Argentina: Los maestros y maestras de las villas también marcharon

22.3.2017

“VOLVIERON LAS CLASES”

La Garganta Poderosa.-Nosotras paramos el cuento. Nosotras, las letras, literalmente aprisionadas en teclados, cosificadas por los correctores, aplastadas en los cuadernos, prostituidas por los editores y sometidas a la trata de noticias, hoy nos rateamos de todas sus aulas, desoyendo a los privatizadores de la educación. Somos famosas por las maestras, que nos llevaron al pizarrón. Las desordenadas de la fila, las huérfanas de alfabeto, las mal escribidas, las “o” que cuestionan sus privilegios, las equis incómodas, las haches que no se callan y las NN que no tienen vacantes, corrigiendo a este gobierno de tapa dura, ¡hoy salimos a dar clase de Literatura!
Nosotros paramos la máquina. Nosotros, los números, geométricamente enjaulados en hojas cuadriculadas, atrapados en círculos empresarios, expulsados de la escuela, condonados a los cómplices y exiliados en las cuentas offshore, hoy contamos con ustedes, todos colorados frente al salario docente. Somos 30 mil, poniendo la fecha desde abajo del atril. El 0 de la pobreza, el 4 de abril, el 45 de la inflación, el 75 del transporte, el 11.630 del sueldo inicial, el 13.323 de la canasta básica y el 26.075 de la ley que los obliga a discutir el aumento con los gremios nacionales, sin multiplicar respuestas erráticas, ¡hoy salimos a dar clase de Matemáticas!
Nosotras paramos la reproducción. Nosotras, las especies, brutalmente desterradas por el desmonte, tachadas por Lewis, borradas por Benetton, violadas por Monsanto y detonadas por Barrick Gold, hoy corremos a las paritarias en manada, contra los domadores de nuestra plaga. Somos animalitos salvajes, domesticando a González Fraga. Las plantas de Sancor, los estudiantes del Cóndor, las huertas escolares, las presas del águila, las pirañas de la villa, los inundados de soja y los arañados por el gato de buenos modales, ¡hoy salimos a dar clase de Ciencias Naturales!
Nosotros paramos la historia. Nosotros, los tiempos y los espacios, recientemente importados del pasado, perdidos en días de clase, burlados por el negacionismo, suspendidos por el neoliberalismo y congelados desde el primer semestre, hoy sacamos los lápices de los 70, para colorear la Carpa de los 90. Somos los educados sin SAME, siempre llegando tarde a la teoría del derrame. Los cortos de sus bastones largos, los fantasmas de sus represores, los historiadores de sus saqueos, los herederos de Fuentealba, los biógrafos de sus fortunas y los revisionistas de sus manuales, ¡hoy salimos a dar clase de Ciencias Sociales!
Cientos de miles unidos en el espanto, recitando al unísono la misma poesía: nunca, nunca, nunca aprendimos tanto en un solo día.

 

de morir Ricardo Piglia nos envió un texto entrañable donde rinde su homenaje a la Biblioteca del Congreso como espacio de investigación y lectura –en sus salas estudió la vida de Enrique Lafuente, miembro del Salón Literario, personaje en quien se basaría para crear el Enrique Osorio de Respiración Artificial–  pero también como guarida  nocturna para disidentes políticos, autodidactas apasionados pero sin tiempo, pobres en busca de los mates cosidos servidos a la madrugada por empleados amables y eficaces, cuando la dictadura militar parecía detenerse ante ese espacio que contenía para ellos la seguramente intimidante palabra ”congreso”. “No sé por qué pensaba que los militares no iban a irrumpir en el recinto. Quizás, creía yo ilusionado y sin ningún fundamento, que los iba a intimidar el nombre del lugar”, nos escribió.

 

El Piglia dará hospitalidad al ciclo Palabra Viva que intenta recrear como metáfora la construcción colectiva que se realiza en el Parlamento como puesta en discusión de los intereses de lo que se conoce como “la voz del pueblo”. Y llamamos palabra viva no sólo a la letrada y “curada” por los expertos  de los papeles nacionales y la literatura del universos, sino a la que se trama en una lengua sin aduanas ni peajes elitistas: la de todos los días, las de los migrantes, la de los jóvenes, la de la música popular, la los privados de libertad, la de los vecinos, la de la movilización, la de los pueblos originarios, es decir toda aquella que se habla más allá de los centros de escrutinio y ranquin cultural. En el Piglia, los lectores podrán conversar de mesa a mesa con autores de diversas generaciones y el rumor de fondo de la máquina de café que tanto amaba el escritor que le prestó su nombre. Martes 21 de marzo, a las 19.30 hs en el espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso, Alsina 1835. (Habrá ginebra, bebida bolichera favorita de Ricardo Piglia y de su alter ego Emilio Renzi durante sus años de formación)”.

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