falta de merito caduco. Por esa experiencia cuando yo pude contactarme pedí con los abogados del CeProDH que ya los conocía y tenían conocimiento de la causa anterior. Mi abogado es Paolo Zaniratto también es de este organismo de DDHH”.

El día del paro general el 6 de abril Diego Lara Rojas también fue detenido, esta vez por Gendarmería mientras intentaba cubrir la manifestación y corte donde trabajadores y partidos políticos como el PTS cortaban la Autopista Panamericana, las situaciones fueron diametralmente opuestas, pero algo está claro, nadie del gobierno quiere que quede registros del accionar de las fuerzas represivas del Estado.

Todos quieren callar o tapar el accionar de estas fuerzas que en distintas partes del país actúan bajo sus normas y bajo las ordenes de los altos funcionarios, es política de Estado el amedrentar a los trabajadores bajo las represiones, ilegales o “con orden del juez” como si esta orden haría que el balazo duela menos. También se ampara las detenciones arbitrarias y las desapariciones forzadas, el caso de Santiago Maldonado no es un hecho aislado, este 18 de septiembre se cumple un nuevo aniversario de otra desaparición forzada por parte de los altos estamentos que manejan los hilos del Estado, con la maldita Policía Bonaerense como actuante material, pero con el silencio y el sembrar dudas sobre la víctima y no del victimario del gobierno kirchnerista brindándoles absoluta impunidad.

Estar en las calles exigiendo la aparición con vida de Jorge Julio López es una cita de honor para cada persona que se considere una luchadora y quiera levantar verdaderamente las banderas del “Nunca más”, nunca más un desaparecido en democracia, exigiendo la aparición con vida de Santiago, pero también la de Jorge Julio López.

Colaboración: Eric Soñis

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