Una evaluación contraria a la escuela pública
12.9.2016
Rechacemos las evaluaciones “Aprender”
El 18 de octubre se pretenderá aplicar en todas las escuelas del país el dispositivo nacional de evaluación de los aprendizajes Aprender. Ese día se suspenderán las clases en todo el país para que sean evaluados los alumnos de 6to grado y 5to año de todas las escuelas y los alumnos de 3º grado y 2º año de algunas. Se trata de un nuevo dispositivo de evaluación externo y estandarizado, que al igual que otros similares, es impulsado por organismos internacionales que son los responsables de la falta de presupuesto en nuestras escuelas públicas.
Al igual que otros previos, este operativo de evaluación:
– Implica al Ministerio una enorme inversión de dinero en la elaboración de las pruebas y en la contratación de quienes las toman y corrigen, que podría ser usada para construir nuevas escuelas, resolver problemas de infraestructura, aumentar el sueldo docente, invertir en materiales y capacitaciones, etcétera.
– Está conformado por evaluaciones estandarizadas que no tienen en cuenta las particularidades de cada alumno, de cada grupo y de cada escuela. En este sentido, van en contra del enfoque de los lineamientos curriculares vigentes que permite que cada maestro haga un recorte particular de contenidos y evalúe a sus alumnos con muchas más herramientas que un formulario modelo, basado fundamentalmente en un multiple choice.
– La evaluación es anónima para los alumnos pero no para las instituciones. En 2013, el actual Ministro de Educación Nacional propuso ante distintos medios de prensa que se podría premiar con incentivos materiales como libros o viajes a las escuelas que obtengan mejores resultados. Consideramos que los premios y castigos no deben ser el motor que guíe la enseñanza y el aprendizaje. El mejoramiento del sistema educativo debe partir de un proyecto que contemple a todas las escuelas y los fondos destinados a las escuelas no pueden variar por los resultados que sus alumnos obtengan en una prueba.
¿EN QUÉ CONTEXTO SE IMPULSA ESTE OPERATIVO EVALUADOR?
En la Declaración de Purmamarca, (en febrero de este año) el Ministerio de Educación y el Consejo Federal de Educación definieron –como una de sus líneas principales– dar prioridad a la evaluación educativa. En abril se creó la Secretaría de Evaluación educativa (algo similar al Unidad de Evaluación de la Calidad Educativa de la Ciudad de Buenos Aires -el Instituto evaluador-) y en julio se lanzó, con un gran respaldo de los principales monopolios mediáticos, el plan Compromiso por la educación. Allí se realizó un “llamado a todos los argentinos a involucrarse en la educación”, que no es otra cosa que el pedido de explícita injerencia de empresas y ONGs en el sistema educativo formal. Además, y en sintonía con organismos empresarios y de crédito internacionales (Banco Mundial, OCDE, FMI, etc.) remarcaron la importancia de la evaluación.
Los dispositivos de evaluación estandarizada no son nuevos en nuestro país. En la década del noventa se culminó el proceso de descentralización, que había comenzado en la última dictadura, que consistió en delegar las responsabilidades educativas a las provincias. El Ministerio de Educación Nacional se transformó entonces en un organismo que imparte la política general y la evalúa pero no tienen una sola escuela a su cargo. Este escenario no fue modificado por la Ley de Educación Nacional.
Las evaluaciones externas se toman en nuestro país desde hace más de veinticinco años. Al ONE (Operativo Nacional de evaluación) que se instaló en la década de los noventa, se fueron sumando otros operativos jurisdiccionales e internacionales. El operativo Aprender 2016 reemplaza a las pruebas ONE. Los cambios son técnicos y también políticos.
¿PARA QUÉ SE EVALÚA?
Según los documentos del Ministerio, el operativo se implementa para que todas las instancias del sistema educativo, incluyendo a las escuelas, los docentes y las aulas, tengan acceso –bajo las condiciones de confidencialidad establecidas por la ley– a información clave sobre los logros y desafíos de aprendizaje, así como de las características y opiniones de estudiantes, docentes y escuelas. Dice además que los resultados de Aprender deben ponerse a disposición de los diferentes actores del sistema educativo (con los resguardos de secreto estadístico previstos en la Ley de Educación Nacional N° 26.206). Y en particular, la información sistematizada debe volver a cada una de las instituciones, a través de herramientas de información y análisis que permitan fortalecer la toma de decisiones educativas .
Los maestros no necesitamos evaluaciones externas ni análisis estadísticos, para conocer qué saben nuestros alumnos: estamos todos los días junto a ellos en el aula. Sin embargo, no creemos tampoco que este sea el verdadero propósito de estas evaluaciones.
Las evaluaciones pueden funcionar como dispositivo disciplinador de los docentes: cuanto mayor reconocimiento tienen las evaluaciones, los docentes se preocupan más por los resultados de sus alumnos. De esta manera priorizan la enseñanza de los contenidos que serán evaluados y dejan de lado otros. Esto es lo que sucede desde hace varios años en EE. UU., donde se ha empezado a reconocer que estas pruebas perjudican a la educación: las maestras, un mes antes de la evaluación, comienzan a enseñar a sus alumnos para que respondan correctamente las preguntas de estas pruebas. Dejan de lado los contenidos que no serán evaluados, como la poesía o la historia. Preparan a sus alumnos exclusivamente para que pasen el examen, pero nada más.
Este tipo de evaluaciones viene generando rechazo y resistencia en las escuelas y, desde el Ministerio están preocupados por instalar la “Cultura de la evaluación”. Es decir, allanar el terreno para que las evaluaciones externas ingresen a las escuelas y, de su mano, entren una serie de medidas que los resultados de dichas evaluaciones respaldarán.
En este sentido, pueden dar fundamento a algún tipo de reforma educativa: dados los malos resultados, se requieren cambios estructurales capaces de generar mejores resultados a menor costo y se justifica la necesidad de privatizar o concesionar la educación pública.
Una vez creada la “cultura de la evaluación” no será tan difícil instalar otras más resistidas como las evaluaciones a los docentes -que den lugar la flexibilización laboral- o exámenes de finalización a los alumnos de escuelas medias que reduzca la cantidad de estudiantes en la universidad. Estas evaluaciones ya vienen siendo utilizadas en otros países en los que la privatización del sistema educativo es mayor y a los que el Ministerio mira con buenos ojos.
¿CÓMO SE EVALÚA?
La evaluación será muy similar a la que se toma en la Ciudad de Buenos Aires (FEPBA y FESBA). Se realizarán:
– Evaluaciones de aprendizajes (Matemática y Lengua en todas. Se agregan Ciencias Sociales y Naturales en 5º año)
– Cuestionarios sobre características y opiniones de los estudiantes, docentes y directivos, con el objetivo de comprender qué factores se vinculan con los resultados de la evaluación y de este modo mejorar las prácticas y políticas.
Con respecto a los cuestionarios (que generaron mucha bronca entre maestros y familias), les preguntan a los chicos acerca de sus condiciones de vida y las de su familia, sobre su trayectoria escolar y sobre la forma de enseñanza de su docente. Además, se les entrega a docentes y directivos un cuestionario sobre su desempeño y el de sus pares.
Estos cuestionarios por un lado, instalan de forma encubierta una modalidad de evaluación docente que los maestros venimos rechazando. Por otra parte, resulta preocupante qué uso harán de los datos de los chicos, que argumentos y medidas justificarán con éstos.
¿QUÉ IMPLICANCIA TIENEN LAS EVALUACIONES EN EL TRABAJO EN LAS AULAS?
El documento pide a los maestros evitar preparar a los estudiantes en los contenidos de la prueba. Sin embargo, también sugiere organizar la realización de un ejercicio para familiarizar a los estudiantes con el formato de la evaluación (consignas de respuesta múltiple) para evitar que el día del examen cometan errores causados por estar poco familiarizados con la modalidad de la prueba.
Muchos maestros no usamos este tipo de evaluaciones porque corresponden a una concepción de la enseñanza y el aprendizaje con la que no estamos de acuerdo y a la que no corresponden los documentos curriculares nacionales ni jurisdiccionales. Es una concepción conductista que considera que los aprendizajes pueden y deben ser mensurables.
Preparar a los alumnos para que puedan rendir bien este tipo de exámenes va en desmedro de otro tipo de aprendizajes. Como mencionamos, esto es lo que ha sucedido en Estados Unidos, donde se arman rankings de escuelas según los resultados obtenidos en las pruebas, y se ha declarado que las mismas empeoran la enseñanza y el aprendizaje porque los maestros enseñan para aprobar estas evaluaciones y no para que los alumnos construyan verdaderos aprendizajes.
Desde el gobierno están preocupados porque tanto en las evaluaciones nacionales como internacionales aplicadas en los últimos años, Argentina se posiciona entre los países con las más bajas tasas de respondientes, debido a los altos niveles de inasistencia de los estudiantes a las pruebas y a la cantidad de consignas no respondidas por los participantes.
Desde Ademys rechazamos el operativo Aprender 2016 y llamamos a docentes, familias y estudiantes a impedir este nuevo ataque a la educación. La evaluación externa estándar, lejos de mejorar la educación, la perjudica.
Nuestro rechazo a estas evaluaciones se sustenta en los fundamentos pedagógicos antes expuestos. Pero además, en la vulneración a la autonomía de las instituciones educativas y los propios docentes, que deben padecer la injerencia externa y directa de dispositivos elaborados por tecnócratas y funcionarios, y financiados por organismos externos y corporaciones.
Abramos el debate en cada escuela con las familias y los estudiantes para que ese día no asistan a la escuela a realizar las evaluaciones. La cultura de la evaluación que quieren instalar no será la cultura de la enseñanza y que seguiremos defendiendo.
No nos anotemos como veedores.
No nos anotemos como evaluadores.
Promovamos que no se hagan estas evaluaciones en nuestras escuelas.
ADEMYS
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[1] ver, por ejemplo, http://www.lanacion.com.ar/1587124-boletin-de-desempeno-para-las-escuelas-publicas-portenas.
[2]. Todos los fragmentos presentados en itálica fueron extraídos de forma textual de los documentos que se encuentran en www.aprender.educ.ar/<http://www.aprender.educ.ar/>