Los archivos del Negro Fontanarrosa
7.8.2017
Por Analía Ávila
El 28 de julio se inauguró la muestra “Archivos clasificados” en el Museo del Libro y de la Lengua, un homenaje a Roberto Fontanarrosa al cumplirse diez años de su muerte. Se exhiben cuadros de humor gráfico, libros, cuadernos de apuntes y cartas que intercambió con Les Luthiers y Cipe Lincovsky.
Rosarino, escritor y humorista gráfico, hincha apasionado de Rosario Central, amante de los bares, Roberto “el Negro” Fontanarrosa se transformó en un clásico de la cultura popular. Tenía la manía de usar sus lápices hasta que se hacían muy chiquitos y los guardaba en frascos. En su estudio además del tablero de trabajo, tenía fotos, posters, loros, libros y dibujos de distintos artistas. Organizó su trabajo en forma meticulosa: un baúl para sus trabajos periodísticos y de publicidad; un mueble con los borradores de los cuentos y la libreta de apuntes; 75 cajas de radiografías con sus cuadros de humor gráfico hechos en rotring, agrupadas en 59 tópicos como “médicos”, “parejas”, “fútbol”, etiquetadas y rotuladas por él mismo. Esos archivos son la base de la muestra “Archivos clasificados” que se exhibe en el Museo del Libro y de la Lengua.
Judith Gociol, curadora de la exposición, informó que gracias a los herederos del artista, su segunda esposa Gabriela Mahy y su hijo Franco Fontanarrosa, los originales del dibujante fueron donados al Archivo de Historia y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional. También llegaron materiales provenientes de Ediciones de la Flor, de Les Luthiers, del dibujante Quino y de la actriz Cipe Lincovsky. Roberto fue el creador de historietas emblemáticas como Inodoro Pereyra y Boogie, el aceitoso; en una de las vitrinas se pueden ver las publicaciones originales que en la década del setenta aparecieron en la revista Hortensia de Córdoba y luego en Satiricón. Además en las columnas de la sala se muestra la evolución de los trazos en el dibujo de estos personajes. En los años setenta se ve una primera línea finita, acompañada de detalles de estilo pop; en los ochenta los rasgos están más caricaturizados, con nariz grande, ganchuda y los ojos de huevo; de los noventa en adelante la línea se torna más gruesa y las figuras cada vez más deformes, el dibujo tiende a despojarse.
Como narrador Fontanarrosa fue autor de libros de cuentos como El mundo ha vivido equivocado, No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, Uno nunca sabe yLa mesa de los galanes, entre otros. Ediciones de la Flor es la editorial donde publicó durante toda su vida, al ritmo de dos libros -gráficos o de narrativa- por año en promedio, a lo largo de tres décadas y media. Incluidos los tiempos de la última dictadura militar cuando KukiMiler y Daniel Divinsky, los responsables del sello, fueron encarcelados y luego forzados al exilio. La editorial pudo sostenerse gracias a que Elisa Miler, la madre de Kuki, se hizo cargo de su funcionamiento y que dibujantes como Quino y Fontanarrosa decidieron no retirar su obra. En la muestra además de ver los libros, se puede escuchar el cuento “Los nombres” de Los trenes matan a los autos en la voz del periodista Alejandro Apo.
Roberto fue colaborador creativo de Les Luthiers, el vínculo laboral y amistoso con ellos empezó en la década del ochenta, cuando le propusieron que enviara ideas para los guiones de los espectáculos del grupo. Algunas colaboraciones eran chistes, aforismos o argumentos de cuentos que ya tenía hechos. En las vitrinas se pueden ver algunas de las cartas que fueron donadas por Carlos López Puccio. También mantuvo una colaboración postal con la actriz Cipe Lincovsky, esta amistad se dio entre los últimos años de la dictadura y la recuperación de la democracia. Un intercambio de propuestas, “pelotudeces o boludeces surtidas” definía el humorista sus aportes. En la sección Archivo Quino se muestran también algunas cartas personales que se enviaban ambos humoristas, donadas por el autor de Mafalda.
Un capítulo aparte merece su participación en 2004 en el III Congreso de la Lengua Española que se realizó en Rosario, en la muestra se puede ver un video de su famosa charla “Sobre las malas palabras” Fontanarrosa opinó que las “palabrotas” con aumentativos no dejan de ser un reconocimiento: “Las malas palabras brindan otros matices y hay algunas que son irreemplazables: no es lo mismo decir que una persona es tonta o pelotuda. Tonto puede ser una disminución neurológica agresiva, pero el secreto de la palabra pelotudo está en la letra ‘t’.” Y finalizó: “Pido una amnistía para la mayoría de las malas palabras e integrémoslas al lenguaje”.
Su oído para el lenguaje y los juegos de palabras atraviesan toda su obra, tanto gráfica como narrativa. Dijo Gociol: “Eso hace fracasar toda estructura de muestra. O sea, lo que no podés agarrar de él es la palabra. La palabra no es clasificable. O por ejemplo, él no tenía una caja que dijera ‘bares’. Y sin embargo el bar o el café es su lugar por excelencia. Lo que está en todos lados es lo que no podés clasificar.”
Tras las referencias futbolísticas y de términos callejeros, lo que se despliega en la profundidad es la realidad social y política, los miedos, el fracaso, la hipocresía y otras variantes de la condición humana.
La muestra “Roberto "el Negro" Fontanarrosa. Archivos clasificados” se realiza en el Museo del Libro y de la Lengua, Avenida Las Heras 2555 (CABA) con entrada gratuita. Se la puede visitar hasta el 15 de diciembre, de martes a domingos de 14 a 19 horas.